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Mi Amado, A Quien Deseo Matar - Capítulo 138

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  4. Capítulo 138
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—Ah, ¿acaso le importaría una insignificante condecoración militar a Duque Eccleston?

Los generales, que habían estado a punto de imponerle una choza a quien poseía una mansión, bajaron la cabeza ante la princesa heredera y cambiaron su estrategia.

—Pero, ¿no se sentiría más segura Su Alteza si un comandante competente permaneciera en el ejército?

La princesa heredera inclinó la cabeza hacia un lado, con una expresión malhumorada.

—El Duque no tiene por qué jurar lealtad a nuestro monarca de Mercia solo desde el ejército.

—Ah, por supuesto.

—Así es.

El punto principal de la princesa heredera era que le jurara lealtad en otro lugar. Edwin lo entendió, pero fingió no hacerlo.

—Por cierto, Duque, ¿cuántos años han pasado? Vine a saludarlo después de tanto tiempo.

La disculpa formal que un súbdito debía ofrecer a su Señor, por no haber ido él primero a saludar a Su Alteza, no salió de los labios de Edwin. Porque la princesa heredera no lo buscaba ahora como su soberano.

—Me alegra que haya regresado sano y salvo.

—Gracias.

—Así tenía que ser. Parece que mis oraciones finalmente llegaron a los oídos de los dioses.

En este punto, Edwin llegó a la conclusión de que debía abandonar ese lugar.

Por supuesto, debía estar agradecido. Pero no era solo por estar harto de esas palabras arrogantes.

El hecho de que la princesa heredera, altanera e insensible, hubiera dicho que incluso había rezado por él, hizo que la alarma que resonaba en su cabeza desde hacía un momento se intensificara aún más.

La princesa heredera lo veía como un hombre.

Desde el momento en que se había tomado la molestia de entregarle personalmente la medalla, un trabajo insignificante que solo le correspondía a él, la situación había sido sospechosa, y su presentimiento funesto finalmente se había cumplido.

Era obvio que su desdén por la etiqueta de Giselle también tenía como objetivo controlar a la molestia que estaba a su lado. La princesa heredera no era la primera mujer que se había metido con la inocente Giselle sin siquiera darse cuenta de que eso era un factor negativo para Edwin. Al final, la princesa heredera también era una mujer de corazón mezquino, sin nada digno de respeto, como las demás.

Y él ni siquiera pensaba en ella como mujer.

—Ha sido un placer, Su Alteza. Entonces, me retiro, tengo otros asuntos que atender.

Edwin tomó a Giselle y se apartó del grupo. Varias miradas curiosas y expectantes se dirigieron hacia dónde iría, pero los ojos de Edwin se dirigieron sin dudar hacia la esquina del salón que había estado observando hasta entonces.

Unos seis invitados rodeaban a un hombre, escuchando atentamente su relato. El hombre, vestido con un uniforme condecorado con la insignia de sargento, mostraba orgullo en su rostro, como si estuviera contando la historia de cómo había llegado a estar allí hoy. Edwin hizo un gesto con los ojos hacia el sargento y le preguntó a Giselle:

—¿Conoces a ese hombre?

El sargento Thomas Ritzka era de Rozelle. Y la realidad para los de Rozelle era que, debido a la arraigada costumbre de verlos con prejuicios por ser mestizos con el país enemigo, rara vez se les reconocían sus méritos, incluso después de haber logrado hazañas.

Aun así, el hecho de que el sargento hubiera recibido una condecoración directamente del rey se debía a las extraordinarias hazañas que había realizado en el campo de batalla, hasta el punto de que incluso la alta sociedad, que detestaba cualquier contacto con los de Rozelle, se había acercado por su propia voluntad para escucharlo.

Para Giselle, quien tendría que luchar toda su vida contra el desprecio y la discriminación por ser de Rozelle, un héroe de su misma etnia podría ser un buen ejemplo a seguir, infundiéndole confianza. Y, para ser sincero, también era por el propio Edwin.

 

—¿De verdad crees que cambiar tu nombre fue un acto de respeto hacia ti? Si el Duque te amara tal como eres, habría amado incluso tu humilde origen.

 

Él no estaba en posición de reprender a Giselle por caer tontamente ante la provocación de una demonio con lengua de serpiente. Él no era diferente.

Edwin no había cambiado el nombre de Giselle con la intención de negar su origen. Pero para otros podría parecer así. A él no le importaba lo que pensaran los demás, pero no quería que Giselle lo malinterpretara.

 

 

‘Giselle, nunca me avergoncé de que fueras de Rozelle. ¿Lo sabes?’

 

 

Quería demostrarlo con acciones en lugar de palabras. Por supuesto, por muy buenas que fueran sus intenciones, lo correcto era preguntarle primero a Giselle su opinión y luego actuar.

 

—El apellido me suena.

 

El hecho de que respondiera así sin que él mencionara el nombre significaba que Giselle también había estado interesada en esa persona y lo había estado observando.

 

—¿Quieres ir a saludarlo? No tienes que hacerlo si te sientes incómoda.

 

Giselle dudó, como si estuviera indecisa, pero finalmente asintió. Edwin esperó un momento, demorándose a propósito, y solo se acercó con Giselle cuando la multitud alrededor del sargento se dispersó.

 

—Sargento Thomas Ritzka.

—¿…Mayor Eccleston?

 

En el momento en que escuchó su nombre, la mirada del sargento, que siempre había brillado con inteligencia, se quedó perdida y vacía. Como si fuera algo muy sorprendente que Edwin le hablara, el sargento saludó un instante después.

 

—¡Sargento Thomas Ritzka, es un honor increíble conocerlo, Mayor!

—Felicitaciones. Escuché mucho sobre tus hazañas durante la guerra.

—¿En, en serio?

—Tu valentía e ingenio fueron notables. Gracias a que tú y tus hombres arriesgaron sus vidas para cortar las líneas de comunicación enemigas durante la batalla de la colina de Herenberg, mis hombres se salvaron. Quería agradecerte en persona cuando te conociera.

 

El sargento tomó la mano extendida de Edwin con ambas manos y sus ojos comenzaron a humedecerse, de una manera que no parecía propia de un soldado tan firme como una roca.

 

—Recibir una condecoración junto al Mayor es el mejor día de mi vida. De todos modos, quería conocer y agradecerle al benefactor que impidió la masacre de de Rozelle y lo dejó registrado. Dudaba si acercarme a esta celebración y causar molestias, pero que me hable primero me hace sentir abrumado y apenado. También estoy profundamente conmovido de que el Mayor recuerde mi historial con tanto detalle.

—No serías una molestia. Y que te recuerde es todo mérito tuyo. Debió ser difícil para ti no ser reconocido como los demás debido a tu origen.

 

Los ojos del sargento se enrojecieron. Asintió con la cabeza, apretando los labios con fuerza como si tratara de reprimir un nudo que se le había formado en la garganta.

 

—Solo puedo agradecerle que lo reconozca.

—No es nada. Ah, por cierto, tengo a alguien que presentarte.

 

Edwin se giró hacia Giselle, que había estado observando en silencio detrás de él. Por costumbre, intentó rodear su cintura con el brazo para acercarla, pero detuvo su mano justo antes de tocarla.

 

—Ella es…

 

Decidió que lo correcto era dejar que Giselle eligiera con qué nombre presentarse y si revelar que era de Rozelle.

 

—¿Quieres presentarte tú?

 

Giselle miró a su alrededor con una expresión algo tensa y luego asintió.

 

—Mucho gusto. Me llamo Giselle Bishop.

 

Él pensó que no querría revelar que era de la misma región, pero Giselle movió los labios por un momento y luego continuó su presentación en voz baja.

 

—Mi nombre original es Rudnik. Yo también soy de Rozelle.

—¿Rudnik?

 

El sargento entrecerró los ojos como si el nombre le resultara familiar.

 

—¿Me conoce?

 

A Giselle solo le resultaba familiar su apellido. No recordaba que hubiera un joven llamado Thomas Ritzka en su pueblo.

 

—Tú no me conoces, pero creo que sí conozco a tu padre. ¿No es el señor Rudnik, cuya esposa era una gran belleza, todos sus hijos eran rubios y solo tenía una hija?

—Sí, así es.

 

Resultó que Sargento Ritzka era de otro pueblo y conocía al padre de Giselle.

 

—¿Qué pasó con tu familia?

—…Soy la única que sobrevivió.

 

Un dolor fundamentalmente diferente al de aquellos que lamentaban una tragedia desconocida se grabó en el rostro del sargento.

 

—Yo ya había sido reclutado en ese entonces, así que evité la masacre, pero mi familia no corrió la misma suerte. Debiste haber sufrido mucho allí a una edad temprana, sin padres.

—Yo estuve bien. El Duque me salvó.

 

Giselle tenía la costumbre de cambiar de tema cuando recibía lástima por lo que le había sucedido en su infancia.

 

—Entonces… ¿la huérfana de Rozelle que dijo el Mayor que había acogido es la hija del señor Rudnik…?

—Sí, así es. Gracias al Duque estoy viva y hoy pude ver el palacio real e incluso conocí a la Reina de cerca.

 

El ceño de Edwin, que se había mantenido al margen escuchando la conversación, se frunció ligeramente.

 

—Qué forma de decir que viniste de paseo. Esa niña ya ha crecido hasta convertirse en una adulta tan maravillosa que me ayuda con mi trabajo.

—¿En serio? ¡Vaya, esto es increíble! Es muy alentador para nosotros los de Rozelle. Cuantos más de Rozelle contribuyan al país y avancen hacia la sociedad dominante, menos prejuicios y discriminación habrá. Nunca te rindas y cree que todo lo que haces eleva el estatus de todos los de Rozelle. Sé firme y orgullosa en todo lo que hagas.

—Sí.

 

Las historias sobre sus raíces siempre habían hecho que Giselle se sintiera desanimada o a la defensiva. Era la primera vez que se sentía tan conmovida. Giselle asintió con firmeza.

 

—Como usted, sargento.

 

Una sonrisa de satisfacción se extendió por el rostro del sargento.

 

—También sería bueno que te convirtieras en soldado como yo y sirvieras al país.

—No, el alistamiento está absolutamente prohibido. Para un estudiante, estudiar mucho es patriotismo.

 

Había tratado de animarla, pero terminó incitando a Giselle a unirse al ejército. Era imposible que Edwin pasara por alto esa absurda sugerencia.

 

Asure: Para recordar, en el capítulo 1 mencionan ‘3 países’: Constanza, Mercia y Rozelle … Rozelle era un ‘combinado’ de los otros 2 países, por eso cuando un bando invadía, le decía ‘traidor’ por ayudar del otro bando

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Comments for chapter "Capítulo 138"

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1 Comment

  1. Eliz_2000

    Solo quiero que Giselle muestre algo de interés por el nuevo soldado. Quiero ver el mundo arder.

    abril 29, 2025 at 11:14 pm
    Responder
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