Marquesa Maron - MARMAR - Volumen 2 - Capítulo 210

También era bastante divertido observar el paisaje del pueblo que cambiaba cada día. Especialmente el camino blanco que se extendía desde la entrada del Castillo Marron hasta el lago era tan hermoso que me hacía exclamar de admiración cada vez que lo veía.

Colmé de elogios a Maris y al anciano que diseñaron el camino, hasta que se me secó la boca.

Maris se rió a carcajadas y dijo:

—Este camino está abierto en varias direcciones para el desarrollo del Castillo Maron. Se puede conectar con el camino del cañón que va a Enif, o con las direcciones de Grandis o Selborn.

—¡Wow!

—Campanilla también podrá ir cómodamente al campo, al transportar sacos de papas, ahora se podrán usar carros o carruajes.

—¡Wow!

—Hasta el lago es casi recto. No estaría mal construir algunos muelles en la orilla del lago para moverse en barco.

—Maris, eres realmente increíble. ¡Eres un genio! ¡Un tesoro invaluable! ¡Si pudiera, me arrodillaría ante el rey de Casnatura y le pediría que me diera a su hijo!

—¡Jajajaja!

Maris se rió con picardía, pidiéndome que por favor lo hiciera. Luego continuó explicando mientras señalaba varias partes del plano.

—El Castillo Maron, diseñado por los demonios, tiene tres entradas principales centradas en el patio. Una de ellas, por supuesto, conduce a ese camino, y las otras dos conectan con el camino de la muralla del jardín trasero y la vía fluvial. Si quieres hacer un campo de trigo, asegúrate de rellenar la vía fluvial.

—¿Por qué?

—El trigo es la fuerza del territorio. Es bueno asegurarse de que la cosecha pase por el castillo y se almacene en el almacén. También es bueno para prepararse para una posible invasión.

—¿Rellenar la vía fluvial amplía el campo de visión?

—Dijeron que el ejecutor puede atravesar el maggi. Entonces, la vía fluvial ya no es una defensa perfecta. Es mejor asegurar cierta visibilidad y prepararse…

Maris señaló varios espacios abiertos creados alrededor del castillo con sus dedos.

—Aquí es donde se construirán las casas.

—Qué amplio.

—Es solo mi presentimiento… pero la población del Castillo Maron seguirá aumentando, no creo que disminuya.

—Oye.

—Lo hice bastante grande.

Le di unas palmadas en la espalda a Maris, diciendo que era una predicción terrible, pero él seguía riéndose a pesar de que debía dolerle.

Esa tarde, se proporcionaron varios equipos de Enif. Fue enviado por el tío Melocotón, y dijo que también podría enviar técnicos si se les pagaba el salario adecuado.

Recientemente, corrió el rumor en Enif de que se podía ganar un buen salario trabajando en el Castillo Maron. Muchos trabajadores bromeaban y reían diciendo que se ofrecerían como voluntarios. El hecho de que nuestros intercambios hayan aumentado y nos hayamos familiarizado entre nosotros también jugó un papel importante.

Si los trajera a todos y los pusiera a trabajar, podríamos construir casas antes de que llegara el invierno, pero todavía tenía que decidir con cuidado debido a los demonios que todavía temían a los humanos y temblaban.

—¡Romero! ¡Por aquí!

—¡Señor Reikart, desde aquí!

Un enorme tronco fue colocado con precisión sobre el sitio de la casa. Romero ayudaba levantando ramas gruesas. En el lugar de construcción, que debería estar lleno de sudor y polvo, se mezclaba una suave fragancia de romero.

Reikart, como un guerrero de gran fuerza, se encargó del trabajo duro en el frente. Era el único en nuestro territorio que podía arrastrar solo un carro lleno de ladrillos.

Maris sonrió al ver a Reikart.

—Quién diría al verlo así que él fue el heredero de la Casa Ducal de Winter en el pasado.

—¿Porque está sucio?

—No, porque parece feliz.

Reikart seguía riendo mientras cargaba pesados fardos. Reía cuando los niños corrían a llamarlo hermano fuerte, y volvía a reír cuando los demonios que pasaban le metían comida en la boca.

Mientras observaba esa escena con una nueva sensación de calidez, la voz de Maris llegó a mi oído.

—Todo esto debe ser gracias a ti. Que alguien que alguna vez fue un enemigo ahora te siga y confíe tanto en ti.

—Yo no hice nada. Él lo hizo todo.

—Lo salvaste. Lo cuidaste.

—¿Cómo iba a dejar morir a un buen chico delante de mis ojos? Tampoco sabía que se volvería así. ¿Sabes cuánto presumía al principio? Siempre con esa cara sombría, como si cargara con todas las preocupaciones del mundo…

—¿Rei?

—Siempre amenazaba con morir, o me ofrecía su cuerpo como material de experimentación. Andaba bebiendo maggi diciendo que se convertiría en un demonio…

—Quería llamar tu atención.

—¿Eh?

—Si hacía eso, tú lo mirabas directamente, te enojabas y te preocupabas por él.

Maris dijo que podía entender a Reikart, yo sentía que menos podía entender a estos chicos.

—¿No se supone que eso se supera a los siete años? ¿Cómo puede actuar así un adulto hecho y derecho?

—Haley, un hombre puede volverse infinitamente infantil frente a la mujer que ama.

La voz de Maris fluyó como miel. ¿Por qué se pone del lado de Reikart delante de mí? Realmente era un príncipe difícil de entender.

Parecía celoso de Reikart, pero luego lo llenaba de elogios, y aunque parecía mantener la distancia, sus ojos estaban llenos de afecto y confianza.

Maris sonrió y dijo:

—Tengo envidia de Rei.

—¿Envidia de qué? ¿De su fuerza? ¿De su obsesión por pelear? ¿De su infantilismo?

—De ser el hombre que te pertenece.

—Oye…

—Tampoco creí que llegaría a envidiar a alguien por una razón así.

Maris trazó el plano con su dedo. Su elegante índice se movió a lo largo del Castillo Marron y las murallas, el nuevo camino y los sitios de las casas.

Sé que este hermoso príncipe pasó varias noches sin dormir, preocupándose por hacer de mi casa y mi territorio un lugar habitable. Cada vez que salía a caminar por la noche porque no podía dormir, Maris estaba en algún lugar inspeccionando el territorio.

Al principio estaba solo, pero después de dos días se convirtieron en dos, y pronto aumentaron a varios. Reikart, el anciano y Severino estaban con él, ocupados diseñando el futuro del territorio siguiendo a Maris.

—Maris.

—¿Sí?

—¿Qué quieres de mí?

Maris me miró como si no entendiera lo que estaba diciendo. Flores de durazno en plena floración florecían en sus ojos. Tragué un suspiro y pregunté seriamente:

—No sé qué darte. Si solo acepto todo y te dejo ir, creo que me quedaré con una deuda de corazón. Pero eres un príncipe tan perfecto y pareces no necesitar nada.

—¿Yo?

—Reikart no tiene nada, así que puedo llenarlo… pero tú, Maris…

—Haley.

Maris preguntó con rostro perplejo.

—¿Parece que no me falta nada?

—Eres un príncipe.

—Sabes que eso no es muy importante.

Maris acarició mi cabello con sus dedos. Luego lo apartó detrás de mi oreja y dijo:

—Solo quiero una cosa.

—…….

—El que no tiene nada no es Rei, sino yo.

El príncipe que no sabía reír y tenía un rostro inexpresivo como una muñeca, seguía sonriendo. Esta vez también era una sonrisa incomprensible. Hasta hace poco, pensaba que las flores solo florecían alrededor de Maris cuando él sonreía, pero ahora sabía que no era todo.

Tiene algo en mente.

No sabía qué era. Maris me sonreía con el rostro más hermoso del mundo, pero dentro había raíces que atravesaban rocas y tierra áspera. Había codicia y sed que no quería mostrarme.

—Oye, Maris, ¿qué tramas?

—A veces tu perspicacia me da miedo.

—¡Oye!

—Ayer Campanilla me lo dijo.

—¿Qué?

—Sweetheart.

Maris dijo, señalando a Reikart con los ojos.

—Significa que te vayas porque es molesto.

Algún día coseré el hocico de esa Campanilla.

—Oye, no es eso. Originalmente es un apodo para llamar a alguien que te gusta con mucha ternura, pero al principio se lo dije a Campanilla al revés para burlarme… y terminó usándolo de manera extraña con Reikart, así que se volvió así.

—¿En serio? Un apodo tierno para llamar a alguien que te gusta. Me preguntaba… la pronunciación era suave y dulce.

Lo siento. Todo es mi culpa. Mientras yo, que no encontraba qué decir, me preocupaba por qué balbucear, Reikart, que había terminado su parte del trabajo, se acercó.

—Su Alteza Maris, ¿puedo ver los planos?

Hablando del rey de Roma, el que se asoma… era un tipo fantasmal.