La sirvienta fugitiva es amada por el Gran Mago - Capítulo 102

El contrato fue un éxito.

Pero después de eso, Roina pensó en silencio. Había cruzado la línea.

Hasta ahora, se había relacionado con hombres por obligación o empujada por las circunstancias. Era la primera vez que elegía tener una relación con un hombre por su propia voluntad y no por emoción, y además, para obtener poder. Aún no sabía qué significado tendría esto en su vida, pero lo que sí era seguro era que para el propósito que le había surgido, este era el único camino.

‘Tengo que evitar que Ryu Hyeon destruya este mundo por completo’

Y sobre todo:

‘Quiero que Lutan abra los ojos de nuevo’

Quería volver a hablar con él. Roina se levantó con ese pensamiento. Las sábanas blancas se deslizaron suavemente por su cuerpo. A su lado, Jason yacía profundamente dormido, completamente desnudo. Todavía le dolía la cintura si pensaba en cuánto había eyaculado dentro de ella. Jason, una vez que perdió la paciencia, fue como una verdadera bestia. La unión duró casi de 4 a 8 horas, por lo que ella no tuvo más remedio que permanecer unida a él durante ese tiempo, siendo atormentada innumerables veces.

Considerando a las personas de las que había obtenido poder mágico hasta ahora, todas estaban profundamente relacionadas con los fragmentos primordiales. Y de Jason también había obtenido un poder mágico con una fuerte característica primordial.

Probablemente él también estaba relacionado de alguna manera con los fragmentos de magia primigenia dormidos en el sur.

Ella acarició la frente de Jason. Parecía áspero, pero sorprendentemente, sintió la suavidad de su cabello rojo en la punta de sus dedos.

—¿Por qué lo hiciste, Jason?

Lo dijo como un reproche, pero la verdadera naturaleza de esa emoción era culpa. Roina sentía lástima por Jason. Un pobre hombre que, por alguna razón, había quedado atrapado por ella.

—Habría sido mejor no haber hecho un contrato conmigo.

En ese momento, la mano de Jason se movió y agarró la de Roina. Su muñeca, blanca y delgada, encajó perfectamente en la mano bronceada y saludable del hombre.

—No me arrepiento.

Dijo él, sonriendo ampliamente. Un colmillo asomó ligeramente entre sus dientes. Roina tembló. Su aliento cálido pronto tocó la palma de su mano.

—Ahora que te tengo a mi lado así, ¿cómo podría arrepentirme?

Dijo eso, besándole la palma de la mano, sin apartar los ojos de ella. La palma de su mano cosquilleó. Tuvo la ilusión de que el calor de él se le contagiaba.

Roina, sin poder cerrar la mano derecha, apretó con fuerza la otra mano.

—Aunque te lo expliqué ayer… soy una persona que necesita relacionarse con otros hombres constantemente. Especialmente, yo amo… al Gran Mago. Quizás nunca pueda aceptar tus sentimientos para siempre. Seguirás sufriendo, y yo seguiré sintiéndome culpable contigo.

Ella dudó sin querer. Este sentimiento de anhelo constante y de querer estar con él era, sin duda, amor. Pero no estaba segura de si era un sentimiento completamente suyo.

Una de las razones por las que quería recuperar su poder era por sí misma. Tal vez, una vez que recuperara ese poder, podría liberarse de toda influencia y pensar por sí misma. Sentía que así podría entender claramente la conexión entre la Roina del pasado y ella misma.

—Lo sé. Y está bien.

—…¿Cómo puedes estar tan seguro? No hace mucho que me conoces. Además…

—La razón no importa.

Jason pronunció esas palabras y sonrió relajadamente. Se sacudió el cabello despeinado una vez y luego atrajo a Roina hacia sí, volviéndola a recostar.

—¿Realmente necesitas saberlo? Me gustas. También me gusta tu olor. Esto quizás sea la impronta de pareja que hacen los lobos. Pero no importa nada de eso.

Hundió la nariz en la nuca de Roina e inhaló profundamente. Después de hacerlo en medio de la noche, parecía más relajado. Pero a pesar de todo, su miembro se puso duro de repente y le rozó el muslo. Roina, sin querer, puso una cara ligeramente hastiada.

—Pff, no te preocupes. Dijiste que no me abandonarías. Con eso me conformo.

Él le acarició el hombro a Roina. Mientras lo hacía, le dio besos húmedos y suaves en el lóbulo de la oreja, en la mejilla, en la nuca y en la clavícula. Con una expresión de felicidad desbordante, como si la amara de verdad.

—Ahora soy lo suficientemente feliz.

«Con eso basta», le dijo él, frotando su nariz contra la de Roina. Roina, ante sus palabras, lo abrazó en silencio por la espalda.

‘¿Estaré pensando demasiado?’

Si ella hubiera pensado tan simplemente como Jason, quizás nada de esto habría pasado. Habría seguido con el Gran Mago. Pero si es así, entonces aún más, debe traerlo de vuelta a la vida.

Necesitaba más maná dorado.

—Jason…, soy una mala persona.

—Sí.

—Me voy a aprovechar de ti, Jason.

—Cuando quieras.

—También te haré mucho daño.

—Por favor, con cuidado.

Pff, se escuchó su risa. Roina sintió que las comisuras de sus labios se relajaban sin darse cuenta. Jason era realmente una persona simple y extraña, pero al escuchar sus palabras, ella sintió consuelo. Que quizás realmente estaría bien. Que podría pensar en las consecuencias más tarde.

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El siguiente desafío que Roina debía enfrentar era Ethan.

Jason había resultado sorprendentemente fácil, pero no se sabía si Ethan sería igual de sencillo. La última vez que lo había visto, Ethan parecía estar sufriendo muchísimo.

Ethan estaba inconsciente y había sido capturado por las fuerzas revolucionarias. Estaba recluido en una prisión situada no muy lejos del centro del palacio imperial. Esto se hacía para prevenir cualquier incidente, ya que la peculiar estructura mágica del palacio aún podía ser peligrosa y estaba bajo investigación. Por la misma razón, el príncipe heredero también estaba encerrado en una prisión de la Sociedad Mágica, donde era posible la restricción mágica. Se decía que lo trataban como a una criatura mágica.

Roina entró cautelosamente en el edificio, que parecía una construcción ordinaria de piedra gris. Los guardias fueron amables con ella y con gusto la guiaron. Probablemente esto se debía a que la fechoría del príncipe heredero se había difundido ampliamente, y con ella, el hecho de que el Gran Mago y su discípula habían sido quienes la detuvieron.

¿Cuánto tiempo habrían caminado ella y su guía cuando, tras pasar junto a algunos de los desganados y caídos secuaces del príncipe heredero, apareció la figura de un hombre sentado con la cabeza agachada dentro de la prisión? Aunque el guía aún no había dicho nada, Roina se detuvo abruptamente. Aunque sucio y exhausto, era Ethan.

—Ethan.

Su voz resonó en la prisión, y la cabeza que estaba agachada se estremeció, levantándose lentamente.

Piel ligeramente oscura, cabello castaño completamente despeinado y ojos castaños hundidos. Era Ethan.

—He vuelto a buscarte.

—……

Él la miró en silencio. Un delgado rayo de luz se filtraba por la pequeña ventana de la prisión y la iluminaba. Su piel blanca reflejaba la luz, brillando intensamente. Hoy vestía ropa sencilla y práctica, sin mucho arreglo, pero incluso así lucía verdaderamente hermosa. Ethan entrecerró los ojos, como si la luz lo deslumbrara un poco.

—……Váyase.

Dijo él con voz seca, rompiendo el silencio. Su voz, ronca y rasposa, parecía representar el estado actual de Ethan. Ethan se encogió de nuevo.

—Sí, me iré. Pero esta vez, te llevaré conmigo.

—…….

Ante esas palabras, la expresión de Ethan se oscureció aún más. Roina dio un paso más. Su expresión era de determinación.

—Lamento mucho haberte dejado solo. Qué sufrimientos habrás pasado…

—Sé que no es culpa tuya.

Dijo él de nuevo, encogiéndose.

—Así que no te disculpes.

—……

Esta vez, Roina se quedó sin palabras. ¿Qué le habría pasado a Ethan? ¿Cómo había logrado sobrevivir después de ayudarla a escapar? Ella simplemente apretó los labios.

—Ethan. No sé cómo lo tomarás, pero quiero ayudarte.

Él la miró con ojos hundidos y oscuros. Mordió sus labios como si temiera que emociones lúgubres y sucias brotaran de él. ¿Qué era esta emoción que lo poseía? Ni él mismo lo sabía. Solo una cosa era segura: no podía acercarse a ella. La lastimaría.

—Así como tú me ayudaste a salir. Dame la oportunidad de ayudarte también.

Él desvió la cabeza. Era mejor para ambos terminarlo así. Él pronto planeaba poner fin a esta vida detestable. No podía permitir que ella se viera envuelta en eso.

—Te ayudaré a revertirlo. ‘El Reino de Castilo’

Pero ante esas palabras, no pudo evitar volver a girar la cabeza.