La sirvienta fugitiva es amada por el Gran Mago - Capítulo 43

Realísticamente, sacar el cuerpo principal de la Sombra que está en el subsuelo del palacio imperial sería complicado. La amenaza del príncipe heredero es demasiado grande. ¿Será esa la razón por la que el príncipe heredero comenzó a manejar la energía de la muerte de forma tan natural? Por un momento, me pasó esa idea por la cabeza.

En el este está Fides, en el centro la Sombra que ha entrado en Verónica, y en el oeste, una pieza dormida del Reino de Castrulo. Esos eran los fragmentos que conocía hasta ahora. Después de Fides y la Sombra, seguiría Castrulo, pero Fides, que es el mismo tipo de fragmento, dijo que no sabía bien dónde estaba, ya que había estado dormido por mucho tiempo. Así que, al final, encontrar al guardián de Castrulo de inmediato era imposible.

‘¿Por dónde debo empezar a buscar?’

Roina miró el mapa con una sensación de leve desesperación.

Pero la pista llegó de un lugar inesperado.

—Ha surgido un problema en el feudo.

Maili, con su brillante cabello rubio recogido en una coleta alta, lo dijo con un suspiro. Hoy vestía el uniforme formal de la caballería. Dijo que tenía que irse de inmediato al feudo del norte. Expresaba su pena porque tendría que separarse de Roina por un tiempo debido a este asunto.

—¿Qué problema?

—Dicen que una bestia desconocida anda descontrolada.

Roina pensó un momento en las palabras de Maili. Entre los libros que había leído para adquirir conocimientos de este mundo, había uno sobre la geografía y la cultura del imperio. Amastor era una familia que custodiaba el territorio del extremo norte del imperio, un lugar donde ocasionalmente había batallas con las tribus bárbaras que descendían para invadir desde las áridas tierras más allá de la frontera norte.

También era una región donde el comercio florecía, ya que el marqués de Amastor de esa época había reducido el número de bárbaros mediante una gran subyugación y luego había abierto la ruta comercial del noreste, que le había sido concedida por el emperador.

En ninguna parte había información sobre la aparición de una bestia. Una duda aún más profunda apareció en el rostro de Roina.

Maili suspiró profundamente, dejó caer unos terrones de azúcar en su té negro y revolvió nerviosamente con la cucharilla. Probablemente era su costumbre comer así.

—Nunca he visto uno, pero dicen que es un hombre de las nieves cubierto de pelo blanco, de un tamaño y altura casi tres veces mayor que un ser humano.

Al escuchar eso, Roina se imaginó al hombre de las nieves. Pensó en la imagen del típico Yeti.

—¿No será que lo confundieron con un animal?

—Hay muchos testigos. Y no solo causa daños en las viviendas…

Con el rostro cansado, se bebió de un trago el té negro al que le había puesto azúcar. Roina aplaudió al verla. Maili se encogió de hombros. Aunque había recibido aplausos por un comportamiento extraño, al menos ella parecía feliz, lo cual era un alivio.

—Se lleva a las jóvenes.

—¿Qué?

Se había imaginado que devoraría ganado, o saquearía los almacenes de alimentos para pasar el invierno, cosas por el estilo, pero ¿que se llevara a las jóvenes? Roina se quedó pasmada. En su sorpresa, volvió a usar el lenguaje formal por vieja costumbre. Maili, comprendiéndola, no dijo nada.

—Sí. Es extraño, ¿verdad? Por eso el ambiente en el feudo está tan turbulento.

—Uhm, entonces, Maili, ¿tú también estás en peligro?

¡Hmph! Maili resopló y dijo con aire altivo:

—No haré la villanía de esconderme mientras dejo a las mujeres de las casas civiles en peligro. Además, como capitana de la caballería de esta familia, no sería honorable si no fuera yo misma.

—Wow, Maili también dice cosas tan geniales…

—¡Ay, qué! ¿Acaso no puedo ser genial a veces?

Roina sonrió. Le alegraba mucho que la amiga que había hecho por primera vez en este mundo se hubiera vuelto tan cercana. Claro, en cuanto dijera algo así, la situación volvería a ser incómoda. Maili era una chica muy vergonzosa.

Cuando se dijo que ella, tan avergonzada, se había convertido en la capitana de los Caballeros, fue una verdadera sorpresa. Sin embargo, antes de que ella saliera corriendo para convertirse en la novia del príncipe heredero, ya era la designada para el puesto de capitana, por lo que su ascenso fue, de hecho, un curso natural de los acontecimientos.

En ese momento, una extraña idea cruzó por la mente de Roina. ¿Podría ser que los fragmentos de magia, que la habían esperado durante casi mil años y que finalmente comenzaron a comportarse de forma extraña, estuvieran relacionados con este fenómeno peculiar?

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—Parece que es una posibilidad.

Ella no guardó sus dudas por mucho tiempo y fue directamente a preguntarle a Lutan. Él asintió y continuó:

—El fragmento que fue al norte era originalmente una capa. Era una reliquia sagrada custodiada por el templo del norte de generación en generación. Pero un día, esa reliquia desapareció junto con un paladín que la protegía.

—¿Un paladín?

—Sí. Desde entonces, su paradero es desconocido. A partir de ese momento, el templo del norte casi se cerró. No es que no intentara buscarlo por mi cuenta, pero el terreno era difícil de rastrear y el estado del sello del norte se mantuvo intacto, así que no pude investigarlo a fondo.

—Entonces, ¿esa capa se habrá corrompido?

—Es bastante probable que sí, si la descripción del fenómeno es exacta.

Dado que otros fragmentos también comenzaron a corromperse por su propia voluntad, no hay razón para que esa capa no lo haga. Las palabras de Lutan sonaban plausibles. Roina asintió con determinación al escucharlo.

De repente, como si se diera cuenta de algo, Lutan frunció el ceño.

—Roina, ¿piensas ir allí?

—¡Sí!

Él parecía querer decir algo más, pero no pudo y dejó caer los hombros. Solo le pidió a Fides que preparara ropa abrigada y equipaje para la visita al norte.

Fides parecía sentir algo de curiosidad, pero al escuchar la orden de que custodiara bien la torre, respondió: «¡Sí!», obedeciendo dócilmente. De hecho, parecía que él no tenía ninguna intención de abandonar la torre, pero por si acaso.

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—No voy.

—Hace frío.

—¡Ve sola, bruja!

Todas estas exclamaciones venían de una sola persona: Josef. A pesar de sus protestas, los preparativos para el viaje avanzaban sin problemas.

—¡No puedo ausentarme tanto tiempo de la mansión de la capital! ¿Me obligas a hacer todo el trabajo y luego me sales con esto?

—¡El Gran Mago nos llevará en el portal de la Torre de Magia!

¡Claro! Maili rio con una alegría radiante al decirlo. Josef se cubrió el rostro con desánimo, abatido.

—¿Por qué nadie está de mi lado…? Me gusta mi casa…

—¡Como futuro heredero, no deberías evitar el feudo que vas a gobernar!

Maili le dio a Josef unas palmadas alegres en la espalda. Josef, quien las recibía, frunció el ceño con toda su expresión y gritó que le dolía.

—Ay, ¿tanto no quieres ir?

Era una propuesta que solo se hacía por su bien. Maili negó con la cabeza. De repente, Josef se dio cuenta de algo y abrió mucho los ojos.

—La conveniencia de transporte del Gran Mago…

Pensándolo bien, era improbable que el Gran Mago hiciera algo así solo por ellos. Seguramente… En ese instante, Josef convirtió su suposición en una certeza.

—Maili, ¿así está bien? Hace un poco de calor…

Roina apareció vestida con ropa gruesa de piel, preparada para el frío repentino después del viaje. Era un rostro que no veía desde hacía mucho tiempo. El rostro de Josef se sonrojó de repente al encontrarse con Roina.

—Ah, Roina, Josef no irá…

—Hermana, ¿no le dije que siempre llevara medicamentos esenciales cuando fuera al feudo? Ya los he preparado todos, así que si los necesita, solo dígame.

Hoy también, la actitud de Josef cambió rápidamente. Maili, al ver eso, se rio a carcajadas, sin aliento. Roina, sin entender el motivo, también se rio. «Maili, ríes mucho», pensó simplemente.

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—Ugh… Ugh, snif.

Por primera vez desde que Verónica se volvió extraña, lloró amargamente. Su dueña finalmente no la buscó. A pesar de haberla provocado, no fue suficiente. No llegó a su dueña.

¿Qué le faltaba? ¿Qué tenía que hacer para que su dueña la mirara?

Había intentado imitar los recuerdos modernos que había robado de Roina, pero fue en vano. Estaba segura de que si Roina hubiera poseído el cuerpo de Verónica, habría actuado así, pero algo no se sentía perfecto. El sentido de su vida se desvanecía gradualmente. Verónica solo quería ver a su dueña una vez más. Por supuesto, también deseaba devorarla. Ella era un espejo que podía tragarse cualquier cosa.

Su cuerpo original, que dormía solitario bajo el palacio imperial, ahora era tratado como una reliquia extraña. Nadie se acercaba, así que no tenía nada que reflejar. Era aburrido reflejar siempre lo mismo. Por eso, salió y se mezcló con el palacio imperial. Si corría algún rumor de terror entre las sirvientas, ella siempre era la protagonista.

Una gran agitación llegó a su vida, que había pasado jugando sin sentido. Roina, su dueña, había aparecido. Al principio, estaba tan envuelta en un gran engaño que no la reconoció. Pero era ella. Era la dueña que le había dado vida y le había enseñado a proteger este lugar. Estaba exultante de alegría.

Inmediatamente, imitó a Roina. Quería imitarlo todo de ella.

Incluso la energía de la muerte que acechaba en su interior, exactamente igual.

Así, Verónica, que originalmente detestaba y evitaba el engaño, fue invadida por él. Y entonces, el mundo pareció volverse más interesante. Eligió un huésped adecuado y entró en él. Así, pensó, podría convertirse en un ser humano y no solo en una imitadora.

Como su amada dueña.

‘Mírame. Ámame’

Mírame, me he convertido en un ser humano como tú. Soy igual que tú, tengo dedos en las manos y en los pies. Oh, ¿esto no es suficiente? Entonces, haré como si tuviera los mismos recuerdos que tú.

A los humanos les gusta compartir recuerdos.

Por favor, elógiame, mi dueña. ¿Por qué me abandonas…?

Verónica lloró por un largo tiempo, y finalmente, como si le diera lástima, una sirvienta se acercó y le entregó una carta. Era una invitación a la fiesta de Año Nuevo que se celebraría en el palacio imperial.

‘Ah, claro. El príncipe heredero. Sí, si logro que mi dueña sea capturada de nuevo por el príncipe heredero, ¡también podré verla a mi gusto!’

Su dueña había tenido una reacción intensa hacia el príncipe heredero. A Verónica le gustaba todo: la alegría y la tristeza, el placer y la ira, el amor y el odio. Los apreciaba sin distinción. Cualquier reacción de Roina era valiosa. Parecía haber encontrado la respuesta. Sonrió radiantemente.

Al ver sonreír a Verónica, las sirvientas también sonrieron sutilmente. Todas sabían que el príncipe heredero anunciaría su compromiso con la dueña en la fiesta de Año Nuevo.