Cargando...
Novelas de Asure
  • Browse
    • Action
    • Adventure
    • Boys
    • Chinese
    • Drama
    • Ecchi
    • Eastern
    • Fantasy
    • Fighting
    • Fun
    • Games
    • General
    • Girl
    • History
    • Horror
    • Horrow
    • LGBT+
    • Male Lead
    • Manhwa
    • Realistic
    • Romance
    • Sci-fi
    • Sports
    • Teen
    • Urban
    • War
    • Wuxia&Xianxia
  • Authors
    • Libenia
    • Gakim
    • Purrine
    • Geon Eomul Nye
    • Dam Yeon Seo
    • Ahn Siha
    • Jaya
  • Ranking
  • New
Advanced
Sign in Sign up
  • Browse
    • Action
    • Adventure
    • Boys
    • Chinese
    • Drama
    • Ecchi
    • Eastern
    • Fantasy
    • Fighting
    • Fun
    • Games
    • General
    • Girl
    • History
    • Horror
    • Horrow
    • LGBT+
    • Male Lead
    • Manhwa
    • Realistic
    • Romance
    • Sci-fi
    • Sports
    • Teen
    • Urban
    • War
    • Wuxia&Xianxia
  • Authors
    • Libenia
    • Gakim
    • Purrine
    • Geon Eomul Nye
    • Dam Yeon Seo
    • Ahn Siha
    • Jaya
  • Ranking
  • New
  • User Settings
Sign in Sign up
Prev
Next
Novel Info

Mi Amado, A Quien Deseo Matar - Capítulo 280

  1. Home
  2. All Mangas
  3. Mi Amado, A Quien Deseo Matar
  4. Capítulo 280
Prev
Next
Novel Info

Con un amor tan abrumador por parte de Giselle, tanto por dentro como por fuera, no había forma de resistirse. Y ya no había ninguna objeción en su corazón. Relajó cada músculo de su cuerpo y dejó que el placer reprimido estallara. Edwin se corrió en el cálido abrazo de Giselle.

Sintió que podía respirar. Al liberar la carga de la lujuria, se sintió como si incluso los residuos de la desagradable angustia que se había adherido a su corazón de por vida fueran expulsados de su cuerpo. Fue solo en ese momento de liberación, con el poder del amor, que se permitió reconocer la existencia del deseo que había intentado ignorar durante toda su vida.

Con las alas que Giselle le había dado, saltó sobre la alta pared que bloqueaba su camino y voló alto. Al soltar la angustia que había pesado sobre sus hombros, Edwin abrazó a Giselle.

La mujer que él había salvado lo había salvado a él. En el infortunado campo de batalla, donde la muerte rozaba su rostro, Edwin encontró la suerte que lo haría renacer.

 

—Te amo. Te amo, Giselle.

 

El pulso vigoroso del hombre resonaba en el pecho de Giselle, aplastado por su cuerpo. El hombre que había estado frunciendo el ceño y soltando gemidos ahogados por el placer desconocido, ahora sonreía con la mayor tranquilidad. Era la primera vez que Giselle veía un rostro así en Edwin Eccleston.

 

—Te amo…

 

La palabra “amor” se repetía una y otra vez en su voz ligeramente temblorosa. El deseo de Giselle de ver a Edwin Eccleston volverse loco y amar la lujuria que odiaba, finalmente se había cumplido.

 

—Si no te hubiera conocido, nunca habría sabido de esta felicidad hasta el día de mi muerte. Gracias por quedarte a mi lado.

—Gracias a ti…

 

Si esta noche fue feliz para él, tal vez ella ya no tendría que sufrir por sentir placer al estar con el hombre que había aborrecido la idea de mezclarse con ella, ni tendría que atormentarse por haber participado en su violación. Ahora que era real, ¿podría sonreír al recordar ese falso amor que la avergonzó?

La puerta que había estado firmemente cerrada se abrió, la luz entró en la oscura prisión e iluminó el corazón de la prisionera acurrucada. La pena acumulada se derritió y rodó por las comisuras de sus ojos. La mano que le secaba las lágrimas era tan cálida como siempre.

 

—Te amo, Giselle.

—Yo también, hip, te amo.

 

Ahora, ningún pecado podía impedir que la palabra “amor” fuera pronunciada.

Edwin Eccleston recibía con ardor esa confesión que en algún momento no hubiera sido bienvenida. Su sonrisa, llena de emoción, era tan brillante que la última angustia se derritió sin dejar rastro. El brote del amor, al sentir el sol de primavera, asomaba con orgullo su cabeza verde sobre la tierra.

Como había señalado Lorenz, esta no sería su primera vez. Pero, ¿qué más da?

Aunque se habían acostado innumerables veces, este era el único momento significativo. Y, por supuesto, no sería el último.

No hacía falta decirlo, ambos sabían que no querían que terminara así. Después de un plácido momento de poscoito, se tumbaron desnudos, abrazándose y acariciándose el uno al otro. Los ojos de Edwin, brillantes y encendidos, miraban fijamente a Giselle, revelando sus emociones al desnudo, pero aun así, con una voz suave, le preguntó algo que ya sabía.

 

—¿Qué tal estuvo?

 

Tan pronto como él abrió la boca, Giselle le puso un dedo en los labios y lo detuvo con severidad.

 

—“Estuvo bien” no cuenta. Descríbalo en más de cien palabras.

 

Edwin, como si cien palabras fueran pan comido, se rio y le dio su opinión.

 

—Sentí que nuestras almas se conectaban.

—Yo también.

 

Él no solo había odiado el sexo, sino que también lo había menospreciado. El acto que creía que no era más que una liberación de lujuria unilateral, sin embargo, era la mezcla de almas. Al alcanzar el clímax de la felicidad, finalmente se liberó de la soledad innata con la que los seres humanos nacen y a la que están condenados hasta su muerte.

 

—Es la primera vez que siento que estar vivo es tan real y feliz.

 

Solo al llegar a la cima y pararse sobre las nubes de la angustia, sintió que estar vivo era una bendición resplandeciente.

 

—Nunca en mi vida había sentido la vida de una manera tan vívida. Es la primera vez que sé que existe este tipo de felicidad.

 

De repente, recordó las palabras similares que otro hombre le había robado y dicho. Ahora entendía por qué ese hombre, después de alcanzar el clímax, no pudo cumplir su promesa de usar y desechar a Giselle como una simple herramienta de venganza y se volvió obsesivo. Sin embargo, entenderlo no significaba perdonarlo.

El sexo, que él había experimentado, era un acto arriesgado que revolvía tanto el cuerpo como el alma, fácil de herir. Que Giselle hubiera sido obligada a pasar por eso, con su cuerpo y alma destrozados, hacía impensable perdonar a un violador. Esta noche, Edwin sintió un odio aún más profundo por la otra personalidad que parasita su ser.

 

—Nací para conocerte. Hice bien en vivir.

 

¿Quién te dio permiso para pensar así?

La voz suave y la mano que acariciaba la piel de Giselle se detuvieron de repente. Por el movimiento de su nuez de Adán, que se hinchaba y bajaba, parecía que no se había quedado dormido.

Giselle levantó la cabeza de su pecho. La leve sonrisa que tenía se endureció. La mirada, que antes era gentil, ahora era afilada y cortante.

 

—Todavía no llega a las cien palabras. ¿En qué piensa?

—En matar a un insecto.

—¿Está pensando en otro hombre mientras estamos acostados desnudos en la cama? Qué hombre tan maleducado.

 

Una sonrisa se dibujó en el rostro de Edwin. La mano que se había detenido reanudó su movimiento, subiendo y bajando por la espalda de Giselle, acariciándola.

En sus ojos azules, el destello agudo se había atenuado, pero no se había vuelto oscuro como el abismo. A pesar de que Lorenz lo había llamado un insecto, algo que él odiaba tanto.

 

—Qué extraño. ¿Por qué no ha vuelto a aparecer?

—Tú también estás pensando en otro hombre justo después de acostarte conmigo. Eres una mala mujer.

 

Él le mordió la punta de la nariz de una manera encantadora y la consoló con un beso. Cuando sus labios se separaron, ella escuchó algo inesperado.

 

—No te preocupes. No volverá a aparecer.

 

Un hombre que no hacía promesas que no podía cumplir, ¿estaba tan seguro?

 

—¿Ya no puede tomar tu cuerpo?

—Al menos, no mientras esté consciente.

 

Giselle hizo un montón de preguntas que había pospuesto.

 

—¿Qué pasó hace un momento? ¿Cómo recuperaste tu cuerpo?

—No lo sé. Simplemente, lo que antes no podía hacer, ahora sí.

 

No se hundió en ese abismo donde todos sus sentidos se apagaban, como de costumbre. Simplemente pensó que tenía que volver, y lo hizo. La escotilla que solía estar cerrada con llave se abrió de golpe.

Incluso después de arrojar al intruso a su subconsciente, él pareció luchar para recuperar el cuerpo, pero no pudo superarlo ni por un instante. Edwin escuchó claramente los monólogos del intruso.

Mientras Edwin se entregaba al amor con la mujer por la que ese ser estaba obsesionado, los susurros del otro se convirtieron en gritos. El que sufría el tormento y el que disfrutaba del placer se invirtieron. El sabor de la venganza era inferior, pero dulce.

Sin embargo, por más agradables que sean, en la mezcla de la dulce voz de su amante, solo eran un ruido. Afortunadamente, los gritos de ese loco se volvieron cada vez más débiles a medida que Edwin se entregaba al placer.

 

—¿La otra parte de mí era solo una manifestación retorcida de mi deseo sexual reprimido?

 

Si es así, ¿el otro perdería fuerza cuanto más honesto sea yo con mi deseo? Y si llega a desaparecer…

 

 

Slp.

 

 

Giselle se retorció, y su piel suave se pegó a su pecho, y el muslo de ella se rozó entre sus piernas entrelazadas. Ser honesto con su deseo era ahora muy fácil.

 

—¿Quieres que te diga en qué estoy pensando otra vez?

 

Ella asintió al instante, sin saber lo que él iba a decir. Sus grandes ojos, con pestañas gruesas, se parecían a los de una oveja inocente. Él se sintió como un lobo que quería devorarla.

 

—Qué suerte que nos quedan dos más.

 

Edwin acostó a la risueña Giselle y se subió sobre ella. Una vez se convirtió en dos, y dos en tres, Edwin conoció el límite de Giselle y, libre de todo miedo, se volvió aún más apasionado. Y al final, no pudo evitar lamentar que solo tuvieran tres veces.

Cuando ya había pasado la medianoche, se bañaron juntos y crearon más motivos para seguir haciéndolo. No sabían cuántas veces habían llegado al clímax. Él le puso el pijama, sintiendo que sus manos se pegaban a ella más que cuando la desnudó.

Una vez que la acostó en la cama, la arropó, como si no tuviera intención de hacer más cosas indecentes. ¿Acaso no iba a acostarse con ella? Edwin se sentó en el borde. Desde que se puso de nuevo los pantalones y la camisa, tuvo un mal presentimiento; parecía que planeaba irse cuando ella se durmiera. Ella le agarró la mano que tenía en el pecho y la jaló.

 

—Acuéstate conmigo.

 

Justo cuando Giselle lo instó, una mirada de conflicto se dibujó en sus ojos.

 

—Yo también quiero dormir contigo, pero…

 

Hace un momento, compartieron la cama sin problema, entonces, ¿por qué dudaba ahora?

 

—¿Roncas?

 

La risa de Edwin fue tan fuerte que el roncador Loddy, que se había tirado sobre la sábana recién cambiada con la barriga al aire como si fuera el dueño del lugar, se detuvo de repente.

 

—Nunca me despertaron a golpes mis compañeros en la academia de oficiales, así que no creo que sea eso.

 

Ahora que lo pensaba, Lorenz tampoco roncaba.

 

—Entonces, ¿por qué lo dudas?

 

Asure: Para los lectores de otros idiomas: el español usa sujetos tácitos en las expresiones, por ende, si usas traductor, lo interpreta con otro pronombre, si lo logras entender en español, bien, sino, puedes leer en la versión en inglés de mi blog: aquí

Prev
Next
Novel Info
Madara Info

Madara stands as a beacon for those desiring to craft a captivating online comic and manga reading platform on WordPress

For custom work request, please send email to wpstylish(at)gmail(dot)com

Comments for chapter "Capítulo 280"

MANGA DISCUSSION

Deja una respuesta Cancelar la respuesta

You must Register or Login to post a comment.

4 Comments

  1. Semanur

    Bu gerçekten acayip bir roman

    septiembre 25, 2025 at 8:47 pm
    Accede para responder
  2. Dream

    Que te apuesto que le dice ”ES QUE NO ESTAMOS CASADOS COMO VOY A PASAR LA NOCHE ” JAJAJAJA cállete y acuéstate Edwin diosmiooayudaaaame y ayúdalo a él también!

    septiembre 26, 2025 at 12:14 am
    Accede para responder
  3. magui96

    Necesito más detalles de Giselle y Edwin en acción 🔥

    septiembre 26, 2025 at 2:55 am
    Accede para responder
  4. Merry

    Jajaja sii nos faltan el 2 y el 3 jajajja
    Pero bien, no decepciono, al contarlo, que onda con lo que dijo Edwin 😮
    Gracias por el capítulo de hoy Asure! Bonito fin de semana 🙂

    septiembre 26, 2025 at 1:40 pm
    Accede para responder
Contact Us
  • Contact
  • Help & Service
Resource
  • Terms of Service
  • Privacy Policy
Referral
  • Buy theme
  • Other products

© 2025 Madara Inc. All rights reserved

Sign in

Lost your password?

← Back to Novelas de Asure

Sign Up

Register For This Site.

Log in | Lost your password?

← Back to Novelas de Asure

Lost your password?

Please enter your username or email address. You will receive a link to create a new password via email.

← Back to Novelas de Asure

Caution to under-aged viewers

Mi Amado, A Quien Deseo Matar

contains themes or scenes that may not be suitable for very young readers thus is blocked for their protection.

Are you over 18?