Mi Amado, A Quien Deseo Matar - Capítulo 241
—Haré que me creas. Sabes que no hago promesas que no puedo cumplir, ¿verdad?
El hombre que en algún momento no se atrevió a mentirme diciéndome que podría amarme si le daba tiempo, porque no hace promesas que no puede cumplir, ahora me ama. Por eso se siente aún más falso.
—Pero, Giselle, te amo.
……Pero, ¿no había dicho que yo era la primera persona a la que le confesaba su amor?
Giselle cometió el sacrilegio de tirarse en la cama con la ropa que traía puesta, abrazó la almohada y se convirtió en una criminal en serie.
‘¿Qué hago? No lo creo. Y si no lo creo, ¿por qué ya me late el corazón como loco? A este paso, con una sola cita que ni siquiera puedo considerar como tal, volveré a grabar a ese hombre en lo más profundo de mi corazón’
—No.
Giselle tiró la almohada, se levantó de un salto y se prometió con firmeza:
—Ya no seré esa mujer fácil que solo piensa en Ajussi.
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A medida que las manecillas del reloj se acercaban a las 9 de la noche, Giselle se paró frente a la casa adosada Richmond de la familia Eccleston. La mano que en otro momento habría presionado el timbre sin dudarlo, ahora no podía hacerlo.
—Uff…
Una extraña sensación, como si cientos de mariposas revolotearan en su estómago, la hizo suspirar profundamente, como si quisiera expulsarlas. No era la primera vez que venía a este lugar, pero ¿por qué se sentía tan nerviosa hoy? Debe ser por esas palabras.
—¿Vendrás a verme?
‘Escuche, Sr. Edwin Eccleston. ¿Por qué lo dice de esa manera?’
De todos modos, tenía que ir a la casa de los Eccleston para recoger al perro después de despedirse de Howard, pero la forma en que él lo expresó hizo que pareciera que Giselle estaba corriendo hacia él por las ganas de verlo.
¿Habría calculado esto al decirlo? Su habilidad para capturar el corazón de manera sutil pero precisa era muy astuta. Giselle comenzó a sospechar que tal vez su forma de actuar como un novato sin experiencia con mujeres era una actuación.
‘Giselle Bishop, sé elegante, ¡pero no de manera refinada!’
Respiró hondo una vez más y se despeinó a propósito el cabello que se había arreglado en el auto para parecer alguien que no quería verse bonita. Solo entonces presionó el timbre.
—Buenas noches, señorita Bishop.
El mayordomo la saludó y la dejó entrar.
—El duque está con el perro. Sígame, por favor.
En lugar de traerle al perro, la estaba llevando al segundo piso. Parece que el duque le había dado instrucciones de antemano.
El mayordomo señaló respetuosamente la puerta de una habitación que estaba entreabierta. Después de un breve asentimiento, se fue. Giselle entró.
En la oscuridad donde todo parecía ser blanco y negro, solo la chimenea ardía con una luz intensa y crepuscular, llenando el espacio con un color cálido. Era natural que su mirada se dirigiera primero allí. Sin embargo, solo vio al perro durmiendo y roncando sobre la alfombra, el hombre que la había invitado a verlo no estaba allí.
—¿Llegaste?
Aunque susurró más bajo que el ronquido del perro, su voz resonó tan bien que le cosquilleó en el oído. La mirada de Giselle fue atraída de la luz a la oscuridad, hacia la fuente de la voz. El hombre, que estaba sentado en un sillón junto a la ventana, en lugar de en el sofá frente a la cálida y brillante chimenea, se estaba levantando.
Mientras Giselle caminaba lentamente, silenciando sus pasos para no despertar a Loddy, el hombre, al llegar a una distancia alcanzable, la tomó de la mano. ¿Había decidido ahora transmitir su intención de que se sentara a su lado con acciones en lugar de con palabras?
—Hacía bastante frío hoy, ¿estabas afuera? ¿Por qué tienes las manos tan frías?
—Es por conducir.
Él tomó las dos manos de Giselle, las frotó entre las suyas para calentarlas y le preguntó lo que ella esperaba.
—¿Terminaste bien con Howard Garfield?
Cuando ella asintió, él sonrió como si se hubiera quitado un peso de encima. De todos modos, Howard, o, honestamente, cualquier hombre, no podría ser una competencia para Edwin Eccleston. ¿Es que todos somos vulnerables en el amor no correspondido?
—¿No te gritó ni nada por el estilo?
—No. El que se enojó fue el director.
—Lo ves, tenía razón. Es un patán que se robó mi cita delante de mis narices.
Como era cierto, Giselle no pudo defender al ‘Sr. Patán’. Qué descaro de caballero, que sigue las reglas de la decencia, la honestidad y la moderación como si fueran la palabra de Dios, robarse la cita de otro.
¿Edwin Eccleston perdió la razón y desechó la decencia, la honestidad y la moderación porque temía perder a Giselle con Howard? «Edwin Eccleston es un hombre al fin y al cabo», pensó ella.
—Merezco ser criticado. ¿Qué te dijo él?
—Ah…
—¿Y bien? ¿Te convenció?
‘Me hizo la pregunta más difícil e incómoda’
—El Duque y yo tenemos una conexión más profunda de lo que parece, además…
Sacó la razón que había preparado de antemano para «elegir a Edwin Eccleston en lugar de Howard Garfield», pero no pudo terminar la primera frase.
—No importa. No tienes que darme una razón. Escucharlo solo heriría mi orgullo.
—Lo siento, Howard.
Howard, que se había convertido en un hombre más comprensivo durante sus años universitarios y en el ejército, no se enfadó con Giselle, pero…
—Me decepcionas. No porque no me elegiste a mí, sino porque elegiste a ese hombre. Giselle, te lo dije. El Duque no es un buen hombre.
Cuando le preguntó por qué pensaba eso, le respondió que era por la actitud que tuvo en el bosque del campo de entrenamiento.
—¿No recuerdas que te llamó «perra en celo»? ¿Será que estás tan acostumbrada que no te das cuenta de lo grosero y vulgar que es?
‘No, no pensé que se atrevería a usar esas palabras de nuevo conmigo’
En ese momento, lo dejó pasar porque Loddy se había perdido. «Si se atreve a decir algo así de nuevo, lo haré que se arrepienta. Desearía poder coserle la boca a Lorentz, pero me duele que no pueda porque es la boca de Edwin Eccleston».
—¿Por qué quieres ver a un hombre así? Giselle, me preocupo por ti.
‘Howard, el hombre que quiero ver no es ese perro en celo…….’
Claro, si te juntas con el caballero, también viene el perro.
Giselle finalmente entendió el cálculo que Lorentz tenía en su oscuro interior. El día anterior, se había aparecido brevemente en el cine y, como siempre, la llamó antes de que se durmiera, pero a diferencia de otras veces, solo le dijo «buenas noches» y colgó.
Giselle también tenía un plan. Por eso no estaba tan preocupada por Lorentz.
—¿Te dijo algo tan malo que no puedes decírmelo?
Giselle no había podido responder de inmediato a la pregunta sobre lo que Howard le había dicho, y este hombre, Edwin, lo malinterpretó. Por supuesto, sí le había dicho cosas malas.
—Pero no soy un buen hombre, así que no puedo decir que me gustaría que te fuera bien con otro…….
—Me dijo cosas malas, pero no a mí, sino a usted, director.
—¿Qué?
—Me dijo que si usted me hacía sentir mal, debía ir con él.
—Vaya, qué tierno. Y tú, ¿Qué le respondiste?
—Le dije que de acuerdo.
—Oh…
‘¿Por qué no me dice que soy linda a mí?’
—No lo necesitaré, pero aprecio el gesto.
La fisura en la sonrisa de su rostro fue solo momentánea. El duque, que había recuperado la calma, ahora estaba seguro de que Giselle nunca lo dejaría por sentirse abrumada.
‘Me pregunto hasta dónde llegará su agradecimiento’
—Howard dijo que sí lo necesitará. Dijo que no importa cuánto se resista, usted se convertirá en un puñado de polvo antes que él.
Howard le había pedido que le transmitiera este mensaje a cambio de retirarse sin problemas. «Realmente está lejos de ser una persona bondadosa», pensó Giselle. Y ella tampoco era una buena persona, ya que se tomó la molestia de decírselo.
El hombre frente a ella se echó a reír ruidosamente, como si la provocación de otro hombre le pareciera adorable, pero sus ojos brillaban con un resplandor siniestro. Era la misma mirada que había visto en Lorentz.
—Dile que no se preocupe por eso. La longevidad es una característica de nuestra familia.
—¿Ah, sí?
‘¿No murieron todos los duques anteriores, así como la duquesa, antes de cumplir los 60?’
El hombre leyó su desconcierto sin necesidad de que ella dijera una palabra.
—Mi padre y mi hermano vivieron una vida disipada, por eso se fueron temprano, mi madre, apenada por tener un esposo y un hijo tan disipados, no vivió mucho tiempo. Los Eccleston que viven con moderación, viven una vida larga y saludable.
Es cierto, Duquesa Roxworth, que ahora era la princesa heredera, era popular en revistas de chismes y moda debido a su apariencia juvenil y su buena salud. Y el jefe de gabinete Bishop, a pesar de su edad, seguía siendo un militar en servicio activo.
—Así que viviré una larga vida. Giselle Bishop, tienes un gran problema. Ahora no puedes ir con otro hombre. Porque yo te protegeré, incluso cuando seas una anciana.
‘¿Quién necesitaría un guardaespaldas siendo abuela?’
Giselle no pudo contener la risa. El hombre, con las dos manos de ella aún entre las suyas, se rió juguetonamente, pero la mirada de sus ojos ardientes le indicó que no bromeaba.
Ahora se daba cuenta de que este hombre también tenía un fuerte espíritu competitivo, aunque rara vez tuviera un oponente contra el que tuviera que luchar para ganar.
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Merry
Wwwuuuuwww me siento poquito mal
Por Howard, si parece bueno …. Ahora me pongo a pensar si Lorenz habrá tenido algo que ver con al muerta de la princesa 🤭 gracias por el capítulo Asure!
M.Anne1
¡Gracias por el.capitulo!
Llevaba todo el día chocando jajsjajs
Pobre Howard pero al menos ella fue sincera y habló con él
Connie Aranda
Muchas gracias por la actualización asure!! De verdad muchas gracias
magui96
Me dió penita Howard 🥲 gracias por el capitulo!!