Temporada de Reproducción - Capítulo 12

Drdrdrdrdr.

Empezó en la planta de sus pies.

Justo en la parte sumergida en el agua, comenzaron a brotar escamas azul oscuro.

La carne blanca desapareció gradualmente, y en tan solo unos segundos, el pie, transformado como un monstruo mítico, fue contemplado en silencio por Siren, cuya expresión no era ni de llanto ni de risa.

¿Cómo podía demostrarlo? ¿Atendiendo a alguien?

No había necesidad de atender a nadie.

Porque cuando entró en el agua, se convirtió en esto.

Siren Wilkeron.

Había sido este tipo de monstruo desde que estaba en el líquido amniótico, y se dice que su madre gritó al arrojar a su hija recién nacida.

—¡Es la maldición de los dioses! ¡Es una maldición!

Debería haber muerto en ese momento, pero la única misericordia fue que no murió inmediatamente. Su vida era tenaz, y seguía viva incluso cuando el líquido amniótico que le untaba las escamas fue eliminado.

Ahh.

Pronto, al sumergirse hasta el cuello en la bañera, el crujido continuó a su alrededor.

Al final de su respiración, brotaron branquias. Los espacios entre sus dedos se unieron y se formó una membrana. Las puntas de sus uñas se afilaron y puntiagudas, y finalmente… apareció una cola.

Alrededor de su espalda baja y caderas, como la de un cocodrilo o una salamandra.

Sus pupilas incluso se habían dividido verticalmente, y su apariencia no era diferente a la de un reptil gigantesco.

No era difícil comprender lo miserable que debió sentirse su madre al dar a luz a semejante criatura. Aunque era agridulce.

‘Por suerte, con la edad, los síntomas han mejorado. Ahora solo se manifiestan al entrar al agua’

En otras palabras, cuando era más joven, los síntomas podían aparecer en cualquier momento.

Los síntomas aparecían en tres situaciones. Primero, cuando una parte de su cuerpo quedó sumergida en agua. Segundo, cuando el agua la salpicó repentinamente. Tercero, cuando quedó humedad en sus escamas.

Ahora, la tercera situación se ha aliviado. Por eso pudo bañarse en el manantial camino hacia aquí. Al entrar en el manantial, se transformaba en esta forma horrible, pero al salir, volvía a la normalidad.

‘Me preocupaba que mirara hacia atrás…’

Pero, de alguna manera, estaba segura de que Yasamin nunca miraría.

‘Bueno, incluso si lo hiciera, no me habría reconocido’

Más que nada, cuando adoptó esta forma, pudo respirar bajo el agua.

Si la hubieran descubierto, simplemente se habría hundido hasta el fondo del manantial y se habría quedado quieta hasta que todos se hubieran ido.

No estaba segura de qué pasaría después…

‘En ese momento, no tenía la capacidad mental para pensar en eso’

Cada vez que movía su cuerpo, las escamas emitían un crujido que seguía las articulaciones y los músculos. Si las escamas hubieran brillado con la luz, quizás se habría visto más hermoso.

Pero este caparazón grueso y terco ni siquiera era eso.

El color azul oscuro no tenía nada que ver con la estética. Absorbía toda la luz a su alrededor como si estuviera decidido a tragarse hasta la última brisa del mundo.

Era diferente del color del cielo nocturno, era diferente del color del río.

Su madre, como si fuera obvio, lo llamó el color de una maldición, pero Siren no estaba de acuerdo. ¿Cómo podía existir un color en algo sin forma?

‘Si veo el mar con mis propios ojos, tal vez pueda encontrar la respuesta. Mi madre siempre decía que era un monstruo marino que salía del mar arrastrándose cuando estaba borracha’

Por eso se llamaba Siren. Significaba monstruo marino.

En realidad, la verdadera razón por la que su madre le puso ese nombre era porque el mar, para el pueblo Wilkeron, era una entidad desconocida. Lo que no entendían era temido y considerado extraño. Quizás el mar era el elemento natural más incomprensible para su madre, por eso le puso el nombre de monstruo marino.

‘También significa que me odiaba terriblemente’

Su padre había matado a la partera que la trajo al mundo y a todas las sirvientas presentes en ese momento.

De haber podido, probablemente también habría querido matarla, pero no lo hizo… No fue por ser su hija ni por motivos sentimentales.

Fue simplemente porque la fe dictaba que si matabas o ayudabas a matar a un recién nacido, irías al infierno.

Así que Siren, que había sido abandonada en vida hasta que sus escamas se secaron por completo, volvió gradualmente a ser una… humana.

Las escamas, tras perder su humedad bajo el sol, se retrajeron a su cuerpo como si nada hubiera sucedido. Cuando su madre la vio, que ya no parecía diferente de cualquier otro bebé, finalmente lloró y le puso un nombre.

Un nombre que maldeciría toda su vida.

‘Aun así, soy feliz cuando estoy en el agua’

Si se sumergía por completo, permaneciendo quieta, bloquearía gran parte del ruido. El agua, como el líquido amniótico que la había rodeado, era cálida y no amenazante.

Nadie la tocó ni se enojó con ella en ese espacio. Solo el flujo de agua se arremolinaba.

De hecho, Siren podía abrir los ojos libremente bajo el agua.

No creía que nadie necesitara saberlo, ni pensaba decírselo.

‘¿Debería salir pronto?’

Un gruñido salió de su estómago. Con toda esta agua, una comida no estaría tan mal, ¿verdad?

‘Qué ridículo. La familia que sentía como un castigo se ha ido, solo ahora puedo vivir como una persona’

En ese caso, tal vez debería estar agradecida con Yasamin.

Él era el demonio que la sacó del infierno, la parca que la salvó de la muerte. Y si convertirse en su esposa era el destino que le había sido dado…

‘Lo aceptaré’

No porque no tuviera opción. No porque la obligaran a hacerlo. No solo para sobrevivir.

Al menos, le dio medicina. Le proporcionó un lugar cómodo para dormir y demostró esa clase de consideración. Al sacar la ropa preparada, tuvo que morderse el labio inferior con fuerza para contener las lágrimas.

El delicado y fluido vestido de seda se le escapó de las manos.

Pamilla nunca había llevado algo así. Así que era una clara muestra de hospitalidad.

En la región sur, donde los recursos escaseaban, era imposible que esa ropa fuera común…

—¡Señora! ¡¿Ya terminó de ponérselo?!

—Mm.

—¿Puedo pasar?

—Sí, pase.

El tocador también era una pieza preciosa, tallada enteramente en marfil.

Mientras se cepillaba el pelo en silencio, levantó la cabeza al sentir que alguien la peinaba. Sin embargo, no era una chica guapa.

Era un hombre corpulento.

—¿Oye, Yasamin?

—Mm.

—¿Qué, qué haces?

—Como puede ver, estoy atendiendo a mi esposa. Él respondió con naturalidad mientras le peinaba el pelo.

No fue un roce brusco ni torpe, sino un movimiento suave, lo suficientemente delicado como para hacerla bostezar.

Disonancia cognitiva. Cada vez que miraba a ese hombre, esa palabra resonaba en su mente.

Cuando pensaba que podría ser ese tipo de persona, no lo era, y cuando pensaba que podría ser ese tipo de persona, no lo era de nuevo.

Era alguien que no podía clasificarse con claridad en ninguna categoría.

Aunque los humanos somos multifacéticos por naturaleza, él lo llevó al extremo.

—Podría hacerlo yo mismo

—Si puedes, entonces no importaría que lo hiciera yo.

—Bueno…..

Era cierto.

¡Swoosh, swoosh!

Su cabello oscuro se deslizó suavemente entre las púas del peine. Pronto, de sus manos, se formó un peinado perfecto.

Le separó el cabello en dos secciones, las trenzó y luego las rizó justo debajo de las orejas, creando un look elegante. No pudo evitar preguntarse cómo se aprendía semejante habilidad.

—¿Te gusta?

—Sí. Gracias…

—Para nada. Hacía tiempo que no hacía esto, así que no estaba segura de cómo quedaría, pero parece que mis habilidades no se han oxidado.

¿Hace tiempo?

Eso significaba que debía haber peinado a alguien antes.

¿Quién podría ser esa persona?, se preguntó, pero no estaba segura de si tenía derecho a preguntar. En realidad, no tenía por qué saberlo.

—El desayuno es simple. Comemos pan con queso de cabra y cosas como dátiles remojados en miel.

—¡Guau!…

Suena delicioso.

En cuanto escuchó la explicación, tragó saliva. Sintió un hambre que parecía haber estado esperando tanto tiempo, retorciéndose en su estómago.

—Me quedaré aquí una semana para recuperarme y luego nos dirigiremos al sur. Mientras tanto, descansa.

—Ah… Perdón por retrasar el horario…

—No pasa nada. No es por ti. Yo también quiero descansar un rato en casa.

Ya veo. Esta hermosa mansión es el hogar de Yasamin.

Al salir, Siren volvió a mirar el pasillo, dándose cuenta.

El interior de la mansión Saam estaba bañado por un cálido color arena, desde las paredes hasta el suelo y el techo.

Las ventanas eran estrechas y altas, con cristales de colores que resultaban fascinantes. Sin embargo, lo que más le llamó la atención fueron las plantas en macetas esparcidas por todas partes. Los árboles, plantados en macetas tan altas como la altura de una persona, eran frondosos y verdes, atrayendo su atención.

—Esta es una higuera. Ese es un granado.

—¿Se pueden cultivar esas cosas dentro de casa…?

Había pensado que ese tipo de árboles solo pertenecían a los huertos.

Habría sido aún más sorprendente si tuvieran frutos, pero por desgracia, no los tenían.

—Lo que quiera cultivar depende de mí. Esta se llama palmera y esa es olivo. Pero todos estos son árboles jóvenes. Los más viejos están en el jardín trasero.

Tenía curiosidad.

¿Cómo podían crecer árboles en esta tierra, donde rara vez llovía y era tan seca que era estéril?

¿Quién construyó esta mansión y cómo? ¿Cómo llegó a ser dueño de una casa así?

‘¿Y cuál es tu verdadero rostro?’

A veces, Yasamin parecía mucho más joven que ella. Pero en ciertos momentos, en las miradas más fugaces, sus ojos parecían tan experimentados.

Apatía extrema. E impotencia. Había presenciado esos destellos varias veces.

Siempre que eso sucedía, parecía una persona completamente diferente… y eso la inquietaba.

Por mucho que intentara comprender, sentía que nunca podría medir la profundidad de Yasamin.

—¿Por qué me miras con esa mirada tan ardiente?