Cargando...
Madara Web Novel
  • Browse
    • Action
    • Adventure
    • Boys
    • Chinese
    • Drama
    • Ecchi
    • Eastern
    • Fantasy
    • Fighting
    • Fun
    • Games
    • General
    • Girl
    • History
    • Horror
    • Horrow
    • LGBT+
    • Male Lead
    • Manhwa
    • Realistic
    • Romance
    • Sci-fi
    • Sports
    • Teen
    • Urban
    • War
    • Wuxia&Xianxia
  • Authors
    • Libenia
    • Gakim
    • Purrine
    • Geon Eomul Nye
    • Dam Yeon Seo
    • Ahn Siha
    • Jaya
  • Ranking
  • New
Advanced
Sign in Sign up
  • Browse
    • Action
    • Adventure
    • Boys
    • Chinese
    • Drama
    • Ecchi
    • Eastern
    • Fantasy
    • Fighting
    • Fun
    • Games
    • General
    • Girl
    • History
    • Horror
    • Horrow
    • LGBT+
    • Male Lead
    • Manhwa
    • Realistic
    • Romance
    • Sci-fi
    • Sports
    • Teen
    • Urban
    • War
    • Wuxia&Xianxia
  • Authors
    • Libenia
    • Gakim
    • Purrine
    • Geon Eomul Nye
    • Dam Yeon Seo
    • Ahn Siha
    • Jaya
  • Ranking
  • New
  • User Settings
Sign in Sign up
Prev
Next
Novel Info

Rezo, para que me olvides - Capítulo 98

  1. Home
  2. All Mangas
  3. Rezo, para que me olvides
  4. Capítulo 98
Prev
Next
Novel Info

—Tendré que ir a buscar a Johann. ¿Me prestan una carroza?

—¿A estas horas de la noche? Es peligroso; iré yo a buscarlo.

 

Iba a ir al búnker, pero el director se ofreció amablemente a ir en mi lugar. La respuesta que me dio el director casi dos horas después fue inesperada:

 

—Profesor Lenner fue llamado por una persona importante.

 

… ¿Una persona importante?

El director sonrió satisfecho, diciendo que era algo bueno, pero yo no podía sonreír. ¿Cuánto tiempo habré pasado dando vueltas por la habitación, sin poder dejar de preocuparme por su paradero, y asomándome una y otra vez entre las gruesas cortinas que había puesto para bloquear la luz?

 

—¡Johann!

—Perdón por llegar tarde sin avisar.

 

Johann regresó muy cansado, justo cuando era hora de dormir. Apenas me besó la mejilla, se desplomó en la cama, como un hombre completamente ebrio. Sin embargo, cuando me besó, su aliento no olía a alcohol en absoluto.

‘Debe estar muy cansado’

 

—Tienes que quitarte la ropa para dormir.

 

Mientras me sentaba a su lado y le desabrochaba el chaleco y la corbata, Johann se cubría la cabeza con ambas manos.

 

—¿Te duele la cabeza?

—Solo… creo que he pensado demasiado.

—Te daré una medicina.

—No hace falta.

—¿No dijiste que no escatimara en medicamentos para mí? ¡Ay!

 

Justo cuando me levantaba, Johann me agarró la muñeca y me jaló. Me abrazó, impidiendo que me fuera, suspiró profundamente.

 

—No necesito nada, solo te necesito a ti…….

 

No parecía que se refiriera al analgésico. Seguramente hablaba de lo que había pasado antes de llegar a casa.

 

—¿Qué fue lo que pasó?

—La oficina de prensa del primer ministro me buscó.

 

La «persona importante» era exactamente lo que todos esperaban.

 

—Parece que el discurso de esta semana tuvo una buena acogida.

—Es increíble que haya gente que sacrifique su vida por el país, engañada por una carta de amor que un maestro de pueblo le envía a su esposa.

 

Johann se frotó el ceño fruncido con la mano, como si estuviera atormentado, y me contó lo que había sucedido en la oficina de prensa.

 

—Me pidieron que escribiera más discursos. Dijeron que el primer ministro los leería personalmente y decidiría si seguir usándome como escritor fantasma.

—Ya lo rechazaste.

 

‘Porque tenemos que irnos de aquí’

 

—Mi opinión no importa, ¿verdad?

—¡Dios mío…! ¿Entonces has estado escribiendo discursos hasta ahora?

—Si hubiera sido solo escribir como siempre, tres horas habrían sido suficientes, pero……

 

Johann dijo que le había tomado cinco horas ingeniárselas para que el primer ministro lo rechazara. Tenía que escribirlo tan mal como para que lo desaprobaran, pero sin que se notara que lo había hecho a propósito. Así que había entregado una obra superficial, con expresiones muy trilladas y un estilo grandilocuente, pero por dentro insípida y sin alma.

No era algo que llevara cinco horas, pero también había alargado el tiempo a propósito. Pensó que, si era demasiado lento, el primer ministro pensaría que no servía. De hecho, el funcionario de la oficina de prensa no dejaba de asomarse y chasqueaba la lengua, preguntando si aún no había terminado.

 

—Así que me rechazaron.

—Bien hecho. Qué alivio.

 

Era demasiado pronto para sentir alivio. Al día siguiente, Johann fue llamado de nuevo a la oficina de prensa.

 

—Dijeron que no les gustó.

—¿No es eso bueno?

—Para nada. Capitán Hildebrandt dijo que había intercedido para que me dieran otra oportunidad, argumentando que no pude escribir bien porque me llamaron de repente y me puse nervioso.

—¿Por qué el Capitán se mete en tus asuntos? Ni siquiera le pediste que trabajaras como escritor para Su Excelencia.

—Parece que él todavía no tiene ninguna intención de dejar ir a mi familia. Piensa que si yo estoy atrapado en el búnker trabajando para el primer ministro, mi esposa, que ya no tendría a nadie de su lado, se calmaría.

—Es un tipo astuto como un zorro.

 

Era como si, al intentar deshacerse de un perro salvaje, hubieran traído a un zorro astuto.

 

—Rize, no siempre hay medicina en el frasco. También puede haber veneno.

 

De repente, recordé las palabras que Johann me había dicho a principios de año, cuando rechazamos la propuesta de la familia Hildebrandt. Quizás Johann ya lo presentía todo desde entonces. Por eso, lo evitó a toda costa, luego, para protegerme, bebió esa sustancia desconocida de la botella, sin poder evitarlo. Y, desafortunadamente, resultó ser veneno.

 

—¿Por qué nada nos sale bien? Primero fui yo, ahora tú… ¿Por qué todos nos persiguen?

 

Parece que Johann tiene el mismo destino que yo: atraer una atención no deseada.

 

—Dime. Yo solo te necesito a ti. ¿Por qué es tan difícil que solo me quede contigo?

 

Él, que había tenido los ojos cerrados por un momento, los abrió de golpe y dijo:

 

—Pase lo que pase, tenemos que escapar de aquí. Ahora mismo.

 

Lo sé, pero ¿no estamos atrapados aquí porque no hay forma de escapar? El ejército ha puesto alambradas en el bosque y ha colocado puestos de vigilancia más juntos, así que ahora no podemos escapar por el bosque. La señora Becker y su hijo intentaron escapar por el bosque una noche y fueron asesinados en el acto la semana pasada. Así que la única forma de salir era obteniendo un permiso, pero incluso eso se había bloqueado…

No podremos escapar de este valle de la muerte.

Pero al día siguiente……

 

—Conseguí el permiso de reubicación.

 

Johann había obtenido el permiso del gobierno. Ayer pensaba que sería imposible, pero lo consiguió en un día. Antes de que pudiera alegrarme, escuché algo impactante:

 

—Solo para ti.

—… ¿Qué? ¿P-por qué?

—Porque tengo que trabajar para el Primer Ministro.

 

Johann, al final, había aceptado trabajar como escritor fantasma para el primer ministro. A cambio, había exigido que dejaran salir del valle a su esposa, que temía enormemente los ataques aéreos.
Los funcionarios ya habían visto nuestra historia, así que sabían que yo había estado al borde de la muerte por un ataque aéreo y había logrado sobrevivir por poco. Por eso, no consideraron su petición como algo sospechoso.

El permiso fue concedido mucho más fácilmente de lo que se pensaba. Pero solo para mí.

 

—Yo no me voy sin ti.

—Cálmate. ¿Cómo podría enviarte sola? Recibí un permiso de tránsito por diez días.

—¿Permiso de… tránsito?

 

Como yo conocía no solo la ubicación del búnker, sino también su estructura interna, el gobierno había decidido enviarme a un hospital militar en la retaguardia como trabajadora para vigilarme. Johann había solicitado que le permitieran acompañarme para conseguirme una casa cerca del hospital. Sin embargo, el gobierno no le había concedido el permiso de tránsito, temiendo que Johann escapara conmigo.

 

—Pero, ¿cómo lo conseguiste?

—Capitán Hildebrandt me ayudó con esto.

 

Ese hombre había dicho que Johann era una persona íntegra y honesta, que se podía confiar en él, y que, de todos modos, no ignoraría que su vida correría peligro si escapaba, que a dónde iría a escapar con una esposa de salud delicada, así que les había dicho que le dieran el permiso.

 

—Entonces, ¿tendrás que regresar en diez días?

—No regresaré.

 

Johann bajó la voz y me susurró en secreto, con determinación:

 

—En diez días, escaparemos juntos de este país.

 

 

 

 

 

 

⋅•⋅⋅•⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅∙∘☽༓☾∘∙•⋅⋅⋅•⋅⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅

 

 

 

 

 

 

El día que obtuvimos el permiso fue miércoles, la autorización nos la darían el viernes. Como el día de nuestra partida era domingo, teníamos menos de cinco días para preparar la fuga.

Primero, decidimos qué llevaríamos. Dejaríamos casi toda la ropa y los libros de Johann. Esto era para que, si el ejército irrumpía aquí, pareciera que él solo me había acompañado por un tiempo y luego regresaría. Nuestro objetivo era engañar al gobierno por completo durante esos diez días.

Esa no era la única razón para dejar tantas cosas. No nos estábamos mudando, sino huyendo, así que el equipaje debía ser ligero. Por eso, empacar terminó en una sola noche.

Esa misma noche, Johann trajo a casa una maleta que nunca había visto. Dentro había varias bolsas de cuero. Una de ellas contenía dos fajos de billetes enrollados. Parecía que ese era el dinero que me había mencionado antes, el que tenía escondido, cuando la policía, llamada por Brigitte, había irrumpido en casa.

‘Qué suerte que tenemos dinero para escapar.’

Incluso, para nuestra sorpresa, teníamos un mapa. Desde esa noche, Johann se dedicó a estudiar varios mapas que sacó de otras bolsas, planeando la ruta de escape.

‘¿Este hombre tendrá talento para algo así?’

Estaba nerviosa, pero decidí confiar en Johann. Al fin y al cabo, él había desertado con astucia y había logrado evadir la persecución del ejército hasta ahora, ¡y seguía vivo! Además, como yo no tenía talento para esas cosas, no había una solución clara si no confiaba en Johann.

 

—Qué envidia.

 

El jueves por la tarde, Señora Hildebrandt me invitó a tomar café. Parecía haberse enterado de que yo había recibido el permiso de reubicación. Me preocupaba que se sintiera resentida, ya que habíamos acordado irnos juntas y ahora, o al menos aparentemente, solo me iría yo, pero la señora Hildebrandt se preocupó por mí.

 

—Por cierto, ¿cómo le hará Rize para vivir sola? El profesor debe estar de lo más preocupado.

—Eso es lo que me preocupa a mí también. No quiero irme sola, pero su voluntad es tan férrea…

 

Si decía que estaba bien, podrían sospechar, así que fingí estar realmente ansiosa por vivir separada de Johann. La señora Hildebrandt, por alguna razón, me miró con ojos melancólicos, pero de inmediato corrigió su mirada y preguntó, sonriendo:

 

—¿Cuándo dijiste que te ibas?

—El domingo.

—Quedan pocos días. ¿Qué dice la gente de aquí ahora que te vas?

—Todavía no he podido decirles.

 

La partida de Johann debía ser un secreto, pero mi partida no lo era. Sin embargo, para evitar problemas si los aldeanos se enteraban, nos mantuvimos en silencio y Werner empacó nuestras cosas discretamente, sin que nadie lo notara.

 

—Bien hecho. Qué inteligente. ¿Están bien los preparativos?

—No tenemos mucho equipaje, así que lo empacamos todo en una noche. El permiso lo dan el viernes, así que con eso, los preparativos estarán listos.

—El permiso……

 

El rostro de Señora Hildebrandt se oscureció de repente.

Prev
Next
Novel Info
Madara Info

Madara stands as a beacon for those desiring to craft a captivating online comic and manga reading platform on WordPress

For custom work request, please send email to wpstylish(at)gmail(dot)com

Comments for chapter "Capítulo 98"

MANGA DISCUSSION

Deja una respuesta Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*

*

Contact Us
  • Contact
  • Help & Service
Resource
  • Terms of Service
  • Privacy Policy
Referral
  • Buy theme
  • Other products

© 2025 Madara Inc. All rights reserved

Sign in

Lost your password?

← Back to Madara Web Novel

Sign Up

Register For This Site.

Log in | Lost your password?

← Back to Madara Web Novel

Lost your password?

Please enter your username or email address. You will receive a link to create a new password via email.

← Back to Madara Web Novel

Caution to under-aged viewers

Rezo, para que me olvides

contains themes or scenes that may not be suitable for very young readers thus is blocked for their protection.

Are you over 18?