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Marquesa Maron - MARMAR - Volumen 2 - Capítulo 258

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Novel Info

—¿Por qué yo?
—Mi misión está por terminar. Para vivir bajo el mando de la Marquesa, debo caerle bien, ¿no? ¿No me va a dejar para siempre en el Reino Sagrado para que lo sirva, verdad? Me llevará al Castillo Maron también, ¿cierto? ¡Odio tanto este lugar! ¡La gente de la secta es toda siniestra y me pone de los nervios!

‘¿Qué dice? Con lo asesina que es……’

Haley no prestó atención a las palabras de Rango. Solo se rascó la oreja de forma despreocupada con su dedo meñique, cambió de postura y preguntó:

 

—¿Dónde está encerrado Reikart?

—En la mazmorra subterránea.

—Mi sirviente no pudo haber perdido ni muerto… ¿Estará herido o habrá sido torturado?

—No pude confirmar eso. Pero pensando en la habilidad de ese señor… No creo que lo hayan dejado ileso.

 

Era una suposición lógica a su manera, pero ante las palabras de Rango, el rostro de Haley se endureció drásticamente. Ya de por sí tenía una cara aterradora, pero sin expresión, no se atrevía a mirarlo de frente.

Rango, el mejor asesino, tenía un instinto para reconocer a los depredadores. Cada vez que Haley se enojaba, se asustaba tanto que no sabía qué hacer. Esta vez no fue diferente.

 

—¡Relaje la cara! ¡Me asusta! ¡Lo que quiero decir es que ese gran señor no se dejó vencer sin más!

—Si Reikart está herido o ha sido torturado…….

 

Haley murmuró.

 

—Mataré al Papa cien veces.

 

Acto seguido, Rango comenzó a hipar.

 

 

 

 

 

 

⋅•⋅⋅•⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅∙∘☽༓☾∘∙•⋅⋅⋅•⋅⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅

 

 

 

 

 

 

Reikart también pensaba en Haley. En la mazmorra oscura y húmeda, un espacio desagradable lleno de un olor a hierro o sangre, sonrió levemente para sí mismo.

‘¿Qué estará haciendo Haley ahora?’

Maris le había prometido llevarla a Casnatura para que probara el banquete real, así que, ¿estará vestida elegantemente y bailando? Aunque decía que era molesto y le disgustaba, parecía disfrutar en secreto usando vestidos.

Seguro que debe verse hermosa. El rosa y el amarillo no le quedaban para nada, pero la mayoría de los otros colores le sentaban bien. Y a pesar de que huía de bailar diciendo que era vergonzoso, se acostumbró rápidamente.

Él deseaba de verdad que Haley se divirtiera, vistiendo ropa bonita y comiendo comida deliciosa.

Claro que no deseaba que bailara amistosamente de la mano con Maris.

 

—Pareces muy tranquilo.

 

El Papa se acercó y le habló.

 

—Debe dolerte.

 

El cuerpo de Reikart estaba envuelto en gruesas cadenas de hierro, y en sus extremos colgaban pesadas bolas de hierro. Debía soportar ese peso con todo su cuerpo, colgado de la pared. Sentía un dolor tan intenso que sus huesos parecían romperse y sus músculos desgarrarse.

Aun así, Reikart no emitió ni un solo gemido.

 

—Si tu objetivo es matarme, será mejor que lo hagas rápido.

—¿Por qué?

—Tus enemigos aumentan a cada instante, tú estás perdiendo el tiempo reteniéndome.

—Reikart.

 

El Papa se quitó el velo y se acercó lentamente. Su rostro, iluminado por la antorcha, parecía tan impecable y frío como la porcelana. Solo sus labios extrañamente rojos sobresalían, causando escalofríos.

 

—Cuando el mundo entero me tema, cuando el mundo entero me llame monstruo, mi nombre esté escrito en tantos registros de muerte y decesos…

 

De algún lugar llegó el sonido de un tambor.

 

—¿Sabes lo que eso significa?

 

Era un sonido rítmico y lleno de fervor.

 

—Que me he convertido en su dios.

 

Tun. Tun. Tun.

 

Reikart no prestó atención a las palabras del Papa y se concentró en el sutil sonido del tambor que resonaba.

¿Sonido de tambor? No, no era eso. Era un sonido con una vibración un poco más suave. Un sonido con un eco largo que se esparcía por las estrechas venas y se convertía en vida.

Era el sonido de un corazón.

Era la primera vez. La primera vez que escuchaba y sentía el latido del corazón de otra persona de esta manera. Solo sabía que había un órgano llamado corazón dentro del pecho que latía con el pulso, pero no que podía emitir una resonancia tan poderosa y hermosa.

No era el corazón del Papa. Tampoco el de los ejecutores. Sus corazones solo emitían disonancias terribles y vibraciones desagradables, sin albergar vida.

Lo que Reikart sentía era el corazón de otra persona.

‘¿Quién es?’

El Papa estaba hablando frente a él, pero ni una sola palabra llegaba a sus oídos. Toda su atención estaba fijada en el hermoso latido del corazón que venía de lejos.

Era como un trueno, o como el sonido de la lluvia. La fragancia en el instante en que los pétalos se abren, o el viento que trae una tormenta. Ligero como una pluma, y a la vez, pesado como la muerte.

Una vibración familiar.

El sonido de chispas saltando le llegó como un sonido fantasma. También el ruido de pasos que caminaban al azar, como los de un niño. Risas mezcladas con quejas, quejas mezcladas con risas. La voz clara y el rostro blanco que se oían a través del sonido de la lluvia.

Ah, recordó.

En su primer día en el Castillo Maron, Reikart recordó a Haley de aquel entonces. Su rostro radiante, su sonrisa, tan feliz como si hubiera ganado el mundo con un brote de papa, elogiando el cielo en plena lluvia primaveral.

Las manos blancas que lo salvaron cuando estaba muriendo, su cabello suave como el terciopelo. Su rostro, adorable por sí solo, incluso en medio del maggi que consideraba una plaga.

Era el latido del corazón de Haley. Era su mundo.

Reikart levantó la cabeza de golpe. Incluso en la oscuridad de la prisión, vio una sombra que se acercaba a él. Era la sombra del maggi, que ya le resultaba tan familiar.

Haley, llegaste.

Ella estaba aquí. Cerca. Podía sentirla. Sentía a Haley en el aire y el viento, en el calor y el frío.

Entonces, no había razón para seguir aguantando.

La mano del Papa tocó el pecho de Reikart.

 

—Nunca he sentido culpa. Nací con un noble deber, si podía usar el corazón de un demonio como combustible, no había razón para dudar.

—…….

—¿Aún eres humano?

 

El corazón de Reikart latió con fuerza. Muy fuerte, gritando, aclamando y agitándose como si llamara a alguien.

Su corazón, latiendo tan violentamente que parecía que iba a salirse de sus costillas, era tan ciego y dinámico que resultaría extraño incluso para el Papa, que estaba intoxicado con el corazón de Aquapher.

 

—Es un corazón especial.

 

El Papa murmuró, como hipnotizado.

 

—¿Qué pasaría si implantara el corazón de un demonio en tu cuerpo? O, ¿qué pasaría si te sacara el corazón y lo implantara en el mío?

 

 

¡Tun. Tun. Tun!

 

 

—El corazón es como una semilla. Necesita ser plantado en un pecho fértil para brotar y crecer sano. El corazón del demonio se alimenta vorazmente de la vida humana, por eso necesitaba ser protegido con poder divino.

 

 

¡Tum. Tum. Tum!

 

 

—Pero tu corazón ya ha crecido. Ha crecido enorme, muy grande. ¿De qué se habrá alimentado?

—Deja de decir tonterías.

 

Reikart finalmente abrió la boca.

 

—¿También quieres sacarme el corazón y tragártelo? Adelante, inténtalo. Está en mi cuerpo, pero no es mío. Ya tiene un dueño. En el momento en que lo saques y te lo tragues, ocupará tu cuerpo y te ordenará que te sometas a mi dueño. Se convertirá en veneno y te destruirá. El poder de mi corazón es así de grande.

—¿Qué?

—Intenta tragártelo.

 

‘Hazlo si te atreves’

Reikart sonrió y ofreció su pecho. Incluso encadenado y colgado de la pared, no parecía amedrentado en lo más mínimo.

Su cuerpo era hermoso, y su mirada, orgullosa. Incluso la mueca de desdén en sus labios era inquebrantable.

A estas alturas, era difícil saber quién era el prisionero atrapado en una trampa.

El Papa murmuró:

 

—Te parezco ridículo.

—Más que ridículo, eres asqueroso.

—¿Sabes cuántos corazones de Aquapher he tragado? Los humanos son los que entran en pánico y hablan de destrucción ante un solo demonio. Así de débiles son los humanos. Yo los salvé. Encerré a los demonios que parasitaban esta tierra en mi pecho, purifiqué su sangre sucia con oraciones…

—¿Quieres que te haga una profecía?

 

Reikart apretó los puños y sus brazos temblaron violentamente.

 

—Morirás a manos de esos débiles humanos.

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