Marquesa Maron - MARMAR - Libro 3 - Capítulo 347

Un ser que, antes de la aparición de Wentus, solía disfrutar de la atención de los soldados y volar sin motivo, ahora estaba acurrucado en un rincón de mi barraca. Aunque le traje carne fresca, apenas picoteaba un poco, resoplaba por la nariz y se quedaba inmóvil.

—Oye, ¿qué te pasa? Wentus es el rey de los espíritus del viento en el mundo humano. Es natural que pueda controlar el viento. ¡Tú eres el guardián de las puertas del infierno! ¡Tu origen y tu rol son diferentes!

—Purururú.

—¿Qué clase de murciélago es tan celoso? ¿Eres un humano? ¿Un demonio? ¿De dónde aprendiste cosas inútiles como la envidia? ¿Eh?

—Purururú.

—¿Cómo te atreves a resoplar…? ¡Come de una vez!

Le abrí el hocico a la fuerza y le metí la carne, y la escupió. Este necesita pasar hambre para entrar en razón. «A ver quién gana», pensé, y le volví a meter la carne que había escupido.

Luego, le sujeté el hocico para que no pudiera escupir más y le pregunté a Asta:

—¿Cómo la abriste?

—¿Qué?

—La puerta.

En el cielo sobre el campo de batalla, la puerta al mundo humano seguía abierta. Pero se sentía un poco diferente a la que yo había creado. No usaba magia oscura. Era una sensación mucho más débil, pero limpia. Pensé que era maná, pero no lo parecía.

Asta evadió el tema.

—Eso no importa. Vine porque tenía que decirle algo a Lady Haley.

—¿Qué cosa?

—La puerta del infierno se abrió en el área de tala de Selborn.

El mundo humano está en guerra. Asta reveló una verdad aterradora.

¿Por qué no lo había pensado antes? Si la puerta del infierno se abrió en el Mundo Demoníaco, significaba que el mismo peligro podía acechar al mundo humano.

‘Selborn debe estar maldito’

murmuró Campanilla, y su voz sonó como si estuviera hablando en la distancia. Yo volví a reflexionar sobre la verdad que Asta había soltado.

La puerta del infierno se abrió en Selborn, en la frontera del Dominio de Maron.

—Pensé que era más importante venir a informarle a Lady Haley que reunir las fuerzas de los Tres Reinos para detener a la legión infernal. Ahora mismo, ese lugar debe ser un caos, la guerra acaba de empezar.

—Asta.

—Lo siento. Pensé que solo Lady Haley podría resolver esto. Siento tanta vergüenza por pedirle siempre favores… Lady Haley siempre nos ha dado su gracia.

—Asta.

—Ahora lo entiendo. Qué incompetente soy. El colapso del Culto y del Papa no fue mi logro… Es ridículo que me haya pavoneado, diciendo que sería la primera reina unificada de los Tres Reinos.

‘¿Y a esta qué le pasa ahora?’

Su forma de hablar era tan deprimente que parecía que iba a cavar una tumba en el suelo, así que le grité para que se calmara.

—¡Asta!

—¿Sí?

—Dime la verdad. ¿Cómo abriste esa puerta?

—Ah…

Asta dudó por un momento y luego sonrió. Con cuidado, dijo que no podía esconderle nada a Lady Haley.

—Sacrifiqué mi aptitud. Mi destino de haber sido elegida como un recipiente de la deidad. Me encontré con el fantasma de Lady Haley que dormía en el lago. Pensé que era una persona que se había levantado con valentía superando dificultades y adversidades… Pero resultó que todo era mi destino como protagonista, elegida como un recipiente de la deidad, me equivoqué de una forma vergonzosa.

—¿La…La Haley del lago te ayudó a abrirla?

—Sí.

‘Así que fue por eso’

Ahora lo entendía. La verdadera Haley, que vivía como un fantasma en el lago de Maron, le había enseñado a Asta cómo abrir la puerta.

No entendía mucho de eso del destino y los recipientes, pero si lo sacrificó, esa puerta solo podía ser atravesada por alguien que tuviera esa aptitud.

—Siento haber actuado por mi cuenta.

—Asta, tú…

—Vine aquí fanfarroneando que el destino se forja, pero en realidad, todavía no me doy cuenta del todo. Lo importante es que la puerta del infierno se abrió en el área de tala de Selborn. Así que…

—Qué genial.

—¿Sí?

Asta levantó la cabeza de repente. Su hermoso cabello rosado estaba chamuscado y desordenado en algunos lugares.

Estiré la mano, le acomodé el cabello a la ligera, y le dije con una risa:

—Abrir una puerta que ni siquiera yo, una deidad, puedo abrir tan imprudentemente, es realmente genial. ¿Sacrificaste tu aptitud? Le diste una patada al destino de un protagonista elegido y decidiste que de ahora en adelante, vivirás como quieras.

—¿Sí? Eh… sí.

—Entonces, ¿ahora puedes ser lo que quieras?

—¿Sí?

Asta preguntó con la mirada perdida. Me costaba ocultar la risa que se me escapaba. No la estaba molestando, lo decía en serio.

—El protagonista de este mundo que conozco, sabes. Es una persona que tiene que vivir siendo amable, no importa si la molestan, la traicionan o la insultan. Es alguien que tiene que levantarse con los puños apretados y esforzarse hasta morir, sin importar cuán difícil sea. No pueden vengarse a su gusto, ni siquiera pueden decir una mala palabra.

Campanilla me regañó diciendo: «¿Qué estás diciendo?», pero yo continué sin hacerle caso.

—Pero tú tiraste ese destino. Ahora puedes ser una bruja, una asesina o una tirana. No tienes que hacer nada, y puedes ser una persona egoísta y perezosa.

—¿Yo?

—Claro que sí.

¿Qué diablos importa el destino?

Despertada por mi voz apasionada, la pequeña Rosemary se acercó tambaleándose y se acurrucó en mis brazos. La acuné, alargada como un puerro bien crecido, y me reí.

—Pequeño Romero, ¿tú también lo crees?

—Idiota.

—Este sí que…

Campanilla se lamentó diciendo que era culpa de Lady Haley por criar mal al niño, y yo le eché la culpa a Campanilla, el cuidador, preguntándole por qué era mi culpa.

Mientras nos peleábamos, Asta agachó la cabeza, respiró hondo varias veces y de repente la levantó y dijo:

—¡Lady Haley tiene razón!

—¿Verdad? ¿Tú también crees que Campanilla se equivocó?

—No. Fui yo la que pensó de forma superficial. No era algo para pensar tanto… Creo que todavía me falta mucho. Lady Haley en el lago es verdaderamente sabia. Solo estaba probándome, porque soy débil. ¡Ahora lo sé!

No creo que sea eso.

Ella es una persona con un carácter retorcido desde el principio… Seguro que lo hizo para molestarte porque no te soporta.

Era tarde en la noche. Las siluetas de los soldados que estaban organizando el campo de batalla se movían diligentemente por toda la llanura. Cada vez que las antorchas que llevaban se movían con inestabilidad, olía a ceniza, un olor al que ya nos habíamos acostumbrado.

A lo lejos, los magos se reunieron y conversaron hasta tarde. Era agradable ver a esos ermitaños, que antes se encerraban en sus cuevas para dedicarse solo a su investigación mágica, reunidos conversando de forma amena.

Esos dos se van a enamorar. ¿Debería organizar una boda en grupo más adelante? ¿De qué estarán hablando para tener esas caras tan serias?

¿Será que están hablando mal de mí?

Tenía curiosidad, pero ahora tenía cosas más urgentes que hacer. Solo después de asegurarme dos veces de que los niños estaban profundamente dormidos, crucé la puerta con Asta.

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Le confesé a Asta la verdad: que la Haley del lago no era un fantasma. De hecho, ella era la verdadera, y yo era la impostora. Le expliqué que la verdadera Haley estaba tan agotada y herida que me entregó su cuerpo y su destino y se quedó dormida allí. Le conté que yo era una humana de otro mundo, no del humano, demoníaco o infernal, y que de alguna manera, después de ocupar el cuerpo de Haley, me había convertido en una deidad.

Asta solo entendió la mitad de lo que dije.

—No tienes que esforzarte. Solo lo dije por decir. La verdadera Haley también me habría dicho que no hiciera nada inútil.

—Para mí, Lady Haley es la verdadera.

—Gracias, aunque sea de palabra.

Aun así, no pude decirle que todas las historias de este mundo eran una novela que había leído. De alguna manera, sentía que si le decía eso, Asta me miraría como si estuviera loca, y no pude abrir la boca.

—¡Ey, Haley!

En cuanto llegué al lago, busqué a la verdadera Haley.

—¿Si no sales, te atacaré?

—¡Cómo te atreves!

El agua se arremolinó y la verdadera Haley salió disparada. Luego, nos señaló a Asta y a mí con el dedo, una por una, y se puso de mal humor.