Rezo, para que me olvides - Capítulo 132

—Es la hija de Doctor Loveridge, médico personal de Su Majestad.

—Ah, entonces sí acerté.

El teniente se quitó la gorra de oficial y me hizo una reverencia. Era tan respetuoso que, si alguien lo hubiera visto, habría pensado que yo era una princesa disfrazada de mendigo. Yo me quedé allí, indecisa y avergonzada, mientras el teniente me miraba con ojos que no solo estaban llenos de emoción, sino que incluso le brillaban las lágrimas.

—Es un honor conocerla, señora, estoy inmensamente aliviado de que haya regresado con vida. Su esposo la ha……

—Teniente, la señora estará cansada.

Pero yo no estaba nada cansada. Había descansado bien durante días antes de cruzar la montaña y, la noche anterior, a pesar de todo el caos, había dormido increíblemente bien. Killian era quien mejor lo sabía.

—Ah, por supuesto. No lo había tenido en cuenta. Mis disculpas.

—Le agradecería si pudiera prepararle un lugar tranquilo y seguro para descansar, señora. Los detalles los conversaremos usted y yo.

—Sí, entendido.

Así que sí, me estaba dejando de lado.

‘¿Qué es lo que no se me permite decir? ¿De qué quiere hablarme dejándome fuera?’

Killian, en lugar de responder a mi pregunta silenciosa, me devolvió una mirada que parecía repetir su encargo y me subió de nuevo al coche. ¿Quizás si me hacía la ofendida me lo diría más tarde? Aunque sabía que me observaría hasta que desapareciera de su vista, yo deliberadamente giré la cabeza hacia otro lado y no lo miré.

—La llevaré a los aposentos de oficiales, señora.

No pude evitarlo y solo cuando el coche arrancó, giré la cabeza discretamente para espiar. Killian tenía el rostro de alguien que había regresado a salvo de la batalla, como si nunca hubiera estado tenso.

‘¿Cuál será el motivo? ¿A qué le temía ese hombre?’

Los aposentos de oficiales eran una pequeña mansión que bien podría haber sido una villa de un noble. El soldado a cargo de este lugar me guio a una habitación en el tercer piso.

—De vez en cuando, generales o personas de alto rango vienen aquí, esta habitación se mantiene vacía para ellos.

La habitación era lujosa, algo impropio de una base militar en el frente de batalla. Tenía un vestidor y un baño adjunto, ¡y la cama incluso tenía columnas!

—Dejaré sus cosas aquí.

El soldado llevó mis pocas pertenencias al vestidor y me dio un breve recorrido por las instalaciones. Parecía acostumbrado a hacerlo cada vez que venían personas importantes.

—Que descanse cómodamente. Estaré de servicio en el primer piso en todo momento, así que si necesita algo, puede llamarme cuando quiera.

El soldado se fue y me quedé sola. No sabía qué hacer, así que me quedé de pie en medio de la habitación grande y lujosa, mirando a mi alrededor, aturdida.

‘No pasó nada, ¿verdad?’

Mi cuerpo estaba inmóvil en el espacio desconocido, pero mi mente seguía con los pensamientos que tenía en el camino.

‘¿A qué le temía?’

El teniente nos trataba con la mayor consideración, cediéndonos una habitación digna de un huésped de honor, y Killian no podía ocultar su alegría por conocer al héroe que tanto admiraba.

‘En cualquier caso, ¿habremos superado el obstáculo entonces?’

Fuera lo que fuera, al menos Killian se había sentido aliviado al final.

Yo también me relajé y exploré la habitación. Pero en cuanto me topé con un espejo más alto que yo en el baño, mi cara se puso al rojo vivo.

‘¡Dios mío, todo este tiempo estuve así!’

En el espejo, se reflejaba una mujer con el pelo revuelto, recogido a la ligera, un sombrero de paja viejo y mal puesto, una camisa demasiado grande metida en unos pantalones descoloridos.

—¿Qué voy a hacer…?

¿Qué habrá pensado el teniente de mí? Era un aspecto que no se podía llamar de ninguna manera el de una dama, y solo podía pensar lo increíble que era el teniente por haberme tratado como tal, sin perder la compostura.

‘Ah… ¿Será por eso…?’

Tal vez Killian se había preocupado por si yo me daría cuenta de mi aspecto mucho más tarde y me avergonzaría el doble que ahora, por eso me había tenido consideración.

‘Tengo que cambiarme rápido.’

Busqué la ropa más limpia y menos gastada de mi equipaje. Al intentar ponérmela, me di cuenta de que no bastaba con cambiarme de ropa.

Fui al baño a lavarme. Como era de esperar de una habitación para personas de alto rango, el baño tenía instalaciones de fontanería. ¡Incluso salía agua caliente a chorros! Aunque no había mejor oportunidad para un baño, dudé en llenar la bañera.

‘Killian no está……’

Era un lugar desconocido, además, un edificio lleno de hombres. Por mucho que la puerta estuviera cerrada con llave, me sentía incómoda e insegura al desnudarme y bañarme sola, sin nadie que me protegiera. Al final, me limpié rápidamente con una toalla mojada en agua tibia y me cambié de ropa.

‘Su consideración es realmente cálida, pero…….’

Me cepillé el pelo revuelto frente al espejo, arreglándome, y volví a pensar en Killian.

‘¿Por qué sus acciones se volvieron frías?’

Killian había cambiado desde el momento en que entramos en la base. El inicio fue cuando soltó bruscamente la mano con la que habíamos sellado nuestro amor.

Ahora habría muchos ojos mirando, así que era natural que, por muy esposos que fueran, se abstuvieran de demostraciones de afecto. Aunque lo sabía, me sentía molesta porque no era solo que él me soltara la mano por un momento, sino que sentía como si estuviera levantando un muro invisible entre nosotros.

‘Incluso cuando hablaba con el Mayor, fue así todo el tiempo.’

Killian ni siquiera me habló manteniendo la distancia. Era extraño que el hombre que siempre me llamaba cariñosamente «mi esposa» ante los demás, usara el apelativo «señora», un término que denotaba tanta distancia como cortesía. Y ahora que lo pienso, cuando me envió sola aquí, tampoco me sonrió dulcemente para tranquilizarme.

‘Es como si hubiera regresado a cuando desperté en el hospital.’

No, incluso más que entonces, parecía un extraño. Al menos en aquel entonces, me tomaba la mano brevemente cuando subía o bajaba de un tren o carruaje. Sin embargo, hace un momento no me tomó la mano al volver a subir al coche.

‘¿Por qué de repente actúa como un extraño?’

¿Es este el verdadero Killian? No lo entiendo.

‘Cuando venga, le preguntaré.’

Ahora que lo pienso, tengo un montón de cosas que preguntarle.

Quise anotarlas para no olvidarlas, pero al intentar escribirlas, todas las preguntas parecían tan tontas que me sentí avergonzada.

Nuestro batallón tenía un sacerdote, ¿verdad? También había una plaza y un crucifijo frente al hospital. ¿Verdad?

Pero ¿por qué al principio no nos dejaban decir nuestros nombres? ¿Por qué mintieron diciendo que éramos civiles capturados como prisioneros? ¿Por qué todavía no me dices la razón por la que no puedo hablar? ¡Me siento tan frustrada que voy a explotar!

Y tú, ¿a qué le temías todo este tiempo? Tenías miedo, ¿verdad? Lo sé todo, así que no intentes negarlo. Pero ¿por qué parecías estar bien hace un momento? Eso no lo sé.

Pero ¿por qué eres una persona diferente a la de antes? ¿Y por qué ahora eres otra persona diferente? ¿Por qué te comportas como un extraño delante de la gente? No me tomaste la mano hace un momento. Incluso me soltaste la mano bruscamente antes. Estoy molesta.

‘…Qué tonta, de verdad.’

Quemé el papel a medio escribir con un fósforo, lo tiré al cenicero y en su lugar me senté en el sillón junto a la ventana, esperándolo, grabando y regrabando las preguntas en mi mente.

Toc, toc.

—¡Ay!

Definitivamente, el sillón era demasiado blando. Me había quedado dormida sin darme cuenta. Abrí los ojos al oír el golpe y vi que el cielo por la ventana se teñía de rosa al atardecer. Como para confirmarme que ya se hacía de noche, el soldado gritó desde fuera de la puerta:

—Señora, disculpe la interrupción, pero ¿cómo desea la cena?

¿No era Killian?

Miré a mi alrededor en el dormitorio, desconcertada. Killian no estaba. Ni rastro de que hubiera estado allí.

‘¿De qué demonios estarán hablando para que tarden tanto?’

Si fuera el Killian que conozco, no me dejaría sola tanto tiempo en un lugar desconocido.

—Yo……

Al abrir la puerta, el soldado se quitó el sombrero y me hizo una reverencia.

—Ah, señora. Lamento molestarla mientras descansa.

—No se preocupe.

—Es que se acerca la hora de la cena…

—Más bien, ¿sabe dónde está mi marido?

—Ah……

El soldado pareció desconcertado por un momento, como si no esperara esa pregunta, luego respondió:

—Se nos ha informado que el Duque ya viene en camino.

¿Duque y no Conde? ¿Quizás se equivocó por los nervios?

—Entonces, cenaré cuando él llegue.

—…¿Qué? ¿He escuchado bien que cenará cuando llegue su esposo?

—Sí, escuchó bien.

¿Era tan sorprendente que quisiera cenar con Killian cuando llegara?

—El Duque tardará un buen rato en llegar aquí.

Si viniera en coche, sería rápido. ¿Vendrá caminando? Aun así, no tardaría ni 30 minutos. ¿Quizás el teniente le estará mostrando las instalaciones militares en el camino?

—Estoy bien.

De todos modos, la hora de la cena se acercaba, así que no tardaría mucho.

—Aun así, por si acaso……

….…dijo el soldado, dejando una cesta llena de fruta, chocolate y galletas en la mesa antes de irse. Incluso me instó, de manera insistente, a que le dijera si cambiaba de opinión en cualquier momento.

Cuando el soldado se fue, me apoyé en la ventana, con la barbilla en las manos, y miré hacia afuera.

¿Vendrá Killian, o no?

Busqué su rostro entre la gente que pasaba por la calle y la que entraba y salía de los alojamientos, hasta que mis piernas me dolieron y tuve que sentarme. Luego, incapaz de quedarme quieta, me levanté y caminé varias veces junto a la ventana.

Cuando el sol se puso y el crepúsculo comenzó a extenderse, empecé a irritarme.

‘Decía que venía, ¿por qué no llega?’

Y entonces, mucho después de las 10 de la noche, cuando mi irritación se había convertido en enojo, vi una sombra de pies bajo la rendija de la puerta del dormitorio. Estaba furiosa, pero aun así pegué el ojo a la rendija de la puerta para confirmar que era el rostro que esperaba.

‘¿Ahora qué le pasa?’

En el momento en que vi la expresión de profunda reflexión, completamente inesperada, sobre el rostro que esperaba, mi enojo se calmó y la curiosidad asomó. Killian solo miraba la puerta con una expresión de desesperación, sin atreverse a tocar.

Levantó la mano como para tocar, pero la dejó caer sin fuerzas. Estuvo de pie así un buen rato, cuando escuchó que la puerta principal se abría abajo, se alarmó mucho y finalmente movió los pies que estaban pegados a la alfombra.

No hacia adelante, sino hacia atrás.