Mi Amado, A Quien Deseo Matar - Capítulo 164
—Le agradezco su oferta de ayuda, Duque, pero la rechazaré.
Ahora, el halo del Duque Eccleston solo proyectaba una sombra en el camino de Giselle.
—Giselle, sé lo que te preocupa.
Edwin también estaba de acuerdo en que sería peor ayudar a Giselle si eso implicaba otro escándalo con él.
—No tienes que preocuparte por el trabajo; otra persona se encargará de buscarlo por mí.
—Esa no es mi única preocupación.
—¿Entonces?
Era natural que este hombre no lo supiera. Antes, ella no podía desahogarse por intentar parecer fuerte. Pero ahora, no había razón para guardar silencio.
—Desde niña, tuve un miedo vago. ¿Qué haría cuando creciera y tuviera que dejarlo a usted, Duque? Pensaba que volvería a estar sola. Sentía que regresaría a ser la niña de diez años que luchaba contra la muerte día a día, sola en el campo de batalla.
El miedo es irracional. También es incontrolable. Aunque sabía que no pasaría, el miedo la acompañaba como una sombra.
—Pero no fue así.
Cuando finalmente dejó el regazo del Duque y se puso de pie por sí misma, el mundo no se transformó en un aterrador campo de batalla, ni Giselle regresó a ser una niña indefensa de diez años.
Hay cosas que se ganan solo al perder.
Mi vida no termina aunque pierda al hombre que lo era todo para mí.
De la pérdida, Giselle obtuvo una valiosa lección.
Se equivocaba al pensar que no volvería a haber salvación sin un precio en su vida, o que estaría completamente sola. También hubo intercambios de favores sin un costo, y Giselle siempre tuvo amigos a su lado. De repente, siente la confianza de que algún día, si lo desea, podrá formar una familia.
—No quiero volver a ser quien era, temiendo valerme por mí misma.
No quiero volver a ser la sanguijuela que olvidó cómo valerse por sí misma.
—Porque me gusta la persona que soy ahora.
Si tuviera que elegir entre la Giselle del pasado, una perrita satisfecha pero ansiosa que vivía protegida por el Duque, y la Giselle de ahora, una perra mestiza valiente e intrépida, Giselle no dudaría en elegir a la Giselle de ahora.
Por eso, no le agradaba ni le preocupaba que el Duque quisiera intervenir en su vida.
—Así que, por favor, no me ayude.
Si esa era su decisión. Para Edwin, era una preocupación que, aunque no podía empatizar, sí podía entender.
—¿Entonces tú me ayudarías a mí?
Giselle sonrió incómoda, como si ya supiera lo que él iba a decir. Edwin, de buena gana, la hizo sentir un poco más incómoda.
—¿Dijiste que cuando fueras adulta me pagarías el favor? Ahora es el momento.
—¿Cómo le pagaré el favor si no voy al ejército?
—¿Crees que es una forma de agradecerme el que vayas a morir justo después de que te salvé en el campo de batalla?
—……
Giselle finalmente se quedó sin palabras. Pero no por mucho tiempo.
—Mor…
—No digas algo tan tonto como «podría no morir».
Asure: Para los lectores en inglés: —Mor… = —Dea… (en caso GT no lo pueda traducir o no sea comprensible)
La boca de Giselle se cerró sin decir nada.
—Si vas al frente, me la pasaré angustiada todos los días, revisando la lista de caídos en el periódico hasta que la guerra termine. ¿Quieres que viva sufriendo?
Giselle esbozó una sonrisa amarga, lo que le hizo pensar que su súplica había funcionado.
—Sé cómo se siente eso. De hecho, lo sé mejor que usted, Duque. Yo ya lo viví. ¿Lo recuerda?
—…..
—Usted también fue a la guerra a pesar de que yo le rogué que no fuera. Yo también me la pasé cuatro años angustiada, revisando la lista de caídos cada mañana y noche. Fue doloroso.
Esta vez, Edwin se quedó sin palabras.
—Piense que está cosechando lo que sembró.
Giselle le guiñó un ojo, sonrió y bebió tranquilamente de su taza de té. Edwin solo pudo reír con ironía.
—Parece que ya no puedo ganarte con palabras.
Claro, era demasiado pronto para asumir su derrota. Después de todo, las palabras no eran el único medio por el que un adulto podía ganar.
El coche se detuvo frente a la casa de Giselle. Ella pensaba despedirse antes de bajar, pero el Duque abrió la puerta del coche y salió primero. Mirándola desde la valla hacia la casa de tres pisos, le preguntó a Giselle, quien se bajó poco después:
—¿Hay algún problema con la casa? ¿Algo incómodo?
—No, nada.
—¿El perro?
—Está bien y sano.
—Entiendo.
Él la miró fijamente a la cara en lugar de a la casa, y extendió su mano derecha. Cuando Giselle unió la suya, él la envolvió y la agitó suavemente. Sin soltarle la mano, la despedida continuó.
—Fue un gusto verte después de tanto tiempo.
—Igualmente.
—Me alivia verte tan bien.
—Me alegra que usted también esté bien, Duque.
—¿Yo?
Él soltó una risa irónica, como si fuera una tontería.
—Me sorprende que parezca así. De ahora en adelante, no estaré muy bien.
Giselle no quería que la discusión que ya había terminado comenzara de nuevo. Sonrió ligeramente para cambiar de tema y soltó su mano primero.
—Me tengo que ir. Nos vemos la próxima vez.
—Está bien.
Dándose la vuelta, Giselle cruzó el jardín delantero, abrió la puerta principal y entró. Al final del pasillo, se escuchó un ruido de patas corriendo por el suelo, y Rody se acercó con las orejas y la lengua agitándose.
—¿Cuidaste bien la casa?
Mientras le rascaba el cuello al perro, que se revolvía emocionado como siempre al volver a casa, escuchó el motor del coche encenderse afuera, alejarse lentamente y luego desaparecer. Giselle se dio cuenta entonces.
Nunca miré hacia atrás.
Él seguía siendo un hombre apuesto y encantador, que hacía que todas las mujeres en la calle se voltearan a verlo, pero Giselle no lo hizo.
Él preguntó por el perro, pero ella no le dijo que se quedara a verlo o que entrara. Ni siquiera lo pensó.
Incluso se despidieron sin una promesa de volverse a ver. Y aun así, ella no se sintió decepcionada.
No es que él le disgustara. Simplemente, ya no era todo para ella.
Ya no esperaba un futuro junto a Edwin Eccleston. Por eso, en lugar de estar triste, se sentía indiferente. Había aceptado que cada uno tenía un futuro diferente que les convenía.
¿No sería suficiente con que, al andar cada uno por su propio camino, se detuvieran un momento para saludarse cuando sus caminos se cruzaran, y luego siguieran cada uno su propio rumbo?
Solo entonces, Giselle finalmente sintió.
Mi amor platónico realmente había muerto.
La chica que solo vivía para ese Ajussi también había muerto.
Aunque perdió a su yo del pasado, Giselle, en lugar de sentirse vacía, se sintió liberada y dio un paso adelante, deteniéndose de repente.
‘…¿Y qué pasó con Lorenz?’
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—Al final, me pidió que me encargara del perro…
Edwin se frotó el entrecejo, que se le había fruncido profundamente, al escuchar el informe de Dawson.
Ya había escuchado que Giselle le había preguntado a Dawson si podía cuidar al perro durante unos seis meses, incluso antes de que se encontraran por casualidad frente a la oficina de reclutamiento.
Cuando no sabía que intentaba alistarse, pensó que se iría a dar la vuelta al mundo después de graduarse y no le dio importancia.
Resultó que eso era una señal de su alistamiento.
Ayer, recibió una llamada donde ella especificaba el período en que necesitaría que cuidara al perro. Eso significaba que no solo había presentado su solicitud, sino que también había pasado el examen físico y había recibido la fecha de ingreso al campo de entrenamiento.
—Trae al perro.
Edwin despidió a Dawson y enseguida llamó a William Goodwin. No había nadie más adecuado que William para pedirle este tipo de favor, ya que era su amigo y había trabajado durante mucho tiempo en el Comando de Reclutamiento y Entrenamiento.
—¿Sabes quién es el responsable del batallón al que se asignan las cadetes en la academia de entrenamiento del ejército?
—¿El comandante del 111º batallón? ¿Quién era…? Escuché que alguien fue degradado a ese puesto insignificante hace poco. Pero, ¿a qué se debe tu pregunta?
Will se rio entre dientes después de escuchar la situación de Edwin.
—Una chica en el ejército. Será un dolor de cabeza.
No era por ser una chica, sino porque era ella el problema.
—¿Podrías pedirle al comandante del 111º batallón que lo haga por mí?
—Claro.
—Dile que le daré lo que quiera a cambio, y que por favor sea especialmente estricto al evaluar a Giselle Bishop. Que en cuanto no cumpla con los estándares en cualquier aspecto, la dé de baja sin darle ninguna oportunidad.
—Vaya, una cadete que ya está en la mira de un oficial antes de ingresar. Su vida militar no será fácil.
—El entrenamiento debe ser duro, pero sin violencia. Y me gustaría que evitara los insultos.
—…….
—El objetivo es que fracase sin sufrir daños físicos ni mentales. Y dile que preste especial atención a su seguridad, ya que otros cadetes podrían acosarla, y especialmente, los cadetes masculinos podrían intentar hacer alguna tontería.
—Edwin, ¿el comandante del batallón de entrenamiento parece una niñera?
—Sé que es una petición excesiva. Por eso estoy dispuesto a dar lo que sea a cambio.
—En ese caso, ¿por qué no lo haces tú mismo?
—Esa es una buena idea.
—¿Qué? ¿Lo dices en serio?
—Claro que sí.
William Goodwin no podía saber que la persona al otro lado del teléfono había cambiado sin que él se diera cuenta.
Asure: Estoy planeando traducir al inglés esta novela también (no está confirmado al 100%) … será en esta web. Disfruten. Pasen buen lunes
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Eliz_2000
Gracias por el capítulo, Asure!
atone
translation from spanish to english using GT is perfect, thanks for the hard work.
i’ve read the ending in ridi but i still reading it here as well.
Asure1409
Thank u so much for your support reading my blog… greetings
Connie Aranda
Estoy amando el crecimiento de Giselle, se volvió toda una mujer, hermosa e independiente! Ahora las cosas podrán evaluar desde otra perspectiva