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Mi Amado, A Quien Deseo Matar - Capítulo 232

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  4. Capítulo 232
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Giselle mostró abiertamente su desagrado en el rostro y le soltó una frase al oficial que le había dicho una cosa tan grosera.

 

—¿No cree que dejar de leer esos tabloides tan vulgares sería bueno para su propio nivel intelectual?

 

El oficial, sintiéndose tratado como un idiota que cree en cualquier chisme, se quejó indignado.

 

—No es eso. Es que si se tatúa un nombre en el cuerpo, es inevitable que parezca que están en algo.

—Si un hombre se tatúa el nombre de una mujer en el cuerpo, o es su madre o es su amante.

—No es así, es que mi padre me consolaba con él cuando era pequeña, y como se había desvanecido, se lo volvió a hacer.

 

Pero se preguntaba por qué se lo había vuelto a hacer. Sobre todo después de que Giselle le dijera que le alegraba que se hubiera borrado.

 

—Entonces… ¿quizás el Director lo ama a usted en secreto?

 

A Giselle le pareció tan absurdo que se le escapó una carcajada.

 

—El Director no es así. De ninguna manera.

 

¿Qué le pasa a todo el mundo últimamente? Se rumoreaba que Constanza había desarrollado un gas venenoso incoloro e inodoro, parecía ser cierto. Era obvio que todos habían inhalado el gas venenoso que explotó durante los ataques aéreos y algo les había pasado en la cabeza.

A medida que se acercaba la noche, los oficiales que estaban de turno el día siguiente comenzaron a llegar, y los que habían estado jugando a las cartas se fueron en tropel.

Giselle, que no tenía motivo para quedarse sentada sola en el vestíbulo, se dirigió a su escritorio en la habitación 303. El Director la siguió y se sentó en la silla de su compañero, el teniente Latimer.

 

—¿Y la cena?

—¿No sé? ¿Quizás la compramos en la dulcería del cine?

—Eso es solo una botana.

—¿Tiene hambre, Director?

 

En lugar de responder, él puso una misteriosa bolsa de papel en el escritorio de Giselle. De adentro salió una caja para almuerzo.

 

—¿Trajo la cena? ¿De su casa?

—Se la pedí al chef, pero la preparó con prisa, así que…

 

En cuanto abrió la caja, Edwin no pudo decirle que no esperara mucho. Giselle abrió los ojos como platos y exclamó admirada.

 

—Wow… aunque lo preparen deprisa, un duque siempre es un duque.

 

A pesar de que Giselle había dicho que con dos sándwiches sería suficiente debido a la falta de tiempo, la caja también contenía canapés de colores y postres como chocolates en forma de rosa. El chef, en tan poco tiempo, no solo había ampliado el menú, sino que lo había decorado con esmero usando flores frescas y hojas de perejil, entre otras hierbas. Era una obra de arte, demasiado buena para llamarla simplemente una caja de almuerzo.

Los chefs que trabajaban para la casa del duque tenían una gran pasión y orgullo por la cocina, y nunca servían ni siquiera la fruta más común de manera descuidada.

Pero aun así, no esperaba que la decoración fuera tan obvia.

Las aceitunas y los tomates cherry sobre los canapés estaban cortados y dispuestos de manera que formaban ostentosamente un corazón. Edwin, que no era muy inmune a ese tipo de detalles tan bonitos, no pudo ocultar una sonrisa avergonzada.

¿Qué pensaría Giselle? Aunque hasta ahora no había dudado de los sentimientos de él, ahora que él se lo había dicho tan directamente al proponerle una cita, ella comenzaría a darse cuenta. A Giselle se le notaba la sorpresa en el rostro. Él tomó un canapé con un corazón de tomate y se lo ofreció, expresándole sutilmente sus sentimientos una vez más.

 

—Le dije que sería para comer con una mujer.

—Con razón……

 

El chef se había confundido. Había preparado la comida con mucho esmero y con altas expectativas, pensando que el duque finalmente había encontrado pareja, y ahora la comida terminaría en la boca de una pobre soldado que estaba cubriendo el turno del fin de semana.

 

—Está delicioso. ¿El chef de la casa de la ciudad es el mismo de antes?

 

Mientras cenaban juntos, hablando sobre los empleados de la casa del duque que ella conocía, el nombre de Giselle seguía apareciendo en su campo de visión cada vez que él movía el brazo.

 

—Se volvió a hacer el tatuaje.

—Sí, esta mañana.

 

Mostró su antebrazo y curvó la boca en una sonrisa. Sus ojos parecían preguntar: ‘¿Lo hice bien?’.

Para nada.

 

—¿Por qué se lo volvió a hacer?

—Porque necesito la suerte que tú me das.

—¿Qué pasa si la futura duquesa lo ve y no le gusta?

—Quiero casarme con una mujer a la que le guste esto.

 

….…La única mujer a la que le gustaría eso es la dueña del nombre, ¿no? ¿O sea yo?

Un sentimiento de aversión que había olvidado durante mucho tiempo comenzó a surgir en su interior. Giselle frunció el ceño sin querer, por ese sabor amargo.

 

—Aunque es muy pronto para hablar de eso.

 

Giselle Bishop, ¿por qué te pones así de nuevo? Reacciona.

Lo que quiso decir es que se casaría con una mujer que entendiera su relación con Giselle. O, simplemente, fue una forma divertida de decir que no tenía ninguna intención de casarse. O tal vez la mujer con la que salió hoy ya le había dicho que estaba bien.

Sabía que sus interpretaciones eran cada vez más descabelladas, pero cualquier cosa era más convincente que la idea de que Edwin Eccleston quisiera casarse con Giselle Bishop.

 

—¿De qué quería hablar hoy?

 

Giselle tomó una decisión rápida y cambió su plan. Escucharía lo que él tenía que decir y luego cancelaría la cita para el cine. Era lo más sensato.

 

—¿No podemos hablar aquí? Estamos solos.

 

A pesar de la insistencia de Giselle, él no respondió. El hombre, que la miraba fijamente a los labios como si estuviera embrujado, no era Lorenz. De repente, su corazón empezó a latir con tanta fuerza que podía escucharlo en sus oídos y sintió ansiedad. Ayer, como no había nada que los separara, lo había llamado ‘señor’ cómodamente como en el pasado, pero ahora no podría hacerlo.

 

—…¿Director?

—Tienes crema en el labio.

—Ah…

 

Giselle se apresuró a pasarse la lengua por los labios de arriba abajo, sin dejar un solo rincón. El ceño del Director se frunció mientras la observaba, y un pequeño gemido se escapó de sus labios cerrados, lo que hizo que el rostro de Giselle se sonrojara al instante.

Limpiarse los labios con la lengua era rápido, pero también era un acto muy vulgar. Giselle pensó que, en cuanto los labios del Duque Eccleston, la encarnación de la etiqueta, se abrieran, saldría una reprimenda como ‘¿Así te eduqué?’

 

—Todavía te queda.

—Ah… ¿dónde…?

 

Giselle, que ya iba a sacar un pañuelo, se detuvo en seco en el momento en que el Director extendió la mano hacia su cara. Bastaba con que le dijera dónde, o al menos que se lo limpiara con un pañuelo, pero que él le recorriera la comisura de los labios hasta el centro del labio inferior con el pulgar, ¿no era un acto demasiado peligroso?

Él miró su pulgar por un momento y luego se lo llevó a sus propios labios. Su lengua lamió la crema y el labial de Giselle que se habían quedado en la punta de su dedo. Lo hizo mientras la miraba a los ojos. Luego, sus ojos se curvaron en una sonrisa.

 

—Sabe bien, pero no es suficiente.

 

Esto es un acto mortalmente peligroso. No, ¿a quién culpar? ¿Acaso no es ella misma, la tonta que se pone nerviosa con acciones sin sentido, la persona más peligrosa?

¿Por qué no puedes parar?

Giselle regañó a su corazón, que no dejaba de latir. Se sintió como si alguien le hubiera apuñalado por la espalda, ella que se sentía orgullosa de haberse librado de ese amor no correspondido que había sido un infierno.

Era su propia y tonta enemiga.

 

—No es algo de lo que podamos hablar aquí. Lo haré después de ver la película y tomar una copa.

 

Por favor, que la historia sea que tiene otra mujer.

 

—Yo también tengo algo que decirle.

 

Incluso si no fuera eso, no, sin importar lo que él le dijera hoy, Giselle se mantendría a distancia de este hombre.

 

—¿Todavía tenemos tiempo? Pasemos un momento por Terraza Magnolia antes de irnos.

 

El coche que conducía el Director se detuvo frente a Terraza Magnolia. Giselle salió del coche y dijo una última cosa.

 

—Espéreme un momento, por favor.

 

Lo que tenía que hacer no le llevaría mucho tiempo. Pero él también se bajó del coche. Al verlo abrir la puerta trasera, parecía que tenía que recoger algo.

Incluso cuando Giselle pasó la cerca y abrió la puerta de su casa, él seguía de pie frente al coche. Entonces, ella entró sola, rascó brevemente la barbilla de Rodi, que había salido a saludarla, y se dirigía a la cocina cuando la puerta se golpeó a sus espaldas.

Al abrirla, Giselle no pudo cerrar la boca al ver una imagen inesperada, algo difícil de ver en octubre. Rosas de un color albaricoque lozano y fresco, y capullos de peonía de color crema irradiaban una gracia elegante, mientras que las hortensias con una mezcla misteriosa de azul oscuro y morado los provocaban de una manera artística.

¿Por qué el Director me regala un ramo de flores tan elegante y cautivador? A pesar de aceptarlo, su cabeza se inclinó involuntariamente.

 

—¿Hay algo que deba celebrar? ¿El departamento de personal ha cambiado de opinión y ha decidido ascender a un capitán, considerando que yo era un teniente antes de mi ascenso?

—¿En tu cabeza no hay nada más que trabajo?

 

Giselle no pudo evitar reír a carcajadas. ¿Él, que había pospuesto su matrimonio por el trabajo, decía algo así? Nuestro coronel más joven no tiene vergüenza.

 

—Entonces, ¿por qué me da esto?

 

¿Será que se enteró de que pronto tendrá una pareja y me felicita de antemano? Pero Lorenz no dejaría que eso pasara.

 

—¿Te lo mandó Lorenz?

—¿Me veo como un recadero de ese tipo?

—Claro, si fuera Lorenz, me lo habría dado él mismo.

—Eres la primera mujer a la que le regalo flores y solo habla de otro hombre.

—…Entonces, ¿cuál es el motivo por el que me da esto? ¿Solo porque sí? ¿Porque las flores son bonitas?

—Adivina. ¿Por qué crees que te estoy dando un ramo de flores?

 

Ajussi cruel, por favor, deja de hacerme pensar cosas.

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Comments for chapter "Capítulo 232"

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4 Comments

  1. EmySanVal

    😅 pobre Giselle…tan vergonzoso, hasta a mi me pone timida, q nervios… ya quiero saber q va a pasar…
    Gracias por el capitulo 😍

    agosto 8, 2025 at 10:24 am
    Responder
  2. EmySanVal

    😅 pobre Giselle…tan vergonzoso, hasta a mi me pone timida, q nervios… ya quiero saber q va a pasar…
    Muy agradecida por el capitulo 😍

    agosto 8, 2025 at 10:25 am
    Responder
  3. magui96

    Aaaaahhh Dios! Hubo momentos en dónde no podía seguir leyendo xq me ponía nerviosa jajaja ay que pasará con estos dos?

    agosto 8, 2025 at 12:01 pm
    Responder
  4. Merry

    Jajajja aaaaay, ya dile Edwin!
    Gracias por el capítulo Asure!

    agosto 8, 2025 at 2:23 pm
    Responder
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