La sirvienta fugitiva es amada por el Gran Mago - Capítulo 121

Después de consolar a Nail por un largo tiempo, Roina la vio marcharse y se encontró con Mana, que la observaba desde no muy lejos.

—…Gracias.

Eso fue lo que dijo Mana. Roina, un poco confundida, lo miró e inclinó la cabeza. Mana bajó sus pestañas de pigmento claro, con una expresión algo solitaria.

—¿Por qué me da las gracias?

—Por haber sido tan amable con Señorita Nail.

Mana soltó las palabras como un suspiro y luego elevó una breve oración a Dios. Las ramas de los árboles cercanos se movieron ligeramente, como si respondieran a él.

—Fue algo natural. Señorita Nail es todavía muy joven. No parece tener más de 17…

—Según los estándares del Reino de Castelo, ella ya es adulta. Este año cumplió 18. Sin embargo, no quería que sufriera un dolor que ella no deseaba.

La voz de Mana tembló ligeramente al decir eso. Roina entrecerró los ojos al verlo. «¿Fue realmente un acto de simple compasión?»

—¿La mayoría de las mujeres que vienen aquí tienen una historia así?

—Hay quienes sí, y quienes no. De hecho, también hay personas que fueron capturadas por el conde y luego rescatadas.

—El conde…

Ahora que lo pensaba, Alzán sospechaba del conde Icardo. Parecía que Mana solo lo consideraba una persona que seguía sus órdenes. Roina se tocó un poco los labios.

—¿Muchos han sido capturados por el conde Icardo?

Mana asintió en silencio, con una expresión algo dolorosa.

—Ya han sido capturadas muchas hermanas. La razón por la que Alzán se apresuró a arreglar el matrimonio de su hija probablemente se deba a este trasfondo.

—Entonces, ¿qué van a hacer ahora?

Ante las palabras de Roina, Mana se detuvo en seco.

—Tienen un motivo para derrocar al conde Icardo. Incluso si Castelo recupera su monarquía original, el Imperio de Kailum ya no enviará un ejército. Si van a actuar, es ahora.

—Pero nosotros todavía… no tenemos la fuerza…

—Pueden sentir que les falta. Pero por eso hemos venido nosotros.

Roina miró a Ethan, que había estado escuchando en silencio a su lado. Él asintió con un movimiento firme.

—También hay alguien aquí con legitimidad.

—…

Ethan parecía tener algo que decir, pero sintió que no era el momento y guardó silencio. Roina continuó la conversación.

—Padre. ¿Podría ayudarnos?

—…Está bien. ¿En qué podría ayudarlos?

Ante esas palabras, Roina sonrió brillantemente.

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—¿Qué?

Josef miró a su asistente, confundido. Era uno de los administradores que, después de la revolución, trabajaban sin descanso toda la noche para las tareas administrativas. Desorientado, repitió lo que acababa de decir.

—…El príncipe heredero desaparecido.

Josef cerró los ojos, que tenían profundas ojeras, presionó el espacio entre sus cejas, miró al cielo, se cubrió la cabeza con las manos y agachó la cabeza.

—¿Cómo crees que salió?

—Bueno…, la celda de aislamiento estaba sellada con magia, pero el hechizo había desaparecido como si hubiera sido devorado por completo desde el interior. Normalmente, sería imposible lanzar magia o manipular hechizos de maná desde el interior…, los magos del palacio no tienen idea de lo que pasó.

—Un rastro como si hubiera sido devorado por completo…

Josef repitió sus palabras en voz baja. Le sonaba de algo, pero ¿de qué? Se tocó la barbilla una vez y continuó.

—Tengo que verlo con mis propios ojos, pero… esto es un verdadero dolor de cabeza. Por ahora, investigaremos esto en secreto. Podría dar un pretexto a los restos de la facción del príncipe heredero.

—Sí, ya les he pedido que mantengan la boca bien cerrada.

—Jum…

Josef soltó un suspiro y se revolvió el cabello. Su cabello rubio, que no era rizado, se enredó en sus manos y se esparció sin orden.

—Ser tragado por completo, ¿eh?…

Había escuchado algo similar una vez. Y fue hace poco, en el palacio.

—¿Quién es la persona más peligrosa de la facción anti-príncipe heredero en este momento?

—Los eliminamos a todos de una vez, y como fueron neutralizados en presencia de todos los nobles, casi nadie escapó. Pero… la fuerza más grande podría ser el conde Icardo, que envió a un pariente lejano en su lugar, alegando que estaba ocupado observando la situación en Castelo. Como la mayoría de ellos se presentaron personalmente para quedar bien con el príncipe heredero, él es el único noble de esa facción que no fue capturado.

—Él vive lejos, así que le sería difícil recibir noticias. También hay quienes se han adelantado para tomar medidas. Sin embargo…

¿Y si el príncipe heredero fugitivo pudiera saltar por el espacio con la habilidad de un archimago?

Josef sintió un escalofrío, murmuró una maldición y salió corriendo.

—¡Prepárense de inmediato! ¡Voy a ir al lugar y lo verificaré yo mismo!

Magia que desapareció como si fuera tragada, un príncipe heredero desaparecido, el conde Icardo de Castelo, el grupo de Roina que partió para recuperar Castelo…

Esperando que lo que él suponía no hubiera ocurrido, corrió con todas sus fuerzas.

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Guiada por el padre Mana, Roina llegó al lago en el centro de la Cámara del Agua. Era un agua vasta y profunda, desbordante de vida. Roina sintió que el poder mágico se volvía más denso a medida que se acercaba y se estremeció un poco.

Aunque también lo había sentido en el templo de Nail, era una energía de muy alta pureza.

Mana les dio de esa agua, tal como había hecho Nail. Era un ritual de bendición, algo que debían hacer si querían quedarse allí.

Roina pronto sumergió su mano en el agua. El maná se agitó y le dio la bienvenida. Cuando cerró los ojos y se concentró, pudo sentir a dónde se conectaba esa agua, ese maná.

—Como pensaba, parece que está conectado con el palacio real.

Mana asintió con la cabeza. Probablemente ya lo sabía.

—Sí. Sin embargo, es difícil ir al palacio o influir en él a través de este lugar. Esto sirve únicamente como una salida unidireccional desde el palacio real.

Roina sonrió tranquilamente y dijo:

—Creo que puedo crear un pasadizo aquí.

Mana mostró una expresión de sorpresa.

—Eso… ¿es posible?

Roina asintió con confianza.

Por supuesto que sí. Ella ya había revertido este tipo de magia espacial en el palacio imperial. El agua en la entrada de Castelo era muy escasa y difícil, pero aquí sería posible.

—Estoy segura. Al tocarla directamente, lo sé con mayor certeza. Es posible.

—Entonces…

—Significa que podemos infiltrarnos en el palacio real a través de este lugar, si el padre Mana lo permite.

Al oír eso, Mana pareció entrar en un estado de shock y se quedó en silencio por un momento. Parecía aturdido de que el problema que lo atormentaba pudiera resolverse tan fácilmente, y a través de él. Después de pensarlo, abrió la boca.

—Por favor, deme un momento. Este lugar no me pertenece. Existe únicamente según la voluntad de la diosa Aia, así que debo pedirle permiso a la diosa.

Roina se quedó en silencio por un momento ante sus palabras, y luego asintió con calma. Este lugar tenía sus propias reglas, y él tenía su fe. Nadie, sin importar quién fuera, podía tratar esto a la ligera. Además, si realmente era la voluntad de un dios, ella no sabía qué podría pasar si se saltaba los procedimientos y actuaba por su cuenta. Este era un mundo que se movía según leyes desconocidas para ella.

—¿Cuánto tiempo debo esperar?

Sin embargo, ahora que conocía el método, tampoco quería perder más tiempo, así que Roina preguntó. Mana respondió con una expresión sombría.

—Tres días, no, incluso dos… Tengo que preparar el ritual. Si lo hago solo, no hay otra opción.

Cuando Roina se impacientó ante la mención de tres días, Mana se corrigió a dos, pero incluso dos días no era un período tan corto. En ese momento, alguien se adelantó desde atrás.

—Creo que puedo ayudar.

Era Laiger, el antiguo hombre de las nieves, con cabello blanco y una piel tan blanca como la nieve. Mana, que lo había reconocido como sacerdote sin que él lo explicara, se alegró, pero pronto su expresión se oscureció de nuevo.

—Este es un trabajo que solo un sacerdote de Aia puede hacer. No es algo que un sacerdote de otra religión pueda hacer.

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