Rezo, para que me olvides - Capítulo 157

Me sentí avergonzado y triste al mismo tiempo, con ganas de esconderme. En ese momento ya habíamos pasado del libro de botánica a un libro de poesía. Yo lo había elegido. Un libro de poesía sobre el amor.

Siempre ponía una carta en la página con un poema que se parecía a lo que sentía. Esperando que entendieras mis sentimientos.

Pensé que quizás sabías todo el tiempo y fingías no saber nada. Que tal vez esperabas que yo me diera por vencido.

Me gustabas tanto que, si no podía ser tu amante, al menos quería ser tu amigo. No quería que te sintieras incómoda y que pensaras que ni siquiera podíamos ser amigos.

Así que un día, después de dejar de coquetear contigo sutilmente y seguir la conversación como amigos, me preguntaste si tenía pensado ser pintor. Y después de mucho tiempo, te hice un dibujo. Un dibujo de las letras de tu nombre con flores y enredaderas, con la naturaleza como tema. Mientras lo dibujaba, te envié mis pensamientos junto con la imagen.

⌈Señorita Loveridge, espero que no se case⌋

⌈¿Por qué?⌋

⌈Su nombre tiene la palabra ‘amor’. ¿No sería una lástima que el amor desapareciera si se casara?⌋

En ese momento, pensé que tal vez no querías casarte y que preferías vivir sola. Como una joya que avanza sola, sin ser una pieza de engranaje en ninguna familia.

Aunque era algo triste para mí, era mejor que te convirtieras en la esposa de otro hombre. Yo podría quedarme a tu lado como soltero. «No te cases» fue una frase que dije con ese tipo de anhelo.

Pero tu respuesta fue algo que no esperaba ni en mis sueños.

⌈Entonces… ¿no piensas casarte conmigo?⌋

Dayna, tú eras la mujer que podía hacer que un corazón muerto volviera a latir con una sola palabra.

En cuanto recibí tu respuesta, que sonaba como una decepción, quise correr hacia ti y gritar: «Sí, quiero casarme contigo. No, solo pienso en casarme contigo y con nadie más.»

Me obligué a contener ese impulso y pasé la noche escribiendo una larga propuesta de matrimonio.

Cuánto te amaba. Por qué estaba seguro de que eras mi otra mitad perdida. Confesé sin reservas todos los sentimientos que tenía por ti y te cortejé con pasión.

Y no me olvidé de los planes para el futuro, porque tenía que demostrar que podría ser un esposo digno de confianza.

Te pedí que nos casáramos tan pronto como nos volviéramos adultos. Te prometí que, como yo tenía dinero para apoyarte hasta que te convirtieras en doctora, podrías estudiar sin preocupaciones.

Te garantice que la boda sería tan espléndida y lujosa que ni una princesa podría envidiarla. También me sentí seguro de que podría hacerte feliz por el resto de tu vida.

Dayna.

Mientras te miraba sentada en esa habitación de una posada, con ropa andrajosa y apuntándome con un arma, reviviendo con mis propias palabras esa promesa de entonces, me sentí infinitamente avergonzado.

El yo tonto de aquel entonces creía que, si tan solo me elegías, podría superar cualquier adversidad.

⌈Señorita Dayna Loveridge, por favor, cásese conmigo⌋

Pero la respuesta a mi apasionada propuesta, que llenaba cinco páginas de papel, fue fría.

⌈Estimado caballero anónimo, una señorita no acepta una propuesta de matrimonio de un hombre del que no conoce ni el nombre ni el rostro⌋

Es cierto. Te propuse matrimonio sin siquiera revelar mi nombre. Incluso después de acercarme a ti, todavía no tenía confianza en mí mismo.

‘Ella no querrá casarse con un hombre con una discapacidad’

Sé que mi condición no es innata ni permanente. Pero los demás no lo saben. Para ellos, solo soy un chico que no puede hablar. No un chico que hablaba bien cuando era pequeño y que ahora no puede por una enfermedad mental, pero que algún día podrá.

He estado trabajando muy duro desde que comenzamos a intercambiar cartas. Mis primeros compañeros de práctica fueron chicos de la nobleza con los que nunca había hablado antes. Al principio, apenas podía hablar si conocía a alguien, pero luego mejoré hasta poder conversar a solas con alguien que no conocía.

Al ganar confianza, pasé a un objetivo más difícil: chicas de mi edad.

Pero las señoritas de la nobleza siempre estaban en grupos, lo que hacía difícil acercarse a ellas. Y además, temía que tú pudieras malinterpretarlo.

Así que le pedí a una sirvienta de mi edad que fuera mi compañera de práctica. Fue de gran ayuda. Hasta que mi madre lo malinterpretó y la despidió.

Ah…

Mi madre decía que mi condición no mejoraba por culpa de mi padre, pero sinceramente, la culpa de mi madre tampoco era poca.

En fin, durante ese tiempo, intenté acercarme a ti varias veces para hablar. Como me sentía cómodo cuando nos escribíamos cartas, esperaba que las palabras salieran de mi boca.

—……..

Pero fracasé una y otra vez. Era porque cada vez que me acercaba, tus ojos color nomeolvides se estremecían mientras me mirabas. No sabía si era por curiosidad, si tenías miedo de mí o si te desagradaba. Cada vez que me encontraba con tus ojos temblorosos, perdía las palabras y la confianza.

Si ni siquiera podía decir un simple «hola», ¿cómo podría hacer una larga declaración de amor? Yo sabía que era de mala educación proponerte matrimonio por carta sin siquiera decirte quién era.

Aun así, estaba tan apurado que cometí esa imprudencia. Por eso te rogué:

⌈Mi amada señorita Loveridge, por favor, espérame, que me apareceré frente a ti para proponerte matrimonio⌋

⌈No puedo esperar mucho. Me iré cuando termine el verano. Quizás nunca vuelva a verle, a usted, de quien no sé dónde vive ni quién es.

Posdata: Puede llamarme Dayna⌋

De todos modos, me dijiste que me esperarías. Y me permitiste llamarte por tu nombre. Tuve el presentimiento de que aceptarías mi propuesta. Fue la primera vez que supe lo que se sentía volar por el cielo.

Por otro lado, la ansiedad de que pudiera estrellarme comenzó a empapar lentamente las alas de mi corazón como la niebla. Y no solo porque el final del verano se acercaba día a día.

—No es noble, pero actúa como si lo fuera.

Fue porque sentí el cambio en Rupert.

Un día, mientras jugabas a las cartas, tuviste una acalorada discusión con unos chicos nobles sobre asuntos de actualidad. Cuando se quedaron solos, Rupert te criticó por ello.

—Una mocosa que no quiere perder contra un hombre… Parece dócil, pero ¿no tiene un temperamento fuerte?

Incluso cuando nos quedamos a solas, Rupert continuó menospreciándote.

—¿Te acuerdas? La vez que te caíste al arroyo en el bosque. Y luego saliste corriendo como una potranca. Con la ropa empapada, qué vulgar… No parece serlo… Tsk. La vulgaridad que viene de nacimiento no se puede ocultar con educación.

Cuanto más te atacaba Rupert, más sentía el peligro de que él pudiera llevarte consigo.

Conozco su hábito. Cuando cree que algo es demasiado inferior para que su noble ser lo tenga, pero no puede evitar desearlo, se obsesiona con hablar de sus defectos y lo critica sin descanso.

Había comenzado a desearte.

Aunque pensara que ya eras mía, que ya nos habíamos entendido, ¿crees que él se detendría? Si algo es mío, él lo desea aún más. Era obvio que se volvería ciego por el deseo, olvidaría todos tus «defectos» y se abalanzaría sobre ti.

—Es muy desagradable que solo confíe en su cara bonita y sea tan atrevida. Hay muchísimas mujeres más bonitas que ella en Dunley.

—Eso es verdad.

No, no lo es en absoluto.

—También es común encontrar mujeres así de bonitas y dóciles.

Solo estaba mintiendo para que él te dejara en paz.

—¿Oíste la historia? La abuela de esa chica habla tan mal el idioma de Heilant que, en lugar de decir que las manzanas están ricas, dijo que los monos estaban ricos.

—Ugh, qué ignorante.

—Si alguien de mi familia fuera así, me daría tanta vergüenza que no podría levantar la cabeza.

Yo solo esperaba que la superioridad y la inferioridad de él le impidieran extender su mano hacia ti.

Aunque tu discusión con los chicos atrajo el peligroso interés de Rupert, por otro lado, ese incidente hizo que abrieras la pared de tu corazón hacia mí.

⌈Siento la demora en la respuesta⌋

Después de ese día, no te vi en dos días. En la cena, podía ver a tu abuela, pero no a ti. En la respuesta del tercer día, parecías estar sin energía.

⌈Dayna, ¿te sentías mal? Pregunté a las sirvientas del anexo y me dijeron que no te habían llevado comida aparte, así que me preocupé. Si no te hubiera visto hoy, habría ido a buscarte. ¿Ahora estás bien?⌋

Te preocupaste por mí. Incluso te enteraste de si estaba comiendo… De verdad eres una persona amable. Gracias.

Ese día, tu carta estaba manchada de lágrimas. Por primera vez, tú, que siempre eras fuerte, mostrabas lágrimas. Me sentí incómodo, pero por la curiosidad, seguí preguntando a pesar de que era una descortesía.

⌈Me da miedo contarlo. Pero también me da curiosidad. ¿Me seguirías amando incluso después de oír mi historia?⌋

Y así, escuché tu dolorosa confesión.

Asure: A caray, eso si no me lo esperaba

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