Marquesa Maron - MARMAR - Libro 3 - Capítulo 350

¿Qué tonterías son esas? Valen, que había estado perdido en sus pensamientos y no había escuchado ni la mitad de lo que decían los magos, soltó un resoplido y evadió la pregunta.

—¿Cómo voy a saber lo que piensa Dios? ¿Creen que es un acertijo que cualquiera puede adivinar? Qué idiotas son los magos.

—El duque tiene razón.

¿Razón en qué? Solo dije cualquier cosa.

Valen cerró los ojos y los volvió a abrir. Se fijó en los magos y notó que estaban un poco exaltados.

—La guerra contra el ejército infernal es una cosa… pero el fundamento del mundo demoníaco es la magia demoníaca. Ahora que ha aparecido el Dios que la magia adora, si nosotros, los magos, lo abandonamos todo para convertirnos en sus sacerdotes y llegar a él, ¿quién podría decirnos algo…?

¿Y esto qué significa? Valen no entendía a los magos del mundo demoníaco.

Un joven mago dijo:

—Yo quiero ser un apóstol.

—Si fuera tan fácil, ¿quién no sería un apóstol ahora?

—Hay más de los que cree. ¿Vio a ese guerrero rubio llamado Reikart? Dice que viene del mundo humano, no es humano, y aun así camina por el mundo demoníaco con magia demoníaca fluyendo y ejerce un poder inmenso. ¿Qué podría ser? ¡Es un apóstol de Dios!

Mientras se apasionaba, otros jóvenes magos se unieron a su fervor.

—También descubrí por primera vez que las hadas existen. Esas cosas solo aparecen en los mitos, más antiguos que las leyendas. Pero miren. Es un hada, pero la mitad es demonio.

—¡Incluso lleva plantas consigo!

—Probablemente sean apóstoles elegidos por Dios en el mundo humano, o tal vez candidatos. Dios no solo elige a sus apóstoles basándose en la superioridad de la fuerza. También podría estar viendo la rareza de la especie o el potencial de la evolución.

—La identidad del demonio de cara de jade también es sospechosa. ¡Que un ser así sea de la realeza del mundo humano y no un demonio del infierno…! ¿Por qué vendría hasta aquí para ser un estratega? ¡Es porque fue una orden de alguien más grande que un rey, de Dios!

Suena gracioso, pero tiene algo de sentido. Valen asintió profundamente sin darse cuenta.

—¡Miren! ¡Incluso el duque Marbas del Este dice que es cierto!

—No, yo…

—Sea sincero, ¿quiere ser un apóstol?

—¡Pues claro que sí!

No podía decir que no. Valen, sin querer, estuvo de acuerdo con los jóvenes magos y empezó a hablar con pasión.

—¡Señora Haley es la mejor del mundo! Aunque no sea omnipotente y omnipresente, ¡es una Diosa que merece ser amada! ¡Sus ojos, sus palabras, su andar, su sonrisa! ¡No hay nada que se pueda perder! ¡Debemos dibujarla todos los días y registrarla en un diario! ¡Debemos seguir sus pasos y regar las flores que ella dijo que eran bonitas!

—¡Así es!

—¡Ya que la fundadora de la magia ha aparecido ante nosotros con la forma de una diosa, ¿cómo no vamos a alabarla con nuestros cuerpos devotos a la magia demoníaca?!

—¡Así es, así es!

Un momento, esto no es lo que quería.

Originalmente, su objetivo era encontrar una oportunidad para morir honorablemente en el campo de batalla como Marbas.

Valen sudaba profusamente al ver a los magos corear el nombre de Haley junto con él.

Mientras Valen lamentaba haber olvidado su papel, Reikart caminaba junto a Ibratan, quien inspeccionaba la empalizada construida para las tropas de defensa.

Reikart se quejó:

—Estas cosas son para los soldados, no para que el capitán las haga.

—Si te molesta, ve a descansar.

—¿Y por qué andas sin camisa en la noche? Oye, ¿crees que tener buen cuerpo lo es todo?

—¿Por qué me llamas «buen cuerpo» solo porque Haley me llama así?

—No me gusta llamarte por tu nombre, se siente demasiado cercano.

—¿Y «buen cuerpo» te parece bien?

Ibratan preguntó, con una expresión de asombro, a lo que Reikart asintió con una sonrisa fría.

—Tú también llámame «el come-de-todo».

—Parece que no te disgusta ese apodo.

—Claro que no, si me lo puso Haley.

Ibratan se rió suavemente. Su cabello, revuelto como una melena, se agitó con el viento.

En la oscuridad de la noche, el cuerpo sombreado de Ibratan se veía aún más marcado por la luz de las antorchas.

¿No tendrá frío? ¿Me quito la camisa yo también? Mientras Reikart lo pensaba, Ibratan le dijo:

—Rei.

—No me llames así…

—Cuando llegue el momento, convenceré a Haley para que regreses al mundo humano.

—¿Qué?

Reikart no entendía lo que Ibratan intentaba decir. Pensó que era una locura.

—¿Y te parece bien que nos vayamos, mientras el ejército infernal está haciendo esta locura aquí, justo frente a nosotros?

—Así es.

—Estás loco.

Ibratan y las fuerzas de defensa del mundo demoníaco eran fuertes, pero no se sabía cuánto tiempo podrían resistir al ejército infernal. Ya era un hecho que los demonios estaban evolucionando. Incluso existía la posibilidad de que estuvieran constantemente reforzando sus tropas a través de las puertas del infierno.

¿Y con esa situación, le dice que regrese al mundo humano?

—¿La obsesión por presumir de tu cuerpo hizo que tu confianza se convirtiera en arrogancia? ¿Qué tan fuerte te crees que eres? ¿Crees que podrías ganarme en un uno contra uno? ¡Tú, que ni siquiera puedes con Rosmary, ¿qué dices?! ¿»Regresa»?

—Regresa. Junto a Haley.

—Como si a Haley le fuera a gustar la idea. Aunque se vea despreocupada, es increíblemente terca. Tú, cabrón, te ganaste el apodo de «buen cuerpo» y te convertiste en el último miembro de nuestra familia. Qué idiota tan loco, diciendo sandeces. Y yo que me he esforzado tanto por no decir groserías…

La maldita boca de Reikart volvió a su mejor forma.

—Ponte la ropa. Por eso tienes la cabeza llena de aire y dices esas locuras. A menos que seas alguien a quien no le importe que el mundo demoníaco sea destruido…

—No me importa.

—¿Qué?

Reikart se detuvo en seco. Se acercó a Ibratan, listo para agarrarlo por el cuello, pero como no llevaba camisa, casi lo agarró del cabello.

Agarró el aire con la mano y la bajó rápidamente, Reikart gruñó en voz baja.

—Explícate.

—El mundo demoníaco debe ser capaz de resolver sus propios problemas. En el peor de los casos, Haley y tú, también se atarían al mundo demoníaco y compartirían nuestro destino.

—Yo qué…

—Eres demasiado sensible.

Reikart no podía aceptar eso. Estaba tan perplejo que ni siquiera podía encontrar las palabras para refutarlo.

Pero Ibratan se limitó a soltar una risa burlona al verlo.

—Si el mundo demoníaco no puede superar esta crisis y es destruido, lucharé y moriré con ellos hasta el final. Tú, Haley y los demás de Maron no tienen por qué hacerlo.

—No dejaré que sea destruido.

—Y si fuera así… si fuera el caso.

—No hay «si» ni «caso».

—Si pudiera detenerlo con mi vida, la daría sin dudar…

Tras revisar la última empalizada, Ibratan murmuró mientras miraba el oscuro Bosque de la Luna.

—Si pudiera entregarle mi corazón a Haley antes de eso, como guerrero y como hombre, no desearía nada más.

Oh, destino.

Si no puedo servir a mi Dios porque la amo.

Permíteme al menos entregarle este corazón.

Ibratan murmuró en voz baja.

A lo lejos se escuchaba el largo lamento de las bestias del infierno. Del Bosque de la Luna, envuelto en la oscuridad, un humo acre se mezclaba con el familiar olor a ceniza.

«Este tipo…»

Me dio escalofríos.

Quería burlarme, pero no podía. Entendía perfectamente lo que sentía.

Ese día, Reikart escuchó el latido del corazón de Ibratan.

Un hombre nacido como guerrero, que solo había vivido en el campo de batalla, estaba dispuesto a dar su vida y su corazón por una mujer. Y el mundo, satisfecho, tembló ante su noble decisión.

El corazón de Ibratan latía fuerte. Latía tan fuerte que era escandaloso. La inmensa onda que se originó en su pecho se extendió por el vasto campo de batalla, hacia el Bosque de la Luna y por todo el mundo demoníaco.

Reikart sabía lo que era. El momento en que superó sus límites por Haley, cuando su corazón latía desesperadamente por ella y hacía vibrar el mundo entero.

El día en que Reikart Winter renació con el nombre de Maron.

—Este hijo de…

Ibratan estaba superando sus límites.