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Rezo, para que me olvides - Capítulo 121

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Pensábamos partir en cuanto amaneciera al día siguiente, pero no pudimos.

 

—Uhh…

—¿Te duele mucho?

 

La menstruación se había adelantado diez días.

 

—Te daré más morfina.

—No, no me duele.

 

Debo guardarla. No sé cuándo la necesitaré y ya no se puede conseguir en ningún sitio.

Tenía que guardarla hasta que cruzáramos el frente y llegáramos a una ciudad donde pudiéramos conseguir provisiones.

‘El día de la partida se retrasó unos días más.’

Me siento cansada y lavar es difícil, así que estaremos atrapadas aquí hasta que termine mi período.

 

—Ah… este no es el momento para esto……

—No suspires. Es bueno que tengamos la oportunidad de lavar la ropa gracias a esto.

 

Aunque era natural sentir ansiedad porque el plan había cambiado, Killian no mostró ninguna señal de ello y hasta bromeó diciendo que era una suerte poder ponerse al día con la ropa sucia.

 

—También ganamos tiempo para que esto se cure.

 

Se sentó a mis pies y desenvolvió la venda que tenía en el pie. Como no había caminado mucho ayer, estaba en mejores condiciones que anteayer, pero a sus ojos parecía como si le hubieran cortado la carne, ya que aplicó una gruesa capa de ungüento precioso y suspiró profundamente.

 

—Me dijiste que no suspirara.

 

Me masajeó el pie y sonrió con vergüenza.

 

—Todo salió bien, pero estoy triste por el bebé.

—Ah…

 

Así que suspiró porque no pudimos concebir.

 

—Cuando crucemos el frente y estemos en nuestra tierra, intentémoslo de nuevo.

—¿Hay prisa? Cuando lleguemos a tu casa, tenlo. Así podrás estar tranquila…

 

No pude seguir hablando. La expresión de Killian no podía ocultar su ansiedad.

‘¿Todavía? ¿Fue tan impactante que actuara como si fuera a abandonarte en cualquier momento? ¿No es suficiente decir que quiero un hijo, que te quiero, y llamarte por tu nombre?’

Me esforcé por encontrar una estrategia brillante para calmar la ansiedad de este hombre, pero solo se me ocurrían métodos similares, ninguna solución grandiosa.

‘¿Por qué yo tampoco sé nada de esto?’

Frustrada, mi mente se dirigió a una pregunta que me había surgido brevemente ayer.

 

—¿No fui amada en mi pasado?

 

La mano que masajeaba mi pie se detuvo. Los ojos de Killian, que me miraban, mostraban pura consternación.

 

—¿Por qué pensaste eso?

 

Porque disfruté de tu ansiedad como mi alivio.

 

—Que todavía pueda tocar el violín es porque mi yo del pasado aprendió a tocarlo, ¿verdad?

—Así es.

—Siento que sé tocar el violín, pero no sé amar. Eso significa que mi yo del pasado nunca aprendió a amar.

 

¿Acaso uno no aprende a amar al ser amado?

Era una pregunta cuya respuesta ya era obvia por mi lógica impecable, pero Killian no respondió ni «sí» ni «no». Solo me miró con ojos tristes y perplejos, y desvió la conversación.

 

—Dayna, no creo que no sepas amar. No tiene sentido, tu existencia misma es amor.

—Killian, sabes que no puedes mentirme ahora, ¿verdad? Desviar el tema también lo consideraré una mentira.

 

Fue solo cuando recurrí a mi último recurso que él respondió con sinceridad.

 

—Escuché que tus padres te dejaron con tu abuela por circunstancias. De todos modos, es tu familia, así que no quiero hablar mal de ellos…

—¿Mi abuela me maltrató?

 

Como le costaba decirlo, lo hice yo por él, Killian asintió con la cabeza.

‘El recuerdo de mi abuela abofeteándome era real.’

Así se confirmó que otro recuerdo era verdadero.

 

—Dayna.

 

Parecía pensar que mi silencio y mi aturdimiento se debían a la tristeza. Killian me tomó el rostro con ambas manos y me hizo mirarlo.

 

—Ya pasó. Y ahora estoy yo a tu lado. Nunca más dejaré que nadie te lastime. Nunca más…….

 

Mientras se reafirmaba en su decisión, bajó la mirada que me estaba confrontando. Como si se arrepintiera de un error. Debía estar pensando en el Mayor Falkner. Rápidamente cambié de tema.

 

—Lo sé. Solo quería saber por qué no sé amar. Es una pena que hayas conocido a una mujer torpe en el amor.

—¿Una pena…? No importa cómo ames, para mí es más que suficiente que me ames.

 

¿Será verdad?

 

—¿Incluso si intentas verificar el amor fingiendo no amar?

 

Como últimamente.

 

—Es mi culpa que te hiciera dudar de mi amor.

 

De nuevo bajó la mirada, y yo, al verlo presa de la culpa, lo acerqué de golpe y lo besé.

 

—Ya no dudaré.

 

En realidad, más que dudar de su amor, yo solo quería ver una y otra vez cómo él, que siempre era como un lago en calma, actuaba como un mar embravecido solo para mí.

 

—Solo exprésame mucho, mucho amor. Aunque ya lo haces, más, más. Hasta que me ahogue.

—Con gusto.

 

Killian me llenó de besos hasta ahogarme y luego me abrazó tan fuerte que me asfixió, y así nos acostamos.

 

—No te preocupes, yo estoy aquí, así que cierra los ojos.

 

Le hice caso, me deshice de todas las preocupaciones y cerré los ojos, y me dormí con el sonido de su respiración y los latidos de su corazón como nana.

 

—Mmm… ¿Killian?

 

Cuando abrí los ojos de nuevo, él no estaba a mi lado.

 

—¿Killian?

 

Abrí la puerta de la habitación y lo llamé, pero no hubo respuesta. La granja estaba tan silenciosa y oscura que de repente me entró miedo. No quise seguir sola allí, así que me apresuré hacia la entrada y agarré el picaporte.

Sin embargo, no había perdido la razón como para salir corriendo sin antes revisar el exterior, así que abrí las gruesas cortinas de la ventana y miré hacia afuera.

Pasado el mediodía, el patio, donde las sombras eran cortas, estaba vacío. Ni siquiera la persona que debía estar allí.

Abrí la puerta en silencio y salí al patio.

 

—¿Killian?

 

Me asomé por el edificio más cercano y lo llamé en voz baja, pero él seguía sin responder. Esta mañana, por muy bajo que le hablara, incluso si lo hacía detrás de una puerta cerrada, el hombre había venido corriendo de inmediato.

‘¿Adónde se fue sin decir nada? ¿A-acaso le pasó algo malo mientras dormía?’

Mis piernas empezaron a temblar, no pude seguir caminando y me pegué a la pared del granero, mirando a mi alrededor y llamándolo un par de veces más. Justo cuando lograba pasar frente al granero apoyándome en la pared, escuché la voz que había estado buscando desesperadamente desde el interior del granero, cuya puerta estaba abierta.

 

—Dayna, no te muerdas los padrastros.

 

Saqué el dedo índice de mi boca y miré a un lado, el hombre estaba colgando ropa mojada en una cuerda que atravesaba el granero.

 

—Luego te corto las uñas.

 

Tan pronto como sentí alivio, me enojé mucho.

 

—Eres malo.

—¿Yo?

 

La camisa de dormir limpia que el hombre tenía en la mano se cayó al suelo. No era de extrañar que se sorprendiera. La palabra «malo» no le quedaba a ese hombre.

 

—Escuchaste que te llamaba y no me respondiste a propósito, ¿verdad?

—Si te refieres a eso, soy un demonio sin excusa.

 

Killian se acercó a mí, que estaba de pie en la entrada con los labios fruncidos, y sonrió avergonzado. ¿Acaso había deseado tanto escucharme pronunciar su nombre?

Presionó sus labios contra los míos y me limpió las lágrimas que se habían acumulado en el rabillo de mis ojos en ese breve momento en que él no estuvo. Todo el tiempo se veía apenado, pero a la vez tan emocionado.

Este hombre es igual que yo. Yo también tengo que expresarle mucho, mucho amor.

 

—Killian, mi amor.

 

Abrazando fuertemente por la espalda al hombre que recogió mi camisa de dormir polvorienta y la volvió a tirar al cesto de la ropa, froté mi cara con fuerza en su ancha espalda. Sentí cómo su pecho se inflaba tanto que, aunque estirara mis brazos al máximo, me costaba abrazarlo.

 

—Dijiste que era malo…

 

Con sus palabras señalaba mi incoherencia, pero su voz estaba llena de alegría.

 

—Dayna, mi amor.

 

Killian se giró y me abrazó. Un olor acre a jabón emanaba de su cuerpo. Siendo una granja en una remota zona montañosa, seguramente era jabón barato, pero mezclado con su aroma corporal, en lugar de ser fuerte, olía como perfume. Al olerlo, mi mente se sentía mucho más en paz que con el aroma a lavanda que tanto me gustaba. Confiada, me comporté como una niña mimada.

 

—¿Sabes lo sorprendida que me quedé cuando me desperté y no estabas? Si esto también fue a propósito, eres realmente malo.

 

Aun sabiendo que me había dejado sola por necesidad para lavar la ropa. Él, lejos de sentirse incómodo con mi comportamiento de niña mimada, parecía disfrutarlo.

 

—¿No te duele? El efecto del medicamento ya debería haber desaparecido.

—Mejoró después de dormir.

 

En realidad, me sorprendí tanto al abrir los ojos que no tuve tiempo de sentir dolor.

 

—Aunque no te duela, ¿tienes hambre, verdad? Vamos a almorzar.

 

Nos tomamos de la cintura y caminamos lado a lado hacia la granja. Era mi turno de entrar primero y que él me siguiera, pero no se escucharon pasos detrás de mí. Me di la vuelta y Killian estaba mirando la entrada de la granja.

 

—¿Por qué…?

 

Tan pronto como giré la mirada hacia allí, supe la razón. Dos hombres corrían apresuradamente por el camino de tierra, huyendo. Por sus peinados y ropa, eran monjes. La parte trasera de uno de ellos me resultó familiar, parecía ser el mismo que nos había llevado ayer. Lo intuí.

‘…Nuestra identidad fue descubierta.’

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