Seré la Madre del Guerrero - Extra 2: Por favor, hermano y hermana guerreros - Capítulo 197

—¿Así que eres tú la que ha decidido empezar a trabajar hoy?.

La nueva criada se puso tensa ante la pregunta de la criada mayor de la cocina. Cuando contestó en voz alta, la criada mayor se echó a reír.

—No te congeles tanto, el trabajo de cocina no es tan difícil como crees. El amo y la ama no son exigentes.

—Sí, sí.

—Pero como eres nueva, seguro que hay cosas que necesitas saber.

La nueva criada escuchó atentamente. Esperaba que la sabia anciana le contara algunos trucos del oficio que la ayudarían en su futuro trabajo.

Pero lo que salió de la boca de la criada mayor fue completamente inesperado.

—Mi señora, es usted realmente extraordinaria.

—……?

—¿Sabes cuándo fue la primera vez que empuñaron una espada? Cuando sólo tenían 22 meses. Cuando la mayoría de la gente apenas camina y corre.

¿No estaba hablando de trabajo?

La nueva criada se quedó perpleja, pero escuchó con atención. La diferencia de experiencia entre ellas era demasiado grande para interrumpirla o cuestionarla.

—En cuanto cogieron la espada, ambas mostraron un talento natural para ella, manejándola como si hubiera formado parte de ellos desde que nacieron.

—…….

—Y unos años después, empezaron a luchar contra caballeros y a ganar. ¿Te imaginas a un niño de cuatro o cinco años dándoles una paliza?

—No.

Contestó la nueva criada, incapaz de creer lo que oía, porque la historia era increíble. La solterona asintió con simpatía al ver cómo la nueva se quedaba con la boca abierta por la sorpresa de su respuesta.

—Lo comprendo, a todos nos costó creerlo, pero es verdad, esa es la clase de genio que son ellos dos.

—…….

—¿Crees que eso es todo? Cuando las dos tenían siete años, las dos eran …….

La nueva criada pensó distraídamente. ¿Cuándo acabará esto?

Lo entiendo, la intención es inculcar un sentido de pertenencia y lealtad. A menudo era así. Hay lugares en los que al recién llegado se le canta una canción de alabanza a la familia del amo, como si fuera una ceremonia. Éste es uno de esos lugares, nada inusual.

Sin embargo, el contenido de la alabanza era tan pretencioso y absurdo que perdió el interés. ¿Cuánto tiempo tendré que escuchar este tipo de historias, que incluso en las novelas románticas son criticadas por su irrealismo y es poco probable que se utilicen …….?

La nueva criada ahogó un bostezo de aburrimiento. A estas alturas, el relato de la vieja criada estaba entrando en una nueva fase.

—Hasta ahora, te he dado las nociones básicas de tus habilidades, pero ahora voy a decirte de qué tienes que cuidarte realmente…….

Fue entonces.

Oyó pasos rápidos y dos niños de no más de diez años irrumpieron en la cocina sin previo aviso.

A primera vista parecían gemelos. Vestían igual, con la única diferencia de la longitud de sus cabellos.

La nueva sirvienta aspiró por reflejo al ver a los dos niños en su lugar. Oh, no. ¿Cómo podía haber niños tan bonitos?

—Señorita, amo.

La criada mayor le dijo la identidad de los dos niños. La nueva criada suspiró.

‘Ah, esos son…….’

Inmediatamente comprendió por qué la criada mayor se había inventado una historia tan ridícula y los elogió. La nueva criada quedó hipnotizada por los rasgos de muñeca de los dos niños, sus brillantes cabellos plateados y sus ojos azules que parecían el mar.

En ese momento, los niños preguntaron.

—¿Qué hay de merienda hoy?.

Ah. Los muñecos, no, los angelicales hermanos, preguntaron qué había de merienda hoy. La boca de la nueva criada se movió por sí sola.

—¿Qué te gustaría comer?

—¡Espera……!

Cuando la criada se apresuró a interrumpir, ya era demasiado tarde. Los niños se miraron y contestaron a la nueva criada al mismo tiempo.

—¡Sherbet frío!

—¡Chocolate caliente!

Asure: 셔벗: syeobeos o Sherbet = postre helado de frutas
Sus miradas volvieron a encontrarse.

—Sherbet frío.

—Chocolate caliente.

—Chocolate con este tiempo, ¿quieres desmayarte del calor?

—Alguien me dijo que a quien le gusta el frío tiene un problema en alguna parte. ¿Qué dijeron? ¿Un defecto de carácter?

—A la mierda con los delirios que tu cerebro acaba de inventar, Sherbet.

—Deja de usar el tiempo como excusa, ¡ni siquiera hace tanto calor hoy, Chocolate!

—Sherbet.

—Chocolate.

—¡Sherbet!

—¡Chocolate!

—Ustedes dos, dejen de discutir y cálmense. Les prepararé sherbet y chocolate …….

Pero la voz de la nueva criada que intentaba mediar no parecía llegar a los niños.

Uno de los dos niños, que se miraban con una intensidad aterradora, sugirió. Era la hermana mayor.

—Ven conmigo. Arreglemos esto.

El menor obedeció.

—¡De acuerdo!

Los dos niños desaparecieron de la cocina más rápido de lo que habían aparecido.

—¡Eh, eh!

La nueva criada, que había fracasado en sus intentos de atraparlos, se levantó frustrada. Detrás de ella, la vieja criada suspiró.

—Es una pena, no podré acercarme al teatro hasta dentro de medio día.

—¿Qué?

La nueva criada se volvió con cara de perplejidad, pero la vieja criada se puso a trabajar sin decir palabra. Al cabo de un rato, la nueva criada la siguió y empezó a ordenar los ingredientes de la cocina.

¡Boom!

¡Boom!

Una explosión sonó a lo lejos, y no sólo una.

—¿Qué, qué pasó?

Pero a diferencia de la asustada nueva criada, la vieja criada estaba imperturbable. Ella, y todos los demás en la cocina excepto la nueva criada, tuvieron la misma reacción: se concentraron en lo que estaban haciendo, sin importarles el fuerte ruido del exterior.

La vieja criada se acercó a la nueva criada.

—Olvidé decírtelo antes, escucha con atención.

Y continuó.

—En el futuro, nunca le pidas a la joven y al amo que decidan o elijan algo al mismo tiempo.

—…….

—¿Me entiendes?

La nueva criada asintió. Seguía sin entender del todo la situación, pero las explosiones que podía oír incluso ahora le hacían dar vueltas a la cabeza. El sonido de algo explotando, desmoronándose y rompiéndose continuó durante mucho tiempo después.

Y entonces la nueva criada se dio cuenta.

Los niños se habían ido para arreglar el asunto. La noticia de que no podrían estar en el escenario durante medio día, la explosión que siguió, la súplica de la criada mayor…….

‘No puede ser’

Quizá el ángel que vio antes no era un ángel. Quizá todas las historias que le había contado la criada mayor tampoco eran inventadas. …….

La cara de la nueva criada se agrió.

‘¡Qué demonios, esta familia!’

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Diana Mayhard y Diane Mayhard.

Eran gemelos, pero sus gustos eran diametralmente opuestos desde el nacimiento. Quizá sea más exacto decir que eran opuestos en el vientre materno. Cuando se les hacía la misma pregunta, siempre daban respuestas opuestas. He aquí un ejemplo

—¿Cuál es tu estación favorita?

—Invierno.

Diana.

—Verano…….

Diane.

—¿Te gustan las historias tristes o las divertidas?

—Las tristes.

Diana.

—¡Historias divertidas!

Diane.

—¿Qué te gusta más comer, carne o fruta?

—Carne.

Diana.

—¡Fruta!

Diane.

—¿Qué te parece más guay, las espadas o la magia?

—Espadas, por supuesto.

Diana.

—No se me da muy bien, pero aún así me gusta la magia…….

Diane.

Incluso a preguntas como la siguiente respondieron de forma diferente.

—¿Te gusta más tu mamá o tu papá?

—Me gusta más mi papá.

Diana.

—Me gusta…… jeje, mamá.

Diane.

Como puedes ver, sus personalidades no coincidían en nada. Incluso sus aficiones eran diferentes. Diana ya había mostrado interés por la equitación y la caza, mientras que Diane prefería leer.

Gustos, apetitos, aficiones. Sería aún más extraño que dos chicos de la misma edad que parecían iguales pero que eran diferentes en todo lo demás no coincidieran. Por supuesto, en el caso de Diana y Diane, el choque fue intenso……..

Hoy acababan de pasarse tres horas peleándose en el patio por la elección de la merienda. Derribaron una pared, rompieron tres espadas de madera y Diana salió victoriosa.

—Siempre me vienes con temas flojos.

—¡La próxima vez te ganaré, ya verás!

Pero la promesa de Diana estaba a punto de romperse por enésima vez. Diana se encogió de hombros y salió del escenario. Diane resopló.

Aquella noche.

Yelena se acostó con Diane y Kaywhin con Diana. Los niños habían insistido en dormir con su madre y su padre y habían declarado que nunca podrían dormir juntos en la misma habitación.

Diez años después de tener gemelos. La pareja, que seguía luciendo su cabello dorado, había tomado habitaciones separadas sin darse cuenta. Mientras Yelena intentaba no mostrar su decepción por la ausencia de un brazo firme y ancho, Diane, acostada en la misma cama, murmuraba en tono de descontento.

—¿Por qué soy más débil que mi hermana?