Marquesa Maron - MARMAR - Volumen 2 - Capítulo 187
—¡Ah, joder! ¡La carta la estoy enviando yo, así que debería escribir lo que yo quiero decir! ¿Por qué quieres meter lo que su eminencia desea decir?
—¿No la íbamos a mandar juntos?
—¿Y qué quieres decir tú, eh? ¡Déjame escribirla yo! Dámela.
—Lo que quiero decir…
Özen cerró los ojos lentamente cuando le arrebataron la carta y la pluma. Al volver a abrirlos, su mirada se dirigía hacia la lejana zona contaminada.
Rango, que había arrugado sin pensárselo la carta que Özen estaba escribiendo y la lanzó directo a la chimenea, trajo una hoja nueva y agarró la pluma.
—A ver… ¿Cómo era? ‘Los ejecutores van a entrar en la zona contaminada haciéndose pasar por mercenarios, así que hay que tener cuidado’ ¿Y qué más era?
—Jamás deben entrar por la Puerta del Inframundo.
—¡Eso, eso era!
—Pon que si entran, no podrán volver a salir. Eso, que lo pongas bien claro.
—Sí, sí, ya voy…
Rango empezó a escribir con rapidez.
En su carta no había saludos, ni comentarios sobre el clima, ni siquiera una mísera queja emocional. Solo una lista de hechos descubiertos y advertencias necesarias.
Özen echó una ojeada de reojo a la carta con cara de “sabía que harías eso” y, ya encaminándose hacia la puerta, dijo:
—Tengo cena con el Papa, así que me voy. Tú encárgate de los sacerdotes oscuros de Valen.
—Sssí, entendido. ¡Que disfrute la cena con su santita madre, Su Eminencia! No olvide preguntarle esta vez de quién era el corazón de esa mujer.
—Maldita sea…
Özen soltó una maldición y cerró la puerta de golpe al salir. Solo cuando confirmó que se había alejado, Rango terminó de escribir la carta.
[Mi querida Marquesa,
Por favor, se lo suplico, ¡lléveme con usted! Ya no puedo seguir viviendo aquí. Prefiero cargar estiércol en el castillo de Maron. O, no sé, ponerme una máscara de lobo y quedarme cuidando la casa.
La extraño]
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¿Por qué todos están tan desesperados por ver la Puerta del Inframundo?
No pude ignorar las miradas ansiosas de Maris y el asistente. Al principio, el asistente, que había jurado que nunca se acercaría, empezó a seguirme como un perro después de que los campesinos de la propiedad de Maron se rieran de eso, como si no fuera nada. Parecía que su curiosidad había despertado.
Maris preguntó.
—¿Aún no ha entrado nadie, verdad?
—No. ¿Tú entrarías?
—Probablemente sí.
Dentro de esa puerta no se sabe qué tipo de mundo se despliega, ni qué criaturas habitan allí. Aquí estamos en verano, pero allá podría ser invierno, o tal vez no haya oxígeno y no podamos respirar.
Cuando les digo esto, me miran con cara de “¿qué clase de tonterías estás diciendo?”, pero lo que da miedo, da miedo.
—Reikart, ¿realmente quieres entrar ahí?
—Claro. Bueno, sí, claro.
—¿Por qué?
—Para… para cortar la cabeza del Rey Demonio…
—¡Eso no es lo que quiero decir! Lo que quiero decir es que la puerta ya está abierta, así que solo quiero comprobar si es peligrosa. Él es el guardián de nuestra propiedad, ¿verdad? Vaya, qué confiable.
Antes de que mi mascota empezara a hablar otra vez sobre el Rey Demonio, rápidamente cambié de tema.
Lo que alguna vez fue la tierra donde el Castillo de Maron se erguía orgullosamente ahora estaba en plena obra de construcción, con trabajos de cimentación en curso. Como la Puerta del Inframundo debía esconderse en lo más profundo del castillo, los demonios se reunían todo el tiempo para medir y medir, causando un alboroto.
Mientras bajaba al sótano con Maris, el asistente y Reikart, les dije:
—Todavía falta tiempo para que el castillo esté terminado, ¿verdad? Mientras tanto, tendremos que vivir todos juntos en una cabaña de troncos, como la familia Heungbu… Ah, no sabes quién es Heungbu, ¿verdad? Básicamente, será como vivir todos juntos apretados… aunque yo quemé la casa.
Asure: Heungbu y Nolbu, pertenece a una mini historia oriental, es buena, léanla
Reikart chasqueó la lengua y dijo:
—Te mereces un buen regaño.
—¡Ya me regañaron! ¿No lo viste antes?
—Menos mal que los hombres mayores son buenos.
—¡Todo esto es culpa de esos malditos demonios! Les dije que no trabajaran cuando llueva, pero estos se tomaron cinco días de descanso y ahora están flojeando.
—Y eso pasó porque tú les tiraste las joyas para que trabajaran mientras descansabas.
—¿Qué? ¿No sabes lo que es un bono por descanso? Claro, seguro que no sabes.
Si esos demonios no hubieran hecho esa estúpida ceremonia de la lluvia, esa extraña experiencia jamás habría sucedido. Cuando Sevrino comenzó a sonreír y decir que iba a hacer un contrato con el demonio duque, me emocioné y me dejé llevar.
—¿Esto es?
Maris se detuvo frente a la Puerta del Inframundo.
La puerta era misteriosa. Parecía un espejo negro, como tinta derramada o como niebla que se disuelve. No se podía ver el paisaje al otro lado, pero de alguna manera se alcanzaban a oír sonidos débiles.
Se decía que en el Inframundo, la puerta del mundo humano se había abierto en una cueva de bestias en lo más profundo del bosque. Tal vez por eso, si prestabas atención, a veces podías escuchar el suave susurro del viento o el goteo del agua.
Maris y el asistente se acercaron a la puerta, escuchando en silencio. Yo los detuve antes de que se acercaran más.
—Si te acercas más, vas a meterte en un gran lío. ¿Quieres que corra el rumor de que el noble heredero de Casnatura y su leal asistente fueron arrastrados al Inframundo mientras ofrecían tributos a la Marquesa Demonio?
El asistente retrocedió horrorizado.
—¿Qué es eso, señor? Me da mala espina, parece demasiado real.
—Yo también me arrepentí de lo que acabo de decir.
Al principio íbamos a hablar sobre qué hacer a partir de ahora, pero Maris, como si fuera algo natural, me tomó de la mano y dijo:
—Te quedarás en Enif por un tiempo. Enviaré a unos constructores de confianza a Maron, después de pedirle permiso a Romero, los traeré aquí para adelantar la construcción.
—¿Eh?
—Vi que los aldeanos construyeron casas de troncos, así que parece que necesitamos una carretera. ¿Qué te parece si también envío a los técnicos de allá? Haremos un camino desde las puertas del castillo hasta el Lago Negro, lo pavimentaremos con piedras…
¿Una carretera? ¡Una carretera pavimentada con piedras! ¡Eso significaría que hasta podríamos viajar en carruajes por ahí! ¿Como en esas películas medievales de Europa?
—Construir un castillo no solo se trata de la técnica de construcción. Hay que cuidar los detalles, la decoración, la iluminación, hasta los mayordomos… son tantas cosas que no podría dejárselas a los demonios. ¿Quieres que te ayude con eso?
—¿Tú?
—Te presentaré a los mejores expertos de Casnatura.
¡Vaya! ¿Entonces en el Castillo de Maron tendré un brillante candelabro de colores? ¿Un retrato mío colgado en el salón principal? ¿Cuadros diferentes en cada habitación según la estación? ¿Y alfombras antiguas en el suelo?
—Un territorio requiere un plan a largo plazo, y debe urbanizarse poco a poco. Si quieres que el Castillo de Maron siga siendo una isla aislada del mundo, no tengo nada que decir, pero ya que te preocupas por tus súbditos…
—¿Urbanizarlo?
—Sí. Así que, eventualmente, este lugar podría convertirse en el centro del comercio entre los Tres Reinos. O podría ser una ciudad invulnerable, defendida por Reikart Winter y Romero.
—Vaya…
—Haley, ¿qué crees que pasa cuando la gente se agrupa y empieza a desarrollarse en un territorio independiente?
¿Qué pasaría?
—Se convierte en un reino.
Estaba tan absorbida en el plan de desarrollo de Maron que, sin darme cuenta, comencé a soñar con un reino.
En ese momento, Reikart se acercó.
—Está bien charlar, pero…
—¿Reikart?
—Suéltame la mano.
Se movía tan lentamente. Caminó hacia mí a paso de tortuga y, con suavidad, se metió entre Maris y yo. Su movimiento fue tan pausado que podría haberlo evitado si me hubiera movido un segundo antes.
Pero no pude hacer nada. Porque Reikart estaba sonriendo con una expresión que nunca le había visto antes.
—¿Mi mano?
Maris inclinó la cabeza y miró mi mano, que aún sostenía. Luego, soltó una risa cálida y dijo:
—Tu mano es realmente hermosa.
—Eh…
¿Debería dar las gracias?
Pero si lo hacía, seguro que Reikart me mataba. ¿Por qué Maris no me suelta la mano hoy? ¿Y por qué se empeña en apretarla más? ¡¿Qué pasa con estos dos?! ¡Me siento como una protagonista atrapada en un triángulo amoroso! ¡Qué genial!
El sentimiento de ser la protagonista de un triángulo amoroso era increíble. Aunque me llamaran tonta, no me importaba.
Reikart Winter y Maris Mare. ¡Experimentar esto entre esos dos! Debo haber salvado un país en mi vida pasada. No sé en qué época, pero seguramente fui una patriota.
Gracias, yo de mi vida pasada. Si alguna vez regreso, ¡trabajaré para el país otra vez! Pero esta vida, ¡déjame disfrutarla! ¡Esto ni siquiera es mi país!
Reikart sujetó mi muñeca. No aplicó fuerza alguna.
Mi mano estaba siendo sostenida por Maris, pero mi muñeca la sostenía Reikart.
—Esa mano…
—No sé.
Reikart y Maris abrieron la boca al mismo tiempo.
—Suelta.
—No puedo hacerlo.
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