Seré la Madre del Guerrero - Extra 1: El amor surge a través de la crianza de los hijos - Capítulo 176

Sydrion frunció el ceño y volvió a fruncirlo. Esa palabra ‘problema’. Cada vez que la oía, no terminaba de entender lo que significaba y, por eso, la frustración le llenaba el pecho.

—Señorita Liliana. La palabra ‘problema’, ¿puede explicarla con más detalle …….?

Levantó la vista.

Justo entonces, el catre en el que yacía Diane se inclinó de repente.

—¡Anne!

La mano de Liliana salió volando para agarrar el catre, sorprendida, Sydrion utilizó rápidamente su magia para rescatar a Diane antes de que el catre se volcara por completo.

—¿Por qué es esto…….?

La causa no tardó en revelarse. Diane estaba sentado en la cama, con una sonrisa de oreja a oreja.

—¡Ay!

—Dios mío, Diane, ¿Cuándo te has despertado? no, ¿Cuándo te has vuelto a levantar de la cama? ¡…… no!

Diane empezó a pasearse por el dormitorio, pero Liliana se lanzó delante de ella para bloquearle la salida por la puerta ligeramente entreabierta del dormitorio, en ese momento, Diane, que estaba siendo sujetada por Sydrion, le dio un puñetazo en la cara.

—¡Puaj!

—¡Diane!

Mientras Sydrion se tambaleaba por el golpe desprevenido, Diane, libre de su abrazo, se escabulló por la puerta del dormitorio.

—¿Qué clase de puño de bebé es este ……?

—No es el momento para esto, ¡vamos a buscar a Diane!

Liliana abrió de par en par la puerta del dormitorio y salió corriendo. Sydrion, frotándose la cara palpitante, no tardó en seguirla.

La paternidad bélica había comenzado.

—¿Estás bien?

De ninguna manera.

Sydrion cerró la boca, incapaz de responder.

Dos días en la guerra de los padres. Sydrion había sido molido a palos por Diana y Diane.

No había piedad a manos de los bebés. Los gemelos, evidentemente molestos por las restricciones que Sydrion imponía a su comportamiento, le daban puñetazos en la cara, le tiraban del pelo y le mordían las manos, todo ello letal, excepto lo de morderle las manos, que lo hacían con sólo dos de sus dientes.

‘¿Esto es crianza?’

Algo iba mal. Aunque nunca había cuidado a un bebé, sabía que aquello no era normal.

Sydrion se dio cuenta a posteriori.

—…… No sé por qué me han confiado a su hijo…

—No lo sabía.

Liliana rió torpemente.

Tenía una vaga idea del tipo de problemas en que se habían metido Diane y Diana, a qué escala.

Por eso se sorprendió cuando recibió la primera noticia de Yelena, pidiéndole que se ocupara solo de los gemelos, si no de una, sí de la otra. Le entró pánico, pero supuso que Yelena tendría algo bajo la manga, luego estaba Sydrion.

—Pero tus problemas terminarán pronto, pues Yelena y el Duque regresarán hoy.

El Duque y la Duquesa se fueron, prometiendo pasar sólo dos noches en el castillo de Aiden y luego regresar. Hoy era el día en que debían regresar.

—……Sí.

Respondió Sydrion con un gruñido algo renuente. Debería estar contento de librarse por fin de la violencia despiadada y discriminatoria -dejar de meterse con los demás y pegarles- de los gemelos.

Por alguna razón, sentía algo agridulce. Debería estar feliz de verlos de vuelta, pero no lo estaba.

Les han pegado demasiado.

¿Me había acostumbrado a que me pegaran en sólo dos días? ¿Hasta el punto de que los días en que ya no lo golpeaban se sentían vacíos?

—…….

Sydrion movió las cejas. Esa era una mala suposición.

—Eh, espera.

Fue entonces cuando Liliana se dio cuenta de algo y acortó la distancia que la separaba de Sydrion.

—Discúlpame un momento.

La mano de Liliana apartó el flequillo de Sydrion de su frente.

Por reflejo, Sydrion contuvo la respiración. No sabía por qué, sólo lo que su cuerpo le decía que hiciera.

—Estás herido…….

murmuró Liliana en tono lastimero.

—¿Estoy herido?

—Tienes un corte en carne viva encima de la ceja izquierda, ¿no te duele?

—Ni siquiera me había dado cuenta de que me dolía.

Sydrion respondió con sinceridad. E incluso ahora que lo sabía, seguía sin dolerle mucho. En cambio, le dolía más en el pómulo derecho, donde Diane le había dado un puñetazo hacía sólo una hora. Menos mal que no era un feo moratón. Estaba realmente aliviado.

—Lo siento, debería habérselo dicho a la criada, o al menos haber limado yo misma las uñas de Anne y Dana.

—¿Por qué se disculpa la señorita Liliana, no es culpa suya.

—Bueno……. ¿Por la culpa que le produce estar en una situación irracional en la que los dos están cuidando a unos niños y uno de las dos está recibiendo golpes y moretones?

Así es.

Hay algo injusto en el daño que se está haciendo ahora mismo. Pero eso no significaba que quisiera que los gemelos se portaran mal con Liliana. Al contrario, si eso hubiera ocurrido, Sydrion se habría ofrecido a cuidar de los niños él solo.

Sydrion pasó distraídamente la punta de los dedos por la frente de Liliana y luego bajó la mano.

—Parece que los niños se llevan muy bien con usted, señorita Liliana.

—Les caigo bien, aunque supongo que es porque soy la hermana de Yelena.

—Podría ser que les gustara la propia Srta. Liliana.

—¿Tú crees?

Liliana rió ligeramente. La sonrisa llamó la atención de Sydrion. El rostro sonriente de la otra mujer volvió a su memoria.

Un trozo del pasado extrañamente vívido. Las emociones desconocidas de aquel día inundaron a Sydrion en aquel momento.

Su boca se abrió impulsivamente.

—¿No puedes venir conmigo?

—¿Eh?

Sydrion llegó un paso demasiado tarde, mientras aún se tambaleaba por las palabras que se le habían escapado de la boca, Liliana se lo tomó con calma.

—Ah, por cierto, ¿estás haciendo otra vez esa oferta de reclutamiento?

—……Ah, sí. Sí, eso es.

—Pues por muchas veces que me lo pidas, no lo vas a conseguir, sabes por qué, ¿verdad?

Lo sé. Lo sé. Demasiado bien.

Sydrion dijo algo para tapar la confusión que le invadía.

—Si tan difícil te resulta ser miembro de la Torre, ¿Qué tal si la visitas regularmente y ayudas?

—¿Como conde? Necesitaría dos cuerpos, y la distancia.

—¿Y si te recojo yo mismo cada vez que visite la torre…….?

—¿Tanto codicias mis habilidades?

¿Habilidades? ¿Lo son? No, claro que lo son, porque no hay otra palabra para describirlas.

Sydrion asintió.

—Sí.

—Bueno, está bien que me desees tanto, pero……. ya te he dicho antes que lo más importante para mí es mantener vivo el apellido.

—…….

—Encuentra a otra persona que dirija la Torre. La última vez que lo comprobé, la Torre no está completamente desprovista de talento.

—……La señorita Liliana tiene razón.

No había problemas con la administración de la Torre Negra en este momento. Había funcionado bien desde que Liliana se había hecho cargo de ella. En parte se debía al hecho de que algunas de las personas que habían sido entrenadas por ella en su momento servían ahora como excelentes administrativos.

—Fui avaricioso. Lo siento.

—No tienes que disculparte.

Liliana le devolvió la sonrisa. Me alegraba que alguien tuviera tan buena opinión de mis habilidades.

—Vamos, traeré un ungüento para la herida.

—Si es por mí, está bien.

—Es para aliviar mi culpa, así que no digas que no.

Con eso, Liliana se marchó.

Sydrion se quedó con los gemelos, que dormían la siesta profundamente a un lado del soleado toldo.

—…….

Sydrion levantó la mano y le acarició la cara. Seguía confuso, sin saber qué demonios estaba sintiendo ahora.

Su mirada se deslizó entre los dedos hacia los gemelos dormidos. Ojalá esos bebés se despertaran y me golpearan hasta dejarme sin sentido. Por desgracia, eso no ocurrió hasta que Liliana regresó con el ungüento.

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Y esa noche.

Recibió un mensaje urgente de Yelena diciendo que hoy no podría regresar al ducado.

—No tengo fuerzas.

Cerrando la comunicación mágica, Yelena se estiró en el sofá como una colada mojada y tiró del cuello de Kaywhin. Fue un toque que apenas parecía fuerza, si las palabras que acababa de pronunciar no estuvieran vacías.

—Pero quiero lavarme.

—Manda a la criada a…….

—Me gustaría remojarme en agua tibia.

—Te llevaré al baño.

Kaywhin, intuyendo las intenciones de Yelena, la envolvió en un rápido abrazo. Yelena sonrió agradablemente mientras Kaywhin la llevaba por los amplios pasillos del castillo.

Consuelo inquebrantable. Así es el abrazo de un marido.

Mientras saboreaba la reconfortante sensación, llegaron al gran baño. Kaywhin dejó a Yelena sobre el mármol de la bañera.

—Entonces, Yelena, cuando termines de bañarte, volveremos a…….

—¿Adónde vas?