La lección secreta de Señorita Baronesa Felice - 93

Felice no tuvo más remedio que aceptar las cintas que Claude había hecho.

—Gracias, Lord claude.

Felice le dio las gracias de forma sencilla y sonrió hacia Claude.

Claude, que la observaba atentamente, dijo en voz baja:

—…Parece tranquila.

—Jaja, ¿de verdad?

Felice se tocó las cintas y soltó una risa incómoda. Sus largas pestañas revolotearon al bajar levemente la mirada. Felice se apartó el cabello que ondeaba con el viento detrás de la oreja y miró por la ventana por un momento.

Claude, que recorría lentamente la suave línea del rostro de Felice, pensó que tal vez se había equivocado con lo que había proclamado con firmeza a su madre y a su tía.

Había dicho que Felice querría recuperar la gloria de la familia Kelton.

Después de todo, ella quería mucho a su abuelo.

Sin embargo, Felice, sentada en la mesa frente a Claude, parecía estar en completa paz ahora.

Una vez que se anunciara su condición de príncipe, Claude sería aún más el centro de atención de la gente y estaría ocupado con diversos eventos.

Aunque a él no le interesara el trono, e incluso si su hermano era el Príncipe Heredero, sin duda surgirían facciones que lo vigilarían políticamente.

Y en una época tan turbulenta, ¿Felice…?

Claude bajó la mirada sutilmente. Él sería feliz con Felice en cualquier lugar, pero tal vez ella no lo sería.

Ya había pasado por un momento difícil con el asunto de los artículos de periódico. Era probable que aún más historias, y peores, volvieran a publicarse.

¿Sería Felice verdaderamente feliz al lado de un hombre como él…?

—¿Le gustaría asistir al baile con Barón Kelton?

Ante la pregunta de Claude, la mirada de Felice, que se había dirigido a la ventana, se movió lentamente para posarse de nuevo en él.

—Antes dijo que iría a Deviller, ¿verdad? ¿Qué le parece asistir a un baile con su padre aquí en Trouville antes de eso?

—Ah… Pero, ¿no era obligatorio que entrara… conmigo, Lord claude?

Felice, con voz visiblemente sorprendida, preguntó con cautela.

—No necesariamente. Simplemente no debe ser un joven propenso a crear escándalos.

—Ah… ¿De verdad? Entonces, ¿podría preguntarle a mi padre?

Los ojos verdes de Felice, con las manos juntas, brillaron intensamente.

Claude asintió de buena gana y sonrió.

—Ah. Pero… mi padre tiene cierta dificultad para moverse… ¿Estará bien? Como sabe, tiene una pierna que no funciona bien.

—No importa. Si le cuesta mucho caminar, prepararé una silla de ruedas.

—No, no. Solo es una pierna, así que si camina despacio, puede hacerlo sin problemas. Se lo preguntaré. Gracias, Lord claude.

La voz alegre de Felice era hermosa, como el gorjeo de un pájaro.

Claude la observó feliz, y luego se levantó para irse.

—De todas formas, enviaré sirvientes para que se queden en la mansión hasta que el Barón sea dado de alta del hospital.

—¿Qué? No, no. Mañana iré al hospital, y el procedimiento de alta se hará rápidamente.

—El peligro no escoge el momento. Además, estoy seguro de que a los sirvientes también les gustará. Y cuando el Barón sea dado de alta, tendrán muchas cosas que transportar, ¿no es así? Les será de ayuda.

—Ah… Supongo que sí. Realmente siento que solo le causo molestias hasta el final, Lord claude.

Felice también se levantó y lo miró, juntando las manos con respeto.

—En absoluto. Entonces, me marcho.

Claude, que estaba a punto de darle la espalda, se detuvo de repente.

Una vez que se levantó para marcharse, sus pies se negaron a moverse.

—…Cierto.

Claude cambió la dirección de sus pasos, que iban hacia la puerta, y caminó resueltamente hacia Felice. Ella lo miró, ladeando la cabeza con extrañeza.

—El primer baile en el evento debe bailarlo conmigo.

—Por supuesto. ¿Con quién bailaría el primer baile si no es con usted, Lord claude?

Felice sonrió a Claude con una expresión cariñosa.

—Ah, Lord claude. Espere un momento.

Felice se acercó unos pasos y levantó la mano. Un aroma limpio la rodeó, e inmediatamente, la mano de Felice se movió desde la frente de Claude hasta su cabello.

—Es que tiene polvo. La casa aún no está del todo limpia…

En ese instante, Claude sujetó la muñeca de Felice.

No fue un movimiento premeditado. Agarró su muñeca como si fuera lo más natural del mundo. Cuando sus miradas se encontraron, Claude ya la estaba mirando con la respiración agitada. Los ojos de Felice se movieron rápidamente.

—…Lord claude.

Felice lo llamó en voz baja. Sus ojos temblaban, pero no había rastro de resistencia en ella. Como asimilada por él, la respiración de Felice se dispersó de forma áspera en el aire.

Los labios ligeramente entreabiertos de Felice se llenaron de indecisión.

—Haa… Hup.

Claude, sujetando la muñeca de Felice, tiró de ella y, en un instante, se apoderó de sus labios. Atrajo la muñeca de Felice y la colocó sobre su propio hombro, mientras la abrazaba con fuerza por la cintura.

El calor del verano comenzó a llenar la casa de Felice.

Claude, que besó sus labios con anhelo, la levantó en brazos. Felice también correspondió al beso, envolviendo sus brazos alrededor del cuello de Claude.

Claude apartó la taza de té con la mano y sentó a Felice sobre la mesa.

—Ha…

Claude, que exhaló un suspiro acalorado, se quitó la chaqueta. Se apresuró a sacar los brazos de la prenda, como si odiara el más mínimo instante separados de Felice, y extendió la mano hacia ella.

—Cl… Hap.

Felice intentó decir algo, pero los labios de Claude se lo impidieron al instante.

—Heeung.

Todo lo que Felice pudo emitir fue un gemido. Claude llevó una mano al largo cabello de Felice, sosteniendo su cabeza mientras continuaba el beso.

Las manos de Felice, que estaban sobre los hombros de él, terminaron rodeándole el cuello de nuevo.

—Haa…

Sus alientos cálidos se mezclaron.

Cuando Felice logró apartar la cabeza, luchando por respirar, Claude la tumbó completamente sobre la mesa.

Felice se estremeció al contacto con la mesa fría.

—Haa… Lord claude.

Los ojos de Felice, llenos de calor, miraron a Claude.

Sin embargo, en los ojos azules de Claude había tanto pasión como miedo. Sus pestañas, que temblaban ligeramente, se cerraron, y Claude se inclinó y volvió a tomar los labios de Felice, como para impedirle decir lo que fuera que iba a decir.

—Ha… Eup.

Felice aceptó su beso de buena gana, rodeando el rostro de Claude con ambas manos. Cuando los dedos de Felice se movieron suavemente sobre su rostro, Claude se separó un momento.

Felice sonrió y deslizó su dedo índice por el hueso de la ceja de Claude. Al bajar su dedo lentamente hacia los ojos azules que la miraban, los párpados de él se cerraron.

Las largas pestañas se presionaron contra el dedo de Felice y luego se separaron.

—Creo que tiene unas pestañas muy largas.

Felice susurró dulcemente, solo describiendo la imagen de Claude frente a ella. Como tranquilizado por su tono, la comisura de los labios de Claude se curvó hacia arriba.

Al abrir los párpados lentamente, sus ojos azules la miraron con calidez.

—Y sus ojos son azules.

Felice continuó enumerando hechos obvios, deslizando su mano de nuevo por el contorno de sus ojos.

—Su puente nasal es alto…

Su dedo pasó de sus ojos al puente de su nariz.

Su dedo, que se movió lentamente por el dorso de la nariz, pasó a sus labios.

—Y sus labios son rojos…

La mirada de Felice se detuvo brevemente en los labios de Claude. En ese instante, los labios de Claude se abrieron y mordieron suavemente su dedo.

—…Hut.

Una lengua caliente lamió la punta del dedo de Felice.

—¿Y?

Claude, que había escuchado en silencio, la instó a continuar.

—Y…

Felice sonrió tímidamente, acercó sus labios a los de él y los separó rápidamente.

—Son muy suaves.

Justo cuando Claude se acercaba a sus labios de nuevo, siguiendo la sonrisa radiante de Felice, la mano de ella detuvo sus labios.

—Pero es hora de que se vaya, Lord claude.

Felice empujó a Claude con mucha suavidad y dulzura.