Marquesa Maron - MARMAR - Libro 3 - Capítulo 304

Soñé.

Fue un sueño después de mucho tiempo. Desde que llegué al Reino Demoníaco y ya no tuve contacto con la verdadera Haley, solía no soñar, o si lo hacía, lo olvidaba todo.

Esta vez fue diferente.

En el sueño, yo caminaba entre demonios que me aclamaban. Me llamaban con fervor, tratando de alguna manera de cruzar miradas conmigo. Gritaban, suplicando milagros y gracia.

Yo los miraba desde arriba, con una pose de lo más arrogante. ¡Bah, qué asco! Tan inútiles que dan pena. Mientras decía esas cosas, resoplaba con desprecio.

¡Vaya, qué insoportable!

Yo, señalándome a mí misma en el sueño, diciéndome qué insoportable era.

Esa pose descarada, y ¿por qué el vestido era tan extravagante? Tenía tantas joyas que me iba a dar tripofobia. Incluso mi cabello parecía una piña, y estaba envuelto en joyas, como una canasta de frutas para regalo.

Yo, en el sueño, le dije a los devotos:

—¿Quieren a la Divinidad? Entonces demuestren su fe. Traigan lo más valioso que tengan.

¡Qué barbaridad!

—No necesito sacrificios vivos. No les pido sus vidas. ¡Lo que quiero son las riquezas que han forjado con su sangre y sudor! Sean humildes. ¡Solo eso puede llevarlos por el camino de la fe, lejos de la codicia, la envidia y las disputas!

Haley, ¿qué tonterías estás diciendo?

—¡La pureza nacerá en sus vientres hambrientos y crecerá en sus graneros vacíos!

No, no es así.

—La Divinidad no discrimina entre ricos y pobres. Solo discrimina entre aquellos que están vacíos y puros, y los que no. ¿Lo han entendido?

—¡Oh, Divinidad!

Los demonios revolvieron sus ropas, uno tras otro. Algunos no solo rebuscaban en sus bolsillos, sino que levantaban sus bultos enteros.

Llenaron el camino por donde yo caminaba en el sueño con monedas de oro y joyas. La cantidad era tal que se formó un camino sobre el camino.

—Miren.

Yo, en el sueño, abrí los brazos de par en par y dije:

—Mi nombre es YOLO, la Divinidad que solo vive el hoy.

Ah.

Mierda, qué vergüenza.

¿Qué clase de sueño de mierda estoy teniendo? ¡Espabila, Haley! Eso es una mierda de caballo, una falsedad creada por tu mierda de imaginación. ¡Espabila! Aunque soy una persona moderna empapada de materialismo, ¡no estoy tan podrida!

¿Cómo puedo salir de este sueño? ¿Y si alguien me viera? ¡Si por casualidad digo algo en sueños, me avergonzaría de por vida!

Fue en ese momento, mientras gemía y me revolvía como si tuviera parálisis del sueño.

Una voz familiar llegó a mis oídos.

[Lo deseo fervientemente. Por favor, dígame qué nombre debo usar para llamarla. Marqués me queda perfecto, ¿sabe? Pero es un poco extraño que un sacerdote busque a la Divinidad y la llame Marquesa]

Era la voz de Rango.

[Yo, aquí, no soy el sacerdote de un dios maligno, sino el sacerdote de una divinidad recién nacida… ¿Mentí un poco? Así que, cuando nos veamos, ¿tendrá que seguirme el juego, eh?]

Aunque me sorprendió mucho, la alegría fue aún mayor. Rango, este chico tan lindo. Me sacó de ese sueño vergonzoso de golpe.

—¡Rango!

Me levanté de un salto, llamando su nombre, pero Rango siguió parloteando para sí mismo.

[El Mundo Demoníaco es extraño. Es tan parecido al mundo humano que es extraño. Últimamente, siento como si estuviera en algún pueblo de montaña cerca de Grandis. Puede que los demonios descubran que soy un humano.]

—¿Rango? ¡Rango!

[Decían que si se descubre a un humano, hay que matarlo y quemarlo, o denunciarlo a los cazadores de humanos. No me dijeron qué pasaría después. Marquesa, no, Divinidad. ¿Me oye? ¿Sí?]

—Te oigo, te oigo. Rango, idiota. ¡¿Por qué tú no puedes oír mi voz?!

[Por favor, sálveme. Lléveme a casa. No me quejaré aunque tenga que vivir limpiando estiércol toda mi vida en el Castillo Maron. Entregaré todas las riquezas que he reunido en mi vida. Oh, mi Divinidad. Si me oye… ¡Ay! ¡¿Por qué sigue entrando a escondidas?!]

Eso fue todo.

—¿Eh? ¿Rango? ¡Oye!

Con el último grito, la oración se interrumpió. Parece que alguien había irrumpido. Preocupada por si le había pasado algo malo, me levanté de un salto de la cama y me revolví el cabello.

¡Esta maldita habilidad divina!

Cuando hablaba con Misty, funcionaba bien para ambos. Cuando hablaba con Maris, solo yo podía hablar, ¡pero Rango solo tenía que escuchar!

Mientras me arrancaba el cabello frustrada, se oyó un murmullo afuera. También se escuchó el aullido del murciélago monstruoso.

Curiosa por lo que pasaba a esa hora, abrí la ventana y vi a Maris parado frente a Ibratan, conversando.

¡Maris! ¡Mi príncipe ha llegado!

Sin dudarlo, me levanté de la cama y salí corriendo. Y luego le conté con pelos y señales lo que me acababa de pasar con la habilidad divina.

—¡Maris!

—¿Haley? Habla despacio. ¿Rango?

—Sí, Rango. Ese falso sacerdote. El asesino criado por la bestia de nieve. El tipo que envié como espía a la iglesia.

—¿Hablaste con Rango?

—No hablé. Solo oí su voz.

—¿Qué significa eso…?

Le expliqué brevemente a Maris para que lo entendiera.

—No oigo sus voces, insolentes. Aunque puedo dar revelaciones a través del saltamontes. Pero sí oigo la voz de Rango. En cambio, él no oye mi voz, supongo.

—Qué cosa.

Maris soltó una risa involuntaria. Era una risa irónica, tan absurdo le parecía.

—Es gracioso. Lo entiendo.

—Así que el problema era la devoción.

—¿Verdad que ese era el problema?

—Es que me gustas. No pude evitarlo.

—¿Oh…?

—La Divinidad no escucharía la oración de quien la codicia.

Maris dejó de reír con ironía y esbozó una sonrisa resplandeciente. Era una sonrisa como flores de calabaza abriéndose en plena noche.

Me quedé allí, por un momento, extasiada, admirando la sonrisa de mi príncipe. Lo sorprendente fue que Ibratan, como si también hubiera comprendido algo, dejó escapar un breve gemido y se tapó la boca con la mano.

—¿Codiciando a la Divinidad…?

Maris escuchó el murmullo de Ibratan, que se escapaba entre sus dedos, y su sonrisa se hizo aún más profunda. Esta vez, era una sonrisa aterradora, como la de un demonio que ríe.

—¿Qué diablos hace el Gran Duque aquí? ¿No debería estar ayudando a Haley a encontrar a Reikart y al resto de los compañeros? Se dice que es la máxima autoridad del Reino Demoníaco, ¿por qué no ha hecho nada hasta ahora…?

—Es porque Haley se declaró señora de esta aldea.

—¿Qué?

—Aparecerán retadores.

Habiendo pasado un tiempo considerable en el Reino Demoníaco, Maris parecía saber bien cómo los demonios de este mundo se convertían en nobles.

Me miró directamente y preguntó:

—Haley, ¿te declaraste señora?

—Ah, sí…

Lo siento, era un lugar ideal con un buen feng shui.

—¿Cómo vas a enfrentar a los retadores?

—Yo…

Supongo que no puedo decir que no lo había pensado, ¿verdad? Siendo yo la Divinidad, aunque sea solo de nombre, si digo que me apoderé de la tierra y hasta puse un letrero por avaricia, sonaría un poco mal.

—¡Soy fuerte!

Lo dije con confianza. Estaba bien, porque no era mentira. Después de venir al Reino Demoníaco, realmente me había convertido en una divinidad con un poder comparable a un desastre natural.

—Mira bien. Es verdad.

Es mejor mostrarlo una vez que explicarlo cien veces, ¿verdad? Me aparté un poco de Ibratan y Maris. Luego, extendí ambas manos hacia el cielo vacío del Mundo Demoníaco.

¿Qué sería bueno mostrar?

Decían que si llovía mucho, llegaría el verano. Aunque había llovido intermitentemente durante unos días, no lo suficiente como para que el río creciera. Los demonios decían preocupados que no sabían si esto se consideraría una gran lluvia, y que las precipitaciones en el suroeste serían escasas este año.

Yo ya había creado una tormenta usando energía demoníaca en el Ministerio.

¡Aunque no soy buena peleando, soy una genio en presumir mi fuerza!

¡Lluévete, cae!

—¿Haley?

¿Cómo se genera la lluvia? ¿Eh? Lo aprendí a grandes rasgos en la clase de ciencias naturales. ¡Vapor de agua! ¡Corrientes ascendentes! ¡Incluso estaba aprendiendo a usar magia con energía demoníaca! ¡Hacer llover es pan comido!

—¡Lluévete, cae!

—¿Haley…?

—Tu Divinidad ordena: ¡caerá una lluvia dulce que hará fértil esta tierra!

¡Boom-bam-bam-bam!

Un rayo cayó. Y en vertical. Rayos que se dividían en decenas de ramales iluminaron el cielo nocturno, causando un caos resplandeciente.

Solo intentaba crear algunas nubes de lluvia… pero resultó ser una aterradora nube de tormenta.

¡Boom-bam-bam-bam!

¡Ki-ee-ee-ee!

Lo siento. ¡Escapa!

El murciélago monstruoso me miraba resentido desde lejos.