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Rezo, para que me olvides - Capítulo 102

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  4. Capítulo 102
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Esperaba que él lo reconociera con una sonrisa torcida, pero el Mayor frunció el ceño de golpe.

 

—¡Tonterías! Si lo hiciera, yo también sería cómplice.

—Entonces, ¿por qué me está contando todo esto?

—Para salvarte.

 

¿Salvarme a mí…? El Mayor seguía diciendo cosas que no le correspondían, difíciles de entender.

 

—¿Quieres vivir?

 

Si el temblor de mi mano que sostenía el informe fue la respuesta, el Mayor no esperó mi contestación.

 

—Entonces, denuncia a ese demonio de Falkland. Esa es la única forma de que vivas.

 

¿Denunciarlo a él…?

 

—Tienes hasta el mediodía de mañana. En la mañana, yo entregaré este informe a mis superiores. Entonces, alrededor del mediodía, se emitirá una orden de arresto. Si no lo denuncias tú misma a la comisaría antes de eso, tú también serás ejecutada junto a él.

—……

—¿No puedes hacerlo?

 

Abrí la boca, pero no pude dar ninguna respuesta, solo jadeaba con dificultad.

 

—Claro, aún lo llamas ‘esposo’ a pesar de saber qué clase de tipo es. No me extraña.

 

El Mayor me miró con desprecio puro y chasqueó la lengua.

 

—Reacciona. El Gran Ataque de Lenningen, que te dejó inútil, no habría ocurrido si no fuera por el espionaje de tu supuesto esposo. Tu esposo, a quien amas, te hizo eso. ¿Aun así no sientes rabia?

 

El Mayor observó mi rostro y, al no ver señales de enojo, volvió a chasquear la lengua.

 

—Estás como una fanática.

 

No es que no sintiera rabia. Era solo que sentía tantas cosas a la vez que no sentía nada en absoluto.

 

—Piensa bien. ¿Él se sentiría arrepentido? No, se sentiría feliz. Porque el hecho de que era un espía y que te convirtió en una asesina desapareció de tu mente. Por eso, él te mantuvo a su lado, tan descaradamente, y te usó para encubrir su identidad una vez que volviste a ser una «página en blanco». Si no fuera por eso, ¿por qué no se habría deshecho de una mujer inútil? ¿Por amor?

 

El Mayor resopló.

 

—¿Dónde hay un hombre que le pide a la mujer que ama que cometa un asesinato en su lugar? Y ¿por qué te lo pidió precisamente a ti? Seguramente, si lo descubrían, podría alegar que lo hiciste sola y, mientras te fusilaban, él se escaparía tranquilamente. Tú ni siquiera eres de su misma raza, ¿qué le importaría si mueres o no?

—……

—Ese demonio solo te puso la atadura del matrimonio para explotarte como ganado.

 

El Mayor habló como para sellar la verdad en mí, que seguía confundida y sin saber qué sentir.

 

—Eres para él una máscara para hacerse pasar por Highlandés, una marioneta que puede usar de noche, un chivo expiatorio para salvar su vida. Eres solo eso. Ah, hay una cosa más, casi lo olvido.

 

El Mayor añadió:

Un boleto para escapar.

 

—Admítelo. No vas a mudarte sola de Eissental, ¿verdad? Ese tipo astuto te habrá dicho que escaparan juntos por este camino, ¿no?

 

No respondí, pero el Mayor me miró con insistencia y torció la boca.

 

—¿También te mencionó ir a un país extranjero?

 

Pareciendo haber encontrado una respuesta en mí nuevamente, la boca del Mayor se torció aún más.

 

—¿Qué país crees que sería?

 

Falkland, seguramente.

 

—Como lo conoces bien, te sentirías incómoda dejándolo con vida en esta tierra. Así que, es obvio que en cuanto escape de este valle con tu ayuda, te matará porque ya no le serás útil.

 

No, no podría hacer algo así… Pero, ¿cómo puedo estar segura de que él no lo haría? Yo no lo conozco.

 

—Aunque te lleve a su país natal porque le agradas, es cuestión de tiempo antes de que te abandone. Si revela la ubicación del Primer Ministro, se convertirá en un héroe en esa tierra de demonios, y las mujeres se le echarán encima, es obvio. Por muy hermosa que seas, para él, ser una mujer del país enemigo solo sería un estorbo para su ascenso, así que querrá deshacerse de ti pronto.

 

Las mujeres… una mujer. Una mujer en su país natal.

 

—Habría regresado a casa.

 

Esa mujer.

 

—Rize Einemann, él no te ama. Solo te está utilizando. Entonces, ¿Qué hará él contigo cuando ya no tengas valor de uso?

 

Me abandonará.

Y se irá con Dayna.

 

—¿Por casualidad…?

—¿Qué? No lo ocultes, dilo.

—…¿No había otro cómplice?

 

Mientras escuchaba al Mayor, finalmente expresé la duda que me atormentaba.

 

—¿Cómplice?

—Un hombre, más o menos de tu edad……

 

Los ojos del Mayor se entrecerraron. El brillo en su mirada era tan agudo que supe que no estaba escuchando algo nuevo para él, sino que yo había sacado a colación algo que él sabía, pero que yo no debía saber.

 

—Y una chica joven.

 

Pensé que esto también sería cierto, pero esta vez el Mayor me miró como si lo escuchara por primera vez.

 

—No sé de ninguna mujer, pero el hombre sí es correcto. Dicen que el falso Johann Lenner tenía un hermano, que él también está desaparecido. Suponemos que también es un espía. Pero, ¿cómo lo sabes? Todavía no has leído hasta esa parte.

 

El Mayor miró el informe que yo sostenía, a medio leer, luego volvió a lanzarme una mirada de sospecha.

 

—¿Lo recuerdas?

—No. Solo que Johann…… me dijo que había alguien con quien vivía antes……

 

Tuve que mentir. Si decía que lo había recordado, nunca me creerían que no recordaba el resto.

 

—¿También había una mujer? ¿No escuchaste nada más?

—Eso fue todo.

—Hmm…… Eso lo averiguaremos cuando interroguemos a ese tipo mañana. Debería anotarlo.

—¡Oh!

 

El Mayor había disipado sus sospechas, y yo, absorta en mis pensamientos, di un brinco y me eché hacia atrás en el momento en que una mano se acercó bruscamente a mi vista. Pero el Mayor no me agarró la muñeca, sino el informe que yo sostenía.

 

—Qué miedosa. Aunque soy una persona poco confiable, ¿creíste que te arrestaría inmediatamente después de prometerte que te salvaría?

 

El Mayor se burló de mí, que temblaba, y sacó un bolígrafo.

 

—Ah, claro, si no lo denuncias antes del mediodía de mañana, también te arrestaré.

 

Luego, garabateó algo en el informe y me advirtió de nuevo:

 

—»Mi esposo parece ser un espía. Intenta huir conmigo a Falkland». Solo tienes que decir eso en la comisaría.

 

Después de terminar la nota, el Mayor guardó el bolígrafo, volvió a meter el informe bajo el brazo y, de repente, cambió, empezando a interrogarme como un detective, mientras yo seguía confundida.

 

—¿Te dio veneno y te dijo que lo mezclaras con la inyección? ¿Sabías que era veneno? ¿Sabías que él era un espía cuando te casaste? ¿Sabías que era traición cuando participaste?

—N-no recuerdo nada.

—Bien. Cuando te arrastren para interrogarte, responde solo eso. Después, yo me encargaré de todo. Confía solo en mí. ¿Entendiste?

—……

—¿Por qué no confías un poco ahora?

 

El Mayor finalmente chasqueó la lengua, porque yo no confiaba en él a pesar de que sus palabras resultaron ser ciertas, y luego me explicó detalladamente qué era lo que «se encargaría». Tan detalladamente que me sentí avergonzada de que me dijera tales cosas.

 

—Mientras tú guardas silencio, yo le sacaré una confesión a ese tipo. Dirá que no sabías que tu esposo era un espía. Que él mismo cambió la jeringa en medio del proceso y que tú solo inyectaste sin saberlo. Por supuesto, no firmará una confesión voluntariamente, pero hay muchas maneras de convencerlo.

 

Quería decir que lo obligaría a dar una confesión falsa por cualquier medio.

 

—No te preocupes por cómo vas a sobrevivir si tu esposo muere, ni nada por el estilo. Hicimos una apuesta, ¿recuerdas? Si yo tenía razón, vendrías conmigo. Significa que yo me haré cargo de ti.

 

El Mayor finalmente reveló la razón por la que estaba haciendo cosas tan arriesgadas para salvarme. Al final, no se desvió ni un ápice de su verdadera naturaleza lasciva.

 

—¿Dónde has visto un caballero que rescata a una princesa secuestrada por el enemigo y luego la abandona?

 

Me comparó con una princesa, pero la forma en que me miraba el cuerpo y se relamía los labios no era la de alguien que tratara a una princesa.

El Mayor lo negó, pero al final, su propósito era el que yo pensaba. Mi cuerpo como precio a cambio de salvar mi vida.

 

—Escúchame bien. El día que seas mía, me llamarás por mi nombre. Por supuesto, no te follaré como una perra, sino que te trataré como mi esposa. Así que ven conmigo sin preocupaciones.

 

Decía que me trataría como a su esposa, pero eso era solo una fachada. Seguramente yo sería solo un trofeo ganado en una batalla contra el enemigo. ¡¿Que el único camino para mí es un hombre que ni siquiera me tratará como un ser humano?!

 

—Es natural que estés confundida. También es natural que no puedas decidirte de inmediato. Por eso te estoy dando tiempo. No es para que ganes tiempo para escapar.

 

El Mayor dijo algo como si hubiera leído mi mente, que buscaba desesperadamente otra forma de sobrevivir.

 

—¿Crees que podrás escapar de aquí con el permiso de tránsito? No será válido hasta el domingo, tú serás arrestada mañana. Cruzar la montaña, con la fuerte vigilancia que hay, es un suicidio. ¿No es mejor vivir conmigo que morir? Sé que es demasiado pedirle a tu mente dañada, pero esta vez, piénsalo con sensatez.

—…….

—Pero no te conté esto sin tener un plan. En cuanto vea la más mínima señal de que estás intentando algo, ese tipo será arrestado. Así que, en tu despedida con tu falso esposo, no le digas que descubriste que es un espía y que debe escapar.

 

Así, el Mayor se dio la vuelta solo después de haberme cerrado todas las salidas, dejándome un único camino para sobrevivir.

 

—Ah, para la despedida, solo salúdalo con la mano. No muevas el culo ni la verga de ese tipo.

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