Rezo, para que me olvides - Capítulo 195
Hasta ahora, los investigadores a cargo de mi caso habían sido suboficiales o de rango subalterno. Esta semana ya no se ve a ninguno.
—Hoy, por favor…
El investigador que supuestamente está a cargo de mí ahora lleva un galón equivalente a Mayor. Yo soy, a lo sumo, Capitán e incluso soy el acusado, pero la actitud de este hombre hacia mí era completamente diferente a la de los otros investigadores.
—Espero que esta pluma cumpla su propósito.
Lo que hace no es diferente a lo que hacían los otros investigadores: entregarme una declaración y obligarme a firmar.
Claro que el contenido es totalmente diferente, pero es igualmente una invención.
Me habían convertido en una agente secreta que se había infiltrado en el búnker del enemigo, engañándote incluso a ti, bajo las órdenes secretas del Comando de Operaciones, para sonsacar información de la cúpula enemiga.
¿Qué demonios recibió el ejército a cambio para intentar borrar mi crimen? Dayna, ¿qué les prometiste a ellos?
Le pregunté al investigador en lugar de a ti, que no estabas allí, pero no obtuve respuesta. Ahora puedo adivinarlo sin preguntar. Hace unos días, él me mostró la revelación escrita con tu nombre.
Dayna, estoy vivo gracias a que mataste tu honor. Eso ya es más de lo que merezco. No intentes comprar mi libertad vendiendo la vida de otras personas.
—No puedo firmar esta declaración falsa.
Por lo tanto, mi respuesta fue la misma hoy. El investigador sonrió con amargura, como si lo hubiera esperado, y de repente se golpeó la frente.
—Vaya, qué cabeza la mía. Debía haberle entregado un regalo antes, se me había olvidado.
Me entregó la caja de cartón que había traído junto con la confesión falsa. La forma y el nudo de la cinta que ataba la caja eran, a simple vista, de tu gusto y tu destreza.
Negué con la cabeza, pero el investigador desató sin permiso la cinta que tú habías atado, abrió la caja a la fuerza y sacó lo que había dentro, colocándolo frente a mí.
—Medias. Diez pares, nada menos.
Desafortunadamente, reconocí al instante que todas eran de tu factura.
—Un libro… ¿Un poemario, quizás?
Era el poemario que usábamos para intercambiar nuestras cartas de amor.
Charrr…
—Vaya, ¿qué contendrá esto?
El investigador no podía saber qué era el objeto que estaba metido en medio de las páginas del poemario. En el momento en que levantó el libro sin cuidado, una cadena plateada se deslizó hacia abajo. Sobre mi mano, que instintivamente se extendió, cayó tu collar de nomeolvides.
Parece que pusiste en esa caja todo lo que podría hacerme pensar en nuestro amor. Dayna, no hacía falta que hicieras esto, nunca he olvidado nuestro amor.
Un trozo de carta sobresalía a medias entre las páginas del poemario. Quería saber lo que estaba escrito, y al mismo tiempo, no quería saberlo. Mientras yo estaba en conflicto, el investigador, groseramente, abrió la carta y comenzó a leerla.
—«Para Killian. Ah, esto no lo digo yo, es como la señora llama al Padre en la carta».
Aclaró su garganta con vergüenza, pero siguió leyendo sin parar.
—«Hazlo. Niega lo nuestro y di que eres un traidor. Entonces yo me entregaré como tu cómplice. Ser ahorcados juntos suena hasta romántico».
El investigador de mediana edad tenía una voz demasiado diferente a la tuya y no conocía tu tono, así que leyó la carta de una manera muy extraña. No pude soportarlo más. Extendí la mano y me entregó la carta.
Mi firme decisión de alejarme de ti, de hecho, había comenzado a debilitarse desde el momento en que este collar cayó en mi mano. Finalmente, leí el resto de tu carta por mi propia voluntad.
⌈Para una dama, el honor es la vida, ¿verdad?
Pero yo no soy una dama.
Para mí, tú eres mi vida, así que si tú mueres, yo también muero.
Si no firmas ahora mismo, lo tomaré como que deseas que yo muera e iré a esperarte primero al infierno.
Entonces, nos vemos en el infierno, mi amor.
Tu esposa, Dayna⌋
—…….
No me lo creo. ¿Me has escrito una carta de chantaje? Y lo que es peor, no me amenazas con morir contigo, sino con morir primero si no hago lo que quieres.
Pero era tu letra inconfundible. El tono también era tuyo, tanto que tuve la ilusión de escuchar tu voz.
—Ja…
Me salió una risa amarga al reconocer que me estabas chantajeando. Tu amor adorable y una amenaza de muerte tan salvaje. Pensé que no combinaban en absoluto, pero sin darme cuenta, me imaginé a la adorable tú lanzando una amenaza de muerte tan salvaje.
Ahora mi pecho se siente vacío y frío. Al igual que un soldado herido siente dolor en la extremidad que le ha sido amputada, yo sentía un dolor punzante de miembro fantasma en el lugar de donde te habías ido.
Cerré los ojos con fuerza, y el investigador que estaba sentado frente a mí preguntó:
—¿Qué dice?
Seguro que ya había leído todo lo que decía la carta, pero estaba fingiendo. Entrecerré los ojos. Vi un anillo de oro en el dedo anular de la mano izquierda del investigador.
—Es una carta de chantaje terrible.
—Vaya. No hay forma de vencer a un chantaje terrible. Por ahora, solo haga lo que le piden.
—Investigador.
—Sí.
—¿Cree en Dios?
Ante mi repentina pregunta, el investigador parpadeó una vez y asintió lentamente.
—No tanto como el Padre, pero me enorgullece decir que soy bastante devoto.
Estuve a punto de soltar una risa burlona.
—¿No es tan devoto como un clérigo que ha roto sus votos a Dios? ¿Es esa una confesión de que usted no es devoto en absoluto?
—Simplemente soy tan devoto como Dios puede esperar de un ser humano mundano.
—Entonces, aconséjeme.
—Dígame.
—El amor perfecto no conoce el miedo. Dios dijo esto. Entonces, ¿es imperfecto el amor en el que temo más a la persona que amo?
El investigador golpeó la mesa con la mano que llevaba su anillo de bodas, se sumió en sus pensamientos, y luego me dio una respuesta sabia y muy irreverente a mi tonta pregunta.
—Dios no tiene esposa. Así que, ¿Cómo va a entender el miedo de los hombres casados? En cambio, puedo darle un consejo que mi madre me dio cuando me casé: me dijo que un marido debe temer a su esposa por encima de todo en este mundo, y que solo así será un buen esposo.
Ya no pude refutarlo. En ese momento, mis ojos, que contenían la risa, se posaron en la posdata escrita al final de tu carta.
⌈Deja de quejarte y regresa pronto para ser de nuevo un buen esposo para mí⌋
Me puse el collar que había estado sosteniendo. El dije caliente tocó mi corazón. El dolor punzante en el pecho ya no se sintió más.
Finalmente, tomé la declaración jurada que había rechazado antes. Mientras la leía, página por página, le dije al investigador que me entregaba la pluma:
—Yo conozco mejor la ubicación y la estructura interna del búnker, la ubicación de la sala de mando, y el terreno detallado y las instalaciones de defensa de esa zona.
Anulaste lo que yo traté de proteger, haciendo que mi esfuerzo fuera inútil. Dayna, soy un hombre más mezquino de lo que parezco. Por venganza, les daré lo que tú pensabas darles.
—Disculpe, pero yo cumpliré mi promesa con la dama.
Viste venir que yo haría esto, ¿verdad?
—¿Acaso no mantendrá la lealtad entre hombres?
—Mmm… Pues verá… Yo soy un caballero…
—Entonces, ¿usted, investigador, permitiría que su esposa eligiera algo que la hiciera dormir sin paz por el resto de su vida?
Las cejas del investigador, que habían mantenido una expresión de indiferencia en todo momento, se fruncieron brutalmente. Menos mal que este hombre era un esposo que amaba a su mujer.
Las noches sin dormir son mi responsabilidad, mi amor. De todas formas, yo ya soy alguien con las manos manchadas de sangre inocente, pero tú no lo eres. Por lo tanto, esta es mi parte.
—Haga el trato conmigo.
Tras decir esto, garabateé mi firma en la declaración falsa que juré nunca firmar.
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Al final, el Comando de Operaciones obtuvo los secretos del enemigo de Killian y no de mí.
‘Que me espere que nos veamos. Lo voy a agarrar por el cuello’
Debido a la cantidad de gente que lo vigilaba y a los procedimientos administrativos, la liberación y absolución de Killian tardaría al menos una semana. Por eso, él seguía encarcelado en la prisión militar.
Aun así, un jalón de cuello podría ser posible hoy. Finalmente, él había aceptado mi solicitud de visita.
–¿Realmente tienes que verme con este aspecto de uniforme de prisión?
—E-entonces, hip, si yo, snif, también, hip, voy con, snif, un uniforme de, hip, prisión, ¿te sentirás, snif, menos, avergonzado?
–… Solo ven.
Killian me había pedido que me contuviera con solo las llamadas, ya que nos veríamos en diez días a lo sumo, pero me lamentaba de no haber podido decirle casi nada de lo que quería en la única llamada permitida porque no paraba de llorar.
Al final, mi obstinación venció a la suya.
—¿Ir con algo que deja ver tus tobillos a una prisión llena de criminales? No iré a menos que te cambies de inmediato.
Pero en cuanto a lo que debía ponerme, no pude vencer la terquedad de Kathleen. Al final, fui a verlo con una ropa modesta que cubría todo mi cuerpo, casi como un hábito de monja, en lugar del hermoso vestido que Killian me había comprado.
‘Quería mostrarle que había guardado ese vestido con tanto cariño’
El día que Killian salga de la cárcel, iré a recibirlo con ese vestido. Aunque ahora no sea la temporada, bastará con ponerme un abrigo, ¿no?
—Faltan unos diez minutos para llegar.
Anunció el conductor desde detrás de la cortina que separaba el asiento del conductor del trasero. Me puse el sombrero que me había quitado un momento, calándomelo bien, hasta la mitad de la cara.
Podría ser que el marqués y la familia Loveridge aún estuvieran desesperados por encontrarme.
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