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Mi Amado, A Quien Deseo Matar - Capítulo 291

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  4. Capítulo 291
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Lorenz miró fijamente el papel con la sentencia de muerte que Giselle le extendía, con la mirada perdida, como si no pudiera creerlo. Sin previo aviso, su rostro se desfiguró. Era imposible distinguir si sentía angustia o alegría. El gemido que se filtraba por sus dientes apretados no habría estado mal si se lo hubiera llamado un sollozo, o incluso una risa.

¿Por qué se estaría regocijando? Definitivamente había perdido la razón.

Al final, incapaz de encontrar un rumbo para sus emociones, apretó el papel con manos temblorosas, llorando con un rostro sonriente, como una persona enloquecida. El cuerpo del hombre se tambaleó al apoyarse en el escritorio para levantarse.

Se pensó que rasgaría y tiraría el dibujo insultante, pero lo sostuvo con ambas manos como si fuera un objeto precioso, mirándolo fijamente. Con ojos vacíos, como si la vida se hubiera desvanecido. Sus labios, que temblaban mientras perdían el color, se abrieron. Su voz se cortó de forma precaria.

—Si muero aquí ahora, tal como dices, ¿creerás en mi inocencia?

¿Una amenaza con su vida? En efecto, este intrigante retorcido no había abandonado ni un ápice de su verdadera naturaleza. Era un hombre que no merecía ni siquiera una mirada, y mucho menos una respuesta.

Ya eres un hombre muerto.

Giselle bajó los párpados, que temblaban ligeramente, y arrojó al pecador a la cárcel.

—Edwin…….

Las dos piernas, que estaban paradas precariamente, caminaron directamente hacia Giselle sin dudar. Descaradamente, Edwin limpió las lágrimas que ella derramaba por otro hombre y la abrazó con su amplio pecho.

—Lo hiciste bien. Tomaste la decisión correcta. Era algo que tenías que hacer de todos modos.

Nunca hubo ninguna posibilidad de que se despidieran de Lorenz con una sonrisa. Se había temido que desprenderse de él sería difícil, pero gracias a esto, se había facilitado. No estaba agradecida.

No quería odiarlo hasta el final.

⋅•⋅⋅•⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅∙∘☽༓☾∘∙•⋅⋅⋅•⋅⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅

—Es cierto que hubo una solicitud para utilizar a Nikolas en la operación.

Edwin confesó que, a medida que la existencia de su hermano y la prominencia de la Operación Comadreja se hicieron conocidas no solo entre la cúpula militar sino también en la oficina del Primer Ministro y la Familia Real, él había sido objeto de presiones a espaldas de Giselle.

—Yo, por supuesto, me negué.

Tras su negativa, le informaron que, si rescataban al hermano de Giselle, no podrían utilizar la Operación Comadreja en la gran ofensiva programada, por lo que le dieron instrucciones de que al menos pospusiera el plan de rescate. Edwin se negó también a eso y prometió que no habría contratiempos en la Operación Comadreja incluso si sacaba a Niko de Constanza.

Si lograban que el ejército de Constanza creyera que él no había sido rescatado por las fuerzas de Mercia, sino que había muerto tratando de escapar solo, el ejército de Constanza seguiría fingiendo tener a Niko como rehén de Giselle.

Este era el plan futuro que Giselle había escuchado previamente de Edwin.

Pero Lorenz lo había echado a perder. Al indagar, se descubrió que también había dado una instrucción extraña a la unidad Fantasma, encargada del rescate de su hermano: suspender indefinidamente la operación, pero presentar los informes como si estuviera en curso, aunque retrasándose. Debido a esto, además de revisar el plan y la ruta de rescate, tenían que esperar indefinidamente a conseguir un cadáver con una complexión y características físicas similares a las de su hermano. Tal vez esa rara oportunidad ya había pasado mientras la operación de rescate estaba cancelada.

La orden de cancelar el plan de asesinato se daría de inmediato, pero tardaría un tiempo en llegar a los agentes en Constanza. Edwin se consolaba y a la vez se preocupaba con la suposición de que, dado que Nikolas no parecía haberse unido a la operación todavía, si el acercamiento del ejército de Mercia no había sido detectado, su seguridad no estaría en peligro.

—Lamento no haberme dado cuenta de que las cosas se pondrían así. En qué momento este tipo hizo un embrollo como este…

Había pensado que no era posible que tuviera la oportunidad de hacerlo cuando estaba despierto y que era imposible cuando estaba sedado por los somníferos mientras dormía, pero ese tipo, esa serpiente venenosa, siempre había encontrado la manera de salirse sin ser descubierto y poseer su cuerpo.

—Justo tuvo que meter las manos en asuntos militares…

Parecía que Edwin, al igual que Giselle, tenía al menos un poco de fe en ese hombre poco confiable.

Por supuesto, él había interferido en los asuntos del ejército en mayor o menor medida, pero siempre había sido por el bien de Giselle, por lo que lo habían pasado por alto. Sin saber que esto llevaría a la situación de diseñar y desplegar operaciones militares que sacrificarían a Giselle por su propia vida.

Aquel día, Edwin preparó varios mecanismos de seguridad para evitar que se repitiera lo mismo y los comunicó a cada unidad, pero esos paliativos no eran suficientes para sentirse seguro.

Ese hombre seguiría buscando una oportunidad. Y en menos de un día, el temor se convirtió de nuevo en realidad.

—Ese loco ha vuelto a aparecer.

Aunque Edwin había rasgado el papel con el nombre que Giselle había escrito, al revisar antes de irse a casa porque tenía un mal presentimiento, descubrió que solo ese papel había desaparecido de la papelera. Incluso el más pequeño de los fragmentos.

Que se llevara la basura no era un gran problema, pero que un lunático, que no tenía nada que perder al enfrentarse a la muerte, siguiera eludiendo la conciencia de Edwin y poseyendo su cuerpo a su antojo era, en sí mismo, extremadamente peligroso.

Para Giselle, en cambio, eso era la prueba crucial que respaldaba el crimen de Lorenz.

—La única solución fundamental es deshacerse de él.

—Y solo hay una forma de deshacernos de él.

Giselle lo guio a su dormitorio sin reparos. Era lo que Edwin había deseado, que ella lo quisiera primero, pero no le hizo ninguna gracia. Ya fuera que lo evitara o lo deseara, el motivo era otro hombre.

Sin embargo, para Edwin, ese resentimiento petulante era un lujo que no podía permitirse.

⋅•⋅⋅•⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅∙∘☽༓☾∘∙•⋅⋅⋅•⋅⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅

Durante una semana, a partir de ese día, después de salir del trabajo, él pasaba la noche desnudo sin falta en la cama de Giselle. Incluso antes de salir del trabajo. Con el pretexto de despertarla, la buscaba y se apareaban como perros mientras la sirvienta preparaba el desayuno en el primer piso.

Perro. No había palabra que representara con más exactitud el estado de ánimo de Edwin.

La Giselle de estos días sacude sus caderas con los ojos de una verduga, no de una mujer enamorada. Sin embargo, en esa mirada no se vislumbraba la euforia del momento en que el filo cortante cae sobre el cuello del malhechor.

Así que, ¿cómo podría Edwin estar satisfecho? Menos aún cuando el parásito de vida tenaz no moría.

Se preguntaba por qué no se desvanecía. Había estado satisfaciendo sus impulsos antes de que tuvieran tiempo de acumularse, y él había aceptado por completo el deseo que no podía admitir.

‘Era obra del otro bastardo, seguro.’

Este lunático no aparecía ante Giselle, pero hacía un informe de supervivencia diario entrometiéndose molesto en los pensamientos de Edwin.

El primer día, pasó toda la jornada exhibiendo intenciones asesinas y hurgando en su mente, diciendo que mataría a Edwin por haberlo incriminado y hecho que Giselle lo abandonara. A partir del día siguiente, repetía otras tonterías como un disco rayado.

‘Revisé tus recuerdos. Tampoco fue cosa tuya.’

¡Obviamente, maldito loco!

‘Entonces, ¿de quién fue?’

Si no fui yo, fuiste tú.

Era una actitud tan descarada que incluso Giselle, que solía compadecerlo, tenía que sentirse hastiada. No era un error que pudiera revertirse con una disculpa, pero si se hubiera disculpado y pedido perdón, como Giselle le había dicho, no habría sido abandonado. ¿Pero pretender negar las cosas hasta el final? ¿Qué se podría esperar de un cínico que ni siquiera reflexionaba y nunca se disculpó apropiadamente por haberla engañado y manipulado antes?

‘Debe haber sido planeado desde arriba.’

Hoy, lo que decía era diferente a lo que había estado parloteando hasta ayer. La sospecha se había convertido en una certeza. Como no tenía fundamento de todos modos, Edwin lo ignoró y se centró en el informe de su subordinado, pero el tipo vociferó ruidosamente que había encontrado pruebas.

‘Revisa tu caligrafía en el documento de la operación.’

El tipo insistió en que la forma en que se puntuaban las frases era diferente a la de Edwin y que había palabras que él no solía usar.

¡Cállate! Sé que tú escribes mal y luego culpas a otros.

‘Ja… bien, ha pasado lo que querías, así que supongo que no te importa la verdad. Ojalá mueran tanto tú como esa mala mujer.’

El tipo, que no había guardado silencio a pesar de que Edwin usó la cabeza y el cuerpo durante días para callarlo, se calló por sí mismo solo después de maldecir con una maldición escalofriante.

Por fin llegó la paz, pero la mente no se calmó, sino que se agitó aún más. No era solo porque el psicópata había dicho cosas ominosas, deseando la muerte de Giselle.

No copió mi caligrafía de forma exacta…

Ya que el objetivo de ese tipo era incriminar a Edwin, no tenía motivos para dejar pruebas de que Edwin era inocente con su propia mano. Y era imposible que alguien que siempre lo había imitado a la perfección se equivocara por accidente.

Una vez que terminó el informe, se quedó solo en su oficina. Justo en ese momento, el Sargento Kershaw le informó que había una llamada por conectar, pero Edwin ordenó que no lo molestaran y abrió la caja fuerte.

Un momento después, Edwin no tuvo más remedio que admitir:

—…No fue obra de ese bastardo.

La conmoción de que ese mentiroso patológico hubiera dicho la verdad no se disipaba fácilmente. Sin embargo, no era comparable al hecho de que otro ser humano, lo suficientemente audaz y sin conciencia como para falsificar la letra y el nombre de Edwin para manipular unilateralmente a una unidad, estuviera campando a sus anchas dentro del cuartel general del ejército.

Debe ser alguien que puede invadir la autoridad del Jefe de Inteligencia y salir ileso.

Edwin levantó el auricular y marcó el número.

—Hawkins, ven a mi habitación de inmediato.


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Comments for chapter "Capítulo 291"

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2 Comments

  1. EmySanVal

    Sí, al principio pensé q alguien más se estaba infiltrando en los asuntos militares, pero cm culparon a Lorenz creí q fue él… ahora habrá q descubrir quién está saboteando las operaciones para perjudicar a Giselle y al hermano 😕
    Gracias por el doble capítulo Asure!

    octubre 8, 2025 at 9:28 pm
    Accede para responder
  2. magui96

    Que sea cualquier cosa menos que haya nacido otra personalidad!

    octubre 10, 2025 at 11:55 am
    Accede para responder
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