Marquesa Maron - MARMAR - Libro 3 - Capítulo 299

Los aldeanos estaban casi de fiesta. No solo yo, su señora, había derrotado fácilmente al retador, sino que también habíamos cultivado un vasto campo y logrado que los cultivos brotaran gracias a las habilidades de Campanilla.

Los dejé celebrar a sus anchas y me dirigí sola a la casa a las afueras del pueblo.

—¿Ha llegado?

Misty abrió la puerta y dijo:

—Intentó escapar tan pronto como despertó, así que tuve que retenerlo a la fuerza y le causé algunas heridas.

—No se puede evitar.

El mercenario de guerra que me había desafiado estaba atado a la cama, con los ojos cerrados con fuerza.

Lo miré y le dije:

—¿Cómo que vas a escapar? No puedes retractarte de tu palabra. ¿No dijiste que apostabas tu vida? Ya que gané, ¿tu vida no es mía ahora?

—Eso, eso……

—Te salvaré la vida si me haces un recado.

—¿Eh? ¿De verdad?

Él abrió los ojos de golpe, aún atado. Miré su cuerpo cubierto de músculos y dije con desdén:

—Ve al frente de Rey Demonio Ibratan y dile: «Ha aparecido una maga sin afiliación en la zona donde se espera un conflicto con los rebeldes del sudoeste, ha reclamado el territorio cercano como suyo, estableciéndose allí».

Era la verdad.

—Dile que es una maga tan formidable que puede hacer caer rayos del cielo y provocar terremotos al voltear la tierra. Que si Su Majestad el Rey Demonio no lo cooptará personalmente, los rebeldes del sudoeste se acercarán a él. Que es alguien que no debe convertirse en enemigo.

—¡Ah, de acuerdo! ¡Lo transmitiré tal cual!

—Si te preguntan su nombre, diles…

Sonreí y dije:

—Marquesa Maron.

¡Kjejejeje!

Soy increíble.

Mis hombros se alzaron. Y no solo se alzaron, sino que hasta bailaron. Definitivamente soy un genio. Aunque la única que lo reconoce soy yo, ¡en realidad soy una genio!

Mi cálculo era este:

Envío a este retador musculoso al Rey Demonio. Mientras él corre sorprendido hasta aquí, yo haré que este pueblo sea un buen lugar para vivir.

Según lo que Misty había descubierto, el frente del Rey Demonio estaba a varios días de viaje a caballo a toda velocidad desde aquí.

En lugar de moverme yo esa larga distancia, es mejor enviar a ese mensajero musculoso, ¿no? ¿Y si aparece un retador fuerte en el pueblo mientras no estoy?

El Rey Demonio no podrá ignorarme. Soy la única deidad nacida en este mundo, y él me necesitará.

Entonces, ¿el Rey Demonio dejará todo lo que esté haciendo y vendrá corriendo a buscarme? Así podré encargarle a él la tarea de encontrar a Reikart, Quentin y Rango.

¿Es el Rey Demonio?

¿Qué mejor posición hay para encontrar gente que esa? Tendrá montones de subordinados. ¿No basta con una sola orden?

En lugar de que yo, que ni siquiera conozco la geografía ni los caminos, vague por el Mundo Demoníaco, es mucho mejor dejarlo en manos de los competentes subordinados del Rey Demonio.

—Perfecto.

Era un plan perfecto.

El retador musculoso terminó rápidamente de prepararse para partir y montó a caballo.

Yo había salido al frente del pueblo para despedirlo, y mientras agitaba las manos, mi mente estaba emocionada con la idea de ocupar todos los embarcaderos cercanos y cobrar peajes.

Más tarde, cuando las dos dimensiones no interfieran entre sí, ¿qué tal si hago una puerta secreta debajo del Castillo Maron y me dedico al comercio, yendo y viniendo sola?

En el mercado negro humano vendería lujos del Reino Demoníaco, y en el mercado negro demoníaco vendería lujos del mundo humano.

¿Qué? ¿De verdad soy una genio? ¿No me estaré volviendo una magnate así? ¿Puedo ponerles ropa interior de oro a mis hijos?

—¡Vuelvo!

—No regreses. No pienso mantenerte a ti también.

Justo cuando estaba a punto de dar la vuelta después de despedir al retador.

A lo lejos, sentí un retumbar pesado en la tierra.

¿Qué es esto? ¿Un terremoto?

Parecía que yo era la única que lo sentía. Entrecerré los ojos y miré a mi alrededor, pero no vi ningún cambio.

Solo mi vasto campo, nuestro pueblo, y el tranquilo río fluyendo delante…

¿Eh? ¿El río?

El río temblaba ligeramente. Realmente parecía un terremoto. Preguntándome por qué justo ahora sucedía algo así, entrecerré aún más los ojos y observé los alrededores. Esto era para poder evacuar a los aldeanos si fuera necesario.

Sin embargo, no era un terremoto.

—Oh……

El retador, que corría hacia el río para tomar una barca, detuvo lentamente su caballo. Todos los aldeanos que habían salido a trabajar en el campo también miraron hacia la orilla opuesta del río.

En la vasta orilla, más allá, se levantaba una enorme nube de polvo.

Esto… lo he visto antes.

Era similar a cuando Maris apareció al frente de cien jinetes. En aquel entonces, el polvo levantado por las rudas pezuñas de los caballos de guerra también había formado una silueta parecida.

Claro, esta vez la escala era mucho mayor.

¿Mil? ¿Dos mil? Parecía que había aún más a medida que se acercaban. Todos iban a caballo y galopaban a toda velocidad, gritando.

Era por quien lideraba el grupo al frente.

Era Ibratan.

A pesar de que el río era tan ancho que su rostro no se vería a esa distancia, lo tenía tan claro como si estuviera frente a mí.

En su rostro distorsionado, en lugar de ira, había desesperación. Su corazón ardiente se hinchaba con un calor aún mayor.

Honestamente, me alegró verlo.

Me di cuenta de que estaba sonriendo ampliamente. También de que alzaba mi mano hacia él y me sentía orgullosa como una niña al verlo correr hacia mí.

Por eso lo hice.

El cuerpo más escultural del Reino Demoníaco venía hacia mí con una expresión tan desesperada, mirándome solo a mí. Si cruzaba el río lentamente en una vieja y pequeña barca, sentí que la emoción se desvanecería.

Así que, creé un camino de maggi para él.

El maggi, que se había escapado lentamente de mi corazón, creció y se entrelazó como enredaderas, formando un camino sobre el río.

El maggi se movía con alegría, como pez en el agua. Yo solo había ordenado que construyera un puente lo suficientemente decente para que una persona pudiera cruzar, pero el maggi, por su cuenta, levantó barandas y añadió ornamentos, creando un puente excesivamente espléndido.

Con un suelo negro azabache, adornado con luces que brillaban como estrellas.

Los alrededores estaban en silencio.

Nadie emitía sonido alguno. Ni los aldeanos, ni el retador, ni siquiera los subordinados que Ibratan había traído.

Todos miraban el puente en asombro y silencio.

Ibratan rió con una voz ronca. Al reír, pude ver cómo su cabello, extendido como una melena, se agitaba ligeramente.

Sus ojos volvieron a posarse en mí. Sin dudarlo, saltó de su caballo, y antes de que su ayudante pudiera detenerlo, caminó a grandes zancadas y subió al puente.

Y luego, caminó mirándome solo a mí.

Sus pasos eran lentos pero rápidos, seguros y sin el menor rastro de miedo.

Al final del puente, al otro lado del río, murmuró mi nombre.

—Haley……

Su voz, rota y reducida a un sonido metálico, me perforó los oídos de forma electrizante.

Ibratan se acercó a mí y, con una actitud sumamente reverente, besó mi cabello.

—Escuchaste mis plegarias.

Su postura era cortés y su tono solemne, pero su mirada no lo era. El deseo lo llenaba hasta desbordarse, tanto que mis mejillas se calentaban al verlo.

Hacia él, que se arrodillaba ante mí, que me adoraba como a una deidad, pero que me veía como a una mujer.

Dije una verdad traviesa.

—Tus plegarias no fueron escuchadas.

—…….

—¡Maldito descarado!