Seré la Madre del Guerrero - Extra 1: El amor surge a través de la crianza de los hijos - Capítulo 181
—¿Esposa?
Los ojos de Kaywhin se abrieron ligeramente por la sorpresa. Antes de que pudiera preguntar cuándo se había despertado o algo parecido, Yelena se puso en pie de un salto y apretó una mano contra el hombro de Kaywhin. El cabello plateado se derramaba sobre su torso cincelado.
—Yel ……
—Ya veo. ¿Qué, me pides deseos humildes mientras duermo?
Deseos.
Yelena ladeó la cabeza hacia el desconcertado Kaywhin. Sus labios se encontraron en un pequeño beso furtivo, luego se separaron. Cuando Kaywhin se tranquilizó por el ligero beso, Yelena le murmuró.
—Como has visto, soy codiciosa.
—…….
—¿En la otra vida? Sigue soñando. Te encontraré primero en esa vida, te encontraré primero en la siguiente.
El dorso de la mano de Yelena acarició suavemente la mejilla de Kaywhin. —¿Lo entiendes? Sus labios volvieron a encontrarse, esta vez se separaron, dejando un calor persistente. Pero no fue suficiente para saciar la nueva sed. La mano de Kaywhin se estremeció, decepcionado, los labios de Yelena se curvaron en una fina línea.
—Si tienes tanta confianza, puedes competir conmigo.
Su voz beligerante sonó claramente en sus oídos. Yelena parpadeó.
Entonces se le escapó una risa incontrolable que sólo podía describirse como irresistible. Era una declaración de guerra, igual que su mujer.
—Muy bien. Vamos a competir.
—¿Eh? ¿Estás segura?
—Si me esfuerzo al máximo, llegará el día en que te gane, ¿no?
—¿Cuándo?
—Algún día.
Esa afirmación presupone que tendrán un sinfín de oportunidades. La próxima vida, la siguiente, y la siguiente, y la siguiente.
Si existe el alma o la reencarnación, el deseo de encontrarse y estar contigo una y otra vez, por los siglos de los siglos. Casi podía sentir el deseo en el aire, a Yelena parecía gustarle.
—Es una buena postura, sigue así.
—¿Puedo besarte ahora?
—¿Eh?
Un fuerte brazo rodeó la cintura de Yelena en un instante. Dándose la vuelta, atrapándola bajo él, Kaywhin la miró a los ojos.
No, sus ojos se encontraron, pero sólo por un momento, su mirada pronto se detuvo en los labios de ella.
—Quiero hacerlo.
—No sé si quieres permiso para besarme o algo más.
Los anchos hombros de Kaywhin se tensaron.
Si me lo preguntas así…….
—……ambos.
—…….
—Bueno, ¿puedo responderte?
—O me llevaré un chasco.
Yelena tiró de la cara de Kaywhin y le mordió el labio. Era una señal de permiso, una señal. Una señal de lo que estaba a punto de ocurrir en este dormitorio.
No acabaría fácilmente y, al final, la puerta del dormitorio, herméticamente cerrada, no se abriría hasta dentro de un día.
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Después del festival, los gemelos estaban mucho más tranquilos. Fue un cambio mágico -ni siquiera la magia real podía hacerlo- pero el efecto fue temporal, Liliana y Sydrion salieron con los gemelos una vez más después.
Habían pasado cinco días desde entonces. El Duque y la Duquesa regresaron, Diana y Diane corrieron a los brazos de sus padres.
Sin embargo, Sydrion no abandonó el castillo inmediatamente, pues se había preparado un banquete para él y Liliana.
Era un asunto fastuoso, una recompensa por sus labores de la semana pasada. Platos caros llenaban la mesa, buen vino los acompañaba. Cuando terminó la agradable comida, las mejillas de Liliana estaban tan sonrosadas como los melocotones en sazón.
—Yo me levantaré primero, Yelena. Necesito dar un paseo.
—Iré contigo.
Preocupado, Sydrion le siguió enseguida. No había podido apartar los ojos de Liliana durante toda la cena, había visto cuánto vino había estado bebiendo.
Pero a pesar de las preocupaciones de Sydrion, Liliana llegó al patronato sin problemas. No se tambaleaba, pero su andar era admirablemente recto.
¿No estará borracha?
Pero la cantidad de vino que había sorbido a lo largo de la comida no era poca.
Eso pensó Sydrion, que no se había dado cuenta de lo extraño que había sido su comportamiento con sólo otra persona observando durante el banquete, hasta que vio a Liliana dentro del pasillo, sentada en una piedra plana, dejando el banco intacto.
Sydrion se convenció por fin.
Está borracha.
—Sydrion.
—¿Sí?
Sobresaltado por la repentina llamada, Sydrion se detuvo en seco mientras seguía a Liliana al patio. Liliana le hizo señas. Como diciendo, acércate.
Sydrion reanudó la marcha, acortando la distancia que los separaba. Se detuvo cuando sólo había dos pasos entre ellos.
Liliana sonrió con satisfacción.
—¿Por qué me has seguido?
—Tengo tanto una respuesta sincera como una excusa preparada.
—Hmm, ¿cuál es tu excusa preparada?
—Resulta que necesitaba un poco de aire fresco.
—Eso no es muy original. ¿Cuál es su respuesta sincera?
—Estaba preocupado por la Señorita Liliana y me preguntaba si habría bebido demasiado.
—Ajá.
Liliana asintió en señal de comprensión. Luego se apoyó en una rodilla, levantó los brazos y se hurgó la barbilla. Era un gesto que nadie en su sano juicio habría hecho delante de un hombre que no fuera un familiar o un amante.
Pero Sydrion no se molestó en señalarlo. Simplemente no quería hacerlo, a pesar de lo ineficaz que era sermonear a un borracho.
Era bueno. Ver a Liliana tan a gusto con él.
Quizá fuera el estado de ánimo, o quizá fuera el alcohol, pero Liliana no parecía tan recelosa de Sydrion ahora. La determinación que siempre le había empujado más allá de cualquier límite estaba ausente, o muy tenue, en este momento.
Las cejas de Sydrion se fruncieron al considerar esto.
Era frustrante. Y descontento.
¿Qué demonios había hecho? ¿Qué había hecho para violar los límites de Liliana, para convertirla en un objeto que mantener a distancia? ¿Una mera extraña? ¿Eso es todo?
De repente recordé las palabras de Liliana sobre llamarle ‘Maestro Sydrion’ porque tenía que mantenerlo a distancia. El pecho de Sydrion se tensó y consideró seriamente preguntar, pero Liliana tomó la palabra.
—Sydrion, tengo una pregunta.
—Uhm …….
—¿Qué tal el festival?
—¿El festival?
—¿Te divertiste?
Las preguntas eran bruscas, pero no incontestables. Sydrion respondió sin adornos.
—Fue divertido.
—¿Cuánto?
—No lo sé, es difícil comparar, pero…….
—Ah, ya veo. Dijiste que era tu primera vez en un festival.
Liliana ladeó la cabeza, aún apretando la mandíbula.
—Lo siento, he vuelto a parecer insensible.
A Sydrion empezó a dolerle un poco la conciencia por recibir una disculpa de una borracha, finalmente lo admitió.
—Sobre esa cosa. No tienes que preocuparte por eso.
—¿Eh?
—En realidad no me importa si es tu primera vez en el festival o no, y…….
Los ojos de Liliana, que hoy tenían un aspecto inusualmente inocente, avivaron la confesión de Sydrion. Hizo que el resto de sus palabras fluyeran.
—No tengo un pasado desgraciado al que guardar rencor, no, quiero decir que no fue una infancia normal, pero hace tiempo que lo he olvidado todo.
—…….
—Es decir, la Señorita Liliana no me hizo nada malo aquel día. Y no necesitó disculparse.
—Eso es diferente de aquel día, ¿no?
Fue entonces cuando Sydrion aprovechó el lapsus linguae de Liliana para ganarse el derecho a llamarla por su apodo. La mirada de Sydrion se inclinó hacia abajo, como si le hubieran pillado in fraganti.
—Sí, me equivoqué.
—Lo estabas.
Liliana escupió una risa hueca, como si fuera ridícula. Pero eso fue todo. No parecía especialmente enfadada o interrogante.
—No importa, está en el pasado y has confesado todo, así que lo dejaré pasar.
Incluso me perdonó de inmediato. Me pregunté si el pecador que decidió confesar estaba borracho.
—¿Sueles ser más indulgente cuando bebes vino?
—¿Para qué? Y aunque no lo haga, ¿Qué puedo hacer? ¿Pegarte?
—Si quieres.
—En realidad no quiero, y además, ya te han pegado.
—¿A mí? ……a.
Eran los gemelos de los que hablaba. Sydrion se quedó con la boca abierta ante la irrefutable verdad. Liliana dejó escapar una pequeña carcajada ante su silencio.
—Hmm, supongo que no debería llamarte Sydrion nunca más, entonces, ya que es un título mal ganado.
—Eso es…
—Es broma, seguiré llamándote por tu nombre de pila.
—¿En serio?
El rostro de Sydrion se iluminó y el viento sopló a su favor. Liliana tomó la palabra, sin molestarse en alisarse el pelo, que le ondeaba sin control.
—Claro. Como de todas formas es la última vez hoy, te concedo eso.
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