La sirvienta fugitiva es amada por el Gran Mago - Capítulo 126

—Después de que la señorita Roina se fue así, pensé que nosotros también debíamos hacer lo que pudiéramos.

Nail relató lo que había sucedido hasta ese momento con un tono tranquilo. Dijo que habían pasado tres días desde que Roina entró en el pasaje de agua y que, en ese lapso, Nail se había ofrecido como voluntaria para entrar al harén de Icardo.

Roina estaba muy sorprendida. En primer lugar, se asombró de que ya hubieran transcurrido tres días cuando para ella había pasado un total de solo una hora. También se sorprendió de que la joven Nail se hubiera ofrecido para una tarea tan peligrosa. Y le sorprendió aún más que Nail hubiera logrado llegar hasta ahí solo por haberse ofrecido.

‘¿Será esto también por la interferencia de Ryu Hyeon?’

Roina frunció el ceño al recordar la desagradable visión que tuvo cuando pensó que había llegado a su destino. Habría sido su intención adormecer y engañar sus sentidos para mantenerla atrapada. Se sintió ansiosa al pensar que la ventaja de tiempo que había ganado se había esfumado un poco.

—Nail, ¿estás segura? Si algo sale mal, podrían pasarte cosas malas.

—Lo sé. Pero…….

Nail esbozó una sonrisa tranquila y tenue.

—Señora Aiha me encomendó esta tarea. Ella me protegerá.

Nail parecía tan feliz al pronunciar el nombre de la diosa Aiha, que Roina se quedó sin palabras por un momento.

Con seguridad, por esa razón, Sacerdotisa Mana, que es sierva de Aiha, no pudo oponerse. Roina recordó la expresión de Mana, quien claramente parecía tener un afecto especial por Nail.

—¿Sacerdotisa Mana no dijo nada?

Nail solo se limitó a sonreír en silencio. Parecía que la historia era larga, por lo que Roina dejó su curiosidad a un lado por el momento. Nail asintió con la cabeza en dirección a Roina y la guio.

—Por favor, ven por aquí primero.

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—¡Oh, qué increíble! Y pensar que te ajusta tan bien…

—Como he estado observando muchas cosas, se me da bien este tipo de cosas.

Nail rio con un «je, je». Probablemente se refería a su hábito de observación como pintora. Roina la miró con admiración.

—¡Rápido, pontelo, rápido!

Roina se dio cuenta de que el tiempo apremiaba. Aunque se sintió un poco avergonzada por la reveladora ropa que le dio Nail, Roina se la puso sin protestar.

Era un traje de bailarina tradicional de Castrulo: un top de tirantes, joyas de oro y una tela semitransparente y blanca que dejaba ver el cuerpo. Roina sintió un poco de vergüenza y se tapó un brazo.

—¿No hay otra cosa? Me siento un poco rara.

—Esta es la mejor opción que te queda, al menos por ahora.

Nail pensó un momento, soltó un «humm» y luego lo dijo sin rodeos. Su vergüenza aumentó, pues Nail llevaba un atuendo mucho más recatado y de color azul cielo, aunque también se veía fresca.

—¿No crees que esto llamará más la atención?

—¡No te preocupes, esto es más bien discreto!

Roina siguió a Nail, que la arrastraba con entusiasmo, y se dio cuenta de que tenía razón. Vio a un grupo de mujeres de lo más variado, todas bellas, disfrutando de su tiempo libre mientras se arreglaban sensualmente.

—¿Aquí es…?

—Este es el palacio del harén de Icardo. Icardo camina por aquí todos los días y escoge a la mujer que se le antoja para llevársela o llamarla. Gracias a la gracia de la señora Aiha, nunca me ha notado.

Roina se quedó mirando a Nail. Pensó que tal vez la razón por la que nadie se fijaba en Nail era porque su ropa no era tan atrevida. «¿Por qué solo yo…?»

—Por cierto, ¿qué pasó con los hombres que fueron contigo?

Cuando Nail le preguntó en un susurro, Roina reaccionó.

—Cierto, ¿los has visto por casualidad? Nos separamos al llegar aquí…

—¡El conde viene!

Hubo un fuerte grito y los alrededores se llenaron de un alboroto. Hubo algunas que se adelantaron con entusiasmo, pero otras se encogieron, tratando de esconderse.

Nail le susurró a Roina:

—Señora Aiha me dijo que me escondiera aquí para ayudarte a entrar en la parte más profunda del palacio.

La parte más profunda del palacio, generalmente, lo más importante en un castillo es el rey y el lugar más profundo, la habitación del rey. Como aquí Icardo es el que funge como rey, debe referirse a la habitación de Icardo.

Roina miró a Nail con horror.

—¿O sea que me estás diciendo que me escojan para ser la concubina de Icardo por una noche?

Nail miró a Roina con una expresión inocente.

—¡Yo también entraré contigo!

‘Cielos’

Roina se cubrió la frente con la palma de la mano.

‘Diosa Aiha, ¿por qué me pones a prueba de esta manera?’

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Ethan se incorporó, agarrándose la cabeza adolorida. No sabía exactamente qué había pasado, pero le dolía muchísimo la cabeza.

‘Es la misma sensación que en ese momento’

Era la sensación que tuvo cuando el príncipe heredero lo convirtió en un Caballero Negro sin poder hacer nada, cuando perdió su voluntad y cayó en picada. La sensación de ser controlado después de que le arrebataran el control de su cuerpo.

‘No…’

No podía permitirlo. No podía volver a perder el control que tanto le costó recuperar. Ethan luchó, pero sintió que se hundía en un pantano aún más profundo y apretó los labios.

La necesitaba.

—Señorita Roina…

Con sus últimas fuerzas, intentó pronunciar el nombre de Roina. Al hablar, el agua gorgoteó y las burbujas subieron a la superficie. Solo entonces se dio cuenta de que estaba sumergido en el agua. Se estaba hundiendo en un agua oscura. Trató con todas sus fuerzas de mover su cuerpo, que se estaba deteniendo. Sus manos y su cuerpo se contrajeron, moviéndose como si apenas tuvieran fuerza.

‘Me asfixio…’

Eso no era suficiente. Lentamente, se hundía cada vez más.

‘¿Será este el final…?’

A medida que se alejaba de la superficie, sentía que la luz se apagaba y la oscuridad lo envolvía. Una vez más, sin la luz de Roina, solo se hundiría sin cesar. Él fue el primero en traicionar al Reino de Castrulo, ¿qué lo hacía tan especial para haber llegado hasta aquí? Todo era tan trivial.

Ethan cerró los ojos, resignado.

En ese momento, sintió una fuerza que sostenía su espalda y lo empujaba hacia la superficie.

—…….!

Impulsado por esa fuerza, Ethan emergió a la superficie al instante.

—¡¡Gua…!! ¡Ja!

Su cuerpo fue arrastrado por completo a la superficie y arrojado sobre un suelo de piedra fría. Tosía, escupiendo agua.

Jadeando, se calmó poco a poco y miró al ser que lo había rescatado. Los ojos de Ethan se agrandaron.

—¿Ailas…?

La criatura que salía del agua, chapoteando, era sin duda Ailas. Lo miró con una cara de aparente inocencia y ladeó la cabeza, luego sacudió su cuerpo. Aunque no tenía pelo y solo una dura coraza, su gesto era como el de un animal peludo.

—…

Miró a su alrededor. Un lugar oscuro y húmedo, una cueva, una grieta en la roca por donde se filtraba una luz tenue. No sabía dónde estaba, pero gracias a eso, estaba vivo.

—Gracias.

Ethan dijo eso y acarició a Ailas sin pensarlo. Ailas recibió con gusto la caricia y luego se fue, como si tuviera muchas cosas importantes que hacer.

—……..

‘¿Qué es lo que ha pasado?’

Ethan respiró, confundido, y miró a su alrededor. Una ligera calidez y luz entraban por la grieta de la roca, así que podría haber gente por ahí.

Se acercó con cuidado a la grieta. El lugar, que conectaba a través de una ligera pendiente, era un pasaje más grande de lo que pensaba. Tenía que agacharse un poco, pero era lo suficientemente grande para que una persona pasara.

—…….!

Los ojos de Ethan se agrandaron al asomarse por la grieta de la roca.

—¿Será…?

Al otro lado de la grieta, en lo que parecía ser una habitación para los sirvientes, había una mujer sentada. Era una caballero que se había amarrado el pelo con fuerza en una coleta larga y revisaba su arco y sus armas.

—… ¿Hermana?

Su voz fue más fuerte de lo que esperaba, y ella se dio la vuelta.

Ethan no pudo controlar su voz temblorosa de sorpresa y salió corriendo de la grieta.

—¿Eres mi hermana?

Tenía el pelo castaño rojizo, la piel oscura, pero sus ojos, su puente nasal y su cuerpo bien tonificado se parecían a los de él.

Era idéntica a su hermana, a quien creía muerta.