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Rezo, para que me olvides - Capítulo 84

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  4. Capítulo 84
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El silencio reinó tras el último número. No pasó mucho tiempo antes de que el sonido de pasos alejándose de nuevo hiciera que mi corazón latiera con fuerza.

‘¿Debería detenerlo ahora? No. Es obvio que me está poniendo a prueba, fingiendo irse como hace un momento. Aguanta. Si aguanto…….’

¡CRASH!

Mi respiración se detuvo al escuchar el sonido de una lata siendo pateada en las escaleras que conducían al sótano. El Mayor no estaba bromeando. Solo entonces tomé una decisión tardía y cerré los ojos con fuerza.

—¡Yo saldré!

Una lágrima cayó sobre mi mano, que golpeaba la puerta que yo misma había cerrado con llave.

Por varias razones, me había puesto capas y capas de ropa, inapropiadas para el cálido clima primaveral. No olvidé meter un revólver en mi bolsillo. Solo abrí la puerta después de confirmar por la ventana que el Mayor me estaba esperando afuera del edificio, como había prometido, pero no me atreví a salir de inmediato.

‘Nada malo va a pasar.’

Aunque lo decía, mis manos temblorosas aferraban el parasol que había dejado apoyado en la pared. Sabía que con un hombre como el Mayor, era algo que podía romper de un solo golpe y que no podría protegerme con él, pero sentía que necesitaba tener algo en la mano.

‘De todas formas, nada malo va a pasar.’

Salí y bajé las escaleras, y me detuve. La señora Becker, a quien me encontré en el primer piso, también temblaba violentamente como yo. Sus ojos, llenos de lágrimas, no eran diferentes a los míos. La única diferencia era que sus ojos estaban inyectados en sangre y me miraban fijamente. Mi corazón se encogió al pensar que ya había caído en el malentendido de que yo lo había dicho.

—Señora, ni yo ni Johann hemos dicho nada.

En el momento en que lo expliqué, la barbilla de la señora, que ya temblaba, se acentuó aún más. Al verla apretar los dientes, parecía que no me creía en absoluto.

—El Mayor es muy perspicaz. Puede que haya puesto a alguien a vigilar.

—Si no fuera por usted, no habría vigilancia.

‘Incluso si no lo dije yo, al final, que lo descubrieran fue por mi culpa, ¿es eso?’

Con resentimiento, señalé las latas vacías que aún estaban apiladas en las escaleras que conducían al sótano.

—Para empezar, si apilan latas en un lugar tan extraño como este, ¿Quién no sospecharía?

El Mayor, al ver eso, debió de saber que había algo escondido abajo, que esas latas vacías eran una alarma, las pateó. Pero señalar la torpeza de la señora solo me dio un alivio momentáneo, sin ayudarme en lo más mínimo a salir de esta situación.

—Váyase.

Quería que me fuera de esa casa.

—Lo haré.

No había razón para aferrarme. Nosotros también queríamos irnos porque la señora nos incomodaba, pero nos habíamos quedado para evitar fricciones innecesarias, ya que conocíamos su secreto. Ahora que el secreto había sido descubierto y se había producido una fricción, no había razón para seguir allí.

—Solo quiero que sepa que no hemos dicho nada a nadie.

Volví a explicar con insistencia, pero la señora giró la cabeza bruscamente y entró en la casa.

¡BANG!

Como el Mayor todavía estaba afuera, ella debería vigilar para que su hijo no fuera arrastrado, pero cerrar la puerta de esa manera era una expresión de hostilidad descarada. Ahora que ya se había descubierto, ¿qué importaba a la señora si lo había dicho yo o si había sido por mi culpa? De todos modos, ella creía que era mi culpa, y me sentí desolada.

‘Voy a ser arrastrada por el Mayor para no caer en el malentendido de que vendí a un desertor……’

La pregunta de si tenía sentido salir y ser maltratada por él se desvaneció tan pronto como surgió. Si no abría esa puerta y salía, el Mayor entraría. Y se llevaría al hijo de la señora Becker en mi lugar. Entonces, Johann y yo estaríamos un paso más cerca de la muerte.

—Ah……

De mala gana agarré el picaporte de la puerta y un largo suspiro se escapó. ¿Tenía que ser tan difícil sobrevivir? En una tierra de guerra, incluso la supervivencia más común se convierte en una batalla.

Quizás ya estaba tan exhausta mentalmente que, al abrir la puerta y enfrentarme al Mayor, no temblé en absoluto. El Mayor, que estaba apoyado descuidadamente en el coche, con un cigarrillo en la boca, me miró y sonrió de una manera asquerosamente dentuda por debajo del ala de su gorra de oficial. Apreté los labios para reprimir las náuseas y lo miré fijamente como si quisiera matarlo.

‘Si tan solo murieras tú.’

A pesar de mi mirada asesina, el Mayor, como si no tuviera conciencia, sonrió y luego, de repente, puso una cara como si estuviera mirando a un perro abandonado y preguntó:

—Rize, estás más pálida que un cadáver. ¿Te duele algo?

No podía decirle que estaba con mi período, ni tenía intención de hacerlo, así que seguí en silencio.

—¿Vamos al búnker? Te haré ver por un médico.

‘Claro, luego me arrastrará a su dormitorio’

—Si es así, termine rápido con lo que tenga que decir y déjeme ir.

Por alguna razón, mi tono brusco hizo que el Mayor tuviera una mirada vulgar, pero luego cambió su expresión como si nada y preguntó:

—Entonces, ¿a dónde quieres ir de cita?

‘¿Cita?’

—Esto no es una cita.

—Esa costumbre tuya de contestar siempre y discutir sobre lo que está bien o mal, esa inflexibilidad, ese bastardo tuyo parece que te lo permite porque no va a vivir contigo hasta el final, pero si te pones bajo mi mando, no tendrás oportunidad. Hay que corregirlo desde el principio.

—Eso no va a pasar.

Como le disgustaba, le contesté aún más gustosa. Sin embargo, esta vez no mostró disgusto, sino que sonrió como si se divirtiera.

—Piensa en ello de forma positiva. Significa que tengo la intención de vivir contigo hasta el final. Solo contesta a dónde quieres ir.

‘¿No podríamos simplemente quedarnos aquí, diciendo tonterías como ahora, y luego irnos?’

—Si no me dices nada antes de que cuente hasta tres, yo decidiré.

El Mayor actuó como si hubiera leído mis pensamientos.

—3.

De todos modos, ya sea aquí o en otro lugar, no puedo evitar que la gente nos vea a solas al Mayor y a mí. Ir a un lugar solitario sería realmente una tontería. Y no solo me daba miedo que el Mayor me hiciera algo malo. ¿Quién sabe qué rumores se esparcirían si me veían y luego desaparecía en un lugar apartado?

—2.

Así que, un lugar con mucha gente, pero donde nadie sospecharía que el Mayor y yo estamos teniendo una aventura……

—1, el hotel más cercano aquí es…

—Vamos a la catedral.

—¿La catedral?

El Mayor se rio y murmuró que había usado bastante bien la cabeza, luego abrió la puerta del asiento del pasajero.

—Suba, Lady Rize.

—Iré caminando.

Las personas que me vieran subir al coche del Mayor yendo a algún lugar seguramente malinterpretarían la situación. El Mayor se burló de nuevo, como si pudiera ver mis intenciones.

Cerró bruscamente la puerta del asiento del pasajero, tiró el cigarrillo al suelo y lo apagó con el pie, luego se dirigió al asiento del conductor. No tenía ninguna razón para esperar a que el tipo apagara el coche. No era mi marido, y mucho menos una cita. Mientras tanto, yo ya había comenzado a caminar hacia la catedral, pero el Mayor me alcanzó en pocos pasos y comenzó a caminar a mi lado. Intenté aumentar la distancia para no parecer cercana a él, pero para el Mayor, mantener el ritmo no era ningún problema, sin importar si caminaba rápido o lento, y yo solo hice el ridículo.

Me di por vencida y caminé rápidamente hacia la catedral, cuando, justo en ese momento, me topé con un anciano que salía de una casa cercana. Los ojos del anciano se abrieron de par en par al reconocer que el hombre a mi lado no era Johann, sino el infame Mayor Falkner.

Si el Mayor me viera, me buscaría problemas, pero a mí no me importó y puse una cara de angustia. Tenía que dar la impresión de que me estaban forzando. Afortunadamente, el anciano me miró con lástima, pero no me ayudó y siguió su camino. No había nada que pudiera hacer. Seguramente el Mayor me estaba mirando fijamente desde mi lado.

—Rize, buenas tardes…… Ah……

Otra vez nos encontramos con un habitante del pueblo. Con el rostro adusto, pasé de largo deseando que no hicieran suposiciones extrañas sobre mí y el Mayor, que no se corrieran rumores raros. Pero el hombre, que debía de disfrutar mi incomodidad, dio medio paso hacia mí, acercándose peligrosamente. Sorprendida, me aparté, el Mayor incluso extendió su mano hacia mí.

—¿Por qué lloraste? Qué excitante. ¿Pensaste que iba a irrumpir y violarte?

El Mayor intentó tocar mis ojos enrojecidos. ¿Para esto había traído el parasol? En ese instante, sin pensarlo, golpeé la muñeca del Mayor con el mango del parasol y, con la punta afilada, le di un piquete en el plexo solar al tipo, que estaba demasiado cerca, empujándolo. El Mayor retrocedió un paso con una fuerza insignificante, como si lo hubiera tomado por sorpresa o lo hubiera pillado con la guardia baja.

—Ja…

Rápidamente escondí el parasol detrás de mi espalda, temiendo que me lo quitara, pero el Mayor no lo hizo, simplemente se quedó inmóvil en el lugar donde había retrocedido y soltó una risa hueca. Por la frialdad de su mirada, no parecía estar realmente divertido.

—Qué insolente.

—Usted fue quien cometió el error primero. Yo no pude evitarlo.

—Y esa insolencia al contestar. Pero aun así te perdono porque es difícil encontrar a alguien tan hermosa como tú en cualquier lugar, porque eres la preciosa hija de una casa importante a la vista de todos.

Era una tontería, pero como no iba a vengarse de mí por esto, reanudé mi camino, que había detenido.

—Esa insolencia la llevas en el cuerpo. ¿Dicen que aunque pierdas la memoria, no olvidas lo que llevas en el cuerpo? Significa que eras la hija de una casa tan importante que no tenías miedo de agredir a un militar con un parasol. Entonces, si encontraras a tus padres y recibieras tu herencia, podrías salir de esta pobreza actual, y podrías usar ese poder para deshacerte de sanguijuelas comunes como yo con un solo gesto. ¿Por qué el hombre que dices que es tu esposo no lo hace?

Otra vez esa cantaleta. Con esa aburrida calumnia, ya ni siquiera fruncía el ceño, pero…

—¿No quieres conocer a tus padres?

Esto era algo que nunca había oído, así que no pude evitar dudar.

‘¿Mis padres…?’

¿El Mayor conocía a mis padres? Lo miré fijamente esperando una respuesta, pero el Mayor solo sonrió con significado y no dijo nada. Al final, impaciente, fui yo quien tuvo que preguntar primero.

—¿Los encontró?

Asure: Hasta aquí corresponde el capítulo 143 de la versión libre en inglés … ya falta poco y alcanzo (no trabajo en base a su desorden), estamos hablando de 59 capítulos de diferencia, comparado a 48 de la ultima vez que puse como observacion. La versión libre hasta esta semana es el 150, asi que lunes o martes ya los supero y para adelante.

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