Marquesa Maron - MARMAR - Volumen 2 - Capítulo 267

—¿Alguna vez escuchaste de esto?

—Omnipotencia.

Haley había dicho que Özen no moriría. Que incluso si le sacaban el corazón de Misty del pecho, él no moriría. Que era posible porque ella se había convertido en una diosa omnipotente.

Sabía que eran palabras arrogantes, pero también sabía que eran ciertas. Un destello cruzó la mente de Anastasía.

Podía vivir.

Quizás esa joven diosa podría hacerla vivir.

Habían pasado 150 años desde que nació como humana pero vivió como un monstruo. Ni siquiera había contado los años exactos.

Para ocultar el hecho de que se había convertido en un monstruo después de que su desbordante poder divino, la prueba de ser la hija de un dios, se agotara, vivió robando el poder divino de otros. Como un parásito.

Tanto el corazón como el poder divino eran de otros.

¿Cuándo fue? ¿Hace 60 años? Había aparecido un sacerdote de nivel papal en una aldea fronteriza de Holt.

En ese momento, la Iglesia estaba de fiesta. ¿Acaso había aparecido un sucesor? Se alegraron. Cuando lo conoció por primera vez, incluso se llenó de una triste esperanza, pensando que finalmente Dios la castigaría y establecería a un nuevo hijo.

Por eso actuó con más crueldad. «Demuéstralo», pensó. «Demuestra que eres mi sucesor, que eres el verdadero hijo de Dios, derrotándome».

Pero él era demasiado débil. Murió a manos de Anastasía sin poder oponer la más mínima resistencia. El poder divino con el que había nacido fue utilizado para preservar la vida del Papa, quien se había convertido en un monstruo.

De nuevo, Dios fue inútil. No protegió a su hijo ni castigó al Papa.

Así vivió, vivió más. Pensó que solo viviría hasta lograr lo que quería, pero parece que vivió aún más. Ahora, había llegado al punto de no saber qué era lo que realmente quería.

Anastasía pensó:

‘¿Quiero matar a Dios? ¿Quiero crear un dios? ¿O quería convertirme en un dios?’

Sabía que, de cualquier manera, si moría, sería imposible.

—¿Esperaste solo a que yo creara un corazón falso?

En el momento en que Haley mencionó el «corazón falso» fuera del carruaje, Anastasía se abalanzó sobre ella, desatando todo el poder que poseía.

—¡Dámelo!

¡Dame el nuevo corazón!

La lanza de maggi que Haley lanzó atravesó el pecho de Anastasía, provocando una gigantesca explosión en las afueras de Selborn. El maggi circundante se agitaba con furia, acumulándose.

No había nada en su pecho perforado, pero el Papa se levantó, sin morir.

—¡Dámelo!

—No.

—¿Acaso no sabes lo que significa que la joven diosa haya podido crear un nuevo corazón? Esto es el destino. Yo, los Ejecutores, incluso esos demonios. Significa que todos debemos vivir una nueva vida…

—No, no es así.

Haley sonrió con malicia y gesticuló.

—Hablas del destino, cuando tu dios te abandonó.

—¡Haley Maron!

—Por muy larga que sea tu lengua, no funciona conmigo, una persona moderna. Pensé que te habías entregado tan dócilmente, pero tu intención era ir al Castillo Maron, ponerte el corazón falso en el pecho, robar también los corazones de los demonios que están allí, ¿verdad?

—Jaja.

El Papa esbozó una sonrisa grotesca.

—¿Significa que ya todo está perdido?

—Por supuesto.

—Voy a morir.

—Sí, ni siquiera tienes que ir al Castillo Maron. Morirás aquí. En Selborn, la aldea montañesa donde te encontré por primera vez, a ti y a los tuyos.

—Lo recuerdo. Aquí hubo un juicio por herejía. ¿Todos ellos se convirtieron en tus sirvientes?

—Son mi familia.

—Un dios también juega a las casitas.

El rostro del Papa se estaba agrietando. Grietas aparecieron en su piel blanca, de ellas brotaba sangre de un color rojo oscuro. Sus labios, antes rojos, se volvieron negruzcos, la luz desapareció de sus ojos.

—Aun así, no puedo morir así sin más. Soy humana, así que lucharé hasta el final.

—»Humana», ¡claro!

Haley dijo que no era más ni menos que un monstruo.

La energía que emanaba del Papa se convirtió en un torbellino, engullendo todo a su alrededor. No era maggi, ni poder divino, ni maná. Era un poder que no solo mezclaba las tres energías, sino que también estaba podrido y fétido.

—¡Haley, apártate!

Reikart e Ibratan se movieron. A pesar de enfrentarse directamente a la sucia energía que emanaba del cuerpo del Papa, no retrocedieron ni un centímetro.

Los dos guerreros lucharon contra el monstruo. Parecía una escena de la mitología.

El mejor guerrero del mundo mortal y el mejor guerrero del Reino Demoniaco blandían sus armas para matar al monstruo que había jugado con ambos mundos.

Una enorme ráfaga de viento se levantó de la lanza de sangre que blandía Reikart. Él se lanzó hacia ella, pasándole la lanza a Ibratan.

Ibratan, al recibir la lanza de sangre, se puso inmediatamente detrás del Papa y la golpeó con toda su fuerza. Fue una fuerza tan tremenda que la tierra tembló.

Mientras el Papa se giraba para detener a Ibratan, Reikart volvió a moverse. Arrancó la lanza de sangre del suelo y apuntó a su punto ciego.

Se movían como uno solo, las heridas en el cuerpo del Papa aumentaban.

Haley murmuró:

—Se mueve bien, aunque no tiene corazón.

Era incomprensible. Nunca había visto un monstruo así. El lugar donde debería estar el corazón estaba completamente vacío, hirviendo con lo que parecía ser un aceite oscuro, pero el Papa no prestaba atención alguna, enfrentándose a Reikart e Ibratan.

—Parece que va a morir pronto.

Por mucho que lo mirara, no era normal. Esa fuerza era el resultado de las malas acciones acumuladas por el Papa a lo largo del tiempo. No era maggi, ni maná, ni poder divino.

Era el poder de Anastasía, su último aliento.

—¿Cuál es su objetivo…….?

En ese instante, la lanza de sangre volvió a atravesar el pecho del Papa. Una energía horrible brotó del pecho, que había sido perforado junto con su hombro izquierdo.

Así, una y otra vez, mientras la lanza de sangre desgarraba el cuerpo del Papa, el entorno se llenó por completo de la energía fétida que emanaba de su cuerpo.

En lugar de sangre y carne, fluía malicia y viciocidad.

—…….

El Papa detuvo su movimiento. Había exprimido todas sus fuerzas restantes para luchar, pero no pudo vencer a Reikart e Ibratan. Era natural que nadie pudiera enfrentarse a ellos, ya que el mejor guerrero del mundo mortal y el mejor guerrero del Reino Demoniaco habían unido fuerzas.

El Papa se quedó de pie, aturdido, como una marioneta sin hilos de nuevo.

Luego, levantó la cabeza hacia el cielo.

—Haa…….

No había nada en el cielo oscuro. Un cielo vacío sin estrellas ni luna. El Papa lo miró y dejó caer los hombros.

—Si no me vas a llevar…….

‘Dios, soy tu hija, a quien elegiste y luego no te hiciste cargo. Si no me vas a llevar, al menos debiste haberme observado. Si no me ibas a cuidar, al menos debiste haberme castigado. Si me ibas a abandonar, no debiste haberme elegido desde el principio’

—En su lugar…….

El maggi, el maná y el poder divino que persistían como cicatrices en su pecho perforado desaparecieron. Se dispersaron como polvo.

Y en su lugar, apareció un torbellino.

Era un torbellino de vacío. Sin ninguna fuerza, sin ninguna vitalidad, simplemente un torbellino en un pecho vacío y hueco. Era grotesco y horrible. Se escuchó un grito espantoso, como si vomitara no en los oídos, sino en el alma.

El torbellino creció en tamaño al instante, como si fuera a engullir todo el espacio circundante.

—¡Haley!

—¿Qué es esto?

El torbellino estaba atrayendo el maggi. Este era Selbon, un lugar que lindaba con la zona contaminada. Además, el maggi que había seguido a Haley se movía a su alrededor, envolviéndolos en capas.

Ese maggi fue arrastrado hacia el torbellino que el Papa había creado.

El torbellino se convirtió en un núcleo y pronto comenzó a crear algo. El maggi condensado fluctuaba intensamente.

El cuerpo del Papa ya había sido succionado por el torbellino, sin dejar rastro.

—Mierda.

Haley abrió la boca y murmuró.

—¡¿Qué estás haciendo?!

Anastasía murió sin dejar siquiera un cadáver, pero su malicia permaneció, abriendo una puerta que sumiría al mundo en el caos.

Era la puerta del Reino Demoniaco.