Cargando...
Novelas de Asure
  • Browse
    • Action
    • Adventure
    • Boys
    • Chinese
    • Drama
    • Ecchi
    • Eastern
    • Fantasy
    • Fighting
    • Fun
    • Games
    • General
    • Girl
    • History
    • Horror
    • Horrow
    • LGBT+
    • Male Lead
    • Manhwa
    • Realistic
    • Romance
    • Sci-fi
    • Sports
    • Teen
    • Urban
    • War
    • Wuxia&Xianxia
  • Authors
    • Libenia
    • Gakim
    • Purrine
    • Geon Eomul Nye
    • Dam Yeon Seo
    • Ahn Siha
    • Jaya
  • Ranking
  • New
Advanced
Sign in Sign up
  • Browse
    • Action
    • Adventure
    • Boys
    • Chinese
    • Drama
    • Ecchi
    • Eastern
    • Fantasy
    • Fighting
    • Fun
    • Games
    • General
    • Girl
    • History
    • Horror
    • Horrow
    • LGBT+
    • Male Lead
    • Manhwa
    • Realistic
    • Romance
    • Sci-fi
    • Sports
    • Teen
    • Urban
    • War
    • Wuxia&Xianxia
  • Authors
    • Libenia
    • Gakim
    • Purrine
    • Geon Eomul Nye
    • Dam Yeon Seo
    • Ahn Siha
    • Jaya
  • Ranking
  • New
  • User Settings
Sign in Sign up
Prev
Next
Novel Info

Mi Amado, A Quien Deseo Matar - Capítulo 162

  1. Home
  2. All Mangas
  3. Mi Amado, A Quien Deseo Matar
  4. Capítulo 162
Prev
Next
Novel Info

Edwin negó con una sonrisa amarga.

 

—Sé que es una misión que no estaría a la altura de un comandante tan excepcional como tú.

—No es eso. Es que ya no tengo intención de volver al ejército.

 

Will miró a Edwin con una expresión extraña y luego suspiró.

 

—Un soldado con tanto patriotismo y espíritu de sacrificio… ¿cómo llegó a esto?

 

Aunque desconocía los detalles, Will era un amigo cercano de Edwin. Se lamentó como si el cambio de Edwin no pudiera ser por voluntad propia.

 

—Sé que es molesto pedirte lo mismo una y otra vez, pero ¿no podrías ayudar incluso como civil? Con solo unas pocas líneas que escribieras animando a los oficiales, los voluntarios harían fila.

—¿Y yo, que no voy a la guerra, voy a enviar a los recién salidos de la universidad al campo de batalla? Ni siquiera estoy de acuerdo con esta guerra.

—Eso lo sé, pero…

 

Will, al estar en el ejército, no pudo decir más y se llevó un cigarrillo a la boca con una expresión amarga.

 

—Will, vine a verte la cara. No podremos vernos por un tiempo.

 

Richmond decidió que debía irse mañana mismo y volvió a mirar por la ventana.

 

—Así que hoy, como amigos…

 

Edwin no pudo terminar su frase. Una pareja discutiendo frente a la oficina de reclutamiento le llamó la atención.

Más precisamente, la mujer rubia.

… ¿Giselle?

 

 

 

 

⋅•⋅⋅•⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅∙∘☽༓☾∘∙•⋅⋅⋅•⋅⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅

 

 

 

 

—¿Arthur y Elena aún no han llegado?

 

Ese día habían quedado los cuatro para ir al cine. Pero en el lugar de encuentro solo estaba Howard.

 

—Ambos vienen al cine.

—¿Ah, sí?

 

¿Elena finalmente logró tener una cita con Arthur? Si era así, deberían seguir divirtiéndose ellos dos.

 

—Vamos antes de que sea tarde.

 

Howard se levantó del banco y apresuró a Giselle.

 

—Todavía tenemos tiempo. Tengo que pasar por allí primero, así que espérame un momento aquí.

—¿Para qué vas tú a la oficina de reclutamiento?

—¿Para alistarme?

—… ¿Qué? ¿En serio?

 

Giselle sacó el formulario de solicitud para oficial de su bolso y lo agitó orgullosamente frente a los ojos atónitos de Howard. De repente, la mirada de él se volvió feroz e intentó arrebatárselo.

Me lo va a romper, creo.

Con una premonición ominosa, rápidamente esquivó su mano y, abrazando el formulario, corrió hacia la oficina de reclutamiento. Sin embargo, no dio ni dos pasos cuando sintió un brazo sujetarla.

 

—¿Qué te pasa? Suéltame.

 

Howard preguntó con una expresión asesina, como si fuera el padre de Giselle.

 

—¿Para qué te vas a alistar? ¿En qué demonios estás pensando al querer que una mujer vaya al ejército?

—Para no tener que rogarte que me protejas.

 

Pensé que me iba a responder de inmediato, pero por alguna razón, se le puso la cara roja y hasta tartamudeó.

 

—¿Y tú… tú todavía recuerdas eso?

 

Qué vergüenza de su yo del pasado. Parece que ahora es un poco más maduro que antes.

 

—Si es por eso…

—¡No hay manera!

—¿Entonces vas a ser soldado porque es difícil conseguir trabajo?

—Bueno, ¿algo así?

—Si es por eso, mejor cásate.

 

Solo era un poco más maduro que antes, pero le faltaba mucho para serlo del todo.

 

—¡Deja de decir tonterías!

—¡No son tonterías!

—¡Claro que lo son! ¡Cómo me voy a casar si no tengo novio!

—¡Puedes casarte conmigo!

—……

—……

—……

—¡Maldita sea!

 

Howard apretó los dientes como si quisiera morderse su maldita lengua, luego se golpeó la frente con la palma de la mano, regañándose a sí mismo.

 

—Debí habértelo dicho cuando el ambiente era bueno.

 

¿Cuándo diablos? ¿Cuándo hemos tenido un buen ambiente nosotros?

Espera, eso no es lo importante ahora.

 

—¿Te gusto?

—¿No lo sabías?

—Para nada.

 

Giselle miró fijamente el rostro de Howard, que de repente le resultaba extraño, y solo parpadeó antes de apenas poder preguntar:

 

—¿Por qué?

—¡Esa es mi pregunta! ¿Cómo es que no lo sabes si te busqué donde trabajas y fui infinidad de veces? ¿Por qué crees que salía con Arthur si no me gustaba su personalidad ni sus gustos? Todo fue por ti. Entonces, ¿por qué no lo sabes?

—Porque no hay forma de que a ti te guste.

—Me gustas. Me gustas desde hace mucho tiempo.

 

Con esa confesión aún impactante, Howard se quedó en silencio. Sus ojos ansiosos, que la miraban fijamente, hablaban por sí solos. Esperaba la respuesta de Giselle. Pero Giselle, lejos de llegar a eso, ni siquiera había asimilado que él la quería.

 

—¿Desde cuándo, exactamente?

 

Howard, a diferencia de su arrogante persona, se aclaró la garganta con timidez antes de empezar a hablar.

 

—¿Recuerdas el espectáculo aéreo? Cuando tú, que siempre habías sido tan digna, temblabas de miedo…

 

Ella asumió que él se habría burlado. Claro, cuando se volvieron a ver después de aquello, Howard, lejos de burlarse, le preguntó amablemente si estaba bien, pero ella lo interpretó como que la trataba bien porque parecía cercana al duque.

 

—Desde entonces, por alguna razón, cada vez que te veía, quería protegerte y cuidarte. Como si mi instinto protector se hubiera activado, ¿sabes? Por muy fuerte que finjas ser por fuera, sé que por dentro hay una niña pequeña y frágil temblando. Giselle, quiero tomar tu mano para siempre para que nunca más tengas que llorar de miedo.

 

Mientras Giselle estaba demasiado sorprendida para reaccionar, Howard, como si lo hubiera preparado de antemano, le confesó sus sentimientos y su determinación sin vacilar. Se dio cuenta de lo que pasaba cuando sintió que, si seguía así, realmente podría pedirle matrimonio.

 

—¿Qué boda ni qué nada, si ni siquiera he tenido un noviazgo? Y menos con él, que pronto se iría al campo de batalla.

—Ve al ejército. Vuelve y hablamos de nuevo.

—Tú no vayas al ejército.

 

Howard intentó arrebatarle a Giselle el formulario que ella ya había olvidado, la disputa se reanudó.

 

—¡Suéltalo ahora!

—No puedo soltarlo.

 

Una sombra grande y alargada se cernió sobre la pareja que discutía. Sorprendidos por la presencia cercana, dejaron de pelear y, al instante, un par de zapatos negros relucientes entraron en el campo de visión de Giselle. En el momento en que levantó la cabeza para ver al dueño, el corazón de Giselle dejó de latir.

‘¿Por qué está aquí?’

Sus ojos se encontraron. El hombre, que la había estado mirando fijamente, se humedeció los labios secos y abrió los que tenía apretados. Una voz grave, parecida a la melodía de un violonchelo, la llamó por su nombre con la misma familiaridad de antaño.

 

—Giselle, cuánto tiempo sin verte.

—Ah…

 

Casi lo llamó ‘Ajussi’. Al ver al hombre, que no había cambiado en lo más mínimo desde los días en que podía llamarlo así, la costumbre que creía haber abandonado resurgió.

 

—Cuánto tiempo, sí, cuánto tiempo sin vernos.

 

Howard, tan sorprendido como Giselle, lo miró con la boca abierta y una cara de tonto. Por eso, un poco tarde, se dio cuenta de que la mirada fría del duque estaba fija en su mano, así que soltó rápidamente la muñeca de Giselle y lo saludó con respeto.

 

—Buenos días, duque.

—Tu nombre.

 

El tono era brusco. Estaba claro que había malinterpretado que Howard estaba molestando a Giselle.

 

—Me llamo Howard Garfield. Soy compañero de clase de Giselle.

—Joven Garfield, ¿qué estaban haciendo?

 

Por favor, no digas lo que no debes. Como, por ejemplo, que me estabas proponiendo matrimonio, y…

 

—Estaba tratando de disuadir a Giselle de alistarse. Duque, por favor, ayúdeme a disuadirla también.

 

En ese instante, una mirada azul penetrante se clavó en Giselle.

Howard Garfield, maldito idiota. Qué rápido diferencia a los amigos de los enemigos, seguro no se equivoca al disparar en el campo de batalla. El problema es que ahora él es el enemigo de Giselle.

 

—¿Alistarse?

 

La mirada del duque se deslizó por el rostro de Giselle y se dirigió a su pecho. Había reconocido que el papel doblado que ella abrazaba para que Howard no se lo quitara era el formulario de solicitud de alistamiento.

Él extendió su mano hacia Giselle. ¿Por qué lo hizo? Giselle, intimidada por la presión que la dejaba sin aliento, a pesar de no ser ya una niña pequeña frente a su tutor, le entregó dócilmente el formulario de alistamiento a su mano, como una niña que ha cometido una falta y es regañada.

En ese instante, la mirada que por un momento se había suavizado, se fue volviendo afilada a medida que abría el formulario y lo leía. Finalmente, su rostro se endureció con una frialdad aterradora.

 

¡CRACK!

 

El formulario de alistamiento de Giselle se rompió por la mitad. Mientras Howard aplaudía, diciendo que era una excelente decisión, él arrugó el papel roto y lo lanzó a un bote de basura a cinco pasos de distancia. Una mirada de asombro y una mirada tierna pero firme chocaron.

 

—Ya que nos hemos encontrado después de tanto tiempo, ¿tomamos un té?

 

La forma era una invitación, pero el tono no permitía el rechazo. Como si Giselle le debiera una explicación.

‘¡Usted es quien está en deuda conmigo!’

Giselle solía hacerse esas promesas de vez en cuando.

El bienhechor que le dio una nueva vida.

Y el hombre que mató a la niña que era.

La persona que, en cualquier sentido, convirtió a Giselle en adulta.

El día que volviera a ver a Edwin Eccleston, lo saludaría con una sonrisa y se despediría con una sonrisa. Con calma y elegancia.

Sin embargo, el reencuentro se desvió de sus promesas desde el primer momento.

Prev
Next
Novel Info
Madara Info

Madara stands as a beacon for those desiring to craft a captivating online comic and manga reading platform on WordPress

For custom work request, please send email to wpstylish(at)gmail(dot)com

Comments for chapter "Capítulo 162"

MANGA DISCUSSION

Deja una respuesta Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*

*

3 Comments

  1. EmySanVal

    😆 me encanta! Gracias por los capítulos! 😍

    mayo 25, 2025 at 3:04 am
    Responder
  2. atone

    im dying to know the ending. thanks for this

    mayo 25, 2025 at 7:49 am
    Responder
  3. Merry

    Iiiiiiii
    Se le juntaron 🤭
    Gracias por el capítulo Asure

    julio 30, 2025 at 4:29 am
    Responder
Contact Us
  • Contact
  • Help & Service
Resource
  • Terms of Service
  • Privacy Policy
Referral
  • Buy theme
  • Other products

© 2025 Madara Inc. All rights reserved

Sign in

Lost your password?

← Back to Novelas de Asure

Sign Up

Register For This Site.

Log in | Lost your password?

← Back to Novelas de Asure

Lost your password?

Please enter your username or email address. You will receive a link to create a new password via email.

← Back to Novelas de Asure

Caution to under-aged viewers

Mi Amado, A Quien Deseo Matar

contains themes or scenes that may not be suitable for very young readers thus is blocked for their protection.

Are you over 18?