Mi Amado, A Quien Deseo Matar - Capítulo 243
—¿Será que…?
Giselle lo miró fijamente de nuevo, como si fuera un desconocido. Se imaginaba lo que estaba a punto de decir.
—¿No será que le salió otra personalidad sin que se diera cuenta? Esta nueva personalidad puede imitar a la perfección la mirada del director, y por pura casualidad, me quiere como me quería Lorenz.
—¿Todavía no has terminado la novela que escribías ayer?
Él pensó que era una broma y se preparó para reírse, pero Giselle no se rio en absoluto. Edwin se encontró con su mirada seria y lo afirmó con firmeza.
—No.
—¿Y cómo lo sabe usted mismo? Espera, ¿no eres Edwin Eccleston, verdad?
—Ay…
Con un dolor de cabeza, Edwin se frotó el ceño. No había otra forma de demostrar su identidad que no fuera su mirada, pero la única persona que lo reconocía ya ni siquiera confiaba en ella. ¿Cómo podría ganarse su confianza de ahora en adelante? Solo le quedaba la desesperación.
—Esto es mi karma. Y también el karma de ese suplantador.
El hecho de que ella sospechara de otra personalidad significaba que no solo las palabras y acciones de Edwin en el pasado le habían sembrado esta desconfianza. El crimen de ese charlatán que una vez le hizo creer a Giselle que Edwin la amaba también era muy grave.
Giselle, al parecer, también lo recordó, ya que miró hacia el pavimento mientras caminaba y soltó una amarga sonrisa.
—Aun así, ahora se parece más al ‘Ajussi’ que conozco que el pervertido que interpretó ese suplantador. Aunque sigue pareciendo otra persona.
El hecho de que él dijera que la amaba de la misma manera que antes la hizo reaccionar a la defensiva, como si fuera otra persona. Al recordar las innumerables heridas y los problemas que surgieron por confiar una sola vez en esas palabras de amor, era natural que ella dudara, sin importar cuántas veces él se lo dijera. Le llevaría mucho tiempo superar esa desconfianza.
Edwin decidió no apresurarla. Solo seguiría expresando su amor una y otra vez, esperando que Giselle creyera en su amor por sí misma.
—Giselle, aunque tuviera docenas de personalidades, todas te amarían solo a ti. Entonces, ¿no sería justo decir que soy yo quien te ama?
La mujer, que solo miraba al suelo, levantó la cabeza, lo miró y sonrió. La amargura ya había desaparecido.
—¿Por qué me ama?
—Giselle, yo ya te amaba como la persona que eras.
¿Quería decir que la razón para amarla no era diferente de entonces? Aunque sonaba bien, no era la respuesta que Giselle quería escuchar.
—Pero debe haber una razón por la que te fijaste en mí como mujer. ¿De verdad no recuerdas cómo fue que empezaste a verme así?
—¿Quién sabe? No lo sé, pero al pensarlo, hubo muchos momentos en los que me di cuenta de que sentía celos.
¿Celos? ¿Este hombre? Giselle no pudo cerrar la boca.
—Si uso eso como un punto de referencia para retroceder en el tiempo…
Levantó la vista hacia el cielo nocturno y, como si estuviera dibujando constelaciones, recordó el paso del tiempo, luego volvió a mirar a Giselle.
—¿El comienzo habrá sido en el campo de entrenamiento?
Giselle abrió los ojos de par en par, miró al excomandante del batallón de entrenamiento y estalló en carcajadas.
—No puedo creerlo… Fue a detener a la pequeña y débil Giselle para que no se convirtiera en soldado, terminó dándole una comisión de oficial él mismo, y ahora se enamora de mí como mujer. Nada salió como quería, así que debe lamentar mucho haberme seguido hasta el campo de entrenamiento.
Ella volvió a actuar con malicia, pero él se acercó a su cara y, mirándola a los ojos, le preguntó:
—¿Te parezco alguien que se lamenta ahora?
‘No. Al contrario, parece alguien muy feliz por una suerte inesperada’
Giselle se volteó y le miró de reojo.
—Entonces, ¿cuándo fue que se dio cuenta?
El hombre que nunca dudaba en responder preguntas que no sabía, ahora se reía tímidamente ante una pregunta cuya respuesta sí sabía, y solo confesó cuando lo presionaron.
—Cuando propusiste el método para averiguar el lugar de desembarco del enemigo.
—Ah… ese día me vi genial, ¿verdad? Entiendo que te hayas enamorado.
Giselle se echó el pelo hacia atrás con la mano. Él sonrió, como si su vanidad le pareciera tierna, extendió la mano y le puso el cabello que le cubría la mejilla detrás de la oreja.
—Pero enamorarse por eso… Tienes un gusto muy particular por las mujeres.
—En realidad, en ese momento pensé que era un deseo extraño.
—Entonces, ¿cuándo sentiste que era amor?
—Después de ese día, siempre me confundía si era un deseo de un loco o amor, pero…
La forma en que lo dijo daba a entender que hubo un momento en el que se convenció de que era amor, pero no continuó con la respuesta.
—¿Por qué duda otra vez?
—Porque no sé qué pensarás.
—¿Fue algo raro lo que pasó?
—Para mí, sí.
No había duda de lo que Edwin sintió ese día. Sin embargo, no podía entender por qué sintió atracción por ella como mujer, cuando Giselle solo le estaba agradecida a él como su protector y superior. Y si Edwin, que solo usaba su cabeza y no su corazón, no lo entendía, ¿cómo iba a entenderlo Giselle?
—Tú no lo vas a entender. Dirás: «¿Cómo puedes estar tan seguro de que es amor por algo así?».
Al ver al actual Edwin Eccleston reírse con timidez, Giselle vio una imagen de su yo del pasado. Se había desesperado, pensando que él nunca entendería el momento en el que ella se enamoró de él. Porque era un hombre que no entendía a las mujeres que se enamoraban de él por razones triviales. Y ahora, este mismo hombre tenía miedo de que su amor no fuera comprendido.
Él no se lo dijo al final y en cambio le preguntó a Giselle:
—¿Y tú por qué te enamoraste de mí?
—Fue algo tan insignificante que lo olvidé.
Era una mentira. No había forma de que pudiera olvidar ese momento.
En ese entonces, Giselle intentó ocultarlo por la misma razón que él.
‘Tal vez ahora él lo entendería’
Pero aun si fuera así, no importaba. ¿Qué sentido tendría un amor no correspondido que terminó tan dolorosamente?
‘Me hubiera gustado que me lo preguntaras en ese entonces’
Con la cabeza, ella entendía que no era una situación para preguntar algo así, y que incluso habría sido cruel, pero en su corazón crecían espinas feas.
—Vaya… De verdad que el director tiene mucha suerte.
—¿Yo?
El hombre frunció levemente el ceño y arqueó una ceja, preguntando por qué.
—Tu amor no correspondido te dio la oportunidad de hacer que te amaran. Así que puedes gritar a los cuatro vientos que amas, y seducirme con orgullo. Esto es lo que significa tener poder.
‘Yo, por mi situación y mi posición, tuve que ocultarlo tan pronto como me di cuenta de mi amor, eso me da rabia’
Giselle se dio cuenta de algo inesperado: uno también puede sentir celos del amor que se tiene hacia sí mismo.
Le dieron ganas de fumar. Sacó la mano del bolsillo, pero se dio cuenta de que lo había dejado en su chaqueta de oficial. ¡No podía ni fumar porque este hombre la había abotonado por completo! También se enojó por eso, y quiso morderlo al ver lo incómodo que él se sentía con lo que Giselle le había dicho.
—Giselle, el poder lo tienes tú. Tú eres quien tiene la correa en esta relación.
Él jaló suavemente la correa de Rody, que estaba a punto de entrar en otra casa, y el perro, famoso por su desobediencia, de inmediato se dio la vuelta y volvió a la acera.
‘Yo siempre me dejo arrastrar, sin importar la correa que tenga, pero él maneja cualquier correa con mucha tranquilidad’
—Oye, ¿por qué me sigues llamando «director»? Teniente Bishop, ¿todavía no ha salido del trabajo?
—Como puede ver, el director me llamó, así que todavía no he salido.
A él no le gustó la indirecta de que se estaban viendo por trabajo, así que le echó una mirada severa. Como para dejar claro que era una cita, le pasó el brazo por el hombro.
—Llámame por mi nombre.
Giselle no apartó su brazo, pero se cruzó de brazos como para crear una pared, mostrando su desgana.
—¿Sabe? ¿No cree que es muy pronto para llamarlo por su nombre, sin saber cómo terminará nuestra relación? Si de repente no nos volvemos a ver a partir de mañana, el hecho de que hoy lo haya llamado por su nombre sería solo un recuerdo que querré olvidar.
No era una broma, sino una experiencia real.
—Giselle, ese día yo solo me sorprendí, pero no me molestó que me llamaras por mi nombre. Espero que eso nunca suceda, pero incluso si nos distanciamos, me gustaría que me llamaras por mi nombre. Esperaré hasta que te sientas cómoda.
Cada una de sus amables palabras derretía el muro de hielo de su corazón. El recuerdo vergonzoso de haber construido una pared tras otra estaba perdiendo la batalla.
—Y no te preocupes. Nunca nos volveremos a distanciar.
El hombre, que no hacía promesas que no podía cumplir, la atrajo más hacia él y le siguió el paso. Pero esta vez, en lugar de sentir calor, una envidia repentina se apoderó de ella al sentir una confianza en él que ella nunca había tenido.
—Claro, usted se esforzará, ¿verdad? Yo, en cambio, puedo alejarme sin importar lo que haga.
—Sí, eso es cierto.
Giselle lo miró de reojo.
‘¿Por qué no me está rogando hoy?’
¿Será que vio con sus propios ojos que ella estaba dudando y está seguro de su victoria? Tenía que mostrarle con claridad que la confianza está prohibida.
—¿Qué hará si al final no me enamoro de usted y lo rechazo?
—No tendré más remedio que aceptarlo. Y… eso sería genial.
—…¿Qué dice?
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Merry
Mucho coqueteo 🤭
Gracias Asure !