La sirvienta fugitiva es amada por el Gran Mago - Capítulo 136

Un largo silencio se apoderó del lugar. El ambiente se sintió aún más incómodo sin el sonido de la brocha del hombre, que había dejado de pintar. Nail soltó una risa avergonzada.

—Ay, me di cuenta de que me estaba quejando. No le preste atención a lo que dije…

—Yo tampoco quiero a mi padre.

Salió una voz tranquila. El hombre, que dejó de pintar para mirarla por primera vez, era más guapo de lo que Nail pensaba. Solo estaba un poco pálido y manchado de pintura. Una expresión que no tenía antes apareció en su rostro, y sus ojos, que antes solo flotaban en el aire, se llenaron de vida al mirar a alguien.

Solo eso hacía que la persona se viera muy diferente. ‘Tal vez es más joven de lo que pensaba’, se dijo Nail.

—Es perezoso, tonto, egoísta, ambicioso, y a veces pienso que está loco.

Los ojos de Nail se abrieron de par en par. Era un comentario demasiado fuerte para alguien que se había esforzado día y noche para salvar a su padre. A medida que hablaba, el hombre recuperaba más y más sus emociones. Era como ver una planta que creías muerta revivir al recibir agua.

—Pero esto no está bien. Que muera así antes de que yo pueda hacer algo no está bien.

Luego, miró a Nail y dijo:

—Lo siento. Lo siento mucho.

—¿Qué?

‘¿Por qué?’

preguntó Nail, pero él solo negó con la cabeza.

—Creo que mi padre debe disculparse con Castelo.

Ella se quedó sin palabras. Nunca había pensado en eso. Nail había vivido de una manera muy frágil, dependiendo de su padre. Si lo pensaba bien, ella también era una de las personas que debía disculparse. Era la hija de un traidor que se había enriquecido a costa de vender a su país.

—El responsable debe tener un juicio justo y mostrarle a todos que ha sido castigado. Solo así se le puede devolver el futuro a Castelo.

Él volvió a mirar el lienzo. El retrato sin terminar de Icardo estaba allí. Aunque no se sabía si lo que decía se haría realidad, su corazón estaba en una dirección diferente a la que ella esperaba, y era más noble de lo que creía.

—…Entonces, ¿ha estado haciendo todo esto para disculparse con la gente de Castelo?

—…….

Él no respondió a esa pregunta. Solo siguió pintando en silencio. Un resultado mejor que el anterior estaba naciendo bajo sus manos.

—¿Para qué quieres escuchar lo que dice un hombre que morirá pronto? Mejor preocúpate por comer bien.

Con esas palabras bruscas, Nail se quedó sin palabras.

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—Veo una luz.

Al oír a Ethan, las dos miraron al unísono en la dirección que él señalaba. Efectivamente, una luz tenue se filtraba a través de una grieta en la pared.

—Déjenme echar un vistazo.

Roina dijo con calma y se acercó a la pared, activando su sentido del maná.

Mientras tanteaba y golpeaba la pared, extendiendo sus sentidos para ver más allá, el espejo que colgaba de su pecho emitió una luz brillante. Esa luz apuntó directamente a la grieta de la pared. Roina parpadeó, sorprendida por un momento, y luego confirmó con su sentido.

En efecto, esa grieta era un pasaje que conducía a otro espacio.

—Gracias, Amor. Ethan, Camille. Podríamos adentrarnos más en la cueva de los cristales de maná, pero parece que hay algo importante en esta grieta. Podría ser de gran ayuda para nuestro trabajo.

A Roina le costó explicar lo de los fragmentos de magia primordial, así que solo lo explicó de esa manera, pero los dos asintieron como si fuera suficiente.

—Pero ¿cómo pasamos por aquí? Mmm.

Justo cuando Roina se disponía a pensar, se oyó una voz detrás de ella que decía: ‘¡Quítate!’. Roina se hizo a un lado por reflejo, y Camille pasó a su lado, haciendo un silbido.

—Espera, Camille, ¿cómo sabes lo que hay ahí…?

¡¡¡PUM!!!

Sintió que el suelo temblaba y la situación terminó.

Camille había balanceado su espada, con todo y vaina, rompiendo la pared de roca.

Ethan se cubrió la frente con una mano tosca y los ojos de Roina se abrieron de par en par.

—Wow, Camille, tu fuerza es increíble…

La verdad es que lo esperaba, ya que tenía un físico más grande que el de la mayoría de los hombres del Imperio y un cuerpo lleno de músculos, pero al verlo en persona, era mucho más fuerte de lo que había imaginado.

El sonido de las rocas rodando se escuchó después, y Roina miró con cautela el pasaje, que ahora ya no se podía llamar grieta. En el enorme agujero de roca se veía una luz tenue. Y dentro de él…

—¡¡Nail!!

Estaban Nail, un hombre, y…

—¡¡¡Conde Icardo!!!

Conde Icardo, atrapado en un cristal de maná.

¡PUM!

Camille corrió hacia Conde Icardo, Nail extendió la mano y le bloqueó el paso, Ethan sometió al hombre que estaba junto a Nail. Todo sucedió casi al mismo tiempo. Ethan sujetó al hombre y le dijo:

—¿Qué traman?

—¡Ugh!

—¡Déjelo ir!

—¿Sabes quién es este hombre?

—¡Lo sé! ¡Es el hijo de Icardo!

Camille, con una mirada penetrante, le dijo a Nail con un chillido:

—Oye, ruiseñor, me enternecen las niñas, pero no sé si te perdonaré que me impidas matar a un enemigo. Quítate mientras hablo bien.

—Esperen, esperen un momento… Escuchen lo que tengo que decir.

Al final, Nail empezó a sollozar, como si las lágrimas estuvieran a punto de brotar. Camille, frustrado, maldijo y golpeó el suelo con su espada. La enorme hoja, que de alguna manera se había desenvainado, brillaba intensamente con el hechizo, que emanaba un aire de muerte.

Roina dijo con voz tranquila:

—…Explica, Nail. ¿Qué está pasando?

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Nail explicó por un buen rato, y a su lado, Camille escuchaba con los brazos cruzados y un rostro serio. Ethan, con su habitual expresión inexpresiva, tenía una cara similar, haciendo que los dos se vieran parecidos por un momento.

—…Y así fue como pasó.

—Ja.

Camille soltó una risa cínica.

—¿Ahora?

—Sí. Ahora.

Con la seca reacción de Camille, Nail sonrió con una expresión sombría. Ella también había pensado lo mismo. Pero, ¿qué podía hacer si la verdad era esta?

—Es como si el héroe viniera a derrotar al Rey Demonio, solo para descubrir que el Rey Demonio se estaba preparando para confesar.

—¡Cállate!

Por primera vez, Camille reaccionó con irritación, incluso hacia Roina, y se rascó la cabeza. Roina solo la miró fijamente.

—Pero tiene razón, Camille. El Reino de Castelo está sumido en la impotencia. Solo al recibir una disculpa adecuada y un juicio justo podrán avanzar.

—…Hay algo que todavía no he dicho.

De repente, se escuchó una voz ronca. Era el hombre que había estado aturdido en el aire, sostenido por Ethan, el hijo del conde Icardo.

—La persona que juzgue esto debe ser un representante de Castelo.

Con los ojos hundidos y llenos de ojeras, los cerró y abrió lentamente. Su apariencia era de estar extremadamente cansado, pero sus palabras tenían una voluntad firme.

—Por eso, los estaba esperando.

Miró de reojo el pincel que le había quitado Roina. Roina lo sostuvo con fuerza. Había pensado que era un fragmento de magia primordial, pero Amor había brillado un poco en el pincel, y luego había dejado claro que ‘no es el principal’. En pocas palabras, era un objeto afectado por un fragmento de magia primordial. Y para colmo, también estaba contaminado por la oscuridad.

—Creí que podría salvar a mi padre antes de que el juez llegara… Como sea, si son los miembros perdidos de la realeza de Castelo, está bien si nos masacran en este momento. Son los únicos que tienen ese derecho.

Con esas palabras, el lugar se sumió en un pesado silencio. Camille parecía molesta y Nail no sabía qué hacer, avergonzada.

En ese momento, Roina inclinó la cabeza y dijo:

—Pero, ¿cómo se te ocurrió que si pintabas con este pincel, tu padre podría salir de ahí?

Roina siguió el rastro de la magia en el pincel. Incluyendo las pinturas que el hombre había hecho. En todas ellas había rastros de magia activada. Pero en ninguna estaba la magia que él dijo, la que podría sacar al hombre atrapado en el cristal de maná.

—¿Eh?

Ante las palabras de Roina, el hombre continuó, aturdido:

—Eso es… Es que. Pensé que obviamente pasaría…

Fue entonces cuando, con la mente un poco más clara, abrió los ojos.