Temporada de Reproducción - Historia Principal - Capítulo 29

Aunque no sabía exactamente lo que significaba, podía percibir que era una postura de reverencia.

 

—¡Aquafuran!

—¡Aquafuran!

—¡Aquafuran!!!

 

El grito lleno de alegría que lanzaban hacia ella contenía locura. En el instante en que estaba paralizada por el miedo ante el sonido que parecía el aullido turbio de varias bestias reunidas…

 

Crack.

 

Oyó el sonido de una grieta formándose en la diadema que llevaba en la cabeza.

Tan pronto como volvió a tocarla, horrorizada, la diadema se partió por la mitad. Exactamente por la mitad.

 

Crack.

 

No sabía lo que significaba, pero seguramente no era nada bueno. Ante esto, el clan Aquafuran guardó silencio al instante.

Y… sintió un escalofrío detrás de ella.

Un aire seco y frío como la noche en el desierto. Una atmósfera crujiente, como la luna creciente cortando la oscuridad, emanaba de todo el cuerpo de Yasamin.

Todos los que estaban allí bajaron la mirada ante la escalofriante sensación de que, si decían una sola palabra equivocada, su cuello sería estrangulado y serían colgados boca abajo.

 

—Ven, Sei.

 

Su llamado era dulce, pero contenía una espina oculta.

Se sentía enojado, como un cactus reseco.

Y una presión que parecía oprimirla con fuerza, con mucha fuerza, le estrangulaba el cuello.

 

—Sei.

 

Pero, ¿cómo podía negarse?

Era Yasamin quien la llamaba.

La primera persona que… la había aceptado.

 

—Se… rompió.

—No importa. Te vas a lastimar. Dámelo.

—……

—¿La mano?

 

No se había lastimado en absoluto. Pero Yasamin examinó cuidadosamente su cabeza, sus mejillas y sus dedos.

Luego, tomando la mano de Siren, miró a la gente y abrió la boca lentamente.

 

—Ya basta por ahora. Hablaré por separado con el espíritu que reside en la diadema. Retírense todos y eviten que entre nadie.

 

La atmósfera que emanaba Yasamin era inusual, y la gente aceleró el paso.

Siren no sabía qué hacer y se quedó quieta, pero afortunadamente Eltan vino y la sacó de allí.

 

—Puede retirarse por ahora. Cuando habla así, es mejor dejarlo solo.

—Ah, sí. Entiendo.

—La guiaré de vuelta a su habitación.

 

Ella se puso la diadema en la cabeza. Pero la diadema se había partido por la mitad.

¿Qué significará esto?

Aunque no entendía bien la razón, podía percibir que Yasamin estaba impactado.

 

—¡¿Señora, ya llegó?!

—Pamila.

—Se ve pálida. ¿Le doy un masaje?

 

Al regresar a la habitación, Pamila estaba allí. Al verla tararear alegremente mientras limpiaba la mesa con diligencia, a Siren se le llenaron los ojos de lágrimas de repente y se desplomó en el suelo.

 

—¡Ay, por qué! ¿Le pasó algo?

—Solo… quiero volver.

 

La mansión de arenisca era agradable. Fue la primera paz en mi vida, un paraíso.

 

—¡Iré a la cocina a traerle yogur de leche de camella! ¡Se sentirá mejor si lo bebe!

 

Pamila, abrazándola y sentándola sobre los cojines apilados, salió a toda prisa.

Siren, mirando fijamente la espaciosa y exótica habitación, acercó un libro al azar para calmar su agitado corazón.

‘Libro de Hechizos de Nivel Medio’

Debería leer esto al menos.

En el camino, había estado tan preocupada por Yasamin que no había podido abrir ni una página.

 

Flip, flip.

 

Al abrir las páginas, su mente se calmó rápidamente.

Así, los libros siempre la llevaban a un mundo nuevo.

No, deberían hacerlo.

 

—Uf…

 

Después de repetir la misma frase por décima vez, Siren finalmente cerró el libro y miró la puerta con ojos melancólicos.

No saber qué está pasando ni cómo, la hace sentir ansiosa.

Deseaba que Yasamin regresara pronto y le explicara lo que fuera.

A esa hora, Yasamin estaba solo en el depósito de reliquias.

Frente a la diadema rota, la miró durante mucho tiempo antes de poner la mano sobre el zafiro.

A los objetos mágicos con conciencia propia, en la antigüedad se les llamaba artefactos. A veces, los artefactos tomaban la forma de espadas y se les llamaba espadas mágicas, y otras veces, tomaban la forma de adornos elaborados como este.

De todos modos, lo importante es que tienen «conciencia».

 

—Ey. ¿Hasta cuándo vas a fingir dormir?

 

Al tocarlo, una energía siniestra rodeó el zafiro y vibró con un zumbido.

Como esperaba. Lo que se rompió fue la voluntad de este tipo.

 

—Si no te levantas, te dejaré oxidar.

 

¡Buzz!

 

El zafiro tembló violentamente, expresando claramente su disgusto.

 

—Uno.

—……

—Dos, tres.

 

Al añadir un poco de amenaza, el zafiro emitió luz. Lo que apareció así fue un niño adorablemente pequeño.

El niño, de un tamaño pequeño como un juguete, tenía ojos azules como el zafiro y lo miró fijamente.

 

—En fin, no importa cuánto tiempo pase, lo vulgar no cambia.

—Gracias por el cumplido. Explica por qué se rompió antes.

—¿Por qué debería explicarlo?

 

El espíritu que había despertado del zafiro después de mucho tiempo no era muy cooperativo. Ante esto, Yasamin lo levantó por el cuello.

 

—¿Necesitas que te ponga en tu lugar después de tanto tiempo?

—¡Iik…!

—¿Eres Aquafuran o no? Responde rápido.

—¡No sé! ¡Tampoco lo sé! ¿Qué puedo hacer si parece que sí, pero también parece que no?

 

El chico que gritaba a todo pulmón se retorció y bajó al suelo.

Tan pronto como sus pequeños pies tocaron el suelo, creció rápidamente y, en poco tiempo, el niño se convirtió literalmente en un «muchacho».

Un niño de unos diez años.

Con cabello azul y ojos azules, era hermoso como una estrella. Una belleza capaz de encantar a muchas personas. Una frescura y un encanto similares al mar coexistían en él.

‘Aquafuran lo quería mucho. A este chico’

Después de ser abandonado por su amo, lo recogió temblando y llorando sin poder ir a ningún lado y lo trajo aquí.

Un chico que simplemente era obediente, creyendo firmemente que Aquafuran regresaría algún día.

Verlo era frustrante y a la vez un poco triste.

Era ridículo que después de tanto tiempo, solo pudiera seguir queriendo a su amo.

 

—Literalmente, al principio pensé que era el Señor Aquafuran. Pero al mirarlo bien, parecía que no… pero luego parecía que sí. Estaba tan confundido que se rompió.

—Ya veo.

—Parece una persona demasiado diferente para ser el Señor Aquafuran. Pero el aura que fluye es similar. Sin embargo, si me preguntas si la cantidad total de poder es la misma, no lo es. Siento que algo está bloqueado.

 

El chico, con el ceño fruncido, lo soltó todo de golpe.

El chico era mejor que él para sentir el flujo del aura. Siempre había sido así.

 

—Sospecho que alguien lo desbloqueó hace poco. Siento que el aura dentro de su cuerpo no está bien organizada. Y todavía queda algo acechando en el fondo… Creo que solo después de que todo eso se revele podré saber si es realmente el Señor Aquafuran.

—En resumen, ¿está sellado?

—Eh… ¡Oh, sí! ¿También tienes momentos útiles?

 

¡Chas!

 

Yasamin le dio un golpe en la cabeza al chico y luego estiró las comisuras de sus labios.

Hace poco, había examinado su aura y le había abierto los meridianos para que pudiera leer Raksha.

También lo sintió entonces, pero había algo extraño en el cuerpo de Siren.

Literalmente, se sentía como si hubiera una represa construida.

Lo que él hizo fue solo crear una pequeña grieta en esa represa.

 

—Averigua si alguien lo selló cuando era niño. O tal vez se selló a sí mismo.

 

El chico, agarrándose la cabeza, lo miró fijamente y murmuró.

 

—Se selló a sí mismo, eh.

—Escondite. Al Señor Aquafuran le gustaba mucho el escondite, además de las persecuciones.

—¿Aún recuerdas eso?

—¡Por supuesto! No he olvidado nada sobre el Señor Aquafuran.

 

El chico sonrió con orgullo.

Qué descarado.

¿Qué le veía a su amo que lo abandonó para no poder siquiera resentirse?

Aquafuran probablemente los había olvidado por completo.

‘Así que, usando el secuestro como excusa, se fue a una tierra lejana en ese entonces’

Qué secuestro.

Era mucho más probable que Aquafuran hubiera inducido que eso sucediera.

Parecía que sentía curiosidad por una nueva tierra, por los otros clanes que habían echado raíces allí.

Esa diosa egoísta abandonó el sur para satisfacer su curiosidad. Y cuando regresó, se llevó el agua para ser venerada.

Esa era la verdad que él creía. Por eso la odiaba.

 

—¿Qué tiene de bonito el amo que te abandonó?

—¡Cuidado con lo que dices! No fue un abandono. La Señora Aquafuran simplemente me dejó caer por accidente mientras iba deprisa.

—¿No te arrojó porque le resultabas molesto?

—¡Dije que no!

 

Los ojos del chico que resollaba se enrojecieron.

Verlo restregarse las lágrimas que brotaban con rudeza lo hacía sentir incómodo… ¡para nada!

En fin, qué tonto.

Tú eres el único que queda en este mundo. No me dejes.

El monstruo parloteaba dentro de él con una pronunciación confusa. Susurraba, se enojaba, lo tranquilizaba, suplicaba. El sonido no eran oraciones completas, pero el significado se transmitía.