Cargando...
Novelas de Asure
  • Browse
    • Action
    • Adventure
    • Boys
    • Chinese
    • Drama
    • Ecchi
    • Eastern
    • Fantasy
    • Fighting
    • Fun
    • Games
    • General
    • Girl
    • History
    • Horror
    • Horrow
    • LGBT+
    • Male Lead
    • Manhwa
    • Realistic
    • Romance
    • Sci-fi
    • Sports
    • Teen
    • Urban
    • War
    • Wuxia&Xianxia
  • Authors
    • Libenia
    • Gakim
    • Purrine
    • Geon Eomul Nye
    • Dam Yeon Seo
    • Ahn Siha
    • Jaya
  • Ranking
  • New
Advanced
Sign in Sign up
  • Browse
    • Action
    • Adventure
    • Boys
    • Chinese
    • Drama
    • Ecchi
    • Eastern
    • Fantasy
    • Fighting
    • Fun
    • Games
    • General
    • Girl
    • History
    • Horror
    • Horrow
    • LGBT+
    • Male Lead
    • Manhwa
    • Realistic
    • Romance
    • Sci-fi
    • Sports
    • Teen
    • Urban
    • War
    • Wuxia&Xianxia
  • Authors
    • Libenia
    • Gakim
    • Purrine
    • Geon Eomul Nye
    • Dam Yeon Seo
    • Ahn Siha
    • Jaya
  • Ranking
  • New
  • User Settings
Sign in Sign up
Prev
Next
Novel Info

Mi Amado, A Quien Deseo Matar - Capítulo 265

  1. Home
  2. All Mangas
  3. Mi Amado, A Quien Deseo Matar
  4. Capítulo 265
Prev
Next
Novel Info

¿Por qué estoy haciendo esto?

Aunque ahora, completamente embriagada por el amor, debería sentirme feliz, cuanto más me besaba, más tristeza me invadía. Al final, se volvió tan grande que mis lágrimas se desbordaron.

 

—Ay, no… ¿Qué hago?

 

Quería detenerme, pero las lágrimas seguían fluyendo sin control.

Él se había enamorado de mi lado maduro y fuerte de Giselle, pero en un momento tan importante, me comporté como una niña. Esa decepción y molestia conmigo misma hicieron que fuera aún más difícil detener las lágrimas.

Intenté secar el torrente de lágrimas bajando la cabeza y frotando mis ojos con el dorso de la mano, pero de repente él me sujetó las dos manos. Al levantar la cabeza, mis ojos se encontraron con los suyos. Él no solo no se veía decepcionado, sino que ni siquiera se inmutó.

Los ojos de Edwin también estaban húmedos. Me abrazó con fuerza. El pecho en el que estaba escondida mi cara se agitaba y luego se calmaba. Una voz ahogada y rota salió de lo más profundo de su pecho.

 

—Lo siento por hacerte llorar.

 

En algún momento, Edwin había deseado que Giselle se mantuviera para siempre como una chica feliz. No quería que fuera una mujer infeliz que cubría las marcas de lágrimas con maquillaje pesado y se volteaba para sonreírle a quienes la habían hecho llorar.

Y ahora, él mismo había convertido a la niña feliz que quería proteger toda su vida en una mujer infeliz. Había jurado que no dejaría que nadie la hiciera llorar, pero probablemente ningún hombre la había hecho llorar tanto como Edwin.

Limpió y limpió las lágrimas de Giselle, pero sus mejillas no terminaban de secarse.

‘¿Cuántas lágrimas habrá que no pude secar?’

No quería volver a secar las lágrimas de Giselle, causadas por él.

 

—Ahora, no volverás a sufrir por mi amor.

 

Desde sus brazos, Giselle asintió sin dudar.

 

—Te creo.

 

Porque Edwin Eccleston no era un hombre que hiciera promesas que no pudiera cumplir.

 

 

 

 

 

 

⋅•⋅⋅•⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅∙∘☽༓☾∘∙•⋅⋅⋅•⋅⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅

 

 

 

 

 

 

El jadeo de dos personas resonaba como un áspero acorde en la oscura sala de estar, iluminada solo por la luz parpadeante de la chimenea. Los cuerpos y las miradas de un hombre y una mujer, unidos como uno solo, se entrelazaban sin aliento, pasando de la agudeza de una hoja a la viscosidad de la miel.

‘Un acto obsceno de una prostituta y un delincuente’

Hoy, Giselle sintió de manera muy vívida por qué las damas y los caballeros llamaban así a ese baile y lo despreciaban.

El tango es como el sexo.

Porque se mueven juntos al ritmo, hasta que se les va el aliento, el sudor les corre por la piel y el pecho amenaza con estallar.

No solo el tango, sino también el vals, o en realidad, todos los bailes de pareja en este mundo, son así, pero cuando bailaba con Edwin, nunca tuvo la impresión de estar haciendo el amor. El baile con él siempre fue un dulce beso.

Le parecía que el tango era el único baile que se sentía obsceno, y que eso no era solo por sus movimientos sensuales.

Este baile lleva a sus integrantes al clímax. Hasta que se les corta la respiración y todo su cuerpo se consume hasta oxidarse por completo.

No era la primera vez que bailaba tango, pero esta repentina impresión se debía a que su pareja la estaba presionando con una pasión inusual. Durante todo el baile, Lorenz la miró como si quisiera atravesarla. Sintió que esos ojos podían incluso ver las gotas de sudor que le resbalaban por el pecho. Se sentía desnuda.

La mano que la sujetaba por la espalda se movía hacia arriba por su columna, siguiendo la secuencia que el instructor le había enseñado. Sin embargo, la presión era tan fuerte, como si las yemas de sus dedos se clavaran en su piel, que se sentía violento.

En el momento en que se volteó para darle la espalda, sintió unos labios húmedos pegándose a la parte expuesta de su cuello, soltando un aliento caliente antes de separarse. El vello de su piel se puso de punta.

Siguiendo el crescendo de la música, el baile llegó a su clímax. Los movimientos se volvieron aturdidoramente intensos y densos.

Y finalmente, el cierre. Lorenz la inclinó hacia atrás como si fuera a tirarla, para luego atraerla de nuevo a su pecho y abrazarla con fuerza.

El baile se detuvo, pero sus pechos, que se presionaban sin dejar un solo espacio, subían y bajaban juntos, rozándose. La mano que subía por la espalda de Giselle, que apenas comenzaba a recuperar el aliento, le rodeó el cuello por la parte de atrás. Por reflejo, ella levantó la cabeza y se encontró con unos ojos que brillaban con un deseo turbio.

El hombre, que acariciaba su cuello como un conocedor, se inclinó aún más hacia sus labios jadeantes. Giselle lo observó sin parpadear y se movió hacia él.

 

 

¡Conk!

 

 

—¡Oof!

 

Al momento en que sus frentes chocaron, Lorenz se echó hacia atrás, sujetándose la nariz.

‘Claro, me lo imaginaba’

Se le hacía sospechoso que, aunque era de los que le suplicaría por un beso, no había mencionado nada sobre el del otro día ni había soltado ninguna de sus habituales tonterías para molestarla. Al parecer, su plan era seducirla para conseguir un beso.

El tango, definitivamente, había sido un error.

Giselle se apartó de él y caminó hacia la ventana. La abrió y una ráfaga de aire fresco entró en la habitación. Deseando con intensidad el aire rancio, jaló una cajetilla de cigarrillos y un cenicero que tenía en un rincón del alféizar. Lorenz, que se acercó a ella, también sacó un cigarro y se lo puso en la boca.

 

 

¡Chiis!

 

 

Al encender el cigarro, se comportó de nuevo como si fuera a besarla. “Qué tontería”. Conmovida, lo dejó ser. Por supuesto, tan pronto como encendió su cigarro, ella volteó la cabeza hacia adelante.

 

—¿No te latió el corazón un poco?

—Todos los bailes son así.

 

Giselle no se inmutó. Él infló el labio inferior y mostró abiertamente su decepción, pero no insistió en el beso.

 

—¿Te gustó besar al Ajussi del que estabas enamorada?

 

No es que hubiera desistido de la idea de un beso.

 

—¿Ustedes dos son masoquistas? ¿Por qué hacen preguntas cuyas respuestas los harían sentir mal?

 

‘¿Será que se excitan con los celos?’

Giselle murmuró para que la escuchara, y se volvió a llevar el cigarro a la boca.

 

—Me preguntaba si tu antiguo resentimiento se había resuelto. Porque yo te amo.

—Lorenz… De verdad…

 

Giselle miró fijamente al hombre a su lado como si fuera un extraño.

 

—Eso no se parece a ti.

 

Lorenz exhaló el humo y sonrió con amargura.

 

—Yo, que no soy así, me aguanté al ver que mi mujer besaba a otro. ¿Por qué crees que lo hice? Porque te amo.

 

La mirada de Giselle se volvió fría.

 

—Para empezar, el que haya tenido resentimiento con ese beso es por tu culpa, ¿eh? ¿Cómo te atreves a fingir que me estás haciendo un favor?

—No, es culpa de Edwin Eccleston, que no te amaba.

 

‘Uf. Mejor hablo con la pared’

Giselle se volvió a mirar por la ventana y fumó su cigarro con fuerza.

 

—¿Por qué me dices que no me puedes amar porque te hice sufrir, pero amas tan fácilmente al hombre que te hizo sufrir de la misma manera?

—No recuerdo haber dicho que lo amara.

 

Él se rió con malicia, como si estuviera complacido, pero su risa no duró mucho.

 

—Pero no estoy en posición de alegrarme si no amas a ese tipo.

 

‘Ahora, ¿qué significa esto?’

Giselle miró el humo que se dispersaba en el aire por un momento y luego volteó la mirada hacia él.

 

—Porque solo puedo verte si amas al dueño de este cuerpo y te quedas a su lado.

 

Lorenz se puso el cigarro entre los labios, curvados hacia arriba. Su sonrisa, que parecía un llanto, se veía inusualmente solitaria hoy.

 

—Para ser sincero, me siento miserable. Otros, en un caso como este, se rendirían y se irían, ¿verdad? Yo no puedo hacerlo. Tengo que aguantar, aunque esté exhausto y me duela.

 

Sus posiciones se habían invertido. Giselle no podía dejar de mirar a Lorenz, que ahora miraba a la distancia a través de la ventana. Su corazón se estaba ablandando. Era una señal de peligro.

 

—¿Cambiaste de estrategia para conseguir un beso?

—¿Significa eso que mi truco funcionó?

—Si hubiera funcionado, ya te lo hubiera dado.

 

El volvió a reírse a carcajadas, pero esta risa tampoco duró.

 

—Solo recuerda que el amor no correspondido que te hizo llorar es el mismo que yo siento ahora.

—Tú eres quien me hizo llorar.

 

Se sentía compasiva cuando se comparaba su situación con la de Edwin, pero cuando intentaba ganarse su empatía comparándola con su propia situación, solo le generaba resentimiento.

 

—No es así. Tú crees que soy el culpable de tu sufrimiento, pero piénsalo bien. ¿Crees que no habrías llorado si yo no hubiera aparecido? Tú ya estabas enamorada del Ajussi del que te gustaba, y él fue consistentemente indiferente contigo.

—Si no te hubieras metido, lo habría superado sola y en silencio.

—¿Eso es mejor? ¿Una vida en la que tienes que sonreír como si nada mientras ves a tu primer amor casarse con otra mujer y vivir felizmente a su lado?

—…….

—Si yo no me hubiera metido, Edwin Eccleston nunca se habría enamorado de ti. No querrás admitirlo, pero esa es la verdad.

—Por eso te amo, Lorenz.

 

Ante la repentina confesión, el hombre frente a ella se congeló como hielo. Los únicos movimientos eran el humo que salía de la punta de su cigarro y el temblor en sus ojos. Una vez que el impacto pasó, la expresión de Lorenz se volvió hosca, a pesar de haber escuchado las palabras que tanto deseaba.

 

—¿Por qué no te alegras? Te dije que te amo. ¿No era tu plan que yo también te amara ahora que has logrado que tu amor se cumpla?

—Eres más cruel que ese bastardo.

—Es que lo aprendí de ti.

 

Al final, ella le devolvió el juramento de amor falso que Lorenz le había hecho una vez para burlarse de ella.


Prev
Next
Novel Info
Madara Info

Madara stands as a beacon for those desiring to craft a captivating online comic and manga reading platform on WordPress

For custom work request, please send email to wpstylish(at)gmail(dot)com

Comments for chapter "Capítulo 265"

MANGA DISCUSSION

Deja una respuesta Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*

*

1 Comment

  1. Merry

    Anda con todo la Giselle, veremos que pasa
    Gracias por el capitol Asure

    septiembre 14, 2025 at 3:31 am
    Responder
Contact Us
  • Contact
  • Help & Service
Resource
  • Terms of Service
  • Privacy Policy
Referral
  • Buy theme
  • Other products

© 2025 Madara Inc. All rights reserved

Sign in

Lost your password?

← Back to Novelas de Asure

Sign Up

Register For This Site.

Log in | Lost your password?

← Back to Novelas de Asure

Lost your password?

Please enter your username or email address. You will receive a link to create a new password via email.

← Back to Novelas de Asure

Caution to under-aged viewers

Mi Amado, A Quien Deseo Matar

contains themes or scenes that may not be suitable for very young readers thus is blocked for their protection.

Are you over 18?