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Mi Amado, A Quien Deseo Matar - Capítulo 247

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  4. Capítulo 247
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Las pupilas de sus ojos, que antes lucían pícaramente entrecerradas, se abrieron de par en par. Como era de esperar, el muy canalla la atrapó por la mano que ella intentaba agitar, la atrajo de la cintura con su otro brazo y la pegó a su cuerpo.

 

—Debemos terminar de bailar.

—¿Qué baile? ¿Ese vals que arruinaste hace tiempo?

—Ah… ¿También pensaste en nuestro primer encuentro?

 

Aunque respondió con una sonrisa descarada, se le notaba lo descompuesto que estaba por dentro, como si su gruesa fachada se hubiera resquebrajado. Giselle, que no podía controlar la rabia, pensó que él estaba buscando pelea cuando le soltó una burla sobre su pasado, ese en el que se arrepintió de haberlo abofeteado, pero Lorenz bajó la guardia de inmediato.

 

—Qué orgulloso me siento de que la niña que se enredaba en su propio vestido y se caía porque la arrastraba un hombre, haya crecido tanto como para controlarme ahora.

 

‘Qué gracioso. Ni siquiera he comenzado’

 

—Ay, miren, creo que se están peleando.

—No los mires, cariño.

 

Las parejas de alrededor, que no sabían que los compañeros de baile habían cambiado, sintieron el cambio de ambiente y comenzaron a susurrar y a mirarlos. Giselle, con la mano que Lorenz le había sujetado para que siguieran bailando, lo arrastró hasta fuera de la pista. Se sentaron frente a una mesa y ella le ordenó al hombre que arrimaba una silla al lado de ella:

 

—Pide algo de beber.

 

Él sonrió de oreja a oreja y llamó al camarero porque ella no le pidió que le devolviera a su cita ni le dijo que se iría a casa.

 

—¿Whisky?

—No, cerveza.

 

‘Para mantenerme sobria. Veamos cómo actúa este sujeto’

De acuerdo a sus movimientos, Giselle decidiría qué hacer.

En realidad, ella había estado esperando el momento en que Lorenz apareciera. Después de todo, las personas se ponen más ansiosas cuando hay silencio en un momento en el que no debería haberlo. Era imposible saber qué oscuras intenciones tenía.

Una de las razones por las que a Giselle le costaba creer en el amor de Edwin Eccleston era porque Lorenz se había quedado sospechosamente callado. El hombre que la visitaba cada dos por tres con la excusa de fumar un cigarrillo hasta antes del domingo, solo la había llamado desde ese día. Y lo único que hacía era darle un simple “buenas noches” y colgaba, sin siquiera charlar. Eso no era propio de Lorenz.

‘¿Será que no ha podido venir porque ha estado agotando su fuerza mental para imitar la mirada de su dueño y así pretender que Edwin Eccleston se ha vuelto a enamorar de Giselle?’

No pudo evitar tener estas sospechas.

Pero una vez que lo tuvo frente a frente de nuevo, sus dudas se disiparon como la niebla al sol.

Si Lorenz fuera tan hábil en el cortejo como para manipular el corazón de Giselle tan pronto, ya lo habría hecho con su propio nombre. No había forma de que le entregara ese triunfo a otro hombre, sobre todo a su acérrimo rival y adversario en el amor, al que odiaba a muerte.

Incluso ahora, apenas apareció, solo logró enfurecer a Giselle, lo que demostraba que era terrible seduciendo mujeres.

Como un hombre que vive impulsivamente sin pensar, lo hizo en un arranque y, cuando Giselle lo contraatacó, se retractó de inmediato y la halagó, lo que dejó en claro sus intenciones. Lorenz sabía que no podría conseguir el amor que quería si volvía a romper el corazón de Giselle. Entonces, ¿para qué repetir sus fechorías del pasado?

Eso significa…

‘Edwin Eccleston me ama de verdad’

Lorenz, que estaba a punto de ordenar, se volteó y la miró con cara de extrañeza al ver que Giselle sonreía para sí misma, feliz de confirmar el amor de un hombre a través de otro. Se dio cuenta de que la sonrisa no era para él, y una expresión de fastidio apareció en su rostro. Apenas el camarero se fue, le preguntó, como era de esperarse:

 

—¿Por qué te reíste? ¿Qué te hizo tan feliz?

—Me alegra ver que eres un idiota.

 

Él bajó las cejas como un perrito abandonado. La abrazó por detrás como si estuviera a punto de rogarle y frotó su cara contra su cuello como si fuera un perro de verdad.

 

—Lo siento, preciosura. Lo hice por celos.

 

Él había aguantado durante días porque la situación le era desfavorable. Y Giselle pensó en por qué se estaba cavando su propia tumba al aparecer en ese momento. La respuesta eran los celos.

Seguro sintió celos el domingo. Pero la situación estaba de acuerdo con el dueño del cuerpo, así que se aguantó para no arruinar las cosas. El simple mensaje de buenas noches fue sin duda su intento de recordarle que él estaba ahí y, a la vez, dar una buena impresión, como la de un hombre indulgente.

Quizás el lunes también sintió celos, pero se vio obligado a quedarse callado porque salió el tema de un asunto que le era desfavorable. Si la hubiera visitado en ese momento, Giselle solo lo habría acusado de ser un farsante y su reputación habría caído por los suelos.

Así que esperó el día en que su nombre no estuviera sobre la mesa para aparecer. Y lo hizo en medio de su cita. Si hubiera aparecido desde el principio, es obvio que Giselle se habría negado a salir de su casa hasta que le devolviera a su verdadera cita.

Se aguantó y se aguantó, pero ¿cuánto le habrá dolido el estómago de ver a Giselle sonriéndole a otro hombre? El hecho de que se le saliera de los estribos al verla sonreírle a su rival, algo que le molesta más que a que Giselle lo insultara, hizo que echara a perder días de esfuerzo.

 

—Qué tonto.

—Tú también.

—…Repite lo que dijiste.

—Natalia Rudnik, eres tonta. ¿Por qué amas de nuevo tan fácilmente a un bastardo que te lastimó?

—No lo amo.

 

Cuando lo dijo con firmeza, él se rió y le hizo cosquillas en el cuello.

 

—Así me gusta. Aunque lo veas, no lo ames.

 

Edwin Eccleston le había dicho que aún no amaba a Giselle, lo que no significaba que él la amara a ella, pero Lorenz comenzó a rozarle la piel con los labios, a lo que ella lo empujó con el codo y le espetó:

 

—¿Quién te crees para decirme qué hacer y qué no?

—Soy el único hombre que te ama de verdad.

—Disculpe, ¿últimamente contratan payasos en los clubes? No me causa ni una pizca de gracia. ¿Puede largarse, por favor?

—Cariño, puede que suene a un sofisma, pero piénsalo bien. Te he amado sin cambiar desde los días en que eras inmadura y fea.

 

‘¿Y quién fue el culpable de que yo fuera tan inmadura y fea?’

Giselle, que le estaba sonriendo al mesero que trajo la cerveza, dejó de hacerlo y fulminó con la mirada al hombre a su lado, pero el desvergonzado espantó al mesero, se sirvió la cerveza y continuó con su sofisma, diciendo que solo él se preocupaba por Giselle.

 

—En cambio, Edwin Eccleston no te veía como una mujer cuando eras una tonta inmadura y fea, pero ahora que eres una adulta guapa y atractiva y que los demás hombres enloquecen por ti, él dice: “quiero tenerla. Giselle, te amo”. ¿No te parece astuto?

—Bueno… en ese momento era comprensible que no me viera como una mujer, pero sí que me parece un poco astuto.

 

Las comisuras de la boca de Lorenz se curvaron hacia arriba. «Con esta respuesta, se lo va a mostrar al dueño del cuerpo». En realidad, ella fue honesta precisamente para que lo hiciera. Tenía curiosidad por ver cómo se justificaría Edwin Eccleston. El idiota, que no sabía de las intenciones ocultas de Giselle, se emocionó y se apresuró a despotricar aún más contra su rival.

 

—En realidad, ese bastardo no te ama como una mujer.

—¿Entonces?

—Simplemente tiene miedo de perder para siempre a la niña que crió. Tu señor todavía no ha podido valerse por sí mismo. Como sentía nostalgia por ti, que eras como una hija para él, incluso se engañó a sí mismo diciéndose que te amaba como a una mujer.

 

Dijo que el amor de Edwin Eccleston no había cambiado en absoluto desde que le propuso matrimonio sin amor y que Giselle estaba siendo engañada.

 

—¿Pruebas?

—Puedo ver todos sus pensamientos.

—¿Ah, sí? Entonces, ¿desde cuándo sabes que ese hombre me ve como una mujer?

—Desde el principio.

—¿Y cuándo fue eso?

 

Lorenz entrecerró los ojos.

 

—¿Por qué ayudaría al amor de ese bastardo?

 

Era demasiado rápido para su propio bien; enseguida se dio cuenta de que Giselle estaba intentando sacarle información sobre Edwin Eccleston.

 

—Mi amada Natalia, sabes que solo te ayudo a ti. Ese señor es un farsante que incluso se engaña a sí mismo, así que confía en mí y ten cuidado.

—¿Como tú?

—No, él es más taimado y descarado que yo.

 

Pfftt. Giselle se echó a reír antes de darle un sorbo a su cerveza.

 

—Lorenz, no crees que si esperas que yo te crea lo que dices, deberías haberte ganado mi confianza antes?

—¿He perdido tu confianza últimamente? Solo he hecho cosas para ganármela, entonces, ¿por qué no te la has ganado?

 

La mano que había estado en su espalda se deslizó por su espina dorsal y le tocó suavemente el lugar donde debía estar su corazón. Giselle apoyó la barbilla en la mano e inclinó la cara hacia él.

 

—Por fin lo has admitido.

—¿Qué?

—Que todo lo que has hecho para ayudarme y ser amable conmigo no fue algo que hiciste de corazón, sino un cálculo para que me sintiera en deuda contigo en el futuro.

 

Había actuado de forma diferente a lo habitual, e incluso había ayudado a Giselle consiguiendo un espía para ella. Ella pensó que por fin había madurado, pero no era más que una siniestra obra de caridad de un usurero.

 

—¿Y ahora me vas a amenazar para que te dé mi corazón y mi cuerpo con intereses?

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Comments for chapter "Capítulo 247"

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4 Comments

  1. magui96

    Ya me parecía raro que no apareciera Lorenz jaja

    agosto 19, 2025 at 1:11 pm
    Responder
  2. EmySanVal

    Ya extrañaba a Lorenz 😅… no sé cuantos capítulos le quedan a esto pero, espero ver pronto la interacción entre estos tres… será q Giselle aceptará el amor de las dos personalidades de Edwin? Llegará a amar a las dos personalidades?! Sería bastante divertido de leer…
    Gracias por el capitulo doble Asure! 💖

    agosto 19, 2025 at 4:54 pm
    Responder
  3. rouss

    Sí, ya amenázala Lorenz porfas queremos ver acción ja, ja, ja

    agosto 19, 2025 at 7:40 pm
    Responder
  4. Connie Aranda

    Sería un lindo final que pudiera amar a los dos y todos los aspectos de edwin, al final, ellos lo aman a ella

    agosto 19, 2025 at 8:30 pm
    Responder
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