Seré la Madre del Guerrero - Extra 4: Si Kaywhin hubiera visto el futuro - Capítulo 236
Algo andaba raro desde hace un rato. Podía decirlo con claridad.
‘¿Por qué sigo pensando en ese hombre…….?’
….…¿Será?
Yelena pensó en el hombre que había encontrado por casualidad en la habitación equivocada a la que entró con la sirvienta.
El pecho del hombre.
….…Creía que solo recordaba eso, pero al recordar con calma, sorprendentemente le vinieron a la mente algunas cosas más.
Por ejemplo, la máscara que usaba el hombre. Era blanca. No tenía ningún patrón.
No era la típica media máscara que la gente suele usar en este tipo de fiestas, sino un diseño que cubría la mayor parte del rostro. ¿Solo la barbilla un poco expuesta?
Luego, la estatura. El hombre no solo tenía el pecho grande, sino que también era muy alto.
La expresión «columna» era sin duda más adecuada para ese hombre que para el que la señorita Montria había señalado.
‘Y además………’
Creía que también había visto el color de sus ojos…
Fue en ese momento.
—Señorita Sorte.
Yelena se sobresaltó al escuchar una voz repentina a sus espaldas.
Se asustó tanto que resbaló.
‘¿Eh?’
Su cuerpo, que estaba precariamente apoyado en la barandilla, se inclinó bruscamente hacia afuera de la barandilla.
Qué desastre. ¿Qué piso era este?
No parecía una altura mortal si se caía, pero aun así, si se lastimaba, dolería…
—…..…!
Yelena, por reflejo, volvió a abrir los ojos que había cerrado con fuerza.
Su cuerpo no cayó fuera de la barandilla. Antes de eso, hubo una mano que la sostuvo.
—…¿Está bien?
Yelena, ya de pie correctamente dentro de la barandilla, levantó la cabeza aturdida.
Al levantarla un poco, no pudo ver el rostro de la persona.
Un poco más, más que esto…
Finalmente, los ojos de Yelena se abrieron de par en par.
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Se acabó.
Cuando Kaywhin se encontró con Yelena Sorte, como si fuera una broma del destino, mientras se cambiaba la ropa mojada por el error de una sirvienta en la habitación de la villa privada de Señorita Montria:
—¡Lo siento, lo siento!
Al ver la puerta cerrarse con fuerza, Kaywhin supo instintivamente que todo había terminado.
Ella debió haber visto la cicatriz. Esa cicatriz grande y horrible que cubría su hombro.
‘No se me dará ni la oportunidad de hablar’
La oportunidad que había obtenido a cambio de un diamante con el valor de un pequeño castillo en la provincia, se desvaneció de una manera bastante fútil.
Kaywhin se puso la camisa nueva con movimientos lentos y se abotonó poco a poco, pensando aquello.
Estaba seguro de que Yelena lo evitaría en la fiesta.
Para los ojos de Kaywhin era una cicatriz familiar, pero para los demás no sería así.
De hecho, Kaywhin había visto el rostro de la sirvienta palidecer al ver su cicatriz.
La expresión de Yelena Sorte, bueno…
Estaba detrás de la sirvienta y fue tan rápido que no pudo observarla con detalle, pero de todas formas, parecía sorprendida.
Kaywhin intentó irse de la villa y regresar directamente al castillo ducal.
Aunque la mala suerte había acelerado el final más de lo esperado, tarde o temprano, el resultado habría sido el mismo.
Tal vez era una suerte que no perdiera más tiempo ni hiciera más esfuerzos inútiles.
Kaywhin pensó así mientras se disponía a salir de la habitación, pero…….
—…..…
Se detuvo.
¿Por qué? Al irse así, extrañamente, dudó.
‘…..…¿Será porque esto no es suficiente para excusarme?’
¿Será que aún no había hecho lo suficiente como para decir que lo había intentado con todas sus fuerzas y no había funcionado?
Pero incluso si quisiera hacer algo, ahora que Yelena había visto su cicatriz…
‘Ah’
Kaywhin palpó la máscara que llevaba puesta.
Ahora que lo pensaba, lo único que le había mostrado a Yelena era su cicatriz y su máscara. La cicatriz se cubría con la ropa, así que no importaba, y la máscara…
‘….…Si la cambio por una nueva’
Entonces, si se encontraban de nuevo en la fiesta, ¿Yelena no lo reconocería?
Kaywhin dudó, luego salió al pasillo y le preguntó a una sirvienta cercana si había máscaras de repuesto en la villa.
Por suerte o por desgracia, la respuesta fue afirmativa.
Kaywhin dudó una última vez y luego dijo:
—Entonces……
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—Disculpe.
Señorita Montria, que estaba sorbiendo su champán, se giró. El dueño de esa voz tan agradable era…
—Ah.
Señorita Montria, al reconocerlo, sonrió con cierta dificultad.
Era el hombre anónimo al que su sirviente, por error, le había derramado el agua del florero.
—De verdad, lo siento mucho por lo de hace un rato.
—No se preocupe.
—¿La camisa nueva le queda bien?
Señorita Montria se respondió a sí misma en su fuero interno tan pronto como hizo la pregunta.
No le queda. A todas luces, era pequeña.
‘Esa era la más grande……..’
—…Sí, me queda bien.
El hombre era de los que sabían decir una mentira piadosa. La disculpa que sentía la señorita Montria creció aún más.
—Por cierto, ¿hay algo en lo que pueda ayudarlo…?
—…¿Por casualidad…?
El hombre dudó un momento antes de hablar.
—¿Señorita Yelena Sorte no habrá asistido a esta fiesta…?
—Ah, ¿Yelena?
La mirada de Señorita Montria recorrió rápidamente todo el cuerpo del hombre.
‘¿Es un hombre interesado en Yelena?’
Su pecho y su altura no estaban nada mal, no, de hecho eran bastante impresionantes.
En ese instante, Señorita Montria fijó su mirada en la camisa del hombre, que parecía a punto de reventar.
Ay, qué más da. Si así podía aliviar un poco esta pesada culpa.
—…….¿Por qué no va a la terraza de allá?
—Parece que la sorprendí. Lo siento.
Kaywhin se disculpó sinceramente. Había llamado a la puerta varias veces, pero al no obtener respuesta, pensó que quizás se había equivocado de terraza y abrió la puerta.
Cuando Yelena estuvo a punto de caer de la barandilla de la terraza, el corazón de Kaywhin también estuvo a punto de salírsele del pecho.
No sabía por qué se había asustado tanto.
—…¿Señorita Sorte?
Yelena parpadeó. Tan pronto como vio a Kaywhin, erguido como una columna frente a ella, pensó:
Es él. El hombre que había estado rondando por su cabeza hasta hace un momento. El que encontró en la habitación equivocada a la que la sirvienta la había guiado.
A diferencia de antes —como era de esperarse—, estaba vestido y la máscara que llevaba en el rostro también era diferente.
Pero a primera vista, pudo reconocerlo de inmediato. No había duda. Y entonces…
—…¡Hip!
Yelena bajó la cabeza.
¿Acaso estaba llorando? ¿Por la sorpresa? ¿Por casi caerse de la barandilla?
En el instante en que Kaywhin se tensó, Yelena volvió a levantar la cabeza rápidamente.
—¡Ah, jajajaja!
No estaba llorando, sino riendo.
Yelena soltó una carcajada, con los hombros temblorosos.
Después de reír un buen rato, Yelena le dijo a Kaywhin, que no podía ocultar su asombro:
—Ah, uhm, disculpe por reírme de repente. Pero su máscara es tan…….
—…¿Mi máscara?
—¿No pensó que era extraña al elegirla?
Kaywhin dudó y luego respondió:
—No lo hice.
—Ya veo. No, es linda. Es linda, pero…….
Yelena se mordió el labio, sintiendo que estaba a punto de volver a reír. Kaywhin había aparecido con una máscara de color rosa claro con orejas de conejo.
¡Orejas de conejo! ¡Color rosa claro!
¿Dónde habrá conseguido una máscara así?
‘No tiene vergüenza’
Tanto el que pensó en usar una máscara así con ese tamaño, como el que le entregó la máscara sin chistar solo porque él la había elegido.
Había dos personas sin vergüenza.
Yelena, al darse cuenta tardíamente de que se había reído demasiado, se aclaró la garganta.
—Ejem, no. No me malinterprete. Es que normalmente me da risa ver máscaras lindas.
Ocultó la verdad y soltó una mentira piadosa.
—De verdad.
—……Sí.
Kaywhin se dio cuenta de que Yelena no se había reído simplemente por esa razón.
Por eso no pudo decir: «La elegí porque pensé que se parecía a usted».
Yelena parpadeó con sus ojos rosados, mirando a Kaywhin.
—Pero, ¿por qué vino a esta terraza? ¿Acaso me buscó a propósito?
Ella recordó que Kaywhin la había llamado por su nombre cuando entró a la terraza.
Más precisamente, «Señorita Sorte».
Kaywhin dudó un momento y luego respondió:
—Así es. Si la incomodé…
—No, no me incomodó para nada.
Antes de que Kaywhin pudiera disculparse, Yelena lo interrumpió.
Lejos de estar molesta, Yelena se sentía de buen humor.
Lo encontró. Por fin.
……No, un momento. ¿Lo encontró?
Yelena se sintió un poco confundida por el pensamiento que invadió su mente.
‘Ah, claro. Quería volver a ver a este hombre’
¿Pero por qué? ¿Con qué intención?
Yelena lo pensó y luego le hizo una pregunta sobre lo que le intrigaba.
—¿Por qué me buscó?
—…Quería conocerla.
—¿Por qué?
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