Marquesa Maron - MARMAR - Libro 3 - Capítulo 279

¿Qué?

De repente, el mundo se detuvo, como si Misty estuviera aturdido. Esto se debía a que algo que era imposible para el sentido común de Misty había sucedido.

¿Una cigarra le habló? Y lo hizo con la voz del dios que más reverenciaba.

Confundido, sin poder responder nada, solo se quedó mirando la fogata. Entonces, la cigarra comenzó a retorcerse de un lado a otro sobre las llamas.

[Qué raro de verdad. Ey, yo estaba probando esto y aquello, como qué tal era el aire del Mundo Demoníaco después de acostar a los niños, ¿sabes? Y de repente, escuché tu voz en mi cabeza, Misty.]

La cigarra levantó sus patitas delanteras y las agitó en el aire, como si una persona suplicara cuando tiene algo que decir.

[¡Fue entonces cuando me vino a la mente de repente!]

La cigarra saltó en su lugar, como un niño que ha descubierto algo maravilloso y divertido. Luego, aplaudió con sus pequeñas patas delanteras y dijo:

[¡Que te había puesto una cigarra de maggi!]

En esta situación, sería problemático si la cigarra insistiera en ser Haley, pero la cigarra confesó ser una cigarra. Y no solo eso, sino la cigarra de maggi que Haley le había puesto en secreto.

Misty bajó la voz al máximo y preguntó con tono vacilante:

—¿De verdad es usted, Lady Haley?

[¿Eh?]

Como la fogata estaba demasiado caliente para acercar la cara, era difícil leer la expresión de la cigarra. Además, era absurdo intentar leer la expresión de un insecto para empezar.

[Entonces, ¿soy Haley o quién…? ¿Acaso estoy hablando ahora mismo en forma de cigarra?]

—Así es.

[Si lo hubiera sabido, le habría puesto una más bonita. ¿Qué es un insecto? ¡Un insecto!]

La cigarra dejó caer su cuerpo y suspiró.

[Dejando eso de lado, ¿dónde estás?]

—Todavía no hemos logrado determinar la ubicación exacta de este lugar. Hemos enviado un grupo de reconocimiento, pero no hay garantía de que regresen pronto.

[¿Ah, sí?]

—Pensamos que lo principal era esperar aquí, ya que usted, Lady Haley, no había llegado, o determinar nuestras ubicaciones.

[Bien hecho.]

La cigarra asintió. Luego se rascó la cabeza con las patitas delanteras y dijo:

[Lo primero es que sí crucé al Mundo Demoníaco. Pero yo tampoco sé dónde estoy. Lo único que veo son árboles gigantes, y no sé dónde está el este o el oeste.]

—Hmm…

Esto era un problema. Misty casi no sabía nada sobre el actual Mundo Demoníaco. Todo lo que sabía eran algunas cosas que había escuchado de los residentes del Castillo de Maron.

—Si mi voz le llegó a usted, Lady Haley, ¿no podría escuchar también las voces de otros compañeros que se perdieron en el Mundo Demoníaco?

[Eres el primero. De hecho, intenté escuchar un par de veces más, pero fue inútil.]

—Entonces, ¿qué le parece esto?

Misty pensó que primero tenía que encontrarse con Haley.

Nadie sabía qué tipo de dificultades podría enfrentar ese joven dios tan ingenuo en el Reino Demoníaco, por lo que necesitaba a alguien que lo cuidara.

No es que no confiara en Campanilla y Valene, pero ellos eran a quienes Haley debía proteger, no quienes debían proteger a Haley.

—Moviéndonos hacia el objetivo del pueblo de Tristán y sus habitantes, que solía llamarse Selbon del Reino Demoníaco, y si encontramos un asentamiento o ciudad decente en el camino, nos reunimos allí.

[Mmm.]

—Ya que podemos hablar así, podremos encontrarlo rápidamente.

[Mmm.]

—Si es un bosque denso, le será difícil orientarse. Muévase tomando como referencia el lugar por donde sale o se pone el sol. Si se pierde, no vague y descanse en ese lugar, y espere al día siguiente. Si usa sus alas, podrá salir más rápido.

[Pero, ¿sabes?]

—Sí, Lady Haley.

[No puedo volar.]

—¿Perdón? ¿Por qué?

[Usé maggi para ahuyentar a un monstruo durante el día… y de alguna manera terminé abriendo una autopista en el bosque. Y ahora, esa cosa sigue dando vueltas en lo alto del cielo, vigilándome.]

—¿Un monstruo?

Misty ladeó la cabeza.

En la época en que vivía, apenas existían las llamadas «bestias» en el Reino Demoníaco. Había oído que ocasionalmente aparecían bestias mágicas como mutaciones, pero eran solo viejas historias que los adultos solían contar para asustar a los niños.

Había mucho que comprender: cuánto había cambiado el Reino Demoníaco, cuál era la percepción de los retornados del mundo humano, y dónde se podía establecer y vivir.

Estaba ansioso, pero no podía demostrarlo. Misty era el responsable. Sin el menor atisbo de vacilación, le dijo a la cigarra con la misma voz de antes:

—No intente discutir con nadie que encuentre; solo concéntrese en salir del bosque. Tan pronto como determinemos su ubicación, iremos a buscarlo sin falta.

[Entendido. Y… lo siento.]

—¿Perdón? ¿De qué…?

[Verás, este era un insecto que te puse para vigilarte. Pensé que podrías traicionarme. Nunca imaginé que se usaría de esta manera. Lamento haber dudado de ti.]

La cigarra juntó sus pequeñas patitas y bajó ligeramente la cabeza, como si se disculpara.

Ver a un insecto de pie sobre sus patas traseras, usando las delanteras como manos, ya era gracioso, pero cuando Misty percibió la disculpa en su actitud, su rostro, antes tenso, se suavizó.

Dejó escapar una risa ahogada y extendió ambas manos hacia la cigarra.

—Está sobre una fogata. Aunque sea una cigarra de maggi, por si acaso, suba a mi mano.

[¿He estado asándome en el fuego todo este tiempo?]

—Sí.

[Era una excelente fuente de proteínas.]

La cigarra refunfuñó y saltó a la palma de la mano de Misty.

[Todo esto debe estar pasando porque cometí muchos pecados en mi vida anterior.]

—¿No cree que podría considerarlo un camino de austeridad que debe recorrer inevitablemente para alcanzar el estado de un dios completo y grandioso?

[Es extraño.]

—¿Qué es extraño?

[¿Por qué solo puedo escuchar tu voz?]

Eso Misty tampoco podía saberlo. ¿Sería por la cigarra como intermediario, o habría otra razón más?

La cigarra subió por el brazo de Misty, se metió en el bolsillo de su abrigo y murmuró:

[Descansa. Yo también necesito abrazar a los niños y dormir un poco. Por muy temible que sea este Reino Demoníaco, no creo que haya un loco que considere a un dios como presa.]

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Estaba ahí.

De repente, un sueño abrumador me invadió. Con la sensación de «al diablo con la guardia y todo», abracé fuerte a Campanilla y Valene y me quedé dormido. Al mismo tiempo que el entorno se iluminaba, sentí una mirada ardiente y abrí los ojos de golpe.

—¿Qué pasa? ¿Por qué se pone así?

Un murciélago monstruo me miraba fijamente desde la autopista que había creado.

Sus ojos amarillos brillaban, como si estuviera salivando con la mirada.

Al darme cuenta de que el murciélago había estado merodeando en el cielo sobre nosotros toda la noche, llegué a la conclusión de que debía estar hambriento.

—¡Ey, levántense!

Sostuve a Campanilla y Valen y los sacudí suavemente. Valen fue el primero en abrir sus ojos redondos lentamente.

—Lady Haley…….

—Estamos en un gran problema. Levántense.

—Buenos días. Jeje.

—Abrázame primero.

Abrazaría al que se despertara primero y cargaría al que se levantara más tarde.

Habiendo decidido eso, en cuanto Valen extendió su brazo dormido, lo abracé fuertemente contra mi pecho. También cargué a Campanilla, que se retorcía adormilado, sobre mi espalda.

Luego, enrollé la ropa de cama que usábamos como un pañal para asegurar a Campanilla y Valen, y salí de la raíz del árbol.

Con el bastón que Romero había arrancado de su propio cuerpo, me sentí como una madre soltera con dos hijos. Si bajaba a alguna aldea así, ¿no me darían comida y dinero los demonios amables por compasión?

Valen, que había recuperado la conciencia más tarde, me miró a mí y al cielo alternativamente.

—¿Qué es eso? ¿No es el murciélago de ayer? ¿Por qué sigue ahí?

—Parece que tiene hambre.

—¿No será que quiere cazarnos?

Valen me rodeó el cuello con sus brazos y se pegó a mí. Campanilla parecía haberse vuelto a dormir cómodamente en mi espalda.

La mirada del murciélago monstruo se clavaba en mi coronilla, picándome.

Matarlo no sería difícil. Recordé las balas de maggi del tamaño de un guisante que había hecho ayer.

Esa cosita tan diminuta había superado a una bazuca y se había convertido en un misil, devastando los alrededores. Así que, esta vez, crearía algo similar y le dispararía hasta que le diera.

Pero si lo hacía, me convertiría en un desastre natural para el Mundo Demoníaco y me enfrentaría a todo tipo de rumores y críticas.

Misty y yo pensábamos que no sería bueno atraer tanta atención en un estado en el que no sabía nada sobre este lugar, a quién acercarse o cómo encontrar a mi «familia» de diferentes especies.

—¿Por qué me volví tan fuerte de repente?