Mi apacible exilio - 36

Un silencio tenso se cernió en el aire. Tenet parpadeó lentamente, sin ofrecer respuesta. Recordando mis propias palabras cortantes de antes, me contuve de presionarlo, simplemente observando. Incluso cuando nuestras miradas se encontraron, él apartó la vista rápidamente como si estuviera preocupado. Luego arrancó de mis manos el pequeño y negro bulto de pelusa maullador.

—No fue nada grandioso. Solo un patrullaje.

—¿Pero fue algo?

—Sí.

Sus dedos, escondidos bajo la mesa, se curvaron involuntariamente. La fugaz imagen de la bestia demoníaca con aspecto de perro cruzó por su mente.

—¿Fue por lo que discutimos antes? ¿Dijo algo el Barón?

—No. No estaba relacionado con eso.

—Entonces, ¿de qué estuvieron hablando durante tanto tiempo?

—El reciente incidente del portal. Me estuvieron interrogando sobre cómo se manejó.

Esto no era inesperado.

—Preguntaron si se escaparon bestias demoníacas menores. Les dije que no.

—….

—… ¿Has estado esperando mucho?

Negué levemente con la cabeza en lugar de responder.

—Cuéntame sobre la bestia demoníaca que atrapaste.

—Como sospechábamos, era pequeña. Y no fue atrapada, escapó.

Su mirada cayó sobre Roy, que yacía en el suelo, con un atisbo de desdén en su voz. Fingí no darme cuenta, mi mirada lo instó a continuar.

—Era más débil de lo esperado, lo que significa que es probable que ya sea parte de un grupo más grande.

—Tengo una pregunta. ¿Pueden los animales terrestres y las bestias demoníacas cruzarse?

Conversaciones pasadas con él habían destrozado muchas de mis nociones preconcebidas, así que me aventuré a preguntar.

—No. Es similar a los humanos. La energía demoníaca que emana de la bestia demoníaca generalmente mata primero al animal.

Mi mirada ahora siguió la suya hacia Roy. Tenet lo observó conmigo antes de hablar.

—En raras ocasiones, es posible con espíritus porque sus esencias son similares.

—¿Esencias?

—’Energía demoníaca’ es en realidad una fuerza mágica muy potente. Técnicamente, es energía mágica contaminada por el reino demoníaco.

—¿Así que los espíritus son menos afectados por la contaminación?

—Relativamente. Aun así, es una ocurrencia rara. Asentí lentamente, absorbiendo la información. Los espíritus están compuestos de elementos, o más precisamente, la energía mágica que une esos elementos.

—Ahora que lo pienso, incluso si Roy es un híbrido, apenas exhibe rasgos monstruosos. Las bestias demoníacas suelen exudar energía demoníaca que devasta sus alrededores.

—Sí.

—¿Las bestias demoníacas que han estado en la superficie por un tiempo son diferentes?

—No estoy seguro. He visto algunas que han sobrevivido por un tiempo, pero generalmente no son diferentes de las que acaban de emerger del arco.

‘Debe haber artículos de investigación dedicados a las bestias demoníacas en alguna parte. Probablemente en la torre mágica.’

—Si yo fuera maga, estaría investigando la energía demoníaca con entusiasmo.

—¿Es un campo tan interesante?

—¿Interesante? Es prácticamente territorio inexplorado. La exposición prolongada a la energía demoníaca puede enfermar a las personas o……

Hice una pausa, tragando saliva.

—¿Es cierto que pueden explotar?

Impasible, Tenet respondió tan tranquilamente como siempre:

—Debido a que es una fuerza mágica tan vasta, el cuerpo humano no puede resistirla y a veces explota. Son principalmente los magos los que mueren de esa manera.

—Los magos tienen una mayor capacidad para la magia que la gente común.

—Sí. Así que se apresuran descuidadamente y explotan.

‘Tú la resistes muy bien, sin embargo. ¿Qué eres?’

La forma casual en que hablaba de entrar y salir de portales era alarmante, incluso después de escucharlo directamente de él antes. Rebusqué en la información que había leído. Un texto antiguo mencionaba que los sacerdotes con poderosa energía sagrada podían combatir la energía demoníaca. Aparentemente escuchando mi tranquila meditación, Tenet respondió con calma:

—Eso es correcto.

—… La energía sagrada se ha perdido durante bastante tiempo. Desde que el primer emperador derrotó al rey demonio, desde que el dios principal dejó de responder a las llamadas del papa, desde la caída ignominiosa del Reino Sagrado. Abundan las teorías sobre el momento exacto, pero una cosa es cierta: los sacerdotes con energía sagrada están prácticamente extintos. Lo miré fijamente, absorbiendo mis palabras en silencio. Él había desafiado constantemente todas mis expectativas.

—… ¿Tú también tienes energía sagrada?

—No.

Tenet respondió de inmediato. No estaba segura de si sentirme aliviada o no. Mientras lo miraba con incertidumbre, continuó:

—Estrictamente hablando, no ha desaparecido por completo. Hay individuos raros que reciben un leve rastro de energía sagrada.

—No.

—… Entonces cómo… estás… Es decir, ¿estás bien?

Tenet parpadeó plácidamente, como si considerara la pregunta por primera vez.

—No estoy seguro.

—¿Alguna vez ha habido alguien más que pudiera resistirla como tú, sin energía sagrada?

—Lo hubo. Un mago llamado Ismael.

—¿El mago que fue jefe de la torre mágica hace dos generaciones?

—Sí.

—¿El que se volvió loco en sus últimos años y masacró a docenas de magos antes de morir?

Recordé algo que había leído.

—Locura.

—¿Qué? ¿Qué más no sé? ¿Hay más en la historia?

Sus ojos azules, antes indiferentes, se encontraron con los míos, suavizándose con una luz gentil.

—Por lo que tengo entendido, fue la secuela de haber sido lavado el cerebro por el Reino Sagrado. Aparentemente, Ismael intentó forzar su entrada al reino demoníaco para hacer algo.

‘Es comprensible que se volviera loco. Es un pedazo masivo de energía mágica contaminada.’

Era una historia fascinante. Desde que llegué, había estado tan absorta que me había perdido en una ráfaga de preguntas. Entonces, la conclusión era que Tenet era incluso más un enigma que Roy.

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Perdida en nuestra conversación, el tiempo se nos escapó. Una luz tenue tocó la ventana oscurecida, señalando la llegada del amanecer. Miré al gato acurrucado a mis pies. Bostezando suavemente, volví a hablar.

—Nos hemos desviado completamente del tema. Entonces, ¿qué vas a hacer?

—¿Sobre qué?

—Las bestias demoníacas. ¿Estás planeando exterminarlas?

La breve calidez en sus ojos se desvaneció, volviendo a su sequedad habitual.

—Ahora sería el momento oportuno para erradicarlas.

—Así que te está molestando. Asegúrate de ser debidamente compensado.

—… ¿Compensado?

—Sí. Si no estás seguro de lo que quieres, considéralo una deuda. Es un territorio pequeño, pero podría serte útil algún día…

—No se lo diré al Barón.

Parpadeé, momentáneamente aturdida.

—No hay necesidad de compensación.

—Bueno… está bien. Aun así, podría ser un problema si el Barón se entera. Podría estar incluso más disgustado que esta vez.

—….

—Ya no eres parte de la Orden…

—Lo sé.

Su respuesta casi alegre me dejó un poco desconcertada.

—Solo investigaré por ahora.

—Si es solo una investigación, ¿no sería mejor decírselo?

—No creo que lo reciba bien.

Me imaginé al anciano terco con la expresión severa que se había impreso de forma tan breve, pero intensa, en mi memoria. Incluso el señor más solitario y obstinado no rechazaría una oferta de ayuda con la exterminación de bestias demoníacas. Pero la inquebrantable determinación de Tenet hacía que incluso cuestionarlo pareciera intrusivo. Claramente, no había necesidad de sermonearlo sobre etiqueta entre señores. Simplemente dije: —Nada te pasará.

Como si leyera mi mente, Tenet dijo:

—No tienes nada de qué preocuparte.

Honestamente, no me gustó ser leída tan fácilmente. Le lancé una mirada.

—Por qué me traes a esto… Haz lo que te plazca.

Él repitió:

—La dama no tiene por qué preocuparse.

‘Ojalá fuera completamente independiente o completamente obediente.’

‘Si le dijera que entregara todo su dinero y se fuera, probablemente se vería decepcionado, pero aun así lo colocaría obedientemente en mis manos.’ La divertida imagen me hizo sentir repentinamente cansada.

—Me voy a la cama.

—Te escoltaré.

En lugar de rechazar su oferta excesivamente atenta, recogí mi libro y me levanté. La puerta se abrió con un crujido, revelando el pasillo tenue.

—Debes estar agotado después de no dormir nada.

Me disculpé por mantenerlo despierto.

—Está bien. No necesito tanto sueño como otros.

Recordé que había dicho que le disgustaba quedarse en lugares con puertas. Me pregunté a dónde iría después de escoltarme.

—Vuelve y descansa. Lamento haberte asustado antes.

—Dijo, al verme inmóvil en el umbral. Finalmente entré.

—Tú también.

No pude obligarme a decirle que durmiera bien.

—Descansa bien.