Marquesa Maron - MARMAR - Libro 3 - Capítulo 349
—Así que… Marrón… ¿qué?
Maris arrugó la nota que tenía en la mano, la tiró y corrió hacia mí. Me agarró y me preguntó con urgencia.
—¿Eso es cierto?
—Se abrió, aunque más tarde que en el mundo demoníaco. Ahora mismo, Vitor y Asta deben estar luchando contra el ejército infernal. Lo viste en el día, ¿no? Dijeron que se esforzaron por abrir el portal porque sentían que debían avisarme.
Maris me miró, confundido. Al ver su rostro oscurecido por la preocupación, sentí una culpa innecesaria.
Pero esta vez, tenía noticias aún peores.
—Tengo que ir al mundo humano por un tiempo.
—Claro, por supuesto que tienes que ir.
—Puede que me tarde.
—¿En serio? Bueno… no hay de otra. Primero le avisaré a Ibratan y a Reikart y decidiremos quién de nosotros te acompañará.
—Ustedes no pueden cruzar esa puerta.
Solo Asta y yo podemos cruzarla. Al oír mi explicación, Maris se quedó en silencio, pensativo, mientras se frotaba la cara.
—Haley, ¿estarás bien sola?
Lo sabía. Mi príncipe solo se preocupa por mí, incluso en momentos como este.
Sonreí a propósito.
—Te diré por qué tengo que quedarme un tiempo en el mundo humano más tarde. Todavía no estoy segura.
—¿No vas a proteger el territorio de Marrón?
¿Proteger?
No lo sé. Voy a separar mi territorio del mundo humano y demoníaco para siempre, y allí abriré la puerta al infierno.
—Cuida bien de mis chicos, por favor.
De Campanilla y Pequeño Romero, de Reikart e Ibratan, de Quentin y Rango, de la gente de la aldea de los exiliados y de los que están aquí en el campo de batalla.
Parece que Maris es el único que puede cuidar de todos ellos. Le dije, sintiendo culpa:
—Tomará algo de tiempo, pero yo me encargaré del ejército infernal. Dile a Ibratan que se concentre solo en la defensa. Y… a los que están en el mundo demoníaco, diles que se adapten bien a ese lugar. Y a los del mundo humano, que se lleven bien con las personas.
—¿Haley?
—Por favor.
Lo siento por pedirte favores tan difíciles. Pero eres el único a quien puedo encargarle esta tarea.
Ibratan debe proteger el mundo demoníaco, Reikart, al igual que yo, es un personaje fuerte que solo sabe luchar al frente.
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Haley había regresado al mundo humano. Dijo que podría tardar, pero nadie sabía cuánto tiempo sería. Tal vez volvería de vez en cuando. O tal vez Asta nos daría noticias. Para calmar la ansiedad, teníamos que aferrarnos a esas pequeñas esperanzas.
Maris no se sentía triste. No mostraba ni un rastro de preocupación o inquietud. Se veía tan perfecto como siempre. Se despidió de Haley sonriendo, como si ella fuera a un picnic al mundo humano.
Campanilla y Pequeño Romero actuaban igual.
—Este es un secreto solo para nosotros.
Campanilla abrazó fuerte a Pequeño Romero y le susurró.
—No se lo digas a nadie. Si alguien pregunta por la señora Haley, solo responde con tu frase de siempre. Esa de «idiota».
—¿Babao?
—Y tú, demonio de cara de jade, ¿qué vas a hacer?
—Yo…
Ante la pregunta de Campanilla, Maris inclinó la cabeza hacia un lado. Su cabello flotante se pegó a su rostro pálido y luego se desprendió. Tal vez por la noche, sus ojos rosados se veían un poco rojizos.
Le preguntó a Campanilla:
—¿Cómo se llama lo que Haley ha estado practicando últimamente?
—¿Purificación? No, para ser exactos… ¿»el nacimiento de la vida»?
Ya que insufló nueva vida a una tierra muerta, se podría llamar «nacimiento». Campanilla murmuró eso para sí mismo mientras asentía.
Maris volvió a preguntar.
—¿Alguna vez Haley mencionó que iría al infierno?
—¡¿Qué?!
Campanilla estalló.
—¡¿Cómo se te ocurre?! Demonio de cara de jade, parece que piensas que la señora Haley es una santa que se sacrifica por su humanidad, ¡pero ella es una floja a la que le gusta vivir de forma cómoda, pacífica y tranquila! Ay, por favor, qué cosas tan infernales dices.
—¿Verdad?
Maris estuvo completamente de acuerdo. Sobre todo, pensó que Haley jamás dejaría a Campanilla y Romero para irse sola al infierno.
—Haley puede separarse de humanos o demonios… pero jamás se separaría de ti, Campanilla.
—¡Claro que no! Entre nosotros hay un vínculo de otro nivel que el que tienen ustedes, los come-de-todo.
Se infló el pecho. Campanilla ignoró a Pequeño Romero, quien lo miraba como si fuera un idiota, y recordó los días en que solo eran él y Haley.
—El día que llegamos al Castillo de Marrón, yo estaba sin poder ver y colgando de la espalda de la señora Haley. Cada vez que ella daba un paso, yo también daba uno. Teníamos que estar pegados así para no ser contaminados por la magia demoníaca, no había de otra.
—¿Y después de llegar al Castillo de Maron?
—Descubrimos la bodega del tesoro subterránea y purificamos solo el espacio suficiente para que pudiéramos descansar… La señora Haley estaba muy débil en ese momento, tanto que se desmayó por el esfuerzo y se quedó dormida.
—¿Tenía la habilidad de purificación desde el principio?
—¡Claro! ¡Por eso me salvó!
—¿Nunca salió al mundo hasta que apareció Rei?
—Dijo que si salía, moriría. Y que viviría allí para siempre. Que ustedes, los humanos, le cortarían la cabeza… que era mejor para todos que viviera lejos y la olvidaran. Por eso, cada vez que la familia crecía, intentaba echarlos de alguna manera.
—Se autoimpuso el aislamiento, haciendo de la isla una isla dentro de una isla.
—Sí, ¿y eso qué?
—La zona contaminada sirvió durante mucho tiempo para separar y controlar a los 3 reinos geográficamente. Como ese lugar tan terrible se interpuso en el centro, los 3 reinos no podían siquiera empuñar una espada entre ellos.
—Entonces, ¿qué?
—El mundo demoníaco, el mundo humano, el infierno.
Maris murmuró. No sabía lo que pensaba, pero tuvo la sensación de que se estaba acercando a la verdad.
Por lo menos, ese tipo es bueno pensando. Campanilla se quedó en silencio y lo observó.
Maris continuó hablando para sí mismo mientras miraba al vacío.
—Si el mundo demoníaco, el mundo humano y el infierno pudieran ser separados y controlados geográficamente… ¿qué pasaría? Los magos concluyeron que los portales se abren en lugares donde el equilibrio de poder se ha roto. Entonces… ¿se podría llamar a eso una «segunda zona contaminada»? Si el Bosque Lunar o el territorio de Marrón tomaran ese papel…
De repente, se sintió inquieto. Campanilla abrazó a Pequeño Romero con fuerza y miró a Maris.
Maris miró a Campanilla con una sonrisa amarga y preguntó:
—¿Será que Haley está tratando de crear una nueva zona contaminada?
—¡¿Qué?!
Campanilla gritó. Pequeño Romero, que estaba en sus brazos, también se sobresaltó y sus hojas temblaron.
Maris habló en voz baja.
—Piensa en crear una nueva zona contaminada entre el mundo humano, el mundo demoníaco y el infierno. Una isla dentro de una isla. El ejército del infierno se perdería y vagaría por la nueva zona contaminada creada por Dios.
—Eso es… no tiene sentido… ¡después de todo lo que nos esforzamos para que la zona contaminada fuera habitable…!
Campanilla intentó refutarlo como si fuera una locura, pero no pudo negar que el argumento de Maris tenía sentido.
E incluso había un problema más grande.
—Haley…
Tal vez estaba dispuesta a autoaislarse una vez más.
Maris extendió la mano y acarició la redonda cabeza de Campanilla.
En ese momento, Valen estaba sentado entre los magos, sintiéndose tan aburrido que sentía que iba a morir.
“¿Hasta cuándo tendré que seguir con esto?”
Sentía que se le cortaba la circulación en el trasero. Un hormigueo que le bajaba desde la cadera hasta las piernas.
¿Por qué estos magos estaban sentados en círculo en el suelo en lugar de usar las mesas y sillas que estaban allí? Casi se acordaba del juego de la toalla que había aprendido de la señora Haley.
Mientras se movía en su asiento, haciendo todo lo posible para que la sangre fluyera, un mago anciano le preguntó de repente:
—Marbas del Este, ¿qué piensas tú?
Valen estuvo a punto de responder con cortesía, pero rápidamente se mordió la lengua para recobrar la compostura, puso una expresión insolente y contestó:
—¿Qué voy a pensar? ¿Qué quiere que piense?
—Acerca de que Dios está escogiendo a un apóstol.
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