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Mi Amado, A Quien Deseo Matar - Capítulo 249

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  4. Capítulo 249
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—Natalia, no puedo vivir sin ti. Si me amas, puedo ser tu perro.

 

Giselle parpadeó sorprendida, viendo al hombre que se le aferraba, abrazándola con fuerza.

 

—Si dices esas cosas, te van a decir que eres un ‘chico malo’.

 

Pero él sonrió satisfecho, como si hubiera recibido un cumplido.

 

—Tienes razón. Soy un chico malo. Pero sé lo que quieres mejor que cualquier otro hombre.

—No sé…

—¿La verdadera inversión de roles entre el amo y el perro? ¿Esa placentera sensación de poder? ¿La liberación que viene de desatar emociones reprimidas? ¿Esos sentimientos que quería experimentar al vengarme de Edwin Eccleston, no te hacen falta a ti también?

—Yo no tengo ninguna intención de vengarme de ese hombre como tú.

—Tómalo como que tu deseo y el mío, sin importar el objetivo, son igualmente bajos. Admítelo. No eres tan buena y correcta como pretendes.

 

Cuando Lorenz le recordó las veces en el campo de entrenamiento que, si la molestaban, se vengaba aún peor usando medios cuestionables, Giselle no pudo refutarlo.

 

—La extrema corrección de Edwin Eccleston debe ser sofocante, ¿no? En esos momentos, yo me comporto de forma tan cobarde y astuta como tú para darte un respiro.

—No entiendo de qué hablas.

—Claro que sí, lo sabes. ¿Te sentiste orgullosa cuando me aferré a ti? Cuando dejé mi orgullo y me comporté como un perro delante de ti, te sentiste como si estuvieras sentada en un trono, con el cuchillo en la mano listo para cortarme el cuello.

—…….

—¿Lo ves? Soy el único que entiende tus deseos y puede darte lo que quieres.

 

Giselle pensó por qué Lorenz estaba siendo tan sumiso ese día, y se dio cuenta de que había adoptado esa postura como una táctica para superar a Edwin Eccleston y ganarse su amor. Había jurado que jamás haría lo que su rival hacía, pero ahora lo usaba como su propia arma para encontrar una debilidad y aprovecharse.

Para ser honesta, sintió una emoción electrizante cuando el hombre se aferró a ella con lágrimas en los ojos, tan desesperado. Cuando se comportaba tan servil, le daba pena, pero a la vez, le divertía.

 

—Pero al duque lo que más le importa es su nobleza y su corrección pomposa, así que jamás se sometería a tus deseos.

 

Sin embargo, su nuevo ataque contra él le arruinó la diversión.

 

—Lorenz, no importa si tienes algo de razón en lo que dices, si tu único objetivo es desacreditar a un rival, solo estás arruinando tu propia credibilidad. Parece que no me amas, solo me estás usando para sabotear la felicidad de Edwin Eccleston. Y ya tienes antecedentes, ¿no?

—No es eso. Te lo juro.

—Si no quieres que te malinterpreten, compórtate mejor. ¿Crees que no puedes ganarte mi corazón a menos que rebajes a otro hombre para sacarlo de mi camino? ¿Tan inseguro eres?

—¿Y Edwin Eccleston? ¡Ese bastardo fue el primero en rebajarme a mí!

—¿Lo ves? Ahí vas de nuevo.

 

Con una expresión de agravio, el sujeto intentó hablar de nuevo, sin ceder. Giselle bostezó ostentosamente y se tapó la boca.

 

—Ay, qué aburrido.

 

Solo entonces se quedó en silencio.

 

—Lorenz, creo que te comportas así porque nunca has tenido una cita decente, pero puedo perdonar a un hombre divertido, pero a uno aburrido, lo condeno a muerte.

—Tengamos una cita. Te prometo que seré divertido.

—Si te comportas como mi perro fiel, y no como un perro de pelea que solo ataca a otros hombres.

 

A pesar de que lo trató abiertamente como un perro, él asintió al instante y le tomó las dos manos.

 

—¿Me estás dando una oportunidad?

—Sí, te la daré.

 

La oportunidad de mi venganza.

El hombre, que sonreía feliz como un cachorro que se reencuentra con su amo, se arrepentirá de haberse metido en esta trampa por su propia cuenta.

Ella deseaba que Lorenz tuviera una vida sin soledad ni sufrimiento, pero a partir de este momento, ese deseo quedaba anulado. Era solo un último acto de piedad que le ofrecía a alguien con quien algún día se separaría, cada uno por su camino.

Si ella no pudo vivir olvidando su pasado con Edwin Eccleston y sus propios errores, los pecados de Lorenz, el origen de toda esa miseria, tampoco podían simplemente desaparecer.

Tú le prendiste fuego al dolor de mi amor no correspondido, ¿y ahora te atreves, tan descarado, a echarle la culpa a otro hombre y tratar de huir?

El hombre que la había empujado al infierno invadía de nuevo lo más profundo de su corazón. El resentimiento que había permanecido en el fondo, quieto, se agitaba violentamente. Una amarga malicia la invadió. Lorenz la había visto tal como era, con total claridad.

 

—¿La verdadera inversión de roles entre el amo y el perro? ¿Esa placentera sensación de poder? ¿La liberación que viene de desatar emociones reprimidas? ¿Esos sentimientos que quería experimentar al vengarme de Edwin Eccleston, no te hacen falta a ti también?

 

Sí, ahora me hacen falta. ¿Será que los experimentaré contigo? Después de todo, como dices, en el fondo soy una persona vil.

Esa perra de antes te va a tratar como a un perro. A partir de ahora, serás el medio de mi venganza. Probarás la tierra con sabor a óxido del infierno donde me dejaste. Jugaste con mi amor, así que no te quejes si tu amor se convierte en mi juguete, ¿no? Incluso si lo rompo en pedazos y no te lo devuelvo.

Y este, también, era un nuevo poder que Giselle había obtenido.

 

 

 

 

 

 

⋅•⋅⋅•⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅∙∘☽༓☾∘∙•⋅⋅⋅•⋅⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅

 

 

 

 

 

 

Mayor Hawkins, quien había sido llamado por el director, regresó agotado en menos de una hora y llamó a Giselle, que estaba redactando un informe sobre las actividades de los agentes dobles que supervisaba.

 

—Teniente Bishop, el director la ha llamado.

 

¿…Por qué a mí? ¿Acaso es mi turno de que me saquen el alma? No, soy la de menor rango en el equipo de operaciones. Sacar el alma, ¿no es la obligación de los que ganan más que yo? El superior, como si hubiera leído ese pensamiento insolente en la expresión de Giselle, entrecerró los ojos y le explicó el motivo de la llamada.

 

—Dice que hay información nueva.

 

Ah, es una noticia sobre Niko. Giselle dejó el informe que estaba escribiendo y se dirigió rápidamente a la oficina del director.

 

—Me llamó, director.

 

Él la había llamado, pero estaba al teléfono. Con una sonrisa en los ojos que parecía disculparse, señaló la silla frente al escritorio. Ella se sentó como le indicó y él le entregó una carpeta.

Darle el documento sin preámbulos ni dudas. Era una clara buena noticia.

Mientras tomaba la carpeta y la abría, Giselle esperaba una carta o una foto de su hermano. Era algo que el ejército de Constanza podría haberle enviado a través de un tercer país para retenerla como espía.

 

Informe de localización y actividades de Nikolas Rudnik, primera parte

 

Pero lo que Giselle encontró era una noticia que había anhelado, pero no esperaba.

¡Por Dios! Nuestros agentes y fuentes son realmente increíbles.

Los agentes infiltrados en Constanza y las fuentes locales habían confirmado con sus propios ojos la vida y el paradero de su hermano.

Un huésped llamado Nikolas Richter vivía en la casa de General Edelmann, comandante de inteligencia del ejército de Constanza. Su apariencia coincidía con la foto reciente de su hermano que habían enviado desde Constanza hace aproximadamente un mes.

Después de observarlo de incógnito y obtener testimonios de los empleados, descubrieron que el hombre había vivido en la casa del general por casi diez años, y que en vez de ser un huésped, era más bien un prisionero confinado. No podía salir solo sin la vigilancia de lo que se hacía pasar por guardaespaldas.

Aun así, no parecía que lo trataran de forma severa. En una foto tomada por una de las fuentes, Niko estaba sonriendo alegremente mientras tomaba café en una cafetería con una chica de su edad. El nombre de la mujer, escrito al reverso de la foto, era Frida Edelmann. El hecho de que se llevara tan bien con la hija de su carcelero le dio un respiro.

Es mi hermano.

Su sonrisa era idéntica a la de su mamá. Giselle miró la foto por un largo rato, luego cerró la carpeta y la volvió a poner sobre el escritorio. El hombre, que sostenía el auricular contra una oreja y negociaba de forma interminable con la persona al otro lado de la línea, no dejaba de vigilar la expresión de Giselle. Cuando ella se levantó, él la siguió con la mirada e inclinó un poco la cabeza, como preguntándole si ya había terminado de leerlo todo.

Giselle caminó alrededor del escritorio y se paró detrás de él. Lo abrazó de repente por la espalda, justo cuando él estaba por girar la silla para mirarla. La voz profunda que había estado fluyendo sin interrupciones se interrumpió de repente a la mitad de una palabra.

Después de carraspear una vez, la conversación continuó como si nada hubiera pasado, pero el pecho que las manos de Giselle tocaban no se movía de forma regular. Giselle, con la esperanza de que él no volviera a quedarse sin palabras, acercó sus labios a su oreja libre del auricular y susurró:

 

—Edwin, gracias. Sé que no me gusta decir gracias, pero escúchame esta vez.

 

¿Quién rastrearía a un soldado del campamento de Rozelle en un país enemigo solo por una oficial de bajo rango? Si el hombre cuya felicidad era la de Giselle no hubiera sido el jefe de inteligencia, ella habría tenido que preocuparse por el paradero de su último familiar hasta el final de la guerra, o tal vez incluso mucho después.

¿Cómo no iba a llamarlo por su nombre, a este héroe que alivió su dolor?

Lo llamó con esa intención, como una forma de retribuirle. Estaba preparada por si los errores del pasado volvían a atormentarla, pero solo sintió un poco de vergüenza. Tal vez si lo llamaba una y otra vez, cien veces, los recuerdos llenos de arrepentimiento se diluirían de forma natural y se desvanecerían.

Así que, aunque estaba segura de que nunca volvería a pasar, incluso si a partir de mañana ya no pudiera volver a llamarlo por su nombre, este momento se convertiría en un precioso recuerdo bordado con afecto, que duraría para siempre.


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Comments for chapter "Capítulo 249"

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1 Comment

  1. Merry

    Waoooooo
    Que va a pasar!
    Gracias por el capítulo Asure!

    agosto 23, 2025 at 11:22 pm
    Responder
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