Temporada de Reproducción - Capítulo 52

‘Ojalá brille por mucho tiempo.’

Esa noche, la sirena dormida tuvo otro sueño.

Un sueño sobre Aquafuran.

A medida que el sueño continuaba, un cambio se producía en ella.

Como un pequeño capullo que se abre poco a poco, una flor florecía lentamente.

Su corazón herido, que era una tierra seca y agrietada, se transformó lentamente en una tierra de vida.

—Hermana. ¿Ahora te acuerdas de mí?

Y el primero en darse cuenta del cambio de la sirena no fue otro que Chris.

El círculo que Aquafuran tanto apreciaba. El zafiro incrustado en él. El espíritu concebido de la gema.

Este espíritu puro nació únicamente del apego de Aquafuran y solo la conoce a ella.

Como un dique que se rompe y un torrente que fluye, la sirena se revolvía en sus recuerdos. Incapaz de manejar su propio cambio drástico, se la pasaba durmiendo todo el día.

Sus pensamientos eran insignificantes como burbujas, pero su mente seguía y seguía dando vueltas.

‘Siren’ y ‘Aquafuran’ se superponían y se separaban.

En medio de todo eso, la pregunta de Chris trajo a la sirena, sumida en la confusión, de vuelta a la realidad.

—…Sí, me acuerdo…

—Yo, no me abandonaste, ¿verdad? Solo me caí, ¿cierto?

La luz del sol matutino caía sobre el rostro del muchacho. Ella, que observaba las lágrimas que le empañaban los ojos, abrazó fuerte a Chris y le dijo una tierna mentira.

—Sí, te caíste. Lo siento…

—¡Lo sabía! Yasamin me dijo que tú me abandonaste… que me tiraste porque era un fastidio, ¡pero yo sabía que no era cierto!

No, la suposición de Yasamin era correcta.

Ella, quien había sido Aquafuran, no tenía intención de llevar al espíritu de la gema al norte. Por miedo a que la bestia la persiguiera al sentir la energía del espíritu.

Por miedo a que la bestia herida la encontrara a toda costa…

—¡Yo, por fin tengo un nombre! ¡Me encanta que me pusieras Chris!

—Yo te lo puse, ¿no?

—¡Sí, te lo volví a decir por si acaso se te olvidaba…!

El muchacho la miró con cautela.

Era una imagen familiar.

Todos los que conocían a Aquafuran eran así.

Se aferraban a ella, no queriendo ser abandonados, y se adaptaban a ella incluso si tenían que cortarse a sí mismos, y la miraban con cautela según su estado de ánimo.

‘¿Será que viví así en aquella vida, y por eso me tocó ser así en esta?’

Si es así, entonces fue un castigo bastante apropiado. Esta vida.

Acariciando el cabello del muchacho que la abrazaba y no se iba, la sirena cantó lentamente una canción.

Una canción de la era mítica, ahora olvidada.

Con esa melodía, Chris entrecerró los ojos con una expresión de alegría.

Después de que terminó la canción, Chris levantó la cabeza de repente.

—Espera, entonces, ¿quién era esa mujer? Se parecía mucho a ti, hermana.

—Ah…

—Casi me confundo.

—Esa persona… es mi descendiente.

Todavía no le había regresado toda la memoria, así que no podía estar completamente segura, pero probablemente era así.

Aquafuran se había casado con un humano en ese entonces y había tenido descendencia. Esa descendencia prosperó y creó más descendientes.

Como era de su sangre, era natural que el Raksha del agua la apreciara.

—Jin, ¿podrías llamarla, por favor?

—Entendido.

Era una descendiente de mil años en el futuro, así que no tenía ninguna relación con ella en el presente. Sin embargo, dejarla así la hacía sentir incómoda.

Porque los años que había vivido como ‘Siren Wilkeron’ eran más profundos.

Se le hacía un poco difícil ser tan arrogante como en el pasado, por así decirlo.

—¿Me llamó, Su Alteza?

Poco después, la mujer se le acercó.

—Pasa. Te llamé porque quería conversar un poco. ¿Cómo te llamas?

—Ananta.

—¿Cómo es que estabas en el palacio ese día?

Siren, que le había pedido a Pamila que trajera muchos bocadillos deliciosos, le ofreció varias cosas a Ananta a la vez.

Ananta tenía un carácter muy tranquilo, pero se sentía una cautela prudente en ella.

Como no sabía por qué la habían llamado, no hablaba con facilidad.

Sin embargo, esa actitud le pareció una señal de aprobación.

—Fui a ayudar a mi hermana. Mi hermana trabaja como sirvienta y me dijo que estaba ocupada por una boda, así que…

—Ya veo. ¿Tu hermana no tiene los ojos azules?

—No, solo a mí me arrastraron hasta aquí.

Cuando Larisa se fuera, necesitaría una nueva dama de compañía.

¿Esta chica estaría bien?

La cualidad más importante que debe tener una dama de compañía no es hablar bien, ser alegre o tener un alto nivel de educación.

En realidad, la virtud de una dama de compañía era ser discreta.

No divulgar lo que ve y oye al lado de su ama. No traicionar.

—Si quieres volver a Wilke, haré los arreglos para ello. Aunque no será de inmediato…

—Ehm, yo…

Ananta parpadeó. Siren bebió su té y esperó.

‘Viendo la tan de cerca, puedo confirmar que es mi descendiente de forma más clara.’

Tiene sentido que Chris se haya confundido. El Raksha del agua revoloteaba alrededor de Ananta, como si la saludara.

Incluso podría enseñarle magia.

¿La criaría bien para que sumara su poder a la lluvia?

Si no hubiera una razón para que regresara a Wilke, sería bueno, pero el hecho de que tuviera familia le preocupaba.

—En realidad, no quiero volver.

—¿Ah, sí? ¿Por qué?

—El trato aquí es mejor que allá. Me dieron una habitación de huésped y… no tengo que trabajar. Aunque tengo familia, no tenemos una relación muy cercana.

Ananta, al murmurar eso, dejó ver un rastro de cansancio.

Ananta, con la cabeza baja, como si recordara las dificultades de ser la hija mayor, suspiró.

—Ya veo. Pero no puedes no hacer absolutamente nada. Lo sabes, ¿no?

—…Sí.

—Así que, estaba pensando en encargarte mi servicio personal. Sé mi dama de compañía. Y aprende magia para convertirte en una maga.

—¡Sí. Sí…?!

Por primera vez, un brillo de asombro cruzó el rostro de Ananta.

Siren sonrió y extendió una mano, creando una brisa.

Un viento fresco y sutil revolvió los cabellos castaños. Ananta, asustada por el repentino viento en una habitación con todas las puertas cerradas, miró a su alrededor.

—¿Esto es… un, un fantasma?

—No. Es magia. Tú también podrás hacerlo. Podrías incluso hacer llover…

—¿Yo…?

—Ah, en realidad, no sé si hasta llover. Pero intentémoslo. Porque el Raksha del agua te quiere.

En este momento, el sur tenía una energía demasiado fuerte del Dios Sol.

Ya era una suerte que el clan Aquafuran hubiera logrado mantener su linaje hasta ahora.

Para volver a crecer, la gente necesitaba creer en la ‘Diosa Aquafuran’. Porque a medida que la fe crece, también lo hace la influencia.

Para eso, seguramente se necesitaría un mensajero enviado por los dioses.

Ananta, que además era su descendiente, era alguien adecuada para ello de muchas maneras.

‘Es un pensamiento que no habría tenido hace un año.’

Es un poco gracioso. La vida es así, impredecible.

‘Quise ser humana porque amaba a los humanos. Amaba tanto ese brillo efímero…’

Fingió haber olvidado a la bestia que la buscaba.

Pero en esta vida, él la salvó.

Quitó el polvo acumulado en su corazón y derritió sus heridas para convertirlas en nutrientes. Así, se abrió una grieta en el dique de su corazón, y ella pudo recuperarse en parte.

‘Yo fui tu salvación, tú te convertiste en mi obsesión. Lo odié y me fui, pero en esta vida, al final, tú te convertiste en mi salvación.’

¿Cuánto me odiarás, me pregunto?

No quería imaginar el impacto que mil años de vagar habrían tenido.

—¿La magia es algo que puede crear viento y hacer llover…?

—Exacto. Lo que te enseñaré es cómo crear agua.

—… !

—¿Has pensado en la propuesta de casarte con un guerrero del sur?

Siren cortó la cola de sus pensamientos por el momento.

Para concentrarse en Ananta, que estaba frente a ella.

—Todavía… no sé a qué tipo de persona elegir. Además, por lo que he oído, aquí el sistema de relación de «dueto» es mucho más predominante que el de matrimonio, así que me pregunto si tendría sentido.

—Casarse te daría un lugar donde estar, al menos.

—Eso sí, pero… con mi personalidad, no sé si podré mantener un dueto con alguien. De hecho, he tenido pareja varias veces, pero siempre me han dejado porque dicen que tengo un carácter fuerte.

—¡Qué hombres tan patéticos!

Era una excusa realmente extraña.

Siren negó con la cabeza y le hizo una sutil sugerencia.

—Si no te importa, ¿por qué no eliges a alguien del clan Aquafuran? Si quieres conocer a alguien, claro.

—¿Me los presentaría…?

—Sí. El clan Aquafuran me apoya, así que sería bueno que te unieras a alguien de ellos.

Desde su regreso, este lugar, el sur, debe convertirse en la tierra exclusiva de la Diosa del Agua.

Aunque poco a poco será así, lo que desea es derrocar a toda costa al clan que adora al Dios Sol…

‘Dios Sol Nu. ¿Por qué me habría mandado a buscar?’