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Mi Amado, A Quien Deseo Matar - Capítulo 324

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  4. Capítulo 324
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Primero, él levantó la manta para revisar la zona de la cirugía. Sus ojos se arrugaron involuntariamente al ver el muslo, firmemente vendado, que estaba terriblemente hinchado. Y qué decir de sus mejillas hundidas, como si la batalla contra la muerte hubiera sido agotadora.

El médico había dicho que la lucha aún no terminaba. La buena fortuna seguía siendo necesaria.

Edwin colocó el trébol de cuatro hojas, que había estado envuelto en su mano como un rosario, en el hueco cóncavo justo debajo del cuello de Giselle, entre sus clavículas, y luego envolvió el collar alrededor de su delgado cuello. Como el aro se había roto, tal vez al esquivar el bombardeo, puso el cierre en la cadena.

Podría haber retirado su mano, pero el pulso latiendo bajo la piel rosada en el borde del cuello, donde colgaba la cadena, era un espectáculo tan agradable que lo acarició suavemente con la punta de sus dedos.

 

—Ung…

 

En ese instante, Giselle gimió. Sus pestañas revolotearon como si fuera a abrir sus ojos cerrados, y ella levantó la mano que colgaba sin fuerzas. Estaba despertando.

Hubo un tiempo en que él iba a despertar a Giselle en la terraza Magnolia por la mañana. Incluso si él abría la puerta del dormitorio, corría las gruesas cortinas y abría la ventana para dejar entrar la luz y el aire frío del amanecer, la dormilona permanecía tranquilamente dormida.

Giselle solo despertaba cuando Edwin se metía bajo la misma manta y la tocaba. Ung, gemía y giraba la cabeza hacia él como ahora, levantando sus pesados párpados apenas un hilo, como si fuera a volver a cerrarlos en cualquier momento.

Aún quedaba camino por recorrer, pero sentía como si hubiera recuperado aquellos días tranquilos que estuvieron a punto de serle arrebatados para siempre. Edwin se inclinó hacia Giselle y abrió sus labios con una leve sonrisa, pero fue interrumpido antes de poder pronunciar su primera palabra.

‘Quítate de en medio’

Un rufián se interpuso. Pero por ahora, es el salvador de Giselle. Edwin advirtió que sería solo por esta vez y se hizo a un lado.

 

—¿Por qué me buscaste…?

 

Lorentz tampoco pudo terminar la frase. Fue porque Giselle se abalanzó sobre él, lo agarró con ambos brazos y lo atrajo para silenciarlo con sus labios. Sus labios secos y ásperos se pegaron a los suyos con fervor.

Natalia me ha besado primero.

Lorentz sintió miedo. No podía temblar libremente, no fuera a ser que la perdiera. Incluso contuvo la respiración, rogando que este beso nunca terminara.

 

—Te amo, Edwin…

 

Sí, no debió terminar nunca. Pero, una vez más, no era suyo. Los labios que sintieron el beso eran de otro, e incluso el corazón que se aceleraba y se congelaba siguiendo sus emociones, al final, también era de otro.

Qué fastidio.

Siente cómo la fuerza se escapa de él. Como un castillo de arena sostenido a la fuerza se derrumba con una ráfaga de viento, como una marioneta cuyo dueño ha soltado las cuerdas se desploma.

Solo queda un caparazón vacío. No, dado que nunca tuvo un caparazón para empezar, ahora no queda nada. Solo es un espejismo llamado Lorentz. E incluso ese nombre se dispersará en el viento en el momento en que el espejismo desaparezca, y será olvidado para siempre.

Incluso si llega un día más, no se le puede llamar vida. Él ni siquiera puede existir. Entonces, ¿qué sentido tiene el mañana?

Lo único que le queda es una decisión.

Lorentz le confesó a la mujer que había vuelto a caer dormida por el efecto del medicamento.

 

 

Natalia, lo siento.

Lo siento.

En realidad, te lo sentí desde el principio, pero nunca lo reconocí.

Odiaba a las personas que tenían cosas que yo no podía conseguir, solo por haber nacido. Actuaba como si, al no haber sido bendecido, tuviera el derecho innato de maldecirlos.

La superioridad hervía en mi interior en el momento en que pisoteaba a un humano. Solo así podía olvidar mi propia inferioridad.

Cuando la gente se daba cuenta de mi existencia, mi corazón parecía estallar por un regocijo más ardiente y frágil que eso. Solo podía demostrar que existía cuando un humano real reaccionaba a mí de alguna manera.

El humano más cercano a mí, de hecho, me negó. Nací de Edwin Eccleston. Esta es una verdad que incluso él no debería negar. Y sin embargo, mi creador nunca me reconoció.

Natalia, ¿cómo te habrías sentido si tus padres te hubieran dicho que naciste por accidente?

*¿Estás harta de que vuelva a culpar a tu amante? Yo también lo estoy. *

De todos modos, el odio nunca desapareció por mucho que atormentara a los humanos. Porque el hecho de que esos humanos, que se lastimaban, enloquecían y morían por unas pocas palabras mías, eran superiores a mí, no cambiaba.

Así que buscaba al siguiente humano para desahogarme, sentía una inferioridad eterna a partir de una superioridad fugaz, me enojaba, y por eso, me desahogaba de nuevo…

Como un adicto que se inyecta una aguja sabiendo que lo matará. Lo pienso así ahora, pero en ese momento no sabía que esa mierda me acabaría matando.

Y entonces te conocí.

En ese momento, parecías un objetivo tan perfecto que todas las cosas que había encontrado hasta entonces me resultaban triviales. Porque no eras solo un objetivo, sino también un arma.

Si te destrozaba, mi creador también sería destrozado en pedazos. Por un lado, eras una sanguijuela como yo, pero tú eras amada por tu creador. En ese sentido, me resultabas increíblemente adorable, y te odiaba tanto que quería matarte.

Pero, ¿Cómo es que todo desapareció y solo quedó este amor demente…?

Esperaba sentir solo superioridad o regocijo, como con otros humanos, al controlarte y pisotearte a mi antojo. Tal vez sería mucho más intenso y duradero, pero la esencia de la emoción sería la misma. Me equivoqué.

Así que esto es el amor…

Lo único que aprendí sobre el amor fue hurgando en los recuerdos de Edwin Eccleston. Como la sensación del helado derritiéndose en la lengua. Ese no era el helado que yo comía, ni el amor que yo experimentaba.

Aunque tú tampoco me diste amor.

Nadie está satisfecho creyendo que tuvo un amor hermoso solo después de pasar la última página de un libro de amor. Uno desea la felicidad eterna de los protagonistas y anhela tener un amor así.

Así como la sed se vuelve más insoportable por el alivio fugaz saboreado con agua salada.

¿Qué podía esperar yo cuando, por un momento, me convertí en el protagonista? Después de experimentar de primera mano lo que se siente al recibir amor de ti, la ambición de ser amado como yo, no como Edwin Eccleston, creció sin control y me consumió.

Pensé que no tenía tales deseos. Simplemente me había resignado desde el principio porque no tenía esperanza.

Pero cuando me di cuenta de que te deseaba a ti como ser humano, no como un objetivo a destrozar ni como un medio para destrozar a otros, ya había cometido crímenes que hacían que eso fuera imposible para siempre.

Sé que hice mal. Lo hice porque era un error. No es que no supiera que era un pecado, sino que no lo admitía.

Estaba equivocado. Lo arruiné todo. Corté la única cuerda de salvación que me había sido arrojada con mis propias manos, a pesar de que solo podía confiar en mí mismo, y me encerré para siempre en este pozo de soledad. Me resultó increíblemente difícil admitir esto…

Porque llegué a odiarme hasta querer morir. Todo el mundo me odia, y si hasta yo me odiaba, no habría razón para vivir. Y hasta ese momento, quería vivir.

Natalia, si lo hubiera admitido, ¿podría haber cambiado algo entre nosotros?

Dime que no.

Dime que nunca tuve una oportunidad.

La idea de que hubo una oportunidad ahora es un veneno. Y es una mentira, ¿no es así?

No pude hacerlo ni siquiera cuando actuaste como si me dieras amor si admitía mis errores, porque se sintió como una trampa. Sentí que en el momento en que confesara mis pecados, me condenarías a muerte en lugar de perdonarme. No tenía fe en que me perdonarías.

Al final, yo tenía razón.

No te estoy culpando. Tampoco estoy tratando de dar lástima para que me perdones.

El arrepentimiento y la disculpa que buscan el perdón son impuros en sí mismos. Por eso, me estoy arrepintiendo y disculpando sin esperar nada a cambio.

En realidad, hay algo que sí deseo. Que seas libre del dolor que te causé para siempre.

Lamentablemente, solo después de sufrir tu venganza sentí cuán profunda era la herida dentro de ti. Por supuesto, en ese momento, estaba tan absorto en mi propio dolor que no me importabas. Me di cuenta después, al reflexionar sobre ese día.

También noté algo más al observarte. Tu venganza no te dio total satisfacción. ¿Crees que eres mala? Que pienses eso es prueba de que no eres del todo mala.

Ahora te sentirás incómoda, como si tuvieras una deuda, porque te salvé la vida a pesar de que me deseaste la muerte.

Natalia, apréndetelo: solo me devolviste lo que recibiste. Merezco lo que me pasó y tú hiciste lo correcto. ¿Por qué te sientes mal por mí?

¿Eh? ¿Por qué te molestas por un psicópata con una personalidad retorcida, un mentiroso patológico que disfruta de la sofistería y de cambiar de opinión, un desvergonzado que no se siente mal por dañar a otros, un vago inútil que solo sabe mover la boca para matar gente, y un maleante que holgazanea sin ambiciones ni planes para el futuro?

Usarte en mi pelea con Edwin Eccleston y volverte a usar para desahogar mi soledad y mi rabia. ¿No fue absurdo que yo me sintiera agraviado de que solo me usaras como obstáculo para tu amor, cuando yo te traté como una herramienta y no como una persona? Lo siento.

También lamento haberte maltratado y haber amenazado con matar a alguien y luego suicidarme porque no podía soportar mi propio agravio. Has sufrido mucho por culpa de este loco.

Pero, haber intentado matar a tu hermano fue…

Yo…

… Lo siento. Fui yo.

Asure: Lectores en general … inicia la cuenta regresiva …. Faltan 10 capítulos y termina la obra …. espero sea de agrado la traducción … pasen bonito viernes

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