Cargando...
Novelas de Asure
  • Browse
    • Action
    • Adventure
    • Boys
    • Chinese
    • Drama
    • Ecchi
    • Eastern
    • Fantasy
    • Fighting
    • Fun
    • Games
    • General
    • Girl
    • History
    • Horror
    • Horrow
    • LGBT+
    • Male Lead
    • Manhwa
    • Realistic
    • Romance
    • Sci-fi
    • Sports
    • Teen
    • Urban
    • War
    • Wuxia&Xianxia
  • Authors
    • Libenia
    • Gakim
    • Purrine
    • Geon Eomul Nye
    • Dam Yeon Seo
    • Ahn Siha
    • Jaya
  • Ranking
  • New
Advanced
Sign in Sign up
  • Browse
    • Action
    • Adventure
    • Boys
    • Chinese
    • Drama
    • Ecchi
    • Eastern
    • Fantasy
    • Fighting
    • Fun
    • Games
    • General
    • Girl
    • History
    • Horror
    • Horrow
    • LGBT+
    • Male Lead
    • Manhwa
    • Realistic
    • Romance
    • Sci-fi
    • Sports
    • Teen
    • Urban
    • War
    • Wuxia&Xianxia
  • Authors
    • Libenia
    • Gakim
    • Purrine
    • Geon Eomul Nye
    • Dam Yeon Seo
    • Ahn Siha
    • Jaya
  • Ranking
  • New
  • User Settings
Sign in Sign up
Prev
Next
Novel Info

Mi Amado, A Quien Deseo Matar - Capítulo 156

  1. Home
  2. All Mangas
  3. Mi Amado, A Quien Deseo Matar
  4. Capítulo 156
Prev
Next
Novel Info

Rrrrrrrrrring.

 

Apenas sonó el despertador, una mano lo golpeó. Así volvió el silencio, pero Giselle no pudo seguir durmiendo profundamente.

 

Lick, lick.

 

Por culpa de la alarma que no se apagaba. Loddy saltó ágilmente a la cama y lamió la cara de Giselle, pero al no funcionar, como cada mañana, apoyó sus patas delanteras en el hombro de ella y comenzó a presionarlo una y otra vez. No solo el cuerpo de Giselle, sino toda la cama temblaba.

Qué fuerza tiene.

Pero que un perro anciano de más de diez años tenga tanta fuerza no era motivo de queja.

 

—Ugh… mala mañana, Loddy…

 

Diciendo eso, se levantó a la fuerza antes de que al abuelo Loddy se le fuera el aliento. El sueño se le fue por completo cuando abrió la ventana y recibió de lleno el aire frío de la madrugada invernal.

 

—Uf, qué dolor de huesos. Desde hoy, de verdad voy a dejar de beber.

 

Junto a su dueña, que estirándose hacía su primera declaración diaria de abstinencia, el perro, con el hocico y el contorno de los ojos descoloridos, también estiró su cuerpo y bostezó ampliamente.

Esta mañana también transcurrió como de costumbre. Arregló la ropa de cama, bajó al primer piso y abrió la puerta trasera. Mientras Loddy salía al patio trasero a hacer sus necesidades, Giselle fue al jardín delantero a recoger el periódico matutino que el repartidor había tirado descuidadamente.

Hoy no estaba en un charco, sino que había caído justo delante de la puerta principal. Parece que es un día de suerte.

Dejó el periódico en la mesa del comedor del primer piso y puso la cafetera en la estufa. Mientras se hacía el café, corrió las cortinas, subió la persiana de seguridad y luego abrió la ventana para ventilar.

 

—¡Loddy! ¡No!

 

Mientras preparaba el desayuno, gritaba así cada vez que escuchaba un ruido sospechoso desde el patio trasero al otro lado de la ventana. La comida de los humanos en la mesa, la del perro debajo.

 

—¡Loddy! ¡A comer!

 

Ese que lleva años sin entender el «no», pero que reconoce la palabra «comer» de maravilla, llegó corriendo con las orejas y la lengua al viento y metió el hocico en el plato de comida para perros debajo de la mesa. Solo entonces Giselle se sentó a la mesa.

 

—Padre nuestro que estás en los cielos, te ruego que cuides de sus pobres almas…

 

A diferencia del perro, el ser humano tiene un ritual que cumplir antes de comer.

 

—Y protege el cuerpo y el alma de su Excelencia el Duque.

 

Solo después de terminar la oración, que a excepción de una palabra no había cambiado en nada desde la guerra, Giselle tomó su taza de café y la tostada.

Para que las letras entren en la cabeza, uno necesita una inyección de azúcar y cafeína. Y también de nicotina.

Después de comer, Giselle sacó un cigarrillo de la cajetilla que estaba en una esquina de la mesa, lo encendió y extendió la mano hacia el periódico.

Con la mala situación económica, no esperaba buenas noticias. Con solo una noticia como la del mes pasado, en la que el presidente de algún país insultó a la reina de Mercia llamándola burra vieja, ya tendría una muy buena dosis de vitalidad para la vida. Con sarcasmo, desplegó el periódico doblado por la mitad y bajó la mirada a la primera plana.

 

Muerte de Princesa Heredera Helena

 

El cigarrillo se le cayó de la boca a Giselle.

Incluso después de leer el artículo, no podía creerlo, y por estar escuchando las noticias de la radio casi olvidó que tenía clase a las 9 de la mañana.

El aula, a la que entró apresuradamente, estaba bulliciosa y ruidosa. Mientras subía las escaleras hacia su asiento habitual en el centro, las palabras que escuchaba por todas partes eran las mismas.

Todos estaban hablando de la noticia del asesinato de la Princesa Heredera.

 

—Buenos días.

 

Elena, que estaba reunida con otros susurrando y no se había dado cuenta de que Giselle había llegado hasta que la saludó, se sobresaltó y levantó la vista. Giselle también saludó a Arthur Hill y Howard Garfield, que estaban sentados junto a ella, luego se sentó al final de la mesa, al lado de Elena. Entonces, Elena apremió a Howard.

Asure: 헬레나: hellena = Helena 엘레나:ellena = Elena …. Lo pongo por sea caso

 

—Cuéntale a Giselle también.

—¿De qué?

—¿Sabes que la Princesa Heredera murió?

—Sí.

 

Howard le hizo señas a Giselle para que se acercara y, a diferencia de su voz fuerte habitual, susurró en voz baja.

 

—Como sabes, mi padre es secretario de Su Majestad la Reina.

 

Así que seguramente tiene información mucho más precisa que la prensa. Normalmente Giselle ignoraría esa jactancia, pero esta vez aguzó el oído.

La Princesa Heredera, que se había casado el otoño pasado, llevaba varios meses de luna de miel con la excusa de una visita oficial. Ayer visitaron una zona montañosa del país famosa por sus centros de esquí de invierno, por la noche la pareja rechazó toda escolta y salió a conducir sola.

Cuando se hizo tarde y no regresaban, tras una búsqueda encontraron el coche estrellado y completamente quemado al pie de un camino de montaña. La Princesa Heredera y su esposo ya no estaban en este mundo. Dijeron que estaban tan gravemente dañados por la explosión y el fuego que era imposible reconocer quién era quién.

 

—Dios mío…

—El artículo de que fue asesinada con una bomba era cierto.

—¿Aún no saben quién fue?

—Hasta ahora nadie se ha presentado como responsable. La policía está investigando, pero aún no tienen ninguna pista. Bueno, dicen que fueron los del Partido Laborista. O anarquistas o grupos socialistas. O los de Rozelle que guardan rencor contra la familia real y el país……

 

Los ojos de «Rozelle que guardaba rencor contra la familia real», que estaba escuchando a Howard, se volvieron feroces.

 

—No soy yo quien lo supone, es la policía. Te contaré si me entero de algo más. Esto es un secreto.

 

La historia que Howard le contó contenía información que aún no se había hecho pública en la prensa.

 

—Ejem.

 

En cuanto entró el profesor anciano, el murmullo del aula cesó en un instante. Giselle también giró la cabeza hacia adelante y abrió su libro, pero Elena le susurró al oído.

 

—Se lo merecía. Ojalá se pudra en el infierno.

 

Elena sabía toda la historia de cómo la Reina había utilizado a Giselle en su pelea con su hija.

 

—Tú tienes que ir al cielo, así que reza por su descanso.

 

Giselle sentía un profundo pesar por la Reina y la Princesa Heredera, pero no creía que hubieran cometido un crimen que mereciera la muerte. Le gustaran o no, que muriera alguien a quien conocía le revolvía mucho el ánimo. Incluso después de haberlo experimentado innumerables veces de niña.

Con el ánimo turbado, escucharon la clase y luego los cuatro se dirigieron juntos a la siguiente aula. Giselle y Arthur casualmente habían elegido la misma especialización, era natural que Elena, que aún estaba enamorada de él, los siguiera.

La persistente demostración de afecto de Elena los había llevado a pasar tiempo juntos con frecuencia. Durante años habían mantenido un equilibrio pacífico y extraño: el amor unilateral de Elena, la constante falta de reacción de Arthur y Giselle observándolo todo como si no fuera asunto suyo.

Que su relación no se hubiera deteriorado en un incómodo triángulo amoroso se debía en gran parte a que Arthur hacía bastante tiempo que solo veía a Giselle como una amiga. No sabían si era porque se había dado cuenta de que su mejor amiga estaba enamorada de él o por la serie de incidentes que le ocurrieron a Giselle en primer año.

La persona más extraña en esta peculiar relación de equilibrio era Howard, que no pertenecía a ella.

Parecía que Howard había elegido la misma especialización por influencia de su padre. Pero hasta su último año seguía siendo un misterio por qué aquel chico que en primer año se juntaba solo con otros hombres, disfrutaba de ser el líder del grupo y ejercía su poder, ahora se pegaba a Arthur Hill, que vivía fuera de ese «reino animal».

No es que sus personalidades encajaran bien, y además, Arthur no parecía tenerle mucho aprecio a Howard.

La relación entre Giselle y Howard era igualmente extraña.

 

—Señor Garfield, confiar la protección de los trabajadores a las empresas cuyo principal objetivo es obtener ganancias explotándolos es una lógica tan absurda como confiarle un acuario a un gato.

—Señorita Bishop, espero que no ignore el hecho de que las estrictas leyes laborales del gobierno de Constanza han provocado una serie de quiebras empresariales, lo que ha llevado a los trabajadores a la calle.

 

Como los eternos número uno y dos de la clase de ciencias políticas, durante los debates se atacaban mutuamente, haciéndose parecer los peores idiotas de Kingsbridge que malgastaban su matrícula, pero en cuanto terminaba la clase se convertían en amigos que se encendían cigarrillos a escondidas detrás del edificio.

Mientras los tres se quitaban los cigarrillos de la boca y exhalaban el humo a su manera, de la boca de Elena solo salía un vaho blanquecino por el frío invernal. Aunque no fumaba, siempre se unía al «descanso» de los tres porque, según decía, le gustaba cómo fumaba Arthur.

 

—¿La filial del Partido Liberal del sur? ¿El ayuntamiento de Stafford? ¿Ya salió el resultado de la entrevista antes de Navidad?

 

Howard solo les preguntó a las mujeres. Tanto Elena como Giselle negaron con la cabeza. El rostro de ambas se ensombreció tanto como el cielo de hoy.

Arthur y Howard, junto con los otros estudiantes varones de último año de ciencias políticas, ya tenían trabajo asegurado desde antes de que terminara el semestre pasado. Y no en cualquier sitio, sino en importantes organizaciones políticas o agencias gubernamentales de la capital, como el palacio real, el parlamento o las sedes centrales de los principales partidos políticos, aunque fuera en puestos de poca importancia.

En cambio, para las mujeres, conseguir trabajo era tan difícil que parecía más probable que un gallo pusiera un huevo, incluso si tenían que irse a las provincias.

Prev
Next
Novel Info
Madara Info

Madara stands as a beacon for those desiring to craft a captivating online comic and manga reading platform on WordPress

For custom work request, please send email to wpstylish(at)gmail(dot)com

Comments for chapter "Capítulo 156"

MANGA DISCUSSION

Deja una respuesta Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*

*

4 Comments

  1. Eliz_2000

    Que alegría saber que hubo salto en el tiempo. Gracias Asure!

    mayo 18, 2025 at 8:16 am
    Responder
  2. Connie Aranda

    Me encanta que la historia va avanzando

    mayo 18, 2025 at 7:05 pm
    Responder
  3. EmySanVal

    Gracias por el cap! 😍

    mayo 19, 2025 at 5:56 am
    Responder
  4. Merry

    Gracias por el capítulo Asure!

    julio 30, 2025 at 3:27 am
    Responder
Contact Us
  • Contact
  • Help & Service
Resource
  • Terms of Service
  • Privacy Policy
Referral
  • Buy theme
  • Other products

© 2025 Madara Inc. All rights reserved

Sign in

Lost your password?

← Back to Novelas de Asure

Sign Up

Register For This Site.

Log in | Lost your password?

← Back to Novelas de Asure

Lost your password?

Please enter your username or email address. You will receive a link to create a new password via email.

← Back to Novelas de Asure

Caution to under-aged viewers

Mi Amado, A Quien Deseo Matar

contains themes or scenes that may not be suitable for very young readers thus is blocked for their protection.

Are you over 18?