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Marquesa Maron - MARMAR - Volumen 2 - Capítulo 266

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  4. Capítulo 266 - 110
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Novel Info

El sol se puso poco después de que entráramos en la zona contaminada, ya que la lentitud de los demonios heridos impedía avanzar más rápido. Parecían demasiado exhaustos y adoloridos para pasar una fría noche de invierno en el bosque.

Tras un breve momento de duda, llamé a Misty y le dije:

 

—Vayamos a Selborn.

—¿Selborn? ¿Se refiere a ese…?

—Es el pueblo más cercano de aquí. Ahora mismo no vive nadie, pero al menos hay casas con techos que nos protegerán de la tormenta de nieve.

—Ah, el puesto base que consideró usar para enviar provisiones al Castillo Maron. Entendido.

—Desde allí hasta el Ministerio no toma ni un día. Con unos cuantos demonios rápidos, podremos conseguir comida y provisiones.

—¿Qué? ¿No íbamos a quedarnos solo una noche?

—Les abriré un camino desde Selborn hasta el Castillo Maron.

 

Dibujé un croquis en el suelo y señalé la ruta más rápida desde Selborn hasta el Castillo Maron.

 

—Los demonios están bien, pero para que Rango y los trabajadores mercantes puedan ir y venir, hay que quitar la magia. Hacer el camino no es difícil. Lo importante es que ningún humano inocente se aventure por curiosidad.

—Como todos temen a la zona contaminada, por ahora creo que estaremos bien. También planeo mantener la boca cerrada en el gremio de comerciantes, pero…

—¿Pero qué?

—¿La marquesa no viene con nosotros?

 

Misty preguntó con una expresión que intentaba ser inexpresiva. Era un hombre tranquilo y resuelto, pero podía percibir la inquietud oculta en él.

Presioné su hombro suavemente y dije:

 

—Aunque la hemos encerrado en el carruaje, me disgusta llevar al Papa con ustedes. ¿No ves cómo tiemblan tus congéneres de miedo cada vez que el Papa se mueve dentro de ese carruaje?

—Ah…….

—Imagina tener que pasar la noche con el Papa en medio del oscuro bosque de la zona contaminada. Esos, seguro que no dormirían nada, temblarían de miedo y acabarían con una fiebre terrible todos juntos.

 

Ojalá fuera una diosa que pudiera resolver esas cosas con un chasquido de dedos. Pero aún era joven y no podía hacer muchas cosas.

Misty, diciendo que no había pensado en eso, se inclinó ante mí.

 

—Mi visión fue corta. Estaba tan lleno de esperanza por salvar a mis congéneres y devolverlos a su hogar… que no me di cuenta de lo estrecha que se había vuelto mi perspectiva. Lo siento.

—No hay nada de qué disculparse. Tú también eres una víctima.

 

Miré de reojo el corazón vacío de Misty y me acerqué a él, diciendo:

 

—Pronto recuperaré tu corazón también.

—……

 

Entonces, el rostro de Misty cambió de una manera extraña. Parecía muy conmovido, pero al mismo tiempo, terriblemente triste.

 

—¿Qué pasa?

—Estoy bien.

—¿Qué significa «bien»?

—No es necesario que me devuelva mi corazón.

 

‘¿Y ahora qué tontería es esta?’

Lo miré fijamente, sumida en mis pensamientos.

Misty era el que había dedicado más tiempo a sus congéneres en el mundo mortal. Habían dicho que su corazón poseía un poder especial, comparable al de un rey demonio, así que su sensación de pérdida también debía ser extraordinaria.

Pero, ¿por qué?

 

—Ey, tú.

—Sé que mi corazón fue trasplantado al pecho de Cardenal Özen Widemark.

 

‘Ah, lo sabías’

 

—También me enteré de que él es como de la familia para la Marquesa. Y que se humilló y contuvo la respiración al lado del Papa, incluso sacrificándose, para derrocar a la Iglesia.

—No, oye.

—Si me sacan el corazón, él morirá. Si es así… está bien. He vivido pensando que ya morí una vez hace mucho tiempo.

 

Y luego sonrió vagamente, al verlo, sin querer, solté una palabrota.

 

—Joder, estos sí que ablandan el corazón de uno.

—¿Eh?

—Sé honesto. ¿No eres pariente de Valen? ¿Alma gemela, gemelos o algo así? ¿Cómo puedes decir que estás bien? Deberías llorar, suplicar, aferrarte a mis pantalones e insistir para que te lo devuelva. Después de todo, soy una diosa.

—¿Valen también dijo eso?

—Después de enterarse de que su corazón está en el pecho de Número 4, dijo que prefería vivir sin él antes que verlo morir. Ese tonto. Dice que ahora es tan feliz que cree que puede vivir sin él.

—Jaja… Sigue siendo el mismo, Valen.

 

Misty sonrió con brillo y dijo:

 

—Yo no soy tan bueno como Valen. Solo lo digo porque si me sacan el corazón, Cardenal Özen morirá, ya no podrá ser utilizado.

—Es lo mismo.

—¿No es diferente?

 

Dijo eso y volvió a reír, pero sentí un poco de dolor en el corazón. La fuente de mis emociones, que creía seca, empezó a gotear.

Entonces le dije a Misty:

 

—Solo hacer un corazón falso.

 

Él solo parpadeó en silencio. Aturdido, sin saber qué decir, no pudo responder.

Saqué el corazón falso que había hecho con Sevrino y se lo mostré.

 

—Solo hay que poner este y sacar el tuyo. Así podrás postergar la muerte. Es la primera vez que lo hago, así que no puedo asegurar que sea un sustituto perfecto, pero……

 

La mirada de Misty se clavó en el corazón falso. Lo miraba sin siquiera parpadear, como si el tiempo se hubiera detenido.

¿Estaba conmovido? ¿Demasiado sorprendido? Sabiendo que no era algo fácil de aceptar, lo dejé en paz para que observara el corazón falso a su antojo.

Pero Misty expresó una emoción completamente diferente a la que esperaba.

 

—Esto es…….

—¿Qué pasa?

—No, no puede ser.

—¿Por qué no?

—¡Deshágase de él!

 

Gritó sin voz, cubriendo el corazón falso con su cuerpo. Luego me suplicó que lo ocultara rápidamente.

‘¿Qué demonios está pasando?’

Lo miré con el rostro confundido, sin entender.

Misty miró de reojo el carruaje donde estaba encerrado el Papa y susurró:

 

—Anastasía ha estado muriendo desde hace mucho tiempo. ¿No lo sabe?

—¿Y?

—¿Qué pensará el Papa si ve esto?

 

Un corazón falso. Que puede postergar la muerte.

Fue como si un rayo me golpeara la cabeza.

A altas horas de la noche, conduje a todo el grupo a Selborn. Hice que los demonios agotados se acomodaran en las casas intactas para descansar, el carruaje con el Papa fue custodiado directamente por Reikart, Ibratan y yo.

Al principio, mi plan era dejar a los demonios en Selborn por un tiempo y llevar solo al Papa al Castillo Maron, pero el plan cambió.

 

—Haley.

—Sí.

 

Reikart se paró a mi lado, entrelazando su brazo con el mío. Ibratan y sus subordinados también nos rodeaban. Después de intercambiar miradas con ellos, me acerqué al carruaje de escolta.

Desde adentro no se sentía ninguna señal de vida. El Papa seguía desplomada como una muñeca sin hilos, como si aceptara dócilmente su situación.

De repente, me reí.

 

—Anastasía.

 

Mi voz resonó en las afueras de Selborn, que estaba en silencio.

 

—Sabes, en el mundo donde vivía, había un dicho: kwonseonjingak, ingwabo. Los buenos reciben bendiciones y los malos reciben castigo… algo así.

Asure: 권선징악. 인과응보. :gwonseonjing-ag. ingwa-eungbo = Lo que se siembra de recoge (Modismo)

 

Yo no creía en esas palabras. Ni era tan ingenua como para creerlas ciegamente. Las consideraba una vana esperanza, inventada por los débiles que no tenían el poder de cambiar la realidad, para consolar sus corazones.

 

—No creí que te hubieran atrapado tan fácilmente, ¿sabes? Mi gente se esforzó tanto para derribar el Reino Sagrado, Ibratan incluso se lastimó para proteger a Quentin.

 

Pero, pensando bien, el Papa nunca nos había confrontado con su propia habilidad.

 

—Pensé que estaba guardando sus fuerzas para clavar un puñal por la espalda al final.

 

Se estaba muriendo.

Finalmente, sentí movimiento dentro del carruaje. Anastasía se estaba levantando.

 

—Qué pena.

 

Dije con una sonrisa un poco más intensa.

 

—Confirmaré tu muerte más de diez veces. Veré cómo tu cuerpo se pudre y desaparece, no bajaré la guardia hasta que esté segura de que ya no existes en este mundo.

 

Esta historia no tiene giros inesperados.

 

—¿Esperaste solo a que yo creara un corazón falso?

 

Para arrebatárselo, implantarlo en su pecho dañado y volver a estar en el centro del mundo.

El carruaje se estaba desmoronando. El carruaje de prisioneros, reforzado con hierro, se rompió en pedazos y cayó al suelo.

 

—Hubieras rezado mejor.

 

Quién sabe. Quizás tu dios hubiera venido a ayudarte.

Lancé una lanza de maggi hacia Anastasía, que se arrastraba como un espíritu maligno.

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