La sirvienta fugitiva es amada por el Gran Mago - Capítulo 134

Tak. Tak.

El sonido de los pasos del hombre se acercaba cada vez más. Nail, llena de tensión, contuvo la respiración y se acurrucó.

Las columnas que creaban ilusiones ópticas estaban por todas partes, y ella se había escondido detrás de una de ellas. Había asomado la cabeza un momento para echar un vistazo a la situación, pero la había vuelto a meter.

Se detuvo. De repente, los pies del hombre se pararon. Aparte de un leve parpadeo, la luz que salía de la lámpara no mostraba movimiento.

Y él se acercó directamente al lugar donde estaba Nail.

‘Parece que es el fin. Ah, Diosa Aiha…’

Ella cerró los ojos con fuerza y juntó sus manos para orar. No podía ser que todo terminara así. Sentía un resentimiento porque el agua de Aiha no se movía esta vez.

El sonido de los pasos se hizo aún más claro. Justo frente a ella, sintió que la luz de la lámpara se volvía más brillante.

Y no hubo más movimiento.

Nail, con miedo, abrió con cuidado los ojos que tenía cerrados. Frente a ella estaba un hombre del Imperio, demacrado y pálido. Era el mismo que había estado pintando. La miró por un momento de forma algo aturdida y, luego, se dio la vuelta y se dirigió a su lugar original.

‘¿Eh, eh?’

Para Nail, todos los hombres, a excepción de los sacerdotes del maná, eran personas aterradoras, pero, de cerca, ese hombre no le pareció nada aterrador. ¿Sería porque no tenía la apariencia de un castleroi? Aunque, pensándolo bien, los sacerdotes del maná también tenían la apariencia mitad Castelo y mitad del pueblo del Imperio Kailum. Quizás por eso.

En un instante, el hombre volvió a concentrarse en el cuadro que pintaba, sin decir una palabra. Nail lo observó con cautela y luego se acercó. Poco a poco. La curiosidad se despertó en su joven corazón. Quería ver de cerca el cuadro que estaba pintando.

El hombre no reaccionó hasta que ella llegó justo detrás de él, como si no hubiera nada más importante que pintar. Nail empezó a mirar su cuadro de cerca.

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Las tres personas, tensas, caminaron por el oscuro pasaje que se encontraba detrás de la puerta secreta. Al mirarlo de cerca, les pareció similar al pasaje del que habían salido Roina y Ethan. Era un espacio que se sentía como una cueva natural con agua corriendo por alguna parte.

La única diferencia era que este lugar estaba lleno de una energía maligna.

Roina miró a su alrededor y dijo:

—Camille, ¿has estado alguna vez en un lugar como este?

—Hmm…

Camille pareció dudar por un momento y luego sacudió la cabeza.

—No lo sé. Se me hace familiar de alguna forma, pero no recuerdo haber estado aquí. Quizás sea uno de mis recuerdos perdidos.

—Ya veo.

Roina asintió y respondió. Ethan también contestó brevemente.

—Sin duda, en nuestro antiguo palacio no existían espacios secretos de este tipo. Parece ser un cambio que ocurrió después de la ocupación del Imperio.

Un cambio que ocurrió después de la ocupación del Imperio. Roina repitió las mismas palabras en su boca.

¿Dónde estarán Jason y Laiger? De repente, volvió a preocuparse por ellos. Esta vez lo dijo en voz alta. Camille, que no conocía a los dos, puso una expresión de desconcierto, Laiger, con el rostro un poco sombrío, respondió:

—No lo sé. Sin embargo, son tus contratistas, así que no morirán fácilmente.

Roina miró a Ethan una vez y luego volvió a caminar. Como no había pistas para encontrarlos, por ahora solo podían enfocarse en resolver el problema inmediato. Incluso si este lugar era una trampa preparada, necesitaban llegar a una respuesta rápidamente.

Roina sintió la energía fluyendo silenciosamente por todo su cuerpo. Se sentía más fuerte que nunca. ¿Cuál sería el verdadero objetivo de Ryu Hyu? ¿Era simplemente establecer una relación como esta? Si sus palabras eran ciertas, el Príncipe Heredero era su contratista y, de hecho, no podía afectar su vida.

Fue en ese momento, mientras estaba perdida en sus pensamientos.

—¿Eh?

Se escuchó la voz de Camille, que sonaba intrigado. Cuando Roina miró en la misma dirección que Camille, vio…

—¿Una piedra mágica? ¿Eh, personas?

En medio de un grupo de piedras mágicas con forma de cristales, Jason y Laiger se encontraban atrapados dentro de una.

—¡¡Jason, Laiger!!

Roina gritó con los ojos muy abiertos.

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—¿Por qué está pintando?

De repente, Nail dijo esas palabras. El hombre del Imperio que ella estaba observando se detuvo por un instante, paralizando su movimiento.

—Tengo que salvar a mi padre.

—¿A su padre? Si es su padre…

¿Se estará refiriendo a ese hombre? Nail miró al conde Icardo, que estaba frente a ella. Tenía los ojos cerrados, como si durmiera profundamente, y estaba rodeado de piedras mágicas. Aunque al principio se sorprendió, Nail pensó que quizá era una suerte que el conde estuviera así. Si hubiera estado vivo y moviéndose, le habría dado mucho miedo. Aunque, claro, no es que ella deseara que muriera.

—¿Conde Icardo es su padre?

No hubo respuesta. Él simplemente seguía moviendo la mano, en silencio.

—¿Si termina este cuadro, él va a revivir?

—Sí.

Él respondió de forma sencilla. Nail soltó un ‘oh…’ y alternó la mirada entre su cuadro y el conde Icardo. Al parecer, no era muy bueno pintando, ya que había cientos de cuadros tirados en el suelo, parecidos al conde Icardo, pero a la vez, diferentes.

—… ¿Quizás solo revivirá si lo pinta exactamente igual?

—… Quizás.

Él habló sin seguridad, con una impotencia que denotaba cansancio. Quizás la repetición de pintar no era algo que disfrutara. Sin embargo, no dejaba de pintar.

Nail lo observó atentamente mientras pintaba.

—No lo está pintando así. Mire, esta parte, es diferente.

Nail, sin darse cuenta, empezó a darle instrucciones al hombre. Al ver los cuadros esparcidos a su alrededor, se dio cuenta de que él seguía equivocándose en el mismo punto.

Al final, Nail se desesperó y decidió corregir ese error recurrente.

—Ah.

—¿’Ah’? ¿Qué es ese sonido tan tonto? ¿Cuándo durmió por última vez? ¿Y cuándo comió? Como está en este estado, sigue repitiendo el mismo error sin siquiera notarlo.

Él, como si ignorara la última parte de lo que Nail le dijo, empezó a corregir la parte que ella le había señalado. Con solo corregir eso, el resultado fue mucho mejor que antes.

—Solo me responde si le hablo de la pintura. Y mezcle esta pintura en lugar de usar esa. Simplemente usar el color negro no ayuda a crear sombras.

No sabía si lo que hacía ayudaba o si era lo correcto. Después de todo, el conde Icardo era el hombre que había arruinado a Castleroi. Sin embargo, el agua de Aiha que colgaba de su cuello se agitó y brilló, como si le dijera que lo que estaba haciendo era lo correcto.

‘Sí, estoy ayudando a que una persona reviva. No debo pensar en nada más.’

Nail y el hombre se concentraron en el cuadro durante un buen rato.

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¡Clang!

—¡Jason, Laiger…!

Camille y Ethan intentaron romper y mover la piedra mágica, pero parecía imposible rescatarlos por medios físicos. Roina los llamó con una voz llena de pena.

La pena se hizo aún más grande porque ellos eran personas que no habrían tenido que venir a este lugar si no fuera por ella.

—Por favor, den un paso atrás.

Cuando Roina se adelantó y habló, los dos hermanos retrocedieron obedientemente. Ella concentró su energía sensorial y puso la mano sobre la piedra mágica. Sintió la magia densamente condensada desde la punta de sus dedos.

‘Esta magia…’

La magia en sí era una energía pura. Sin embargo, estaba tan firmemente unida que ni siquiera la energía dorada de Roina podía penetrarla. No sabía por qué, pero intentó varias cosas con su magia dorada en ese conglomerado de magia tan fuertemente unido, y pronto se rindió.

—…Si intentamos romperlo a la fuerza, me parece que las dos personas de adentro se romperán con él.

Eso no podía pasar. Ante las palabras de Roina, Camille y Ethan también pusieron una expresión seria.

—Debe haber otra forma.

La voz solemne de Ethan se hizo más fuerte. Roina asintió levemente ante esas palabras.

A medida que se adentraban, las piedras mágicas aumentaban, por lo que, si se adentraban más, probablemente encontrarían la causa. Parecía que ya podía entender un poco al explorar con la energía dorada, así que, si se acercaba más al núcleo, seguramente podría examinarlo con más detalle.

Pero… ella miró a los contratistas atrapados en la piedra mágica con un sentimiento de angustia.

—Roina, no podemos cargarlos todo el tiempo.

Camille dijo con calma y sacudió la cabeza.

Tenía razón, pero Roina dudó. ¿De verdad no había ninguna otra forma?