La sirvienta fugitiva es amada por el Gran Mago - Capítulo 73

Cada vez que lo suyo la embestía con fuerza, Roina gritaba impotente, pero todos sus gritos eran ahogados por Ryu Hyun, quien tenía su boca completamente ocupada.

Las dos vergas, divididas, le estimularon con fuerza la vagina y el ano al mismo tiempo. Adelante y atrás, arriba y abajo. Él los dominaba todos y movía sus caderas. El líquido lubricante que ya había fluido en abundancia unía pegajosamente sus dos erecciones. Él pareció haberle puesto algo de lubricante en el ano, pero ella no podía saberlo con exactitud.

Ella solo podía temblar ante la euforia que se le inyectaba en su estado de aturdimiento. Él era un depredador que había venido a devorarla por completo.

Pronto, él separó sus labios y le sujetó ambos tobillos, levantándolos. Su pelvis se inclinó naturalmente hacia arriba, haciendo que ella recibiera sus erecciones más profunda y naturalmente. Al colocar sus tobillos sobre los hombros de él, la presencia ya prominente dentro de ella se hizo aún más fuerte. Como si pudiera sentir incluso la forma de sus erecciones. Su bajo vientre también parecía un poco abultado, quizás debido a las dos erecciones que lo habían tragado. Pensó que no debía, pero ya no podía ni siquiera pensar en eso. Solo se dejaba llevar por la felicidad que él le daba en ese momento.

Las dos erecciones se movieron de nuevo al mismo tiempo, y en respuesta, su interior también se contrajo y relajó repetidamente. Con algo incrustado también en su agujero trasero, incluso la vagina, donde solía tener relaciones sexuales, sentía una presión diferente. Cada vez que lo suyo entraba, sentía que todo su ser se llenaba por completo. Voy a romperme, pensó Roina.

A Ryu Hyun no le importaba si ella se rompía. De todos modos, no podría poseerla por completo. Solo quería que ella lo deseara solo a él. Él miró a Roina, que se agitaba debajo de él, con una mirada de adoración. Ahora sus manos estaban libres, pero parecía que no podía hacer nada más que agarrar las sábanas. Su adorable presa emitía gemidos estridentes cada vez que su verga se hundía en ella, y se movía con lascivia en ese éxtasis. Un sonido pegajoso resonaba rítmicamente. Su espacio estaba completamente lleno de calor y humedad lascivos. Ella sollozó de nuevo en un clímax que ya no sabía cuántos eran.

—¡Ah, ahh! ¡Uhm, ang, haang!

—Haa, Roina… Por fin eres mía. De esta forma, así.

En ese momento, ella era completamente suya. Él hundió su verga más y más profundamente en ella. Acarició libremente su cuerpo blanco y desnudo, lo apretó y lo agitó. Pronto, bajó la cabeza y dejó marcas y mordiscos por todo su cuerpo. Su piel pálida se llenó de besos, marcas de dientes y huellas de sus manos. Él mismo estaba excesivamente excitado en ese momento. Solamente por ella. Tanto Roina como Ryu Hyun lo sentían, pero en ese instante, ambos se entregaron al deseo mutuo de sus cuerpos.

Roina sintió que la presencia de la verga que entraba y salía de su parte trasera, lo que al principio era solo una extraña sensación, hacía florecer nuevas sensaciones sexuales dentro de ella. Se abrió una puerta más en su interior, de cuya existencia ni siquiera había sido consciente. La verga de él se adentró hasta el final, sin encontrar resistencia alguna. Por eso, sintió que la razón que pendía de un hilo se rompió por completo. Ya no pudo aguantar más. Su cadera se retorció, atrayendo más lo suyo. Sin darse cuenta, levantaba la pelvis para recibirlo más profundamente. La serpiente, como si estuviera contenta, rozó su cuello y cintura. Sus pechos abultados se balancearon, con los pezones erguidos hacia el aire.

En algún momento, la última sensación sexual, que la había estado excitando con cosquilleos mientras el hombre la embestía con fuerza, fue completamente traspasada. Su verga dura penetró con fuerza un punto específico de ella, y un placer completo y abrumador la invadió por dentro, como una presa que se derrumba. Ella realmente estalló.

—!!

Era casi un aullido animal. No podía recuperar el control en absoluto, y mientras todo su cuerpo temblaba y se contraía, él no se detuvo y siguió embistiéndola, por lo que ella no pudo cesar su aullido lleno de excitación y éxtasis. Su cuerpo temblaba mientras alcanzaba el clímax dentro del clímax. Una ola demasiado grande la arrastró, fuera de sí. Todo lo suyo la estimulaba y poseía de forma terrible, volviéndola extraña. No tuvo más remedio que soportar todo lo suyo con la mente flotando.

Ryu Hyun sintió que el cuerpo de ella temblaba violentamente y apretaba lo suyo con fuerza. En respuesta, él la embistió con aún más fuerza. Hundió lo suyo sin piedad, grabando esa sensación en su cuerpo. Sin embargo, eso también tenía un límite; pronto, él también tembló y alcanzó el clímax en lo más profundo de ella. Su semen se extendió por completo dentro de ella. La vagina de Roina lo devoró vorazmente.

Incluso su semen parecía frío. Roina, que sintió plenamente cómo él eyaculaba dentro de ella, volvió a temblar por la sensación extraña. Al final, el semen de él llenó su interior. En su aturdimiento, sintió una sensación de alivio.

Haaa, ha, haa.

Las respiraciones de él y ella se superpusieron caóticamente. Él salió lentamente de ella, y sintió un leve vacío. Después de que el hombre y la mujer se entregaron el uno al otro sin control, las huellas del clímax llenaron densamente el espacio. Una fragancia lánguida y peculiar se mezclaba con el dulce aroma, enredándose de forma lasciva. Debería sentirse vulgar, pero ¿por qué solo se sentía seductora y decadente? Roina pensó eso mientras jadeaba, fuera de sí. El dosel rojo seguía ondeando, cubriéndolos débilmente. El escenario exótico, lleno de objetos orientales, observaba el acto de amor entre él y ella. La serpiente blanca, que ya se había deslizado fuera de ella, sacó la lengua varias veces, siseando. De alguna manera, le pareció que la serpiente sonreía.

Roina, con todo el cuerpo sin fuerzas, lo miró lánguidamente. Él no sonrió y la miró directamente. Con una mirada persistente y llena de deseo. Sus labios se movieron lentamente.

—¡Una vez más!

—?!

Ella se sobresaltó, negó con la cabeza e intentó liberarse, pero él ignoró su reacción y le tiró del tobillo. Roina sintió desesperación y expectación al mismo tiempo, mientras él volvía a sujetar su pelvis. Sus frías manos la giraron con facilidad y la colocaron detrás. En un instante, Roina quedó en una posición vergonzosa, con el pecho contra el suelo y las nalgas levantadas. Quería escapar, pero su mano le sujetaba firmemente la pelvis y, a pesar de que acababa de eyacular, su verga se había endurecido de nuevo al instante y la empujaba amenazadoramente por las nalgas.

—¡Espera, un momento!

—No tiene por qué preocuparse por la higiene. Tengo mis precauciones.

—¡No, basta ya… Ah!

Su interior, ya húmedo y abierto por el líquido lubricante y el semen, engulló la verga de él con facilidad. La única diferencia era que ahora estaban en posición de perrito, y su erección más grande había entrado por el ano. La erección más pequeña se hundió en su vagina como si fuera succionada. Ah, suspiró él de nuevo, extasiado. Roina, aturdida por la estimulación excesiva, volvió a gritar. Sus dedos le apretaron las nalgas, aplastándolas sin piedad.

Pronto, él la embistió por detrás, haciendo tak, tak, tak. Ella quería decir que no entraba, pero su interior, ya laxo por el acto sexual anterior, lo recibió con demasiada facilidad. La verga, que la atravesaba por detrás con más fuerza y tamaño, hizo que Roina quisiera llorar, pero la excesiva excitación y la sensación sexual que invadían su interior le impidieron decir nada.

Roina se sintió al borde de la locura por la estimulación excesiva de una nueva sensación sexual que acababa de descubrir. Esto se debía a que lo suyo había vuelto a ocupar su parte trasera, con un tamaño aún mayor. Por otro lado, la estimulación en su vagina, por donde había entrado la parte más pequeña, tampoco era menor, ya que superaba con creces el tamaño promedio de una verga masculino. De hecho, la longitud era similar a la del más grande, aunque el grosor no fuera mayor.

Al final, se entregó de nuevo a su instinto animal. Solo entonces se dio cuenta de que todos sus fluidos corporales le estaban dando un efecto afrodisíaco, pero ya era demasiado tarde para darse cuenta.

Ryu Hyun bajó la cabeza y le lamió y mordió la nuca, mientras le amasaba los pechos. Lo suyo, que entraba y salía de ella, parecía haber crecido aún más. ¡Ang, ang, ang! Volvió a emitir gemidos lascivos, y Ryu Hyun se rio con una risa que le raspaba el interior de la garganta, murmurando: «Qué mona eres, Roina». Él llenó incluso su espalda, donde aún no había dejado rastro, con marcas de mordiscos y besos. Tenía que dejar su huella en cada parte de ella. Porque esta era su única oportunidad de poseerla por completo.

El pájaro atrapado por la serpiente estaba destinado a ser engullido de un bocado.