Rezo, para que me olvides - Capítulo 135
Como un cachorro eufórico que encuentra un campo nevado, froté mi cara contra el lugar donde latía su corazón y pregunté:
—¿Soy tu corazón?
Solo escuchar esas palabras, «eres mi corazón», ya me hace vibrar de emoción.
—En el tiempo en que no estabas a mi lado, yo ya estaba muerto, así que supongo que por eso no moría del todo. Ahora soy un humano con corazón, así que si me lo quitas, volveré a morir.
Por un lado, mi corazón latía de emoción, pero por el otro, no me sentía tranquila, porque este hombre seguía diciendo cosas ominosas e incomprensibles, y no solo no me abrazaba, sino que incluso me apartaba.
—Dayna.
Me tomó el rostro con ambas manos con delicadeza, como si fuera una burbuja de jabón que se desvanece al apretarla, me miró profundamente a los ojos y me ofreció una verdad simple, pero que no sonaba como tal.
—Fui feliz.
Esto suena a despedida.
—Gracias.
Su mirada suave se endureció, como la de alguien que está decidido, como la de alguien que se prepara para morir y me aparta.
—Lo siento.
Las manos que habían tocado mi rostro se retiraron. Si el corazón de Killian era yo, mi corazón era este hombre. En el instante en que él se separó completamente de mí, sentí una caída dentro de mí, como si mi corazón se hubiera desprendido.
—¡Killian!
Sintiendo que abrazarlo con fuerza no sería suficiente para retenerlo, cubrí sus labios con los míos.
—Dayna, espera……
¡Dios mío! Me evitó el beso. Con mayor desesperación, solté lo primero que se me ocurrió.
—¡Te amo!
En ese instante, la fuerza que me empujaba cesó de golpe.
—No sé qué esté pasando, pero no olvides que nos amamos.
—Ha… ¿Por qué dices tú lo que yo iba a decir, snif…? Dayna.
Killian me preguntó, apartándome con la misma desesperación con la que yo lo besaba sin parar:
—¿Por qué me amas?
—….… ¿Eso es una pregunta ahora?
En realidad, yo tampoco lo sabía. Un día, cuando me di cuenta, ya estaba perdidamente enamorada de este hombre, debatiéndome sin remedio.
—Entonces, ¿por qué me amas tú?
Nos parecíamos, mi esposo y yo. En el mal hábito de lanzar preguntas a cambio para evitar responder preguntas sin respuesta.
—Dayna.
Killian me empujó de nuevo, justo cuando yo intentaba cerrar su boca con la mía antes de que volviera a hablar.
—Yo te amaré sin importar quién seas, pero tú no.
—¿Qué dices? ¿Por qué hablas tan mal de mí?
—No estoy diciendo que seas mala, solo digo la verdad.
Luego, siguió una confesión que sonó como si se arrancara el corazón.
—En realidad, no me amabas antes.
—Ah…
Así que mi memoria era correcta… Aunque un poco decepcionada y melancólica, pensé:
—¿Y qué?
Solo en el momento en que él finalmente me confesó con sinceridad, me di cuenta. ¿Y qué más da? No estaba tratando de verificar el pasado para hacer algo. Solo quería saber.
—Pero ahora sí te amo. Ahora te amo.
—Me amas porque soy tu esposo, ¿verdad?
—… ¿Qué? No entiendo qué estás diciendo. Si antes también eras mi esposo, ¿pero dices que no te amaba? Eso no tiene sentido.
—Dayna, yo……
Killian estuvo a punto de decir algo con frustración, pero se lo tragó.
—Si yo……. Si yo, por si acaso…….
Luego, vaciló un par de veces, me miró con ojos temerosos y finalmente cerró los ojos con fuerza, suplicando:
—Dayna, ámame. Ámame a mí, no a nadie más, no a otra cosa, solo a mí por ser yo.
—Entonces, ¿a quién amo yo? Ay…… me duele la cabeza.
Decir una cosa y luego otra, divagando. Además, no respondía a mis preguntas y seguía hablando sin sentido. Solo había una razón para el comportamiento extraño de este hombre.
—Estás muy borracho.
La razón por la que la conversación no avanzaba era que yo estaba tratando con un hombre que no estaba en sus cinco sentidos, con la cabeza embotada por el alcohol. Finalmente, llegué a la única conclusión clara del día y lo dejé para levantarme de mi asiento.
—¿Qué haces en un día tan bonito?
—Ja… Eso es lo que quiero decir.
—Deja de decir tonterías y vete a dormir. Y mañana por la mañana tendrás que disculparte por haber hecho del primer día de nuestro regreso a casa un recuerdo desagradable.
Me cambié al pijama en el vestidor y salí, pero Killian seguía sentado en el sofá, exactamente igual que antes, mirando fijamente al vacío. Lo miré de reojo y pasé de largo, acostándome sola en la cama. Me recosté, dejando un espacio a mi lado, pero por mucho que esperé, no escuché ningún movimiento desde el otro lado de la habitación.
‘Le dije que se fuera a dormir. Si no quiere, que no lo haga’
Molesta, cerré los ojos sin decirle que viniera. Me quedé tumbada, fingiendo dormir, pero no pude conciliar el sueño. Escuchando los esporádicos y agitados alientos de Killian, tomé una decisión.
‘A lo imperdonable habrá que sumarle el alcohol’
De ahora en adelante, nunca más le permitiría beber. Antes no era así, ¿cuándo le habrá dado por beber tanto? ¿Será que ya tenía ese hábito, pero lo reprimía bien y al volver a su país se descontroló?
En el momento en que llegué a esta conclusión, de repente…
—Dayna, ámame. Ámame a mí, no a nadie más, no a otra cosa, solo a mí por ser yo.
Sentí vagamente que entendía la razón por la que había dicho eso.
‘¿Significa que está cansado de reprimir su yo del pasado y de fingir ser el hombre que yo podría amar?’
¿Será que al regresar a su país y volver a ser él mismo ante las personas que lo conocen, le resulta pesado seguir interpretando al esposo cariñoso para mí? Al mismo tiempo que me sentía decepcionada, me pregunté:
Pero, ¿era algo que se podía lograr tan perfectamente con una actuación?
Reflexioné detenidamente y, abrí la boca, la misma que había sellado herméticamente, prometiéndome que no la volvería a abrir hoy.
—Killian.
—……Sí.
—A pesar de los muchos altibajos, fuiste un buen esposo para mí.
—……
—Aunque me engañaste innumerables veces, creo que tu amor y cuidado por mí no fueron una mentira.
—…….
—Así que, por favor, sigue siendo un buen esposo.
Desde el otro lado de la habitación, que antes estaba en silencio, se escuchó un crujido, el sonido de la tela rozándose.
—Si de verdad te sientes mal, está bien que hagas lo que quieras. Aun así, yo te… ¡Ay!
En el instante en que abrí los ojos al escuchar sus pasos acercarse y quise girarme hacia su lado de la cama, unos brazos robustos me envolvieron. Killian me abrazó con tal fuerza que sentí que me iba a aplastar. El hombre que hasta hacía un momento había mantenido una distancia física conmigo, ahora se pegaba a mi cuerpo como si quisiera fundirse en uno, como si fuera otra persona.
—Haa, Dayna…….
Se hundió bajo mi barbilla. Su aliento agitado se derramó sobre mi cuello.
‘Espera……. esto no es aliento’
Lo que corría por mi cuello era, claramente…
—Killian… tú ahora mismo…
Tanteé su mejilla, que estaba hundida en mi cuello. Mis dedos se humedecieron.
—….… ¿Estás llorando?
¡Dios mío! ¿Acaso no era el hombre que nunca había derramado una lágrima, por más difícil que fuera la situación? Incluso en el momento más angustioso, cuando vendió su conciencia y abandonó sus convicciones por mí, aunque se entristeció, ni una sola lágrima asomó.
—¡Ah!
Solo intenté levantarme para encender la lámpara, estirando la mano hacia la mesita de noche, pero él debió pensar que intentaba escapar de sus brazos, porque me atrajo bruscamente hacia sí y apretó aún más los brazos que me rodeaban.
—Killian, espera… no es eso…
Yo solo quería abrazarlo y consolarlo, pero él no solo no me dejaba salir, sino que ni siquiera me daba espacio para moverme. Killian me abrazó por detrás mientras me retorcía, desahogó su tristeza en mi cuello.
—Quería ser un buen esposo para ti. Eso era todo lo que deseaba.
—Killian……
—Solo recuperé mi lugar. ¿Por qué tengo que ser un pecador?
No había encontrado todas las razones detrás de sus numerosos comportamientos inusuales de hoy. Sin embargo, al escuchar su queja injusta, pude al menos entender por qué había bebido tanto hoy y estaba haciendo rabietas de borracho, algo que no solía hacer.
‘La culpa reprimida finalmente había supurado’
Seguramente, había guardado en su interior el pecado de haber matado para vivir, sin poder hacer nada al respecto. Al regresar a su país y beber, la tensión se disipó, y a través de la brecha en su relajado corazón, esa podredumbre finalmente estalló.
‘Un hombre al que ni siquiera le gusta el alcohol, ¿cuánto habrá sufrido para beber así nada más salir del país enemigo?’
Me sentí mal por no haber entendido su corazón antes.
—Killian…… está bien que te duela el pecado. Significa que eres humano……
—No soy un pecador.
Justo cuando intenté consolarlo con las palabras que recordaba del sacerdote, Killian negó rotundamente su pecado.
—¿Cómo puede ser un pecado lograr nuestro amor? ¿A quién tengo que pedir perdón? No he cometido ningún pecado.
—Sí, tienes razón.
Quizás, en lugar de mis torpes intentos de imitar al sacerdote, lo que más consolaría a Killian sería simplemente tener un oído que escuchara lo que fuera que dijera y unos brazos que lo abrazaran.
Con dificultad, me giré en sus brazos. Quería ofrecerle mi regazo para que llorara a gusto, pero como Killian era mucho más grande que yo, más bien era yo la que me apoyaba en él.
Con un quejido, apenas logré rodear su cintura con mis brazos y le palmeé la espalda, tal como él hacía cuando yo lloraba. Luego, le susurré las mismas palabras que él me había dicho:
—Ya todo terminó. Como dijiste, dejemos todo el pasado atrás y ahora caminemos solo hacia adelante, mi amor.
—Mi amor…….
El hombre, que murmuraba para sí mis últimas palabras, me abrazó de repente con tanta fuerza que me dejó sin aliento, y de pronto se hundió en mí y dijo:
—Este es mi lugar.
—Sí, ahh, este es tu lugar.
Aunque aceptaba con gusto su apego insistente y lo abrazaba, sentí un escalofrío, pues esa insistencia no era propia de Killian.
Sentía que empezaba a entender, vagamente, la razón por la que Killian se comportaba de forma tan impredecible. Lo que también significaba que no lo entendía del todo.
Después de regresar a su país y recuperar su posición, mi esposo seguía siendo extraño.
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