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Mi Amado, A Quien Deseo Matar - Capítulo 279

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  4. Capítulo 279
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Novel Info

Aquel hombre, como un hábil estafador, le reveló a Giselle solo lo que le convenía, exagerando los aspectos favorables y omitiendo los desfavorables, mientras en lo más profundo de su corazón se desataba una batalla entre su deseo y su intento de amarla.

Y aunque sabía que el rechazo de ella hacia el sexo estaba perdiendo fuerza…

Era todo gracias a Giselle.

A medida que él aumentaba la velocidad de sus embestidas por orden de su amante, el sonido del roce en la unión de sus cuerpos no solo era un chapoteo pegajoso, sino que se asemejaba a una salpicadura, como si golpeara la superficie del agua.

‘¿Cómo es posible que te mojes más? Aunque toda tu agua se secara, no sería extraño. Sin embargo, por dentro estás que ardes’

El placer se desbordaba del interior de Giselle. Con cada fricción, una sensación vertiginosa destellaba como una chispa.

‘Giselle, cuanto más te mojas, más ardo yo’

El autocontrol de él se disipaba como ceniza en el cuerpo lleno de calor.

Sentía que todos sus nervios habían muerto, excepto su miembro. Edwin sostenía la delgada cintura de Giselle, tan estrecha que sus dedos se tocaban, con su glande aferrado a la entrada de ella. Al cambiar el ángulo, podía sentir con claridad las protuberancias que se erizaban en sus paredes vaginales, como si estuvieran tocando su piel directamente.

 

—¡Ah, ay…!

 

Él gemía, odiándose por ser tan repugnante como un perro en celo, mientras frotaba frenéticamente la punta de su miembro dentro de ella. Sin embargo, las ondulaciones en la piel de Giselle se volvieron más intensas y ella lo empujó con más fuerza, lo que lo llevó a olvidarse de sí mismo y a convertirse en un perro en celo.

Giselle reaccionaba de forma apasionada, no solo por dentro, sino también por fuera.

 

—Aaaah……

 

Su cuerpo, tan pequeño y frágil en comparación con el de Edwin, temblaba y se arqueaba. El gesto de abrirse por completo hacia él era hermoso.

Sus nudillos recorrían la elegante y provocadora curva de su cuerpo desnudo, cubierto solo por el collar que él le había regalado.

La piel color marfil, que al principio estaba suave, ahora era tan resbaladiza como un caramelo derretido por el calor. Las puntas de sus dedos se hundían en su piel, tan blanca que parecía oler a leche. El punto rosado e hinchado en su boca evocaba una frambuesa madura a finales de verano.

Entre sus piernas, la piel del mismo color se abría como labios, y ella mordía y soltaba el largo y cobrizo miembro de él. Era tan obscenamente parecido a la boca de alguien en un teatro, chupando un caramelo con la boca llena de saliva, que él intuyó que nunca más podría ver a Giselle comiendo algo sin que le pareciera lascivo.

El cuerpo desnudo de Giselle, que se encontraba frente a él, era tan erótico que lo hacía sentir incómodo, como si no debiera mirarla directamente. Sin embargo, no podía resistir el éxtasis de saber que este adorable cuerpo, unido al suyo, le pertenecía.

Edwin agarró uno de sus pechos, que se movía y se balanceaba al ritmo de su movimiento. La carne que llenaba su mano era pesada pero blanda, lo que lo hacía sentir extraño. El deseo le ardía en lo más profundo del abdomen. Quería chupar su pezón, pero sentía que esa piel tan suave estallaría en cualquier momento.

 

—¡Ay…!

 

En su lugar, succionó profundamente el pezón, ahora duro y contraído. El pecho de ella, aplastado por la cara de Edwin, se agitaba de arriba abajo, ya que él no se había detenido ni un segundo. Por el hueco que él dejaba al jadear, el pezón se salía de su boca. Él volvía a atraparlo y a morderlo con ferocidad. Durante un largo tiempo, siguió saboreándolo con un sonido de succión tan alto que parecía competir con los gemidos de Giselle.

 

—¡Ay, Giselle, suelta!

—N-no soy yo la que lo aprieta.

 

Si Giselle no lo hubiera presionado con la misma intensidad por debajo de la cintura, llevándolo casi al clímax, él nunca habría soltado su pezón.

 

—¡Ah, ahí! ¡Sí! Más fuerte. ¡Ah, ah…!

 

Giselle no solo derretía la fría razón de Edwin con su cuerpo, sino también con sus palabras.

Él había asumido que el sexo era un acto unilateral, a diferencia de los besos en los que sus lenguas jugaban juntas. Sin embargo, al estar con una mujer que no se quedaba pasiva y que no se limitaba a obedecer sus movimientos, el sexo no se sentía como una agresión unilateral. Giselle le había enseñado a Edwin que su tipo de mujer era la que era activa en la cama.

 

—Toma mi mano.

 

‘¿Por qué la mujer que se aferraba a su mano cuando tenía miedo le pide que la tome durante el sexo?’

Él hizo lo que le pidió, entrelazando sus dedos con los de ella, y la presionó contra la cama, donde su cabello rubio se extendía como un halo. En ese instante, ella giró sus caderas con una sonrisa tan seductora que le hizo palpitar el pecho, manteniendo una parte de él dentro.

 

—¡Ay…!

—¡Aaaah…!

 

El grueso miembro de él raspaba cada espacio alrededor de la entrada del útero. Ambos se estremecieron y gimieron al mismo tiempo.

 

—¿Esto también te gusta?

 

Edwin exhaló con dificultad y asintió con la cabeza. En realidad, la somnolienta satisfacción en el rostro de Giselle era más estimulante que el placer primitivo que emanaba de sus zonas erógenas. Se veía tan feliz que era difícil de describir con palabras. «Giselle, tu felicidad es mi alegría». Como la persona que la había criado, no le quedaba más remedio que dejar de lado la culpa y sentirse satisfecho.

De repente, Giselle detuvo los movimientos de su cadera, le guiñó un ojo con coquetería y empezó a mover sus caderas con un frenesí feroz, como si todo lo anterior solo hubiera sido un calentamiento y este fuera el verdadero propósito.

 

 

Squeak. Squeak. Squeak. Squeak.

 

 

—¡Ay, ay, ah, ay!

 

Edwin no podía embestir con fuerza en el interior de ella, que se sentía tan delicada, así que Giselle, frustrada, se abalanzó contra la punta del pene de él.

Un impacto tan fuerte como un rayo golpeó no solo las zonas erógenas de Edwin, sino también su corazón. Giselle se retorcía, gritaba y se estremecía mientras movía las caderas. Cuando sus cuerpos chocaban, se encogía, como si tuviera miedo, pero en el momento en que se separaban, se lanzaba de nuevo hacia él sin temor. Hacía el amor como la valiente Giselle Bishop que él conocía. Sin embargo, sus obscenos movimientos eran tan diferentes a la Giselle Bishop que él conocía que lo descolocaban por completo.

El que Giselle se viera tan santa a pesar de sus lujuriosos movimientos no se debía a que él la viera a través de un lente color de rosa llamado «amor». Una mujer que hace el amor con un hombre mientras tiene la expresión de un personaje en una pintura que está experimentando el placer trascendental de la unión del alma con Dios. Sus ojos, nublados y desenfocados, parecían mirar al cielo, no a Edwin.

Un hombre que pensara que ese rostro es increíblemente erótico no iría al cielo. Pero a él no le importaba. Porque Giselle Bishop era su paraíso.

Sus gemidos se volvieron tan agudos que desgarraron su razón. El calor de su interior, que lo sujetaba, derritió la poca razón que le quedaba. El dulce olor de su piel y el sabor dulce de su saliva eran deslumbrantes, y la luz misteriosa en sus ojos, teñidos de calor, era increíblemente hermosa. Los cinco sentidos de Edwin habían sido completamente conquistados por esta pequeña mujer.

Una sensación de placer tan intensa se desbordaba que no podía concentrarse. Todos los músculos de su cuerpo se tensaron y se contrajeron, como si estuviera a punto de explotar. Edwin apretó los dientes, haciendo que su mandíbula sobresaliera, y tensó los glúteos hasta que se hundieron, luchando con todas sus fuerzas para retrasar su clímax.

Él había aguantado durante mucho tiempo solo por este momento. No tenía la menor intención de que terminara.

 

—Más, un poco, solo un poco más.

 

Pero no podía desobedecerla si Giselle quería llegar al final. Edwin apuntó a los lugares donde ella reaccionaba de forma más intensa y embistió con fuerza.

El gemido de la cama, los gritos de los dos, y el sonido de la fricción de sus cuerpos mojados se mezclaron en un caos ruidoso. Su mente también se sentía caótica y no podía pensar en nada. Olvidándose de sí mismo, solo se dejaba llevar por la irresistible sensación de esta mujer y movía las caderas por instinto. En un momento, Giselle se detuvo, abrió los ojos de golpe y contuvo el aliento.

 

—Ay… ¿ahora qué hago…?

 

Después de un susurro tembloroso, Giselle ya no pudo gemir y todo su cuerpo se estremeció. Era un temblor de una magnitud completamente diferente a lo que había sentido hasta ahora.

Giselle había llegado a la cima del placer. Una sonrisa de alivio, como si se hubiera quitado de encima todo el peso de la vida, se negaba a abandonar su rostro. Era increíblemente hermosa, casi etérea.

Cuando Edwin decidió hacerse cargo de la niña que la guerra había dejado hecha pedazos, se había prometido a sí mismo criarla como una adulta feliz que olvidaría todas las crueldades del mundo. Con la aparición del diablo, su plan fracasó estrepitosamente, y el día que

Giselle volvió a entrar al campo de batalla por su cuenta, se dio por vencido, pensando que era un sueño imposible desde el principio.

Resulta que la respuesta estaba debajo de su cadera. Se sintió vacío y, al mismo tiempo, se estremeció de catarsis, al ver cómo su cuerpo, que había sido un simple símbolo de un pecado inmundo, le había dado una inmensa alegría a la mujer que amaba.

El sexo ya no le parecía sucio. Tenía un significado: el amor.

Incluso después de haber visto de cerca a los hombres promiscuos que solo buscaban conquistar los cuerpos de mujeres cada vez más nuevas y numerosas, Edwin no había podido entender qué significado tenía el sexo sin amor. Y ahora, después de estar con Giselle, finalmente lo comprendió.

Y ahora, nunca más lo olvidaría.


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Comments for chapter "Capítulo 279"

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5 Comments

  1. magui96

    Menos mal que fué con Edwin <3

    septiembre 24, 2025 at 12:17 pm
    Accede para responder
  2. RousZu192022

    Lorenz, que hdp… casi nos frusta nuestro plato principal. Gracias Edwin por no sacarla.😮‍💨🤭

    Gracias Asure por los caps.

    septiembre 24, 2025 at 4:02 pm
    Accede para responder
  3. EmySanVal

    Jaja Lorenz no quería compartir…. bien por Giselle y Edwin!
    Me encanta! 😍Gracias por el doble capitulo Asure!

    septiembre 24, 2025 at 5:34 pm
    Accede para responder
  4. Semanur

    Lorenz umarım mutlu olur.

    septiembre 25, 2025 at 2:28 am
    Accede para responder
  5. Merry

    Omaigaaaaa!
    Lorenz no frustró este encuentro 🤭 pero veamos que piensa Giselle
    Gracias Asure

    septiembre 26, 2025 at 1:31 pm
    Accede para responder
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