Temporada de Reproducción - Historia Principal - Capítulo 89

¿De verdad habrá un bebé?

No lo sabría hasta que la viera un ginecólogo. Así que quería guardar su alegría.

Por si acaso, si se ilusionaba y luego le decían que no, sentiría una tristeza insoportable.

‘Además, no tengo recuerdos… ¿Estaré bien?’

Hay tantas cosas que quiere enseñarle a su bebé.

Primero, cómo vivir feliz, cómo recibir y dar amor.

También le enseñará a sonreír con ganas, a llorar y a desahogarse bien.

Le dirá que no importa si se cae, que podrá levantarse enseguida.

Si no puede levantarse, le tomará la mano. Y caminarán juntos, paso a paso.

Estaría con su hijo hasta que, algún día, ya no la necesitara como padre.

 

—Enseguida haré que venga un ginecólogo.

 

Eltan, apurado, salió, Siren se quedó quieta, abrazada a su esposo, quien respiraba con dificultad por la emoción.

Con las dos manos, se abrazó fuerte el vientre.

 

—Mis más altas reverencias a Sus Altezas.

 

La ginecóloga llegó una hora después.

En realidad, no había razón para que un ginecólogo fuera necesario en la obra de construcción de Idoros.

 

—La examinaré.

 

La ginecóloga de mediana edad era una mujer grande y rellenita.

¿Por qué es importante que fuera «mujer»? Porque la mirada fulgurante de Yasamin se suavizaba un poco.

 

—Primero… ¿Podría Su Majestad retirarse un momento, por favor?

—¿Por qué?

 

Pero el hecho de que fuera mujer no significaba que él se descuidara o confiara plenamente.

La doctora respondió con cautela mientras él alzaba una ceja, preguntando con descontento:

 

—Es que… también necesito hacer un análisis de orina y echar un vistazo a su abdomen.

—Ah.

 

Siren se apartó rápidamente del cuerpo de su esposo tan pronto como escuchó la mención del análisis de orina.

Yasamin miró a Siren varias veces con ojos que denotaban una profunda desilusión antes de salir de la tienda de campaña.

Poco después, Pamila entró con el orinal y comenzó la prueba.

¿Cuánto tiempo pasó después de que la prueba terminó, con los tres tensos?

El rostro de la doctora, que sostenía una especie de vara inexplicable, se iluminó.

 

—¡Su Alteza, muchas felicidades!

—¿Eso significa…?

—Sí, ¡está embarazada! ¡Tiene un bebé!

—……..!

 

‘Dios mío’

Con la confirmación del ginecólogo, Siren por fin se tambaleó. Pamila la agarró rápidamente, la sentó y le secó el sudor frío con un pañuelo.

 

—¡Felicidades, Su Alteza! ¡Un bebé!

 

Tan emocionada estaba Pamila que sus orejas redondas, parecidas a las de un ratón, ¡saltaron y aparecieron!

La doctora pareció sorprendida, pero rápidamente se recompuso y le hizo una profunda reverencia.

 

—Gracias. Muchas gracias.

—No hay de qué. Es mi deber. Ah, y aunque no puedo confirmarlo por la forma de su vientre… Podrían ser dos bebés.

—¿Gemelos?

—Sí, eso creo.

 

«Hijos gemelos.»

«Esas vidas adorables que vi en mis sueños…»

«Eso… se hará realidad.»

De repente, se sintió mareada.

«Cuando la alegría es tan grande, así es como te quedas sin aliento.»

Poco después, Siren, por sí misma, caminó y abrió la entrada de la tienda de campaña.

Un viento con un olor nuevo sopló.

Era un viento de cambio placentero, como si significara la nueva vida que le esperaba.

 

—Sei, la doctora…

 

Yasamin, que estaba deambulando, vio a Siren y se acercó rápidamente.

Pero antes de que él terminara de hablar, Siren se hundió en sus brazos.

 

—Dice que hay un bebé. Y que quizás sean dos.

—……!

—Es maravilloso, ¿verdad? Vamos a tener una familia, Yasamin. Y… y… el linaje de la raza bestia de la Era Mítica continuará.

 

‘¿De dónde habrá salido esa frase?’

Se estremeció, sorprendida por la frase «raza bestia de la Era Mítica» que se había escapado de sus labios de repente. Yasamin también se quedó rígido.

‘¿Mis recuerdos… habrán vuelto de repente? ¿O será una señal de que lo harán?’

De cualquier manera, era una señal positiva.

Siren no dejó escapar el rastro de memoria que había aparecido de repente y lo sostuvo con cuidado.

‘Bestia, Era Mítica. La diosa Aquafuran. La tierra que se convirtió en desierto…… ¿Qué era yo? ¿Qué legado de recuerdos podré dejarles a mis hijos?’

Cuando se concentró en el «niño» en lugar de en el «yo», de repente algo empezó a surgir vagamente.

 

—…….Como te dije en ese momento, escribí un libro, Sei.

 

En ese momento, Yasamin habló en voz baja.

 

—Aún es un borrador y no está pulido… pero quiero que lo leas.

 

Si perdía este momento, los recuerdos podrían no volver nunca.

Con la seguridad de que este momento era importante, Yasamin sacó a colación el tema del libro que pensaba mostrarle mucho después.

 

—Lo haré. Lo leeré con atención.

 

A cambio de su sinceridad, lo único que Siren podía ofrecer era la misma sinceridad.

 

—Todavía no he podido plasmar toda la larga historia. Pero la parte inicial es importante.

 

Yasamin besó suavemente la oreja, la barbilla y la nuca de su esposa.

Era una expresión de reverencia hacia la esposa que llevaba a sus hijos.

 

—Creo que sería mejor regresar al desierto en lugar de quedarnos en Idoros. Si tenemos dos hijos, sería perfecto que uno se convirtiera en el Emperador del Imperio en Idoros y el otro se dividiera y gobernara las tierras al sur del desierto.

 

‘Solo hay un emperador, pero como la ciudad santa al sur del desierto también es valiosa, se podría convertir en un principado y darle autonomía. Por ahora, durante su reinado, la dejarían como un solo país, y luego, una vez que estuvieran completamente fusionados, en el futuro. Si los niños crecieran y tuvieran más de veinticinco años, y pudieran convertirse en gobernantes por sí mismos. Probablemente veinticinco años serían suficientes para que se fusionaran completamente’

 

—Eso suena bien. Hagámoslo, Sei.

—¡Sí!

 

‘Ah, las lágrimas me brotan’

Con los ojos húmedos, ella besó a Yasamin.

Sus cálidos alientos se mezclaron.

Aunque todavía había un problema con los recuerdos no resueltos, la alegría de hoy era alegría.

Así, en profunda felicidad, Siren rió y lloró.

Todo era por alegría.

 

 

 

 

 

 

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En la oscuridad de la noche, las páginas de un libro se pasaban en silencio.

Con cada página que pasaba, sus delgados dedos recorrían cada oración.

Como si no quisiera perderse ni una sola, masticaba, tragaba y digería las palabras una y otra vez, tardando treinta minutos en leer una sola página.

En realidad, no podía evitarlo.

Sentía un dolor punzante en cada oración.

Las palabras en sí eran sobrias, pero ella leía entre líneas.

Veía la letra que él había escrito con esmero y saboreaba las capas de emociones que se escondían en ella.

Así, sin darse cuenta, el día se le escapaba rápidamente.

Los libros que Yasamin había escrito hasta ahora sumaban tres volúmenes, y él seguía escribiendo en sus ratos libres, así que probablemente habría un nuevo libro esperándola cuando terminara de leerlos.

Siren ya no le pedía que solo le contara las historias entre ellos dos.

Le había dicho que quería saber también el contenido del tiempo interminable que él tuvo que soportar hasta la muerte.

La narrativa con el nombre de Yasamin.

Ella necesitaba entender el contexto de eso.

‘El único original que él escribió a mano, que solo yo puedo ver’

Una vez que todos los libros estuvieran terminados, planeaba una producción masiva.

Quería que fuera una historia que todos los habitantes del sur leyeran al menos una vez.

Y para que su doloroso tiempo no fuera olvidado como algo insignificante.

‘¿No es demasiado injusto que solo ella lo sepa? Debe haber sido doloroso. Debió haber sido arrepentido y difícil. Se aferró al amor, luego el amor se desmoronó y se aferró al odio. Y después, volvió a amar……. Nunca podré entender todo ese tiempo. Porque yo no lo viví. Yo solo causé dolor’

Los recuerdos aparecían esporádicamente.

A veces surgían de repente al leer una frase, o se reproducían en sueños al quedarse dormida.

Entonces, Siren, como si fuera una tercera persona, se distanciaba y observaba los recuerdos.

Era una sensación muy extraña, pero, por supuesto, no le disgustaba.

Esto era lo que ella podía hacer por él.

‘¿Qué clase de vida había llevado él, que había superado la soledad hasta convertirse en aislamiento?’

Ella, como esposa, tenía que saberlo.

 

—¿Otra vez leyendo un libro?

—Sí. Bienvenido, Yasamin.

 

Ya habían pasado varios meses desde que se enteró de que estaba embarazada.

Su vientre crecía cada vez más y le costaba moverse.

Quizás eran gemelos, ya que su vientre era el doble de grande que el de otras madres.

Afortunadamente, el cuerpo, imbuido del poder de la diosa, la sostenía, así que las náuseas matutinas eran menores y soportar el peso era relativamente fácil, pero eso no significaba que no fuera nada difícil.

Yasamin cuidaba a Siren con esmero a su lado.

Y antes de dormir, siempre besaba su vientre y les hablaba a los bebés.

No se sabía si lo entendían, pero cada vez los bebés pateaban el vientre.

Cuando ella se encogía por un dolor sordo, Yasamin la abrazaba rápidamente y le acariciaba la espalda.

‘Dentro de poco, mi vientre estará tan grande que ni siquiera eso será posible’

Ella cerró el libro y pronto se acurrucó con Yasamin en la cama.

Le gustaba mucho que él la palmeara.

También le gustaba escuchar lo que había pasado fuera ese día.

Recibía informes sobre la situación de la construcción de Idoros, pero ella no podía ir al lugar.

Así que, cuando Siren decidía algo, Yasamin se encargaba personalmente de viajar entre Idoros y el sur para dirigir la situación.

 

—Cuando nazcan nuestros hijos, la mitad del castillo ya estará construida.

—¿De verdad? ¿La construcción avanza tan rápido?

—Sí, muchísimo.

 

‘Cuando los niños nazcan y crezcan, el castillo estará completamente terminado’

Siren imaginó el castillo en su mente, un castillo que aún no había visto.

Los niños, también curiosos, patalearon en su vientre.

 

—Ah, sabes, hoy se me ocurrió un recuerdo.

—¿Cuál?

 

Yasamin preguntó dulcemente, acariciándole el cabello.

Disfrutando de esa sensación, Siren murmuró suavemente.

Ya estaba somnolienta.

 

—Que dijiste que no necesitabas descendencia. Que los hijos no te importaban…

—¿Quién? ¿Yo? No puede ser.

—Sí lo dijiste. Pensé que el tiempo cambia a la gente. Fue triste y bueno a la vez…

 

La conversación lánguida de la pareja no tenía fin.

La historia, que continuaba en voz baja, se apagó y, cuando Siren se durmió, Yasamin sonrió.

Aquí estaba la felicidad que finalmente había obtenido después de soportar largos años.

Una felicidad completa que no pensaba soltar, ni tenía razón para hacerlo.

Esa era Siren.

 

 

—Fin de Temporada de Reproducción—